Ciudad de México. | 19 agosto de 2017
Tribuna Libre.- La vinculación de Emilio Lozoya Austin con el
caso de corrupción de Odebrecht, que ha salpicado a altos funcionarios e
incluso a presidentes y ex presidentes de América Latina, es un nuevo capítulo
de dudas y opacidad que se suma a los acumulados durante décadas en torno a la
otrora poderosa Petróleos Mexicanos.
Muchas de esos casos han recaído en la cabeza
de la petrolera mexicana, y en el encargado directo de colocarlas ahí: el
Presidente de la República en turno.
En este último escándalo, fue Peña Nieto fue
quien colocó a Lozoya Austin en la ahora Empresa Productiva del Estado, un
funcionario que salió de la petrolera en medio de un escándalo de presunta
corrupción en torno de OHL [la compañía de la que Lozoya fue consejero y
accionista] y por el derrumbe financiero de la empresa, que esta administración
achaca a la crisis internacional de los precios del petróleo.
La corrupción, un hecho grave en sí mismo, no
es la única razón de que Pemex esté hoy en su peor momento operativo y
financiero, sino también las malas maneras en que los últimos seis directores
han administrado la emblemática empresa nacional; una historia que no es
reciente y que, de acuerdo con analistas, ha tenido el interés común de
desaparecer a las compañía más importante del Estado mexicano.
En los últimos 17 años, seis hombres se han
encargado de dirigir Petróleos Mexicanos (Pemex). En ese lapso, esos seis
funcionarios han sido parte activa de la debacle en que hoy se encuentra
prácticamente toda la industria petrolera mexicana.
Y en estas historias paralelas destacan las
acusaciones de presunta corrupción contra esos directores generales, quienes a
su vez han sido designados por tres presidentes [los panistas Vicente Fox
Quezada y Felipe Calderón Hinojosa, y el priista Enrique Peña Nieto], y han
salido de un Pemex cada vez más debilitado sin sufrir daños mayores.
Además, en esos 17 años, todos ellos
convivieron con un mismo personaje: el líder de los trabajadores petroleros y
también Senador priista Carlos Antonio Romero Deschamps.
Romero Deschamps asumió como dirigente del
Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM), en 1996,
luego de que Joaquín Hernández Galicia, “La Quina”, fuera detenido acusado de
diversos crímenes por el Gobierno del ex Presidente Carlos Salinas de Gortari.
El líder petrolero ha sido reelecto en cuatro ocasiones consecutivas, y su
actual gestión como representante de unos 200 mil trabajadores concluirá el
próximo año.
En este contexto, la campaña publicitaria más
reciente de Pemex se basa en los argumentos de por qué la empresa debe aliarse
a empresas extranjeras, objetivo prioritario de la Reforma Energética, que
abrió la industria petrolera mexicana a las manos de los privados.
“En el Golfo de México hay mucho petróleo.
Pero si marcamos la frontera entre las aguas mexicanas y las de Estados Unidos,
verás que allá hay muchas más plataformas petroleras porque se asocian con
empresas de todo el mundo. Ahora en Pemex estamos haciendo lo mismo: unirnos a
empresas igual de grandes que nosotros para producir más”, plantea.
Un ejemplo de esto, describe dicha campaña,
es el Campo Trión, un yacimiento que fue encontrado por ingenieros mexicanos a
más de 4 mil metros sobre la superficie.
“Los retos de producir a esa profundidad son
tan grandes que ninguna lo hace sola. Por eso en Pemex, como en las mejores
compañías petroleras, vamos a sumar tecnología y conocimiento con otras
empresas. Con alianzas como ésta, vamos a obtener más petróleo y generar más
beneficio para todos los mexicanos”.
Y remata: “Somos un nuevo Pemex. Y tenemos la
energía”.
El video, que está en el canal de YouTube de
la compañía, comparte espacio con otros títulos como “Luz a Bajo Costo” y con
varias entrevistas a José Antonio González Anaya, el actual director de la
compañía.
Sin embargo, la razón por la que Pemex tiene
que recurrir a empresas extranjeras es porque sus condiciones financieras, de
acuerdo con analistas, no le dan más que para ser un aprendiz.
Pero esa situación, que se agudizó en los
últimos 17 años, no siempre fue la misma.
ABUNDANCIA
Y MALA ADMINISTRACIÓN
La industria petrolera mexicana tuvo el
dinero suficiente para entrar a ámbitos como el de la refinación, la
petroquímica, la producción de gas natural, disminuir importaciones y aumentar
los niveles de producción. Pero contrario a ello, se apostó por la deuda.
