Donar
hasta la alegría
Héctor
Yunes Landa | 25 septiembre de 2017
Tribuna Libre.- En el imaginario popular hay una expresión
que dice que hay que brindar ayuda hasta que duela –refiriéndose a
desprendernos de algo valioso para nosotros-. Hoy que los mexicanos hemos
conocido una nueva tragedia, estoy convencido que no puede haber dolor en la
generosidad, por eso, debemos donar hasta la alegría.
México enfrenta un gran reto. Los terremotos
del jueves 7 y el martes 19 de septiembre han causado un grave perjuicio a
millones de mexicanos en varios estados del país.
Esta desgracia nos ha arrebatado la vida de
cientos de personas. Pero muchas más, hoy se encuentran en una verdadera
situación de emergencia. No sólo han perdido a un familiar, sino que también se
han quedado sin casa, sin patrimonio, sin trabajo, tan sólo con la esperanza en
la solidaridad de los demás ciudadanos. Hoy todos debemos asumir nuestra
responsabilidad y quienes ostentamos un cargo de representación popular somos
los más obligados.
Por esta razón, valorando el ejemplo de
millones de mexicanos que se han sumado a esta causa, propuse que quienes
desempeñamos un cargo de elección popular en todo México, desde el Presidente
de la República hasta el regidor del municipio más pequeño del país, incluyendo
a todos los gobernadores y el Jefe de Gobierno de la CDMX, los senadores,
diputados federales, locales y a la asamblea legislativa; así como los jefes
delegaciones y los alcaldes, síndicos y regidores de todo el país, aportemos un
mes de sueldo para apoyar las tareas de reconstrucción de la ciudad de México y
los estados que resultaron afectados por los sismos de septiembre.
Las circunstancias nos obligan que este apoyo
deba ser inmediato. Por eso, el viernes pasado solicité a mi coordinador
parlamentario, senador Emilio Gamboa, que la totalidad de mi sueldo
correspondiente al mes de octubre se deposite en la cuenta bancaria que se ha
aperturado para la creación del Fondo de Reconstrucción y Vivienda.
Sin embargo, aprovechando la generosa campaña
de la fundación de don Carlos Slim para aportar 5 pesos por cada peso que la
sociedad done para apoyar a damnificados en Morelos, Puebla, Oaxaca y Chiapas,
pediré este lunes al Senado que mi aportación se deposite a esta fundación y
así quintuplicar mi contribución a esta noble causa.
Hay miles y miles de mexicanos que han donado
mucho más que dinero: Se han entregado a sí mismos. Han trabajado durante
largas jornadas, hasta el límite de sus fuerzas, en rescatar sobrevivientes,
remover escombros, atender y auxiliar personas que resultaron heridas,
organizar la entrega de apoyos y donaciones, preparar alimentos para cientos de
voluntarios que trabajan en los edificios que se colapsaron.
Y que podemos decir de miles de doctores,
enfermeras, paramédicos y el personal de los hospitales públicos y privados que
no han detenido su labor. Que no están atendiendo a pacientes sino a quienes
consideran sus hermanos en desgracia.
O aquéllas familias, como hemos visto tantas
historias, que convirtieron sus casas en salas de urgencia, en comedores
comunitarios o en albergues temporales para muchos vecinos que antes apenas se
conocían y que hoy han pasado a ser parte de sus familias. También a los
miembros de la Cruz Roja, rescatistas, a los queridos “topos”, a la policía, a
los miembros del Ejército y la Marina, y a quienes se han entregado
voluntariamente a esta causa.
En particular quiero agradecer a quienes han
tenido la generosidad y la confianza de llevar alimentos enlatados, agua, papel
de baño, y muchos otros productos al centro de acopio que instalé en mi oficina
de enlace como Senador por Veracruz, de la misma manera que lo hice hace justo
32 años cuando sucedió una tragedia similar y me desempeñaba como diputado
federal.
Lo que hemos visto en todas las zonas
afectadas –hay que recordar que no sólo la ciudad de México sufrió daños
severos, sino también cientos de poblaciones en los estados de Oaxaca, Chiapas,
Morelos y Puebla-, no tiene referente en la historia del país, salvo cuando
ocurrió la misma tragedia hace 32 años.
Debemos ser conscientes de que la ayuda
deberá ser constante, suficiente y por un largo periodo de tiempo. No puede
haber diferencias cuando el propósito es el mismo. México y los mexicanos nos
necesitan.
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