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Los doctores Bernardo Barranco y Antonio
Payán coincidieron en que el próximo 1 de julio se pondrá en juego la estabilidad
de México, debido a los signos regresivos que se han visto en la calidad
electoral y que tienen como antecedente cercano las elecciones de 2017 en el
Estado de México.
*Para
Tony Payán, México no podrá transitar a la normalidad democrática mientras
exista el PRI, porque además de ser “un partido fundamentalmente elitista y
conservador” que “creó y ensayó los elementos más represivos” en nuestro país,
inclusive “matando el espíritu de la Revolución [mexicana]
institucionalizándola”, es un partido “que detesta la materia prima con la que
trabaja: los mexicanos”.
Ciudad de México. | 15 febrero de 2018
Tribuna Libre.- Los comicios del 1 de julio de 2018 serán los
más grandes y complejos en términos cuantitativos, conincidieron los doctores
Bernardo Barranco y Luis Antonio Payán. Estarán en juego 3 mil 700 cargos
–incluida la titularidad del Ejecutivo federal–, lo que implica un reacomodo, a
gran escala, de la clase política nacional, afirmaron.
Además, el Gobierno federal desembolsará al
menos 30 mil millones de pesos en la operación de los comicios –sin incluir el
gasto en spots y publicidad– sea, por ejemplo, para la puesta de 150 mil
casillas en todo el territorio nacional, para los más de 86 millones de
votantes registrados en la lista nominal.
O bien sea por los respectivos presupuestos
del Instituto Nacional Electoral (INE), que rebasa los 17 mil millones de
pesos; del Tribunal Federal Electoral, de más de 6 mil millones; o de los
partidos políticos, de más de 4 mil millones -sin considerar gastos de
campaña-.
Sin embargo, concordaron los politólogos en
el marco de la conferencia internacional “Democracia y autoritarismo en México
y