Uno de los datos más recientes muestra que la
producción de crudo cayó en agosto a su peor nivel de la historia de Pemex. La
producción petrolera bajó del soporte de los 2 millones de barriles crudos al
día.
El caso de Emilio Lozoya abre los
cuestionamientos respecto al manejo de una empresa fundamental a nivel
nacional. En su caso es la segunda empresa con la que se le relaciona; la primera
fue OHL y ahora Odebrecht. De la primera fue parte del Consejo de
Administración hasta antes de iniciar en el puesto gubernamental y se le acusó
de haber sido un operador directo de la empresa con Pemex y la Comisión Federal
de Electricidad (CFE).
“El daño a la hacienda pública y el daño a la
sociedad puede ser terrible, porque al final del día son capitales públicos son
los que están en juego por actos de posible corrupción. Y ahí están los malos
manejos. Sin embargo, en dado caso de que se demuestren los actos de corrupción
en materia administrativa y penal [contra Lozoya Austin], desgraciadamente la
norma jurídica no alcanza a sancionar como se debería este tipo de actos que
tanto laceran a la sociedad mexicana”, comentó en entrevista la doctora Lizbeth
Padilla Sanabria, investigadora y académica de la Universidad Nacional Autónoma
de México (UNAM).
Pero antes del escándalo de Lozoya, otro
directores generales también estuvieron en el ojo del huracán.
A Raúl Muñoz Leos, quien dirigió Pemex de
2000 a 2004, le tocó la abundancia del repunte de los precios de petróleo de
18.61 dólares por barril a 53.04 dólares. Pero fue durante su administración
que se firmó un convenio con el Sindicato de Trabajadores Petroleros de la
República Mexicana, de Romero Deschamps, por el que se le transfirieron mil 724
millones de pesos.
Ese dinero fue a parar a la campaña del
priista Francisco Labastida Ochoa en el año 2000, y así se creó el llamado
Pemexgate.
Luego de meses de silencio, Muñoz Leos
reapareció y reclamó directamente a Vicente Fox el no haber tenido a Pemex
dentro de sus prioridades de Gobierno.
A Muñoz lo sucedió Luis Ramírez Corso, de
2004 a 2006, queien de acuerdo con una investigación de la revista Proceso,
presuntamente entregó 280 contratos a su propia empresa: Solar Turbines .
Jesús Reyes Heroles González Garza fue
director de la petrolera de 2006 a 2009. Él fue criticado por las pérdidas de
Pemex derivadas del robo de combustible y por decir que no había dinero para
invertir en exploración. Por otro lado, fue señalado por encaminar a su empresa
Grupo de Economistas Asociados (GEA) para obtener contratos de Petróleos
Mexicanos.
Reyes Heroles González también formó parte de
OHL México, en calidad de Consejero Independiente.
Juan José Suárez Coppel dirigió Pemex de 2009
a 2012. Su administración se caracterizó por los gastos que realizó en sus
viajes por Londres, Madrid y Nueva York. Luego, la empresa de la que provenía,
Jacobs Engineering Group, obtuvo por contratos 2 mil 500 millones de pesos para
poner en funcionamiento 18 plataformas.
Del año 2000 al 2012 –cuando los panistas
Calderón y Fox ocuparon Los Pinos– Pemex le dio al país 7 billones 753 mil 200
millones de pesos, que fueron producto del repunte en los precios del petróleo,
tras un periodo de caídas posteriores a la euforia de la década de los setenta.
En 2007, el precio del barril de petróleo
registró un precio de 69.90 dólares y en 2008 se ubicó en 95.80 dólares en
promedio.
Aunque durante la crisis financiera de 2009
bajó a 63.34 dólares, para el siguiente año se fijó en 78.73 dólares por
barril. Ya en 2011 incluso rebasó los 100 dólares por barril, y justo es en ese
año cuando reportó su precio más alto: 106.56 dólares por cada barril de crudo.
Ni con esas bondades, el Presidente Calderón
estuvo dispuesto a ceder dinero a la empresa para su modernización pues, de
acuerdo con los analistas, el objetivo era claro: abandonarla a su suerte para
dar entrada a la reforma privatizadora.
Todavía, en diciembre de 2012, Enrique Peña
Nieto recibió Pemex con un barril de petróleo que se mantenía en los 105.89
dólares. Durante su primer año de administración se mantuvo en 100 y después
pasó a 87.22 dólares, para prolongar su caída a 43.58 dólares promedio en 2015.
