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De acuerdo con el INEGI, el 35. 9 por ciento
de las veracruzanas que han tenido un hijo han sufrido de violencia obstétrica.
Xalapa, Ver. | 10 noviembre de 2017
ANA
ALICIA OSORIO /ALBA VALDEZ
Tribuna Libre.- Una hora estuvo Azucena con dolores de parto
esperando que alguien la atendiera en el Hospital mientras otras mujeres en la
misma situación que ella gritaban por las contracciones, sin que nadie se
acercara a ellas.
Todas, sin excepción, debían esperar su
turno, sin importar que los bebés estuvieran a punto de nacer. Por eso,
mientras esperaba Azucena, pudo ver como una joven junto a ella tenía a su hijo
en la silla de la sala de espera.
“Ahí tardan un poco con decirte que cuando
tuve dolores, fui, pero tardan aunque estés gritando de dolor, que no te
atienden, hasta que te toca, con decirte que una chava dio a luz a lado de mi,
en las sillas de espera”, cuenta sobre su parto en el Hospital de Tarimoya en
el Puerto de Veracruz.
El aborto espontáneo de uno de los gemelos
que esperaba unos meses antes, las dudas y preguntas que tenía, o el miedo que
sintió al ver a alguien parir junto a ella sin atención inmediata, nada fue
suficiente para que le hicieran caso hasta que llegara su turno en la fila.
Azucena considera haber tenido un embarazo
difícil (emocional y físicamente) pero un parto sencillo a pesar de la espera y
la cesárea que le hicieron porque no dilató rápidamente y bajo el argumento de
que su hija estaba “sentada”.
El 38 por ciento de los partos que atendidos
por la Secretaría de Salud del Estado hasta mayo de este año, han sido por
cesárea según los datos de la solicitud
de información 01170917; más del doble de lo recomendado por la Organización
Mundial de la Salud que estipula que solo debieran ser entre el 10 y 15 por
ciento.
Otro día, en otro hospital pero del Instituto
Mexicano del Seguro Social en Veracruz, a una joven que acababa de tener a su
hija le impusieron un anticonceptivo a fuerzas, aun cuando ya había dicho que
no.
Ella había escogido el implante subdérmico
para cuidarse después de tener a su bebé pero en labor de parto y con intensos
dolores, el doctor la convenció de cambiarlo por el DIU, que olvidó ponerle en
ese momento.
Al día siguiente los doctores y enfermeras le
preguntaron a ella y a su acompañante, en momentos distintos, si se pondría el
anticonceptivo a lo que ambos negaron, pero sin importarles se la llevaron a la
sala y lo colocaron.
“Cuando el doctor le preguntó a la chicas que
estaban ahí que si habían puesto el dispositivo y les dijo que se les había
olvidado (…) entonces al otro día fue la chica, fue por mi para que me tenían
que poner el DIU y me lo pusieron, no firmé nada”, contó.
Su acompañante hasta le había dado una larga
explicación a los enfermeros de la razón por la que ella había vuelto a querer
el implante y como esperarían unos días antes de acudir a que se lo pusieran,
pero nada de eso importó pues sin darle detalles la llevaron y cuando se dio
cuenta ya estaban colocándoselo.
Aunque Azucena no lo identificó como tal,
ambas vivieron violencia obstétrica, un tipo de violencia de género muy
frecuente que en muchas ocasiones pasa desapercibido.
“Va desde regaños, burlas, ironías, insultos,
amenazas, humillaciones, manipulación de la información y negación al
tratamiento, sin referir a otros servicios para recibir asistencia oportuna,
aplazamiento de la atención médica urgente, indiferencia frente a sus
solicitudes o reclamos, no consultarlas o informarlas sobre las decisiones”,
señala un informe del Grupo de Información en Reproducción Elegida (GIRE)
De acuerdo con el Instituto Nacional de
Estadística Geográfica e Informática, el 35. 9 por ciento de las veracruzanas
que han tenido un hijo han sufrido de violencia obstétrica.
Es decir, en la Encuesta Nacional sobre la
Dinámica de las Relaciones en los Hogares del 2016 reporta 199 mil 420 mujeres
que han tenido esa forma de violencia.
Para algunas mujeres esta forma de violencia
no pasa tan desapercibida como en el caso de Leslye a quien tuvieron que opera
pocas horas después del parto debido a que no le sacaron la placenta.
“El médico que me atendió en mi trabajo de
parto tenía una practicante al lado y mientras daba a luz, él le iba enseñando
pero nunca me limpio ni nada sólo sacó a mi bebé y a bolsa donde venía (…)
cuando avise que me dolía y que aún que ya había nacido mi bebé yo tenía
contracciones como una hora después me atendieron y al sacarme todo me
arrancaron dos puntos y hasta el DIU”, contó.
