¡Tatatiiu,
tatatiiu!
Héctor
Yunes Landa | 08 enero de 2018
Tribuna Libre.- Una vez más, los veracruzanos tuvimos que
aguantar vara ante el escarnio nacional a causa de los dislates del mandatario
estatal. En esta ocasión, con el vergonzante episodio del millonario reloj
escondido ante los ojos de miles de personas (Tatatiiu, tatatiiu, coreaba Beto
“El Boticario”), cuyo valor económico ha resultado un agravio para una sociedad
empobrecida.
Del affaire del reloj de Miguel Ángel Yunes
podemos sacar al menos tres conclusiones: Veracruz hoy tiene un gobernador que
intenta esconder su opulencia en el bolsillo de la corrupción; el precio de un
reloj de estas características sólo puede pagarse como resultado de un
enriquecimiento inexplicable; y ante su reacción por lo publicado en distintos
medios de comunicación, tenemos a un mandatario al que le irrita que se haga
pública su sospechosa riqueza.
Tan fácil que hubiera sido hacer pública la
factura de su costoso reloj e informado de inmediato de las condiciones de
compra. Sin embargo, ninguna empresa que vende productos de ese valor se
hubiera prestado al chantaje y la falsa indignación del mandatario veracruzano.
Pero no fue la única joya que nos regalaron
en el inicio del año. La declaración pública de que es ingenuo pensar que en un
año se iban a resolver los problemas de inseguridad en Veracruz, es una
verdadera ofensa a los veracruzanos. Quienes hoy buscan dar continuidad a este
gobierno fallido, son los mismos que han reconocido que la administración
estatal ha sido una trampa.
Se trató entonces de un engaño premeditado,
aprovechando lo que ellos reconocen como “la ingenuidad” de los ciudadanos que
pensaron que esto sí podría ser posible. Es evidente que la ingenuidad no era
atribuible a quien utiliza a todas las instituciones del gobierno para heredar
el cargo, sino a miles de veracruzanos que apostaron por una oferta de campaña engañosa
y perversa.
Un tercer asunto tiene que ver con la
percepción que se tiene de las preocupaciones de los veracruzanos. Cuando se
dice que la pobreza es más grave que la inseguridad, no es más que un recurso
para distraer sobre los escasos resultados en ambas materias. Es cierto, la
pobreza la padecen más de la mitad de los veracruzanos (el gobernador, desde
luego, con todo y su reloj, no pertenece a esta mitad), sin embargo, eso no
justifica el deterioro en materia de seguridad.
Basta saber que durante el año pasado se
registraron cerca de 2 mil 500 homicidios dolosos –falta el cierre de las
cifras por parte del Sistema Nacional de Seguridad Pública-, lo que significa
que habrían desaparecido, por ejemplo, poblaciones enteras de municipios como Landero
y Coss, Aquila, Coetzala o Tuxtilla. En seis años –aunque afortunadamente sólo
serán dos-, este porcentaje hubiera hecho que dejaran de existir poblaciones
completas de lugares como Tlaltetela, Chiconquiaco, Juchique de Ferrer o
Zentla. ¿Eso les parece poco?.
Veracruz hoy tiene un Gobernador que se
reconoce como engañabobos –en Alvarado los llaman de otra forma-, que no tiene
respeto a la inteligencia y la dignidad de los veracruzanos, como lo ha
reconocido su propia familia.
La buena noticia es que este gobierno de
simulación pronto acabará y tendremos un nuevo horizonte, no apuntalado por un
linaje que reniega de él mismo, sino por un proyecto que desde hoy reconoce la
crudeza de la situación que prevalece en Veracruz.
Habrá, por decisión de los veracruzanos en
las urnas, un mandatario estatal que tendrá el reto de romper con esta inercia
de corrupción e impunidad que prevalece hasta nuestros días.
Los veracruzanos tendremos la oportunidad de
corregir el rumbo. De buscar una solución eficiente al grave problema de
inseguridad –el mismo que habría de resolverse en seis meses-, y crear las
condiciones para que dejemos atrás una década de violencia y muerte.
Albricias que concluya la actual
administración, no sólo por la evidente ineficacia e ineptitud que ha mostrado
en los temas que más preocupan a los veracruzanos –seguridad, empleo,
desarrollo económico, transparencia-, sino porque concluirá un gobierno que ha
utilizado la mentira y la simulación como formas de justificar la crisis social
y económica que vive nuestro estado.
Hemos iniciado el año con la buena noticia de
que Veracruz tendrá para navidad un nuevo Gobernador. En tan sólo 328 días se
le acabará la sonrisa a unos cuantos, y se la devolverá a millones de
veracruzanos
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