Ing.
Samuel Aguirre Ochoa | 07 septiembre de 2017
Tribuna Libre.- El pasado 30 de agosto el Consejo Nacional de
Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), informó que en el
estado de Veracruz el 62.2% de los ciudadanos padecen rezago educativo, no
tienen acceso a servicios de salud o seguridad social, acceso a la alimentación
y a servicios básicos como agua potable, luz eléctrica y vivienda. Es decir,
viven en pobreza. También informó que, este problema en lugar de disminuir se
ha incrementado en los últimos años, pues del 2014 al 2016 la pobreza aumentó
en 4.2%, que en números absolutos significan 685,300 personas más con respecto
a la evaluación del 2014, todo esto a pesar de que Veracruz es un estado con
inmensas riquezas naturales, como el petróleo, litorales, ríos, tierras de
buena calidad, etc.
La inmensa mayoría de los actores políticos,
economistas e ideólogos tratan de explicar el problema de la pobreza diciendo
que se debe a la corrupción de los políticos, a la baja en el precio del
petróleo y a la ineficacia de los programas asistenciales. Pero mi punto de
vista es otro, la causa de tanta pobreza se encuentra en que unas cuantas familias
se han adueñado de los medios de producción necesarios para producir la riqueza
social, es decir, los bienes que la sociedad consume, mientras que de otro
lado, la inmensa mayoría de la población no cuenta con ninguno de estos
instrumentos, sólo tiene sus manos para trabajar. Se han formado pues dos
grupos sociales: los poseedores de los medios de producción y los que viven de
su salario.
Éstos últimos, para conseguir el alimento
para sus familias, se ven obligados a vender su fuerza de trabajo a los
acaparadores de los medios de producción, a cambio de un mísero salario que no
alcanza ni siquiera para comprar la canasta alimentaria, no digamos la canasta
básica. Los patrones le hacen creer al trabajador que le pagan todo su trabajo,
pero en realidad el salario que reciben sólo equivale a una parte mínima de la
jornada laboral. La mayor cantidad de horas trabajadas por los obreros no se
las paga el patrón, se las apropia de manera gratuita. De este trabajo no
pagado, surge lo que Carlos Marx llamó la plusvalía, que es de donde proviene
la ganancia de los distintos sectores empresariales, la ganancia industrial, la
ganancia comercial, el interés bancario y los impuestos que recibe el gobierno.
La introducción de máquinas modernas en la
esfera de la producción desplaza a obreros que se quedan sin empleo, y, por
tanto, sin la posibilidad de disponer de recursos para sostener a su familia.
Tanto en el campo como en la ciudad se da la competencia entre los pequeños
productores, lo que lleva a la quiebra de muchos, quiénes al quedarse sin su
parcela o pequeño negocio, también quedan desempleados. Conforme a datos del
INEGI, en Veracruz en el segundo trimestre del presente año se han perdido
25,000 empleos, cifra que a mi gusto se queda corta con lo que vemos en la
realidad.
Los patrones con el apoyo del gobierno y de
los líderes charros, han incrementado sus márgenes de ganancia a costa de pagar
un salario por debajo de lo que cuestan los medios de subsistencia de los
obreros, llevándolos a un empobrecimiento cada vez mayor. ¿Quién puede vivir
con el salario mínimo establecido en México?
A esta
situación de empobrecimiento y desempleo, hay que sumarle que los gobernantes
en lugar de invertir los impuestos pagados por el pueblo en servicios de
beneficio social, se roban este dinero: la famosa corrupción, que desde mi
punto de vista va más allá de esto último, pues ésta inició en el momento en
que unos cuantos individuos se apoderaron en forma violenta de la riqueza
nacional, dejando a la inmensa mayoría
de la población como única alternativa el trabajar para ellos. Los obreros del
campo y de la ciudad crean cada día inmensas cantidades de riqueza que quedan
en manos de poderosos capitalistas nacionales y extranjeros. El papel del
gobierno consiste en ayudar a que se reproduzcan estas relaciones de
explotación de unos hombres por otros.
Queda claro, pues, que en las sociedades
capitalistas como la mexicana, y por ende en Veracruz, las relaciones sociales
que se establecen entre los hombres, son relaciones en las que una clase social
vive del trabajo de los asalariados, al no pagarle la jornada completa.
Es importante tener todo esto en cuenta, en
particular ahora que se acerca el proceso electoral del 2018, en el que estamos
mirando alianzas entre partidos de derecha con aquéllos que se autodenominan de
izquierda, que conforme a la definición clásica surgida en la Revolución
Francesa de 1789, los primeros representaban a la monarquía y a la burguesía, y
los segundos, a las clases populares y a los partidarios de la democracia. La
experiencia nos ha mostrado que estos gobiernos aliancistas no tienen un
programa de gobierno que realmente beneficie a la clase pobre en general, sino
que han hecho todo lo contrario. Han puesto en práctica programas de gobierno
totalmente en favor de las clases poderosas, de los capitales extranjeros y
nacionales, razón por la cual la pobreza en lugar de disminuir va
incrementándose. En Veracruz en dos años los pobres crecieron en más de
seiscientas mil personas.
Estoy convencido que ninguno de los partidos
políticos existentes en México representa y defiende los intereses de las
clases trabajadoras y, por tanto, nada bueno de ellos se puede esperar. La única alternativa que queda a la clase trabajadora es organizarse
para formar una gran fuerza política que, en un primer momento, obligue a los actuales gobiernos a invertir
en los sectores pobres, y más adelante, de manera organizada y consciente
asuman el poder de la nación, para desde ahí construir una patria en la cual la
riqueza se distribuya de manera más equitativa; en la cual haya empleos para
todos, con buenos salarios; una política fiscal progresiva, en la que paguen
más los que tienen mayores ingresos, es decir, las grandes empresas que ahora
no lo hacen, y por último, que el gasto público se invierta en las zonas pobres
y marginadas. Es por esto que el Movimiento Antorchista, en voz de su Dirigente
Nacional, el Ing. Aquiles Córdova Morán, “llama a la gente a no vender el voto
y utilizarlo como un arma de liberación del pueblo”.