Ciudad de México. | 22 Julio de 2017
Tribuna Libre.- Pasadas 24 horas del operativo en el que
murieron ocho personas en un enfrentamiento con
la Marina en Tláhuac. Los habitantes se dicen intranquilos, pero para
las autoridades al parecer ya todo quedó superado: la casa donde varios civiles
murieron fue abandonada, no es resguardada por efectivos ni siquiera por un
cordón de seguridad que sugiera que ahí ocurrió una masacre y que era usado
como casa de seguridad. También en las inmediaciones era evidente la ausencia
de efectivos de seguridad.
La casa donde murió Felipe de Jesús Pérez
Luna, alías “El Ojos” y presunto líder del Cártel de Tláhuac, era reconocida
por los vecinos como la oficina de un abogado que apoyaba a personas con
problemas de embargo de sus propiedades. Al interior, efectivamente, está el
mobiliario de oficina y también rastros de sangre…
Si funcionaba como casa de seguridad, la
propiedad de la Delegación Tláhuac en la que ayer fueron abatidos ocho
presuntos criminales era también conocida entre habitantes de la zona como el
despacho de un abogado de personas con inmuebles en problemas de embargo.
Al menos así lo identificaron dos mujeres
que, este viernes por la mañana, acudieron al exterior del domicilio –ubicado
sobre la calle Simón Álvarez, de la colonia La Conchita Zapotitlán– buscando al
profesionista que, comentó una de ellas, era conocido desde hace años por su
trabajo.
“Veníamos a checar con él un asunto porque
nos lo recomendaron. De todos era conocido”, dijo una de las entrevistadas, que
agregó sorprenderse al descubrir que era el mismo lugar en el que la Secretaría
de la Marina (Semar) abatió a un presunto jefe del narcotráfico y a otras siete
personas.
La actividad descrita por las entrevistadas
coincide con el aspecto de parte de la propiedad en la que ocurrieron los
hechos sangrientos, en una de cuyas dos habitaciones hay un escritorio fijo
sobre el concreto y, detrás, una efigie de la justicia con las palabras Ius y
Lex pintadas en una pared. En un cuarto contiguo, casi vacío, un logo de la
Universidad Nacional Autónoma de México ocupaba casi la mitad de otro muro.
No había en la bodega en la que quedaron los
restos de las personas abatidas indicios a simple vista de actividades
ilícitas. Había una mesa de jardín, sillas, muebles con utensilios de cocina y bolsas
de basura. Tres pequeños orificios sobre el portón de acceso, más uno de
diámetro mayor, indicaban el registro de disparos realizados desde adentro
hacia la calle, en probable señal de que, como indicó la Secretaría de la
Marina, los hoy abatidos atacaron también al personal naval. La Secretaría de
Seguridad Pública de la Ciudad de México, aun así, reportó el decomiso de sólo
dos armas de fuego tipo escuadra.
La propiedad quedó abandonada por las
autoridades y semi-abierta, con el portón color gris sostenido sólo con una
cuerda y, todavía, con varias manchas de sangre. Había restos hemáticos en el
exterior, sobre el pavimento de la calle Simón Álvarez; otros más en el patio,
justo después de la entrada; otros en el asiento del copiloto de una camioneta
van color azul estacionada en el mismo interior y, más visibles y espesas sobre
el suelo, otras tres grandes marcas rojas en la parte techada del mismo patio.
También sin vigilancia quedaron varias
cuadras a la redonda, cuya ausencia de policías contrastó con la dimensión del
operativo en el que, un día antes, participaron más de mil elementos de la
Secretaría de Seguridad Pública capitalina en apoyo del personal de la Marina.
“Nos quedamos intranquilos”, comentó un
vecino en la cuadra en la que quedaron los cuerpos y que dijo no haber notado
antes actividades sospechosas.
“No sabemos quiénes vivían ahí; es la primera
vez que pasa algo así”, agregó.
La intervención de las Fuerzas Federales se
realizó la mañana del pasado jueves, alrededor de las 11:30 horas, cuando, de
acuerdo con el comunicado de la Secretaría de la Marina, se identificó la
ubicación de “integrantes de grupos de narcomenudistas” que presuntamente se
dedicaban a la extorsión, secuestros y homicidios en delegaciones del
suroriente de esta ciudad, como Tláhuac, Milpa Alta, Xochimilco e Iztapalapa.
La información de la Semar menciona que el
operativo fue posterior a un ataque que recibió el personal naval durante un
patrullaje que, a su vez, fue producto de trabajos de inteligencia.
“El enfrentamiento se originó tras el
seguimiento coordinado de Fuerzas Federales y de la Ciudad de México a
presuntos infractores de la Ley, en inmediaciones de la Delegación Tláhuac, el
cual derivó en una agresión directa con armas de alto poder de los presuntos
infractores contra Personal Naval”, informó la Marina.
“Esta acción permitió que Personal Naval
controlará la agresión resultando de dicha acción que fallecieran ocho
presuntos infractores de la ley, entre ellos Felipe de Jesús “N”, quien era
cabeza de una organización delictiva extremadamente violenta y que operan en
las delegaciones de Tláhuac e Iztapalapa. En el lugar se encontraron diversas
armas largas de uso exclusivo de las Fuerzas Armadas”, agregó la Semar.
Horas después, alrededor de las dos de la
tarde, en las inmediaciones de la Avenida Tlahuac –unas diez cuadras al norte
de donde fue la balacera– se registraron bloqueos a vialidades con tres
unidades de transporte colectivo “microbuses” y, uno, con un camión de volteo.
El hecho, sin precedentes en la Ciudad de México y visto en entidades con
fuerte presencia del crimen organizado, como Nuevo León o Jalisco, fue
atribuido por la SSP de la Ciudad de México a “un grupo de operadores de los
denominados ‘mototaxis’, quienes al parecer mantenían nexos con el narcomenudeo
facilitando la distribución”.
En las inmediaciones de la estación de metro
Nopalera, personas entrevistadas coincidieron en haber visto a conductores de
este tipo de transporte que abunda en la delegación Tláhuac participar en los
bloqueos.
“Llegaron y cerraron las calles; venían de
varias partes”, comentó un entrevistado en una de las zonas afectadas por
bloqueos.
“Pasó en segundos. Yo me asomé, vi eso [el
cierre de las calles por parte de los conductores de las moto-taxis] y me vine
para cerrar [el negocio]”, agregó.
Los patrullajes de elementos de la Secretaría
de Seguridad Pública fueron ayer observados sólo sobre la Avenida Tláhuac. La
actividad de los conductores de moto-taxis, mientras, y como el resto de la
zona, permanecía sin mayor vigilancia.
“Nosotros nada más estamos trabajando”, dijo
uno de los conductores, que agregó saber sólo del decomiso de decenas de
“calandrias”.