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A pesar de peticiones y reclamos de vecinos
que rechazaban el uso de maquinaria, estas fueron activadas.
Ciudad de México. | 23 septiembre de 2017
Tribuna Libre.- A pesar de peticiones y reclamos de vecinos
que rechazaban el uso de maquinaria en el levantamiento de las ruinas del
edifico ubicado en las calles de Petén y Zapata, en la Delegación Benito
Juárez, éstas fueron accionadas.
Con el crujir de los motores de la
retroexcavadora, comúnmente conocida como "mano de chango", se fueron
las esperanzas de aquellos que aguardaron poco más de 72 horas.
Algunos aún esperaban que entre el polvo
saliera un cuerpo, al principio, con vida, ya luego, sólo se conformaban con
saber que los caídos tendrían un entierro digno.
Alrededor de las 12:00 horas arribó la ayuda
internacional, personal de la Unidad Militar de Emergencia (UME) de España,
quienes entraron a la zona del colapso con canes especializados en detección de
personas y cuerpos.
Los momentos fueron de suspenso, pues, sobre
sus patas recaía la decisión de si se continuaría o no con la espera y búsqueda
de humanos.
Primero entró el can entrenado para buscar
personas con vida; si ladra, denotó el Capitán Juan Carlos Piñas, hay vida,
pero eso nunca pasó.
Después, entró la canina especializada en la búsqueda
de cadáveres, hubo silencio y unos momentos más tarde, éste se rompió con un
ladrido.
Con ello la esperanza resurgió, sin embargo,
no perduró más de 5 minutos, pues resultó un "falso marcaje".
Esto se corroboró con la entrada de otro
canino, con la misma especialidad que la anterior, con el objeto de olfatear el
punto; el resultado fue el mismo.
Aunque los expertos de la península ibérica
llegaron con cámaras de fibra óptica, capaces de esquivar bloques de concreto,
éstos no pueden usarse si no hay rastros de vida, explicó el Capitán.
La noticia provocó sentimientos encontrados
entre los vecinos, quienes veían esfumarse la posibilidad de hallar a la
familia que ahí moraba y que sigue desaparecida: Lance Urrea, compuesta por
mamá, papá e hijo.
La máquina fue encendida y el personal, que
trabajaba sobre las ruinas de aquel edificio habitacional, apartado.
Los puños cerrados, utilizados como un código
de petición de silencio, no se levantaron más desde que se abrió la mano de
chango.
Empero, voluntarios, observadores y
ciudadanos mexicanos pedían otra oportunidad.
"Es una desgracia, con mucha tristeza,
sólo Dios sabe por qué dejó que esto pasara", indicó Carmela Rueda, vecina
del lugar.