*Durante
el foro “Impuestos a las bebidas azucaradas: tendencia mundial”, la doctora
Lynn Silver, del Instituto de Salud Pública de California, aplaudió la medida
de implementar el impuesto a bebidas azucaradas, ya que la evidencia científica
ha revelado su responsabilidad en la situación: uno de los factores de riesgo
para desencadenar la obesidad y la diabetes es el consumo de azúcares añadidos,
presentes en altas concentraciones en estos productos. Por ejemplo, en el caso
de una Coca Cola de 600 mililitros se utilizan 12 cucharadas de sacarosa, de
acuerdo con información de la Alianza por la Salud Alimentaria.
Ciudad de México. | 09 agosto de 2017
Tribuna Libre.- El impuesto a las bebidas azucaradas se está
convirtiendo en una tendencia internacional y la medida no sólo ayuda a mitigar
el problema de obesidad y diabetes, sino funge también como una fuente de
ingresos para inversión en bienestar social, señalaron especialistas en salud
de Estados Unidos y México.
Alejando Calvillo, director de El Poder del
Cosumidor (EPC), manifestó que antes de que el impuesto se estableciera en
México, ya existía en otros países, no obstante, en los últimos años se ha
propagado en diversas zonas del mundo, entre ella: Portugal, Noruega, Reino
Unido, Bélgica, Chile, Cataluña (España), Kerala (India) y las ciudades
estadounidenses Filadelfia, Berkeley, Oakland, Boulder, Albany, Chicago y
Seattle.
Durante el foro “Impuestos a las bebidas
azucaradas: tendencia mundial”, la doctora Lynn Silver, del Instituto de Salud
Pública de California, alertó que actualmente el planeta se encuentra en medio
de una epidemia de obesidad, lo que ha provocado, entre otras cosas, un efecto
de cuadruplicar los casos de diabetes.
“Es un un problema demasiado grande y
demasiado costoso para dejar de hacerle caso”, dijo y subrayó que la política
de implementar el impuesto al refresco precisamente ayuda a resolverlo.
Además, citó el caso de Berkeley en
California, que fue la primera ciudad en EU en implementar el gravamen, donde
la compra de dichas bebidas han bajado al menos 9.6 por ciento, sin que los
empleos del sector del comercio e industria de alimentos hayan sufrido
pérdidas.
Allí, incluso se ha creado un comité
independiente que tiene como función recomendar al Gobierno el uso de los
recursos recaudados, por ejemplo, en el entrenamiento de nutricionistas para la
comunidad afroamericana, para programas de cocina y huertos al interior de las
escuelas y para programas de prevención de obesidad y diabetes.
La especialista Silver indicó que la
industria refresquera en EU gastó al menos 67 millones de dólares en acciones
contra la propuesta del gravamen y alrededor de 120 millones para cabildear en
Washington contra las políticas de salud pública, ya que ven en peligro sus
ganancias.
En su oportunidad, la doctora Hannah Lawman,
del Departamento de Salud de la Ciudad de Filadelfia señaló que en dicha
demarcación con 1.5 millones de habitantes es una de las más pobres de EU y
ocupa el segundo lugar en obesidad y diabetes.
En Filadelfia, puntualizó, el gravamen se
implementó tanto en bebidas azucaradas, como en las que cuentan con endulzantes
no calóricos. El impuesto es de 1.5 centavos de dólar por onza.
“Los ingresos están destinados a beneficiar a
niños y familias de bajos recursos, con el subsidio en educación preescolar,
mejoras en parques, centros recreativos, bibliotecas y escuelas”, comentó.
La experta señaló que en el año 1900, la
gente moría por enfermedades infecciosas, como tuberculosis e influenza, mientras
tanto en la actualidad la gente fallece a consecuencia de enfermedades crónicas
cardiovasculares, respiratorias y cáncer.
Por ello, aplaudió la medida de implementar
el impuesto a dichas bebidas, ya que la evidencia científica ha revelado su
responsabilidad en la situación: uno de los factores de riesgo para
desencadenar la obesidad y la diabetes es el consumo de azúcares añadidos,
presentes en altas concentraciones en los refrescos. Por ejemplo, en el caso de
una Coca Cola de 600 mililitros se utilizan 12 cucharadas de sacarosa, de
acuerdo con información de la Alianza por la Salud Alimentaria.
“Las enfermedades crónicas están asesinando a
la gente hoy en día”, alertó.
Ante este panorama, la doctora Arantxa
Colchero, investigadora en el Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) en
México, destacó tres puntos por los cuales es importante implementar un
impuesto al refresco:
1. Desincentivar el consumo de bienes que
causan daños a la salud como alcohol y tabaco.
2. El consumo de bebidas azucaradas se asocia
con ganancia de peso, diabetes y otras enfermedades crónicas.
3. La Organización Mundial de la Salud (OMS)
recomienda que azúcares añadidos no rebase el 10 por ciento de la ingesta, pero
en México representan el 12.5 por ciento de la dieta y el 70 por ciento de
ellos se consume a través de las bebidas azucaradas.
EL CASO
DE MÉXICO
En México, la más reciente Encuesta Nacional
de Nutrición y Salud reportó que 7 de cada 10 adultos y 3 de cada 10 niños
padecen exceso de peso, y aquí el 10 por ciento de las calorías consumidas
provienen de las bebidas azucaradas.
La investigadora en el INSP recordó que desde
la implementación de gravamen de un peso por litro de las bebidas azucaradas en
el país, en 2014, las compras se redujeron en un 9.7 por ciento; mientras en el
año que se estrenó, la cifra alcanzó 5.5, lo que en promedio se traduce en 5.1
litros per cápita menos anuales.
También aseguró que hubo un aumento en la
compra de bebidas sin impuesto y explicó que la adquisición de agua embotellada
creció 2.1 por ciento, es decir, 6.6 litros per cápita por año.
“La gente está acostumbrándose a no tomar
bebidas azucaradas”, aplaudió.
No obstante, la especialista en salud y
Alejando Calvillo, de EPC, cuestionaron una vez más: ¿qué está haciendo el
Gobierno mexicano con los recursos obtenidos del gravamen? No hay respuesta. No
se sabe.
Calvillo insistió en la urgencia de elevar el
impuesto a dos pesos por litro y etiquetar el uso de los recursos obtenidos en
prevención y mejoras en bienestar social de las comunidades de menores
ingresos.