Ángel
Rafael Martínez Alarcón | 19 diciembre de 2017
Tribuna Libre.- El pasado 9 de noviembre del año en curso, dicté la
conferencia “La presencia de la URSS en
Xalapa, en el centenario de la Revolución Bolchevique” Cfr: https://www.youtube.com/watch?v=V22SwxdW68w&t=75s
en la sala de Cabildo del Honorable
Ayuntamiento Constitucional de Xalapa , y gracias al cronista oficial Vicente Espino-Jara.
Entre las ideas pendientes en la conferencia, de los pocos revolucionario
mexicanos, que supo la importancia en su
momento de la Revolución de Octubre,
encabezada por Vladimir I. Ulianov, Lenin, (1870-1924) el constitucionalista de
1917, ex gobernador de Veracruz, primer secretario de Marina, el Gral.
Heriberto Jara Corona,(1879-1968) quien fuera premio internacional Lenin por la
Paz en 1950, en los últimos años de la administración de José Stalin,
(1878-1953).
Uno
de los pocos proyectos editoriales dedicados a la ciudad de Xalapa, lo fundó el
licenciado Gerardo García H, en 1953; la revista veracruzana Xalapa: síntesis de evocaciones provinciales, una publicación bimestral, que
sirvió para la difundir de la historia local así como los más diversos tópicos
de la realidad estatal, nacional como internacional. Con varias décadas de
circulación, informando puntualmente.
Cabe destacar que el Lic. Gerardo García, hijo del
constitucionalista, el coronel Adolfo
G García, (1877-1957). Diputado constituyente por el distrito de Jalacingo, Ver; en 1916-1917.
En
número 178, correspondiente al año de 1967 y mes de octubre, nos encontramos un
número monográfico, con temas como un poema al asesinato de Ernesto “Che”
Guevara, y par de artículos relativos
del medio siglo de la Revolución de Octubre en el antiguo imperio ruso. Me llamó mucho la atención el segundo, bajo
la firma de Heriberto Jara Corona, pero además
encontramos varios materiales
firmados por el ex gobernador de
Veracruz 1924-1927. A continuación el texto, publicado hace 50 años:
Mensaje al Heroico Pueblo Soviético--Por
Heriberto Jara. Con motivo del próximo cincuentenario de la gran revolución
rusa, envió mis entusiastas felicitaciones al pueblo soviético por la
consolidación de si movimiento libertario y por su progreso alcanzado en todas
las ramas de la ciencia y el arte; en la primera, hasta llegar a
descubrimientos asombrosos.
Su
desarrollo, es integral; desde las heladas tierras de Múrmansk y Arcángel en el
segundo círculo polar ártico, y de Siberia oriental, hasta las de Kora Kum, en
el Sur, entre el Caspio y el Armu Daria, abrasadoras en el verano, y de este a
oeste; desde Kanchatka hasta Briansk, hoy erguida y floreciente, y ayer, en la
2ª. Guerra mundial, en un mar de sangre.
En
cincuenta años, que para la historia de los pueblos son minutos, el esfuerzo
incansable del pueblo soviético, si convicción de que trabaja para el bienestar
de el mismo, ha hecho que sobre la devastación de la guerra, los campos estén
en pleno cultivo empleando mejores procedimientos para el mejor aprovechamiento
de la tierra y hacerla producir en calidad y abundancia, cereales, legumbres y
frutas.
Un
plan económico bien calculado, ha hecho que en caso de emergencia, cada
republica componente de la URSS, se baste a si misma; así, la industria tanto
pesada como la ligera, no está concentrada en determinada zona, por populosa
que sea, si no hábilmente distribuida; lo mismo que los centros científicos y
culturales y, en fin, cuanto se relaciona con la vida moderna.
Todavía
sin acabar de remover sus escombros, la URSS, ante la amenaza manifiesta u
oculta de los enemigos de la liberación de los pueblos, de los opresores y
explotadores de siempre, tuvo que emprender la fabricación de bombas atómicas y
termonucleares, y otros instrumentos de pavorosa destrucción, todo de costo
fantástico que resta millones que bien harían para el mayor bienestar del
pueblo soviético.
Nosotros,
partidarios de la paz, deseamos que la carrera armamentista cese de verdad;
porque muchos son los prejuicios que están sufriendo hasta los pueblos que no
están en ella. Y que cese, no proponiendo la no proliferación de las armas de
destrucción en masa, porque esto, aunque se realice, no resuelve nada; deja
vivo el serio problema, la amenaza de muerte para la humanidad.
Si
sinceramente se quiere acabar con la amenaza y que el mundo entre de lleno a la
paz que reclama, destrúyase todo el arsenal terrorífico que ha ido aumentando
en la infernal carrera, y aprovéchese para el bien del hombre los componentes
de esas armas.
La
demás, no pasa de ser pura ilusión… En:
Revista Xalapa, Año XVI. Núm. 178, 31 de
octubre de 1967, 7-9 pp.