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Aquella ceremonia en El Lencero * Dos
sexenios en silencio cómplice * Usa la
violencia y el dolor de las víctimas *
Cuando disfrazó a sus parientes de policías
* Que la policía de Bermúdez siguiera en la SSP * CAEV: la bitácora falsa * Pago millonario por trabajo no
realizado * FEPADE: Santiago Nieto
reculó * Interjet se fue
Mussio Cárdenas
Arellano | 04 noviembre de 2017
Tribuna Libre.- Tierra siniestra la del Lencero. Y ahí, donde
se tejen leyendas de horror, de tortura y de sangre, felpas con sabor a muerte
y hasta violación, hubo una madrina de cadetes sin par, Verónica de la Medina,
la esposa del senador.
De negro, muy señora, engalanando la fiesta,
la mañana del 14 de diciembre de 2015 presidía la graduación de los nuevos
policías, la treceava generación. A unos metros, al centro del presídium, la
observaba Arturo Bermúdez, hoy preso; la veía Javier Duarte cuyo desgobierno,
cuyo saqueo a las arcas públicas, lo obligó a huir, a ser apresado en
Guatemala, a ser extraditado, a ser confinado en el Reclusorio Norte de la
Ciudad de México.
Qué honor para ella y para ellos. Verónica de
la Medina, la señora del senador Héctor Yunes Landa, se ligaba así al
duartismo, y a la policía duartista, y al siniestro Arturo Bermúdez, el falso
general que operó el cártel brutal. Y ella, la madrina oficial.
Cinco minutos de fama y todo se consumó.
Bajo sus pies yacían las leyendas del
Lencero, la Academia de Policía en que la tortura fue práctica infaltable, el
golpe artero y la amenaza al cadete o al elemento insurrecto, o al que exigía
sus derechos, o al que revelaba qué éste o aquel superior era proclive a la
corrupción.
Unos cuantos rastros quedan en la prensa
—texto y fotografías— de aquella ceremonia en que 288 cadetes se graduaron —247
varones y 41 mujeres— en el Centro de Estudios e Investigación en Seguridad
(CEIS), antes Academia de Policía. Pero los hay.
Aquel fue un día de fiesta que los Yunes
rojos quisieran no recordar.
Arde esa tierra, la del Lencero, que en sus
entrañas filtra la sangre de los torturados y los vejados, en las que hurgan y
remueven cada metro, cada piedra, cada hierba, los familiares de los
desaparecidos, los colectivos, siguiendo la pista que acusa que ahí están los
muertos, víctimas de Bermúdez y su policía criminal.
Una denuncia, la de Iván Terroso García, ex
elemento de la SSP, alertaba que ahí los jefes policíacos violaban a los
cadetes.
Otra denuncia, la de la policía Jacqueline
Espejo Moctezuma, levantada por la policía duartista y junto con el taxista que
le prestaba un servicio, llevada a la Academia del Lencero, torturada para que
se incriminara en cargos por posesión de mariguana.
Una más, la de Efraín Martíz, padre del
cantante Gibrán Martíz, levantado por policías de Arturo Bermúdez y hallado
muerto en un supuesto enfrentamiento en una carretera entre Xalapa y Coatepec.
Fue torturado y recibió el tiro de gracia.
Su padre acusa que logró acreditar que la
señal del teléfono celular evidenció que lo tuvieron en el domicilio de Arturo
Bermúdez o cerca de él y luego en la Academia El Lencero. Después encontraron
sus restos sin vida.
Hay tufo a policía en las fosas clandestinas,
los levantones, la tortura, en Úrsulo Galván, en Tierra Blanca, en Papantla. Es
la policía bermudista y duartista, con la que se identifican los Yunes rojos.
Aquella mañana del 14 de diciembre de 2015,
Verónica de la Medina inscribió su nombre en la historia del Lencero mientras
su marido, el senador Héctor Yunes Landa, guardaba el consabido silencio ante
las atrocidades del régimen duartista.
Hoy el tribuno le tira a todo. Denuncia la
barbarie, la demencial oleada de violencia que horroriza a Veracruz, los
ejecutados y desmembrados que aparecen en bolsas o su partes dispersas en una
parcela, a la orilla de un camino, o en las calles y las plazas, con mensajes
amenazantes contra jefes policíacos; los inocentes secuestrados o muertos; los
niños sin vida cuando aún comenzaban a vivir.
