*
Representa el peñanietismo * El PRI
quita candados para que sea candidato *
Arrastrará a Pepe Yunes * Sin
estructuras en Veracruz * Agresión
policíaca a Verónica Huerta * La
reportera cubría protesta ciudadana * La
concuña incómoda de Yunes * Muertos,
heridos, levantados en Coatza * Grúas
Vázquez guarda vehículos robados *
Magistrado en licitación fraudulenta
Mussio Cárdenas
Arellano | 16 agosto de 2017
Tribuna Libre.- Meade no ve ni siente al México real, ni al
pobre ni al olvidado, al que apenas tiene para vivir, aquel que perdió hasta
las ganas de protestar, aquel que si no muere de hambre, le arrebata la vida
una enfermedad. A ese México que no siente, quiere Meade gobernar.
Allá, en las élites políticas, no se mide el
repudio social. Allá no se mide la intensidad del hartazgo ni cómo se fue
incubando el rencor.
Allá, en el México real, sólo se la viven
pensando cómo y cuándo se las van a pagar.
Es José Antonio Meade Kuribreña el delfín del
presidente. Lo hace canciller y de ahí a Desarrollo Social y a la fuente de
riqueza que es la Secretaría de Hacienda. Y elimina los candados que impedirían
que el PRI lo pudiera postular.
Y ya está, que sea el sucesor.
Sin militancia real en el PRI, Meade no
acreditaba el requisito de 10 años afiliado como mínimo para ser candidato
presidencial. Enrique Peña Nieto lo arregló con un tronido de dedos: eliminar
la prohibición contenida en el artículo 166 fracción X, como resolvió la
Asamblea Nacional priista, el sábado 12.
Así, Meade va por una candidatura que de
entrada es un fiasco, enfrentando al líder de la izquierda, Andrés Manuel López
Obrador, que desde su partido, Movimiento de Regeneración Nacional lo va a
destrozar.
Meade representa la opulencia y la clase
gobernante, el drink y la cúpula de oro, la mafia en el poder y las políticas
que han llevado a México a niveles de desigualdad sin precedente, con 50
millones de pobres.
Es alfil del peñismo voraz, el que diseña
reformas estructurales, no para lograr desarrollo y mejores condiciones de
vida, sino para destroncar sindicatos y vender la riqueza nacional.
Con Peña Nieto hubo reforma fiscal,
energética, educativa, laboral, y México va peor.
Meade es ficha del peñismo, del régimen
marcado por la corrupción, de la Casa Blanca que evidenció que al presidente le
dan sus moches en especie, con mansiones que insultan a la masa de los pobres,
que —decía la esposa de EPN, Angélica Rivera— pondría a venta para acallar las
críticas. Y la residencia sigue ahí. La mentira también es lo suyo.
Meade es una pieza del gobierno peñista,
incapaz de articular acciones para enfrentar el reto migratorio, las amenazas
de Donald Trump, siquiera con una gota de dignidad.
Meade es miembro del gobierno que no habla
con la verdad, que oculta el destino de los 43 normalistas de Ayotzinapa, la
droga y la mano militar, que vende una mentira histórica que a la postre nadie
le quiere comprar.
A ese régimen pertenece Meade, al del caos
social y la violencia que cada día reclama más vidas, permeando la
narcopolítica por todos los poros del país, dejando a los cárteles actuar,
modificando leyes a su favor, instaurando un nuevo sistema penal a modo, con
sus diputados, con sus senadores, con sus gobernadores, con sus alcaldes, con
jueces, magistrados y ministros que viendo el desastre legal deciden callar.
Pasó mister Meade por Sedesol. Ahí están los
programas sociales, los millones que se dilapidan en dádivas para mantener
familias sin moverlos al trabajo, sin constituir empresas, con Progresa y 65 y
Más, con los pisos y los techos firmes, conformando el ejército de pobres que
van saliendo del control político.
Meade representa al jet-set político y López
Obrador al México de los pobres, así tenga a su lado salinistas y panistas
impresentables a los que el dios Peje ya perdonó, así sea terco e intolerante,
así se haya agotado la reserva de ideas y su discurso huela ya a viejo y
gastado, a un simple pleito por el poder, la mafia en el poder que sutilmente
ahora se vuelve morenista. Como sea, los votos de los pobres van a contar.