A pesar del dolor, la emergencia y la
necesidad de una nueva intervención nunca le dieron la información concreta de
lo que había pasado y el doctor que atendió el parto no volvió a aparecer.
Leslye necesitó dos transfusiones de sangre y
no pudo tener a su bebé recién nacido con ella hasta que pasó la temperatura
que le provocó el parto mal atendido.
Ella no pensó en denunciar pues solo quería
dejar atrás el caso, aunque en el estado de Veracruz existe esa posibilidad ya
que tiene tipificada la violencia obstétrica en el artículo 363 del Código
Penal, en el que establece una sanción desde seis meses hasta seis años de
prisión y multas de hasta trescientos días de salario, según la forma en que la
ejerza.
De acuerdo con la Fiscalía General del Estado
entre 2010 y este año, siete mujeres han presentado denuncias por violencia
obstétrica pero ningún caso ha sido llevado ante un juez o jueza.
En la solicitud de información 01168517 la
Fiscalía reporta que una mujer denunció en 2011, una más en 2015, cuatro en
2016 y 1 en 2017.
Sin embargo señala que no hay sentencias en
ese periodo, ni tampoco carpetas de investigación que hayan sido consignadas,
es decir, los casos se encuentran detenidos en la denuncia.
Para GIRE las sentencias contra médicos no es
lo ideal debido a que no fomenta que realicen partos “humanizados”, pero en el
caso de Veracruz existen en la ley.
Sumado a las denuncias, la Comisión Estatal
de Derechos Humanos ha emitido dos recomendaciones por violencia obstétrica a
la Secretaría de Salud.
De acuerdo con Namiko Matzumoto, presidenta
de la CEDH, ambas recomendaciones se encuentran en proceso de cumplimiento y se
espera que tras las mismas no se vuelvan a repetir ese tipo de casos.
Tampoco la Secretaría de Salud ha sancionado
a ningún médico por ejercer ese tipo de violencia contra las mujeres, ya que
respondió a la solicitud 01170917 que no es su obligación.
La episiotomía, el corte que se realiza entre
la vagina y el ano durante el parto natural, es una práctica que debería
hacerse únicamente en los casos necesarios y siempre informando a las mujeres,
pero en algunos hospitales de Veracruz pareciera que se practica de manera
rutinaria.
Eso lo corroboró Marissa en el Hospital
Regional de Veracruz cuyo trabajo de parto fue muy rápido y pasaron escasos
minutos desde que llegó al hospital hasta que tuvo a su hijo, sin que le
realizaran ese corte lo que a uno de los residentes que la atendió le molestó.
“Como el bebé coronó antes de que pudiera hacerlo
y por seguridad de ella ya no, aunque noté que uno regañó al otro por no
hacerlo a tiempo”, señaló.
De acuerdo con la Norma Oficial Mexicana 007
que establece la forma en que debe ser atendido el embarazo y parto, la
episiotomía y otras prácticas como rasurar la vulva únicamente se deben
realizar de manera informada y en los casos que se requiera.
“La tricotomía vulvo perineal y la aplicación
de enema evacuante, no serán de aplicación obligatoria, excepto en los casos
que por indicación médica así se requiera. Asimismo, se debe reducir el número
de tactos vaginales. En todo caso, la mujer debe ser informada previamente y
debe existir nota médica en el expediente clínico. Se recomienda realizar
episiotomía de manera selectiva dependiendo de la valoración clínica”, señala
dicha Norma (que puede consultar aquí)
En Veracruz, según la Secretaría de Salud
(solicitud 01170917) únicamente 12 por ciento de los partos naturales atendidos
entre enero y mayo de este año se les practicó la episiotomía.
En los casos que se realiza esa intervención
médica tampoco brindan la información suficiente como le pasó a Jesi en el
Hospital de Boca del Río, a quien le hicieron la episiotomía sin explicación y
al final la cerraron antes de retirar la placenta lo que provocó un dolor
adicional.
Ella ya sabía que en el parto podía sufrir
violencia, tanto que su esposo le había recomendado no llorar a pesar del dolor
porque tenía riesgo de no ser atendida, tanto que ese día prefirió aguantar las
contracciones, las lágrimas y las ganas de gritar.
Sabía que tendría malos tratos desde que le
tocó ir a urgencias con dolores varias veces antes del día que parió y lo que
recibía eran regaños.
Sin embargo y pese a lo que vivió considera
que no le fue “tan mal”, pues conoce que la violencia obstétrica es algo
rutinario en los hospitales de Veracruz.