*
Conforme se acerca el 2018, los principales
candidatos presidenciales para los comicios del año entrante ya están
prácticamente en la carrera. Los partidos políticos mexicanos –al menos en el
discurso– le apuestan a los procesos democráticos internos para contender por
“la grande”.
*Sin
embargo, analistas consultados por este medio digital refieren que en nuestro
país la democracia partidaria es en realidad una “dedocracia” dictada por el
grupo o el personaje que manda en cada partido.
*Así,
la estructura priista ha colocado a José Antonio Meade Kuribreña como aspirante
único del tricolor. En el PAN, Ricardo Anaya se “autodesignó” como único
candidato viable del PAN, y quizá también, del Frente Ciudadano por México
[PAN-PRD-MC]. Y en el caso de la alianza “Juntos Haremos Historia”
[MORENA-PES-PT], no hay otro candidato que pueda opacar la histórica intención
presidencial de Andrés Manuel López Obrador.
Ciudad de México. | 14 diciembre de 2017
Tribuna Libre.- Los partidos políticos Revolucionario
Institucional (PRI), Acción Nacional (PAN) y Movimiento Regeneración Nacional
(Morena), que se perfilan como los más fuertes rumbo a las elecciones
presidenciales del 1 de julio de 2018, aseguran que el proceso interno de
selección de sus respectivos candidatos se hará con estricto apego a los
estatutos de cada partido, en un ejercicio democrático y transparente. No
obstante, el modo en que han perfilado a sus virtuales candidatos habla más de
“dedazos” y de “autodedazos” que de un proceso democrático, mencionan analistas
consultados por SinEmbargo.
“Los partidos tienen reglas que parecen
democráticas, pero al final de cuentas, esas reglas están sujetas a las
estructuras que controlan los procesos. Y quien controla el proceso controla el
resultado”, dijo Gustavo López Montiel, especialista en partidos políticos del
Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM).
Pese a que los partidos en México ejerzan un
aparente sistema democrático –ya sea por elección interna o por una estructura
de asambleas en los partidos–, López señala que lo que en verdad existe son “procesos
controlados que legitiman decisiones” al interior de las organizaciones
políticas. Y a pesar de que desde la década de los noventa, en nuestro país, se
ha venido impulsando la democratización de los partidos, en el contexto actual,
los procesos “han sido controlados más por los partidos y han dejado menos
acceso a los ciudadanos para definir a los propios candidatos”.
Este año, por ejemplo, el método de elección
de los partidos se perfila a partir de algún tipo de consulta entre sus
integrantes. El PRI usará dos de tres métodos que figuran en sus estatutos:
Mientras que la mitad de los candidatos al Congreso de la Unión será aprobada
por una comisión para la postulación de candidaturas, el resto de los
aspirantes, incluidos aquellos al Senado y a la Presidencia de la República,
será elegido por una convención de delegados, conformada por militantes e
integrantes de la élite política del tricolor -consejeros políticos nacionales,
el actual Primer Mandatario, los gobernadores, ex presidentes del partido,
senadores y diputados, dirigentes estatales y populares, entre otros-. Ganaría
quien reciba más votos.
El PAN también cuenta con tres métodos de
elección [votación de militantes, designación y elección abierta]; aunque este
año serán los integrantes del partido quienes elijan a sus candidatos. Ganaría
quien obtenga la “mayoría absoluta de votos”, o en su defecto, quien logre la
victoria con una mayoría igual o superior al 37 por ciento de la votación,
siempre y cuando el puntero supere a su opositor más cercano por cinco puntos
porcentuales [Artículo 52 de sus estatutos]. No obstante, por su alianza con
los partidos de la Revolución Democrática (PRD) y Movimiento Ciudadano (MC), la
selección dependerá de un acuerdo.
En el caso de Morena, según su Artículo 44,
elegirá a sus candidatos por la vía del consenso bajo la figura de una encuesta
entre sus militantes. Pese a que Morena irá en coalición con los partidos
Encuentro Social (PES) y del Trabajo (PT), hasta el momento, será el partido de
Andrés Manuel López Obrador (AMLO) el que determine “a los buenos” para el
siguiente año.
Debido al control de las estructuras, los
especialistas concuerdan en que, ulterior a la “faramalla política”, serán el
Presidente Enrique Peña Nieto y los líderes nacionales de cada partido quienes
terminen imponiendo a sus respectivos delfines –aún sean ellos mismos, como en
el caso de Andrés Manuel López Obrador [Morena] y de Ricardo Anaya Cortés
[PAN]–.
“En México vivimos una ‘dedocracia’; es
decir, el poder absoluto del dedo de quien manda los partidos […]. Vivimos un
momento de seria involución democrática; y uno de esos problemas clarísimos es
lo que está pasando en los partidos, donde lo que ahora vemos no sólo son los
dedazos, sino también una especie de autodedazos -para imponer y cumplir
objetivos personales-”, dijo a SinEmbargo Enrique Touissaint, politólogo de la
Universidad de Guadalajara (UdeG).
En la opinión del analista, las precampañas
–que inician mañana, 14 de diciembre de 2017, y concluyen el 11 de febrero de
2018– “son pérdida de tiempo porque no se disputa nada”. Y dada la situación,
señala apremiante que los “ciudadanos exijamos más democracia interna en los
partidos”, de modo que podamos revertir la “falta de democracia” dentro de los
mismos.
MEADE:
EL CANDIDATO DEL PRESIDENTE
Desde mediados del sexenio, cuando menos,
Luis Videgaray Caso y Miguel Ángel Osorio Chong -ambos personajes cercanos al
Presidente Enrique Peña Nieto- se perfilaban como los preferidos a la sucesión
presidencial del PRI. No en balde, indican los analistas, buena parte del
proyecto de Peña Nieto pasaba por los dos -el combate a la inseguridad y las
reformas estructurales-. Sin embargo, una visita de Donald Trump le tiró los
sueños al primero; y las malas condiciones en materia de violencia y seguridad,
tumbaron las aspiraciones del segundo.