Meade es pieza de las élites, formado en el
Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), la cantera de los grandes
capitales para ejercer el poder. AMLO es el populismo que marea y enardece a
los olvidados, que los mueve a su antojo, que le creen su dicho de que con él
los pobres gobernarán.
Por Meade votarán los ricos, que son unos
cuantos, y por AMLO los pobres, que son millones.
Aún si fuera postulado por el frente amplio
PRI-PAN-PRD y anexas para la elección presidencial de 2018, el Peje lo va a
destrozar.
Aún si la suma del voto duro el PAN y del PRI
se uniera, la sombra del peñismo en Meade fortalece a López Obrador.
Sobre Meade, el presidenciable, se ha dicho
todo. Que si el requisito de la militancia de 10 años le impediría ser
postulado. Que si las corrientes priistas no lo dejarían pasar.
De sus nulas posibilidades de ser candidato
presidencial, escribía la periodista Martha Anaya, el 24 de julio de 2015, en
el portal 24 Horas, sin advertir que el PRI se ajustaría al tamaño de Meade:
“Es aquí cuando surge el nombre de José
Antonio Meade Kuribreña, actual secretario de Relaciones Exteriores y ex
titular de Hacienda (con Felipe Calderón). Las menciones vienen acompañadas de
algunas de las cualidades del personaje —sencillo, educado, inteligente— y de
algunos otros detalles relacionados con el poder: como el que muchos asuntos de
otras secretarías están pasando por sus oficinas, sea para definir soluciones o
para dar el visto bueno.
“En su equipo han notado la confianza, las
deferencias y la importancia que desde Los Pinos —y por parte del propio
Videgaray— se le está dando a Meade. Tanto que ellos mismos lo están viendo (y
perfilando ya) como presidenciable”.
Y cuestionaba Martha Anaya su condición de
priista o no.
“¿ESTÁ AFILIADO AL PRI?- Las elucubraciones
de estos políticos, a los que poco les falta para ver a Meade con la banda
presidencial al pecho, se han topado con algunos descolones de parte de
priistas bien colmilludos.
“El primero suena a sopapo: ¿De veras creen
que Meade podría ganar una elección? ¡Imagínenlo en campaña frente a (Rafael)
Moreno Valle o frente a (Andrés Manuel) López Obrador! No tiene la menor
posibilidad.
“El segundo lleva veneno. Inicia con una
pregunta mordaz:
“—¿Y de qué partido (sería Meade candidato)?
“—Pues del PRI…—, responde el interlocutor.
“—Pero si no es priista—, refuta el viejo
político.
“A renglón seguido manda buscar los estatutos
del partido. Da con el Artículo 166 fracción X. Lee con todas sus letras: (…)
para ser candidato a gobernador, presidente y jefe de Gobierno se requieren 10
años de militancia.
“Otro priista de antaño, de la época de
Augusto Gómez Villanueva, mencionó entonces algo que clavó la duda en la mesa.
Contó que en una ocasión escuchó a Meade confesar que él era priista. Y esto,
siendo secretario de Hacienda en el sexenio de Felipe Calderón.
“¿Tiene Meade credencial del PRI? ¿Alguien la
ha visto?
“Ninguno pudo asegurarlo”.
Peña Nieto le corrigió el escenario. Acomodó
los estatutos del PRI, vía la Asamblea Nacional, para retirar el candado de la
militancia y el cargo público para ser candidato presidencial.
Dicen los priistas que eso es leer la
realidad nacional, actualizar al PRI, abrir al tricolor a la posibilidad de
postular un candidato ciudadano o no militante.
No, eso es la sumisión de los priistas y la
dignidad perdida. Es la confección de un traje a la medida de Meade. Es el
molde para que el sucesor sea también el encubridor de los yerros de Peña
Nieto.
Hasta ahí, es válido. Es el juego de Peña
Nieto, como en su momento lo hicieron otros presidentes. Y es la naturaleza del
priista dejarse planchar, aletear y aterrizar, negociar e hincar la rodilla. Se
hace en el priismo lo que el presidente impone. Es sus ritual.