En los siguientes meses, el barril de
petróleo llegó a costar 18 dólares.
Esto no hizo sino acelerar la deuda. Los
pasivos de Pemex, a finales de 2015, fueron de más de 100 mil millones de
dólares y sus pérdidas trimestrales ascendieron a los 22 mil 400 millones de
dólares.
La pérdida neta fue de 97.7 por ciento, es
decir 521 mil 607 millones de pesos, mientras que el año previo había reportado
263 mil 819 millones de pesos.
En contraste, la cifra preliminar de lo que
Pemex le ha dado a la administración peñista podría situarse en 1 billón 570
mil 034 millones de pesos.
En los últimos 17 años, el dinero obtenido
por el Estado mexicano a través de Pemex es de 9 billones 323 mil 234 millones
de pesos.
“Desde el punto de vista técnico, hay muchas
cosas que hoy en día podemos criticar de la administración de Lozoya y sobre
todo por el manejo que hicieron y el talento que demostraron en la
administración de una empresa emblemática para México”, comentó Arturo Carranza
Solana, socio consultor de Solana Consultores.
ADMINISTRACIÓN
FALLIDA
En entrevista con SinEmbargo, Carranza Solana
comentó que resulta complicado saber qué hubiera sido de Pemex bajo otro tipo
de administraciones, ya que además también se deben tomar en cuenta la crisis
de los precios del petróleo de finales de 2014, que le pegó a todas las
petroleras y sobre todo a las más grandes.
Y, sin embargo, en el reciente caso de Emilio
Lozoya se encuentran aristas que también se reconocen en otras administraciones
de la petrolera.
“Queda la impresión de que la administración
de Emilio Lozoya se tardó en reaccionar a esta crisis de los precios bajos del
petróleo. Y no solo dio la impresión: ha sido acreditado por las calificadoras
internacionales que Pemex se tardó en reaccionar, sobre todo en lo que tiene
que ver con el ajuste a su presupuesto y sobre todo con los ajustes
relacionados con la plantilla laboral. Dio la impresión de que la reacción fue
lenta ante la crisis internacional”, dijo.
Además de esto también mencionó que la administración
de Lozoya no supo acreditar con argumentos válidos algunas inversiones que
realizó, por lo que unas fallas tienen que ver con la reacción a la crisis y
otra con la poca argumentación que realizó de sus compras y que fueron impactos
en Pemex que la colocaron en una posición frágil.
“En el manejo financiero de la empresa en los
primeros tres años de Peña Nieto, se implementó una estrategia de
financiamiento muy agresiva que resultó prejudicial y poco oportuna con la
caída de los precios. Hay ciertas cosas que hoy permiten ver que lo que faltó
fue experiencia y talento en el manejo de la empresa en los primeros tres años.
Luego, la estrategia tan agresiva que se hizo en cuanto el endeudamiento
terminó por afectar mucho. Con un sentido de mayor prudencia no hubiera
pasado”, sostuvo.
SIN
CASTIGO PARA DIRECTIVOS
De los seis administradores de Pemex en los
últimos tres sexenios, sólo Muñoz Leos fue inhabilitado por 10 años, el resto
encontraron otros campos para seguir en el ramo como Ramírez Corzo, que obtuvo
una plaza en la empresa Oro Negro y ganó un proyecto para la construcción de
cuatro plataformas marinas.
De acuerdo con la doctora Padilla Sanabria,
en materia administrativa, una de las sanciones más importantes y que cabe en
el caso de Odebrecht, es que están implicados servidores públicos que se pueden
hacer acreedores a una inhabilitación que va de uno a 20 años.
Explicó que en este caso y con el Nuevo
Sistema Penal Acusatorio, la inhabilitación sería periódica, el funcionario tendría que ir a
firmar cada 20 días o cada mes, independientemente de las razones por las que
se les acusó de corrupción.
“Este tipo de personas [funcionarios de
Odebrecht] hacen un análisis de riesgo. A nivel internacional analizan los
países que menos problemática tienen en cuanto a una norma estricta. En México
hay normas endebles, liquidas y como la corrupción prolifera entonces pueden
cometer sus fechorías porque pueden corromper a los servidores públicos. El
Sistema Anticorrupción no alcanza a castigar con severidad estos asuntos […]
pero si no hay pruebas no se puede demostrar el delito; el cliente sale libre y
ese es un problema para nosotros los ciudadanos porque la corrupción se
convierte en un gran negocio y ya vimos que no solo a nivel local, sino
internacional”, concluyó la académica de la UNAM.