*En una
carta pública, el líder de Movimiento Ciudadano habla sobre los acontecimientos
que lo llevaron a la cárcel hace 21 años.
Ciudad de México. | 19 diciembre de 2017
Tribuna Libre.- Durante 21 años he sido llamado “ex
presidiario”, he tenido que hacer frente a la mezquindad de los esbirros del
régimen que han utilizado el recurso de declarar: “Dante estuvo preso por
corrupto”, solo para desprestigiarme.
Durante 21 años, cada que reinicio la lucha
contra el régimen, escucho a algunos conductores de noticieros y leo a ciertos
articulistas repetir una y otra vez la misma frase. Lo mismo pasa en mis redes
sociales cada que publico mensajes sobre el empoderamiento de los ciudadanos,
la reconstrucción del país o la necesidad de acabar con el régimen y la
corrupción, invariablemente aparecen comentarios que insisten en que “Dante fue
priísta”, “Dante es un corrupto”, “Dante estuvo preso”.
Hace 21 años fui encarcelado y es el mismo
tiempo que el régimen ha utilizado para repetir una y otra vez su versión de la
historia; lo que no han dicho, lo que conductores y articulistas no han
repetido, lo que no he leído en las redes, es que fui absuelto y que soy el
primer ex servidor público mexicano que ha ganado una demanda por daño moral
contra el Estado.
Hace 21 años fui encarcelado y los cargos en
mi contra fueron haber construido el Acuario de Veracruz y lo que hoy es el
World Trade Center del Puerto, el Museo de Ciencia y Tecnología, el Centro
Cultural y Social Veracruzano en la Ciudad de México y por la compra de casi un
millón de toneladas de cemento, obras y acciones que hoy son orgullo de
Veracruz y que permitieron la participación ciudadana de las comunidades y
municipios.
Me encarcelaron sin haber sido requerido por
ninguna autoridad. Fui encarcelado sin que existiera procedimiento, cargos ni
pruebas. Me detuvieron en un exceso de abuso de poder e impunidad del Gobierno,
porque la diferencia entre un secuestro realizado por el crimen organizado y
una detención ilegal y arbitraria, es que los primeros te llevan a una casa de
seguridad, mientras que el Gobierno lo que hace es encerrarte en una prisión.
Fui encarcelado por una represalia del régimen y con el propósito de
desprestigiarme social y políticamente.
Sí, fui encarcelado y fue por una sola razón:
por cuestionar y confrontar al régimen de esa época. En 1991, como Gobernador
de Veracruz, intenté realizar los primeros procesos democráticos para elegir
candidatos, realicé consultas en todos los municipios del Estado. En 1995 tuve
la responsabilidad de intervenir y atender las demandas sociales en Chiapas
durante el conflicto zapatista; decidí no quedarme de brazos cruzados ante la
indolencia y pequeñez del entonces presidente Ernesto Zedillo. Lo confronté en
una reunión del Gabinete Social y al no estar dispuesto a avalar sus torpes
decisiones, renuncié a mi cargo dentro de su gabinete.
Decidí cuestionar al presidente de la
República en una época en que hacerlo tenía un costo muy alto; había un dicho
popularizado en la época porfirista: «para quienes confrontan al poder sólo hay
tres opciones: destierro, encierro o entierro». A través de un buen amigo, a
quien quise y respeté como a pocos, me pidieron que dejara el país y me
ofrecieron el cargo de embajador en Brasil; mi respuesta fue un «no» rotundo,
porque en ese entonces estábamos construyendo el primer intento de un proyecto
democrático, en el que participaban muchas personalidades de la escena política
actual. Días después, en noviembre de 1996, renuncié al PRI.
Ante mi negativa de abandonar el país y la
alternativa que estaba construyendo, me detuvieron cuando iba a visitar a mi
padre que estaba enfermo; no lo volví a ver con vida, murió mientras yo estaba
encarcelado. Llevé mi defensa dentro de prisión y allí me hicieron llegar un
mensaje con una de las personas que más quiero, mi esposa: “Si te disciplinas,
sales”. Solo tenía una respuesta ante semejante bajeza: Si entré a la cárcel de
pie, no fue para salir de rodillas. Fui absuelto un año y tres meses después porque,
que quede claro: no fui encarcelado por haber causado un daño al patrimonio de
Veracruz, fui secuestrado por órdenes de Ernesto Zedillo, fui un preso
político.
Pasé quince meses en prisión, lejos de la
gente que quiero, no pude despedirme de mi padre, me difamaron y ensuciaron mi
nombre, pero no me arrepiento, tenía la obligación de hacerlo porque México lo
necesitaba, aún lo necesita.
Tengo mucho tiempo diciendo que mi generación
le falló a México y que no me puedo ir sin pagar la deuda que tenemos, no me
puedo ir sin contribuir al empoderamiento de una generación que cambie en serio
al régimen que tanto daño le ha hecho al país.
Por eso he decidido correr el mismo riesgo:
enfrentar una versión del régimen mucho más retorcida, perversa y caduca. Sé
que no será fácil y que el sistema hará todo lo posible para impedir el cambio
que se necesita, pero como lo dije cuando renuncié al Gobierno: las prácticas
del sistema autoritario, se encontrarán con una persona dispuesta a todo y a
confrontar a todos por su país.