Meade tiene ya el camino libre. Lo secundarán
los priistas que quedan, regateando espacios, senadurías y diputaciones, las
cuotas de poder.
Pero de ahí a ganar la elección presidencial,
hay un mundo.
Meade es políticamente débil, con el fierro
de un gobierno impopular, que desdeñó el reclamo popular, la exigencia de
mejores condiciones de vida, de los pobres que aspiran al desarrollo y a vivir
con dignidad.
Veracruz es otro eslabón del caos. Aquí comienza
a mandar Pepe Yunes —José Francisco Yunes Zorrilla— para alinear al priismo en
torno a Meade.
Será el candidato que aspiró a gobernador
cuando ya no había condiciones para ganar.
Gris, apocado, Pepe Yunes tiene la derrota
asegurada, para sí y para Meade.
Aspira a ser gobernador cuando los priistas
andan a la greña y en pleno éxodo.
Unos van al PAN y otros a Morena. Unos se
vinculan con el gobernador panista Miguel Ángel Yunes Linares, y otros ven en
Morena el futuro del país.
Pepe Yunes no lee el drama tricolor, la
estampida del priismo que en otros partidos ve mejores posibilidades de
triunfo.
Yunes azul pacta con el priismo, así sean
fidelistas o duartistas, y los inscribe en su proyecto de poder, llevando a su
hijo, Miguel Ángel Yunes Márquez, a la candidatura panista para imponerlo como
sucesor.
Morena comienza a definir su ruta al poder.
Va con candidatos propios o con aspirantes externos, sea Dante Delgado
Rannauro, sea el diputado federal Cuitláhuac García, sea el priista Ricardo
Ahued, quizá el mejor alcalde que haya tenido Xalapa, sin olvidar que en sus
días de diputado local le aprobó caprichos a Javier Duarte. Y con Ahued va el
gremio de los empresarios.
Nada le va quedando a Pepe Yunes. Cuando
llegue la hora de contender, se quedará con el senador Héctor Yunes Landa
—“Javier Duarte es mi jefe político”— y las huestes de César del Ángel Fuentes
—los 400 gángsters—. Y nadie más porque ay de aquel que le apuesta al perdedor.
Y mientras, a Meade lo destrozará el Peje.
Archivo muerto
Dos, tres veces dijo Verónica Huerta que era
periodista. Y un par de veces, en el forcejeo, el celular con el que graba fue
al suelo. “Qué madres que seas periodista”, le respondió la mujer policía de
identidad oculta, embozada, con casco y lentes negros. Y la reportera de AVC no
cejaba en su labor. Cubría Verónica Huerta la protesta de los habitantes de
Casitas, municipio de Tecolutla, bloqueando los habitantes la carretera
Nautla-Poza Rica por falta de energía eléctrica y los daños ocasionados por el paso
del huracán Franklin. Arribó la policía, intentó disuadir a las manifestantes,
unas 30 mujeres en su mayoría, y se escuchó su argumento: “llevamos cuatro días
sin luz, padeciendo moscos y calor. Sólo queremos que recolecten la energía”.
Luego vino el desalojo, y entre el forcejeo un policía encara a Verónica Huerta
e intenta arrebatarle su teléfono móvil. El aparato cae al suelo. Sigue la
trifulca y ahora es una mujer policía. La toma de los brazo, la empuja, cae e
nuevo el celular, que es recogido por las manifestantes, quienes la acuerpan y
la protegen. Días atrás, siete reporteros fueron detenidos y llevados a la
cárcel en Veracruz. Les imputaron que escandalizaban en la vía pública. Y ahí
permanecieron horas. Salieron porque no había delito alguno, porque el
encargado del operativo los confundió con motociclistas que suelen llegar al
lugar y causar desmanes. Javier Duarte en los días en que desgobernaba a
Veracruz, llamó a la prensa “manzanas podridas” y auguró días peores, días de
violencia, días de agresión. Y así ocurrió. Hoy es igual o peor. Nada dice el
yunismo, si acaso el gobernador Miguel Ángel Yunes sostiene que a Verónica
Huerta nadie la agredió. Protestan organizaciones de periodistas y compañeros
de Verónica Huerta. “La Red Veracruzana de Periodistas exige a la SSP y al
Gobierno del Estado que se detengan las agresiones contra los periodistas, ya
que no es la primera vez —durante el actual gobierno de Miguel Ángel Yunes
Linares— que los policías estatales atentan contra el derecho a la libertad de
expresión y mantienen la dinámica de impedir el libre ejercicio periodístico”.
