José
Miguel Cobián | 03 Julio de 2017
Tribuna Libre.- Siempre que se critica el mal actuar de
nuestros gobernantes, (no escribo inepto-clepto-narco-gobernantes porque tengo
la esperanza de que algunos se salven de tal apelativo), sale alguien a decir que tenemos el gobierno
que merecemos porque el pueblo vota y elige, como si en México hubiera una
verdadera democracia. Sin embargo, como
en México no existe la democracia, esa afirmación es falsa, y por lo tanto, el
pueblo de México no tiene el gobierno que se merece, sino el que le imponen.
Vea usted:
En principio, muchos mexicanos no tienen ni la más remota idea de por
quien votan, lo hacen por necesidad, ya que sus líderes les indican por quien
votar, y ellos, (los mexicanos que votan en este caso), simplemente cumplen la
orden del líder, con el fin de conservar un mínimo de privilegios o una mínima
seguridad en caso de que el promovido por el líder resulte electo. En este caso no se selecciona, simplemente
se obedece.
Hay otro sector de mexicanos que simplemente
elige en función del partido que decidió quien será su candidato, sin analizar
si el candidato es bueno o malo. La
pertenencia a un partido político, los estimula a votar por tal o cual
color. Ahí no hay análisis de candidatos.
Otro sector vende su credencial de elector
para que no se use el día de la elección, y otros más venden su voto al mejor
postor. Saben perfectamente que gane
quien gane su situación será la misma, pero cuando menos, se benefician
económicamente el día de la elección, con dinero, con una despensa o con
cualquier otro tipo de beneficio en especie.
Ellos tampoco deciden quien es el mejor candidato.
Hay un sector adicional, que supone que
escoge al mejor candidato, sin darse cuenda de que en realidad no elige a
nadie, únicamente valida la elección que otros hicieron anticipadamente. Recordemos que sólo en algunos casos de
candidatos independientes, el resto de los candidatos, incluidos la mayoría de
los autollamados independientes son elegidos por un grupo de notables en
sus grupos políticos. Los partidos pequeños y los independientes
con el fin de llevar a alguien a un puesto menor o cuando menos para continuar
mamando de las prerrogativas, gracias al esfuerzo de sus candidatos, y los
partidos grandes, buscando ganar la elección, pero con personajes escogidos de
espaldas a la voluntad popular. Así, el
que supone que analiza y vota, en realidad valida la elección de otros. En este caso tampoco hay democracia.
Como el pueblo no cree en los independientes,
y hay mil maneras de dividir el voto, como ya se vió en las elecciones
recientes en Veracruz o en el estado de México, a fin de cuentas, gana la
elección supuestamente democrática quien había sido elegido desde las alturas
del poder para ganar. Incluso cuando no
gana, como fue el caso de Salinas en el 88, siempre habrá un Manuel Bartlet que
maneje una caída del sistema, un relleno de urnas, la no presencia de sus
defensores de voto en casillas y con eso no poseer actas completas para
impugnar una elección (táctica de AMLO para perder según las instrucciones
recibidas), así que incluso cuando el
pueblo se expresa, gana quien tiene que ganar.
Así ganó Salinas por encima de Maquío y Temo, así ganó Zedillo, así ganó
Fox, así ganó Calderón, y eso sólo hablando de presidentes de la República.
En resumen, en México la clase gobernante,
que dispone del dinero del erario público para hacer y deshacer, y sobre todo
para enriquecerse más aún, es la que decide quien gana y quien no gana en
cualquier elección. La aparente alternancia entre los distintos partidos
políticos no deja de ser un gran show, tanto para consumo interno como para
simulación ante el resto de los países del mundo, mostrando un México
demócrata, cuando en realidad es un México autócrata.
No deja de ser cierto, que a veces, los
poderosos juegan con sus peones, a ver quien gana tal o cual elección, sin
embargo, los peones jamás son seleccionados por el pueblo, éste sólo valida su
elección en las urnas, pero quien decidió que uno y otro fuera candidato fue el
poderoso en turno.
Así que, la próxima vez que te digan que
tienes el gobierno que mereces siendo mexicano, recuérdale al sujeto que hable,
que tu juegas un papel secundario en las elecciones, y que jamás has elegido
quien podría ser candidato, por lo tanto, quien te gobierna no es en base a tu
elección, sino a la elección de los intereses de otros, no del pueblo de
México.
Por lo tanto, el gobierno de México en todos
los niveles es un gobierno usurpador, y los hechos lo demuestran. Tal parece que cualquier alcalde, cualquier
regidor o síndico, cualquier funcionario de medio pelo, cualquier secretario de
estado, diputado, senador, gobernador (con todo su séquito incluído) y
presidente de la República, además de las cúpulas de todos (TODOS) los partidos
políticos, llegaron a México a saquearlo, como si fuera un país invadido por
potencias externas.
Cuando llegas a gobernar en un país
extranjero, no hay patriotismo en tus actos, no te interesan las vidas y
haciendas de los pobladores locales, sólo te interesa hacerte rico a sus
costillas, saqueando sus riquezas naturales y artificiales. Esta definición aplica a la mayoría de los
gobernantes y funcionarios públicos, líderes sindicales, líderes partidistas,
líderes cupulares de la Iniciativa Privada, líderes religiosos, etc. En un país invadido lo único que importa es
el dinero y el poder que obtengas. Y así nos trata a los mexicanos la clase
gobernante. Salvo prueba en contrario,
estamos invadidos de corruptos, que jamás escogimos ni elegimos. La inepto-clepto-narco-cracia nos invadió, y
cuando un país es invadido, lo único que queda a los patriotas es buscar por
cualquier medio la independencia de las potencias invasoras. Con una revolución de terciopelo con el la
antigua Checoslovaquia, o por cualquier otro medio.