Las cartas del PRI se vieron reducidas y el
partido optó por tres principales presidenciables: Jose Antonio Meade
Kuribreña, Aurelio Nuño Mayer y José Narro Robles. Al día de hoy, Meade se
perfila como el preferido del partido Tricolor; Nuño se bajó de la contienda
para unirse a la campaña de éste y podría contender por la jefatura de gobierno
capitalino; y Narro aún es una incógnita.
“El Presidente [Enrique Peña Nieto] tiene el
control, en este caso, de la asignación del candidato. Así lo entienden todos
[al interior del PRI], incluido el mismo Chong, a pesar de que puedan haber
berrinches”, dijo Gustavo López Montiel. Para Enrique Toussaint, esta situación
indica que “en el PRI las formas nunca cambiaron. Es la misma forma de elegir
al sucesor de siempre, que es el dedazo a un candidato, y automáticamente todos
los demás se alinean para poder salir con una especie de unidad a las
elecciones”.
El politólogo de la UdeG precisó que Meade
“es el personaje de la continuidad del peñanietismo. Meade no es alguien que
comparta de fondo los principios históricos del PRI. Él lo que comparte es el
proyecto de Enrique Peña Nieto […]. Y el Presidente buscó a alguien no tan
identificado con la marca PRI, con tal de que su proyecto político -el de las
reformas, el de la tecnocracia- sobreviva después de 2018”.
En el caso de la declinación de Nuño, López
Montiel aseveró que, por reglas informales dentro del partido, el ex Secretario
de Educación pasa a ser uno de los sustitutos que deben de haber disponibles.
“Un poco lo que pasó con Colosio y con Zedillo […]. Ante la eventual
posibilidad de que se tenga que sustituir a un candidato, debe haber opciones y
Nuño es una”, explicó.
ANAYA:
EL CANDIDATO AUTOIMPUESTO
El 9 de diciembre de este año, Acción
Nacional anunció que el abanderado blanquiazul sería elegido por votación de
militantes con base en el convenio de la coalición “Por México al Frente”
[PAN-PRD-MC]. Sólo participarán militantes que figuran en el Listado Nominal de
Electores del Registro Nacional de Militantes.
Un día después del anuncio, Anaya se destapó
para buscar la candidatura presidencial del Frente Ciudadano por México. Poco
antes del destape, el Jefe de Gobierno capitalino, Miguel Ángel Mancera
Espinosa, dio a conocer que declinaba su candidatura para mantenerse al frente
del gobierno de la capital del país. No obstante, a finales de noviembre,
Mancera dijo que Anaya estaba en el Frente con “doble camiseta”: la de líder de
partido y de aspirante presidencial.
De acuerdo con los especialistas consultados
por SinEmbargo, Ricardo Anaya fue “muy astuto” al conquistar los grupos de la
estructura interna de su partido, para asegurar su candidatura.
“El PAN es un partido cuya organización parte
de grupos muy específicos y concentrados en los estados. Esa estructura interna
garantiza los votos en las asambleas, y al final, en la medida en que un grupo
o persona controla esos votos, hace más fácil asumir una candidatura”, indicó
López Montiel del ITESM. En consecuencia, añadió, “los dirigentes del partido
tienen la capacidad de hacerse de esas estructuras, y por lo tanto, asegurar
ciertas condiciones”. De ese modo, la “autodesignación” de Anaya no tuvo
“demasiados problemas dentro del partido, incluyendo al propio Moreno Valle”.
Esta estrategia de “ganar el partido, de
ocupar los espacios, de no permitir que existan disidentes, de ser autoritario
al interior, permite que Anaya sea el único aspirante serio de Acción Nacional
y posiblemente del Frente”, recalcó Toussaint. Pero la ambición de Anaya, en
cambio, puso en riesgo al partido, no sólo por imponer prácticas viejas
-clientelismo, corporativismo, afiliación masiva, entre otros-, sino también
por dejar “un partido roto” -en octubre, Margarita Zavala Gómez del Campo, su
esposo, el ex Presidente Felipe Calderón Hinojosa y varios panistas, dejaron el
partido por sus roces con Anaya-.
AMLO:
EL CANDIDATO ETERNO
Este, martes 12 de diciembre, Andrés Manuel
López Obrador entregó su renuncia a la dirigencia nacional del partido y se
registró por tercera ocasión como precandidato a la Presidencia de la
República, ante la Comisión Nacional de Elecciones de Morena. Unas semanas
antes, aseguró que el candidato presidencial del partido sería electo mediante
una encuesta en la que él también participaría. Y a pesar de asegurar que “no
va a haber imposición”, también aseveró, en redes sociales, que “la tercera es
la vencida”.
Para Gustavo López Montiel, AMLO es
“candidato desde hace seis años y no va a haber contienda interna porque nadie
puede competir con él […]. En Morena el proceso es más vertical que en los
demás partidos”.
En esto concuerda Toussaint, quien refiere
que “Morena es una estructura que sirve para legitimar la candidatura a la
Presidencia de Andrés Manuel López Obrador”, quien impulsó desde 2012 “la
construcción de un partido en donde el eje principal sea el lopezobradorismo”.
Por ende, dijo, “con López Obrador siempre supimos que él iba a ser el
candidato presidencial”.
Ayer, AMLO dio a conocer una versión de de su
Proyecto Alternativo de Nación 2018-2024. El proyecto original lo presentó el
20 de noviembre, durante el Cuarto Congreso Nacional Extraordinario de Morena.
(SinEmbargo)