Y acusa que los policías agresores no pueden ser identificados por llevar el
rostro cubierto y en sus uniformes no tenían impreso su nombre… Sin otro mérito
que un fracaso, y otro, y otro, Isabel Wong ya se ve en el Congreso. Se ve ahí
la concuña del gobernador Miguel Ángel Yunes Linares, como si ganar una
elección o tener los votos para una plurinominal, fuera cosa de necedad y
capricho. No arregla nada la lideresa del PAN en Minatitlán, ni los temas del
agua, el abasto y la calidad, lo que siendo directora de la oficina local de la
Comisión del Aguas del Estado de Veracruz es su responsabilidad. Peor es el
escenario del PAN, acumulando derrotas, la de la diputación federal, la de la
diputación local, la de gobernador, la de alcalde, atomizados los grupos
panistas, pues Isabel Wong sólo traía en mente enchufarse ella y enchufar a sus
cercanos en la ubre presupuestal. Y de paso, si los incondicionales tienen
propiedades, que le renten inmuebles al gobierno del concuño Yunes. O sea,
negocio familiar a partir de que llegan al poder, pregonando que las trastadas
del duartismo no se volverían a repetir. Ya se ve que no sólo Felicitas
Alcántara, la defenestrada ex delegada de Sedesol estatal en Mina, le metía la
mano al cajón… Una empleada de Cinemex cae, tocada por una bala perdida. Un
agente consignatario de barcos es plagiado en su hogar y devuelto horas
después. Una mujer sufre un levantón, mientras su esposo se tira a matar con
los plagiarios. Un hombre es secuestrado en la colonia Petrolera. Un joven de
24 años es perseguido, deja el auto, se interna una unidad deportiva; muere
alcanzado por los sicarios que le vacían sus armas. Transcurren horas entre uno
y otros casos. Es la violencia que golpea a Coatzacoalcos. Y de ahí el
patrullaje intenso, el sobrevuelo de helicópteros, los operativos que intentan
dar con las células del crimen organizado. A veces le dan, a veces no. Ya
ocurrió el golpe a la banda del Comandante H, alias Hernán Martínez Zavaleta,
desmantelada la pandilla que perpetraba la mayoría de los secuestros, arrojando
luz sobre las actividades del líder zeta, y de otros personajes más que
orbitaban en torno al H. Fuera de eso, la violencia sigue siendo un flagelo mientras
Coatzacoalcos se debate entre el miedo y la sangre… Grúas Vázquez aloja
vehículos robados y nada pasa. Un trailer con varilla fue asaltado entre Nuevo
Teapa y el puente Antonio Dovalí, el Coatzacoalcos II. Su propietario, Enrique
Rodríguez, lo ubicó vía GPS en el corralón de la empresa de grúas. Ahí estaba
la cabina, no el remolque ni la varilla, que suman en costo un millón de pesos.
Enteró a la Fiscalía en Nanchital y oficialmente no les dieron parte. Lo mismo
Tránsito federal, ni estatal, ni el Mando Único Policial. Grúas Vázquez tampoco
explica cómo llegó el vehículo robado ahí, o quien se lo dejó a guardar, o
alguien suele usar el corralón como zona vedada para la justicia. Ocho días
después, el tractocamión sigue en Grúas Vázquez, sin que la Fiscalía Regional
mueva un dedo. ¿Qué zeta lo robó y lo llevó ahí? ¿Qué fiscal lo sabe y encubre
al zeta? Y luego no quieren en el yunismo que el pueblo piense que todo es
igual que en el duartismo… ¿Quién es ese magistrado, pillado en una licitación
amañada, involucrados los hijos y un allegado de confianza, por una obra que,
la verdad, ni valía la pena? Una obra y tres invitados. Y tenían que ser el
padre, el hijo y el abogado. Sí la nada santísima trinidad. A eso, señor
magistrado, se le llama fraude y es delito federal…