Y tiene razón.
Y en parte no, pues por casi 12 años fue
cómplice silencioso.
Veracruz vuelve al pináculo de la violencia.
O sigue ahí. Es líder en secuestros de enero a septiembre, con 133 denuncias,
seguido por Estado de México con 132; Tamaulipas, 113; Tabasco, 60, y
Zacatecas, 53. Son las cifras del Secretario Ejecutivo del Sistema Nacional de
Seguridad Pública, contenidas en el informe “Incidencia Delictiva del Fuero
Común 2017”.
Su perorata es amplia. Increpa por los
feminicidios y por la muerte de niños, por la indefensión del ciudadano y la
impunidad de los delincuentes.
“El gobierno asegura que los homicidios sólo
ocurren entre bandas delincuenciales, lo cual es falso. Por las circunstancias
en que se dio este asesinato, se confirma que cualquier ciudadano está
expuesto, sin importar el momento y el lugar, a perder la vida a manos de
delincuentes, porque saben que la incapacidad de las autoridades es absoluta”,
acusa.
Y habla de neurocirujano David Casanova,
secuestrado en Córdoba, el martes 24, hallado el jueves 26, con signos de
tortura, degollado y un corte en forma de “zeta” en el abdomen. “Terrible noticia”,
dice.
Terrible noticia fueron, también, los muertos
de la fidelidad y el duartismo. Y entonces calló.
Con Fidel Herrera, su impulsor, vio pasar
desde la Subsecretaría de Gobierno y como líder del Congreso estatal a los
cárteles, al crimen organizado, a los Golfos y Zetas que hicieron de Veracruz
un santuario, inmunes a la ley, cobijados por un gobernador que imponía códigos
de silencio, no decir que Los Zetas ya estaban aquí.
Con Javier Duarte —“es mi jefe político”— el
silencio se montó desde el Senado de la República. Una vergüenza para Veracruz
que su tribuno callara la barbarie total, el avance de la violencia, la
colusión de policías y malosos.
Pasaron por Veracruz los Golfos, se asentaron
Los Zetas, irrumpieron los Beltrán Leyva, El Chapo, el Cártel Jalisco Nueva
Generación y no hay rastro de que el senador hubiera condenado el pantano de
complicidad policíaca con las bandas del crimen organizado.
¿Habría pedido, exigido, a Peña Nieto, un
comisionado federal de seguridad para Veracruz? Ni en sueños. Su “jefe
político”, Javier Duarte, se habría indignado.
Y sí que le urge a Veracruz.
Héctor Yunes trae lo chueco en la sangre. Usa
a la policía con fines personales. O para impulsar sus proyectos, a su gente,
así sean policías de mala nota y peor reputación.
Aquel episodio de los Poliyunes lo mató
políticamente. Fue su perdición. Le destruyó su campaña a gobernador.
Su padre, don César, y sus hermanos César y
Rafael, fueron vestidos de policías, hechos pasar por integrantes de la Policía
Auxiliar. Su razón: detentar permisos de portación de armas. Y para eso el
engaño a la Secretaría de la Defensa Nacional y a Gobernación.
Aquí, en INFORME ROJO, detonó el caso. Aquí,
la evidencia, sus datos y fotografías en la “Ficha Personal de Control”. Y
luego la negación de Héctor Yunes mientras su hermano César reconocía que desde
hacía muchos años tenían permiso de portación de armas.
Usó al IPAX pero negaba que sus familiares
fueran “aviadores”. Sus salarios, sin embargo, están en la nómina. Alguien los
debe cobrar.
Negó también su implicación en el caso de los
Poliyunes, que la solicitud de incorporación de su padre y hermanos al IPAX se
hubiera concretado.
Sabe mentir el senador pero no sabe engañar.
Un documento interno evidencia que a los tres les asignaron pistolas Pietro
Beretta, número de matrícula, cargadores y municiones, según documento del 26
de marzo de 2015. Y se les adscribió como “escoltas del senador”.
Hay algo peor. Si Héctor Yunes hubiera ganado
la gubernatura, los alfiles de Arturo Bermúdez seguirían controlando la
Secretaría de Seguridad Pública, vía el entonces subsecretario de Logística,
Federico Rivas Valdés, inhabilitado por negligencia administrativa y luego por
incumplir con su declaración patrimonial.
Falto de ética, marrullero, usa Héctor Yunes
la violencia como ariete político, construyendo su candidatura al gobierno de
Veracruz sobre el dolor de las víctimas, el terror del torturado, la angustia
del que vive sin saber donde yacen los restos de sus familiares, heridos o
asesinados por los malos y por la complicidades de la policía que sirvió al
duartismo.
Si Verónica de la Medina no fuera la madrina
de aquella generación de cadetes en El Lencero, la podría librar.
Pero lo fue.
Archivo muerto
Un audio, con detalles clave —nombres,
cifras, transas—, acredita que CAEV Coatzacoalcos en tiempos del duartismo fue
una máquina de corrupción de Tony Macías. Un ejemplo: de febrero a diciembre de
2015 se pagó la renta de una unidad Vactor, usada para desazolvar drenajes, sin
que hubiera prestado un solo minuto de servicio. Es el minivactor “del esposo
de Sandra”, se escucha en la conversación, en alusión a la operadora del área
de Compras, Sandra Moreno, quien fue liquidada y de inmediato se le volvió a
contratar por el grupo yunista. Por el servicio no prestado se le pagaron 5
millones de pesos, cuando que a precios reales, a 10 mil pesos diarios, el dueño
del Vactor sólo podría haber cobrado 3 millones 650 mil pesos. Por donde se le
vea, hay fraude. Detectado el atraco, en 2016, cayeron los operadores del
suegro incómodo de Javier Duarte, Liliana Cuevas, la dueña del bar Los Dos
Leones, adscrita entonces a la Subdirección de Administración y Finanzas de
CAEV Coatzacoalcos. ¿Cómo se acreditó el pago? Con una bitácora falsa. Todo lo
supo el encargado del área, José Antonio Salvatierra. Y con él Manuel
Rodríguez, protegido de Sandra Moreno. Son más de 30 minutos de grabación. Y
muestra que sabiendo todo, el equipo de Rafael Abreu lo dejó pasar… Mucho
grito, protesta, escándalo, y al final Santiago Nieto recula y ya no insiste
más en permanecer en la Fepade. Deja ahí, perplejos, a sus apologistas en los
partidos, trabados en la exigencia de democracia y juego limpio, en la denuncia
por el centralazo que lo depuso por andar filtrando información de la Fiscalía
Especializada Para la Atención de Delitos Electorales o simplemente porque el
ex fiscal es pro AMLO. Y es tramposo, pues cuando se postuló para el cargo
omitió revelar que había sido asesor de personajes de peso en el Partido de la
Revolución Democrática. Uno de ellos es Jaime Cárdenas y el otro, el senador
Miguel Barbosa, ambos cercanos a Andrés Manuel López Obrador. Cesado del cargo,
lo primero en hacer sus defensores fue decir que había recibido una amenaza del
ex director de Pemex, Emilio Lozoya Austin, señalado de haberse beneficiado con
un soborno de 10 millones de dólares de la empresa brasileña Odebrecht. Y
resulta que no. Mientras eso pregonan el PAN, PRD, Movimiento Ciudadano y
Morena, Santiago Nieto niega que Lozoya lo hubiera presionado. Sábese que si
Santiago Nieto hubiera insistido en aferrarse a la Fepade, el sistema lo habría
apretado hasta morir. Sus errores, sus vínculos con AMLO, precipitaron su
salida. Y cuando se suponía que daría la batalla, simplemente se quebró.
Pierden PAN, PRD, Movimiento Ciudadano y Morena una pieza clave para la
elección presidencial de 2018… Se fue Interjet. Voló por última vez dede
Canticas el lunes 30, desplomadas sus ventas, con menos del 20 por ciento de
sus asientos vendidos. Decía la diputada federal de Morena, Rocío Nahle García,
que gestionaría que Interjet no dejara la plaza de Coatzacoalcos. Sólo que la aerolínea
de los Alemán no se rige por ocurrencias ni por alharaca política sino por
razones de rentabilidad. Y volar con los asientos vacíos no es negocio. Así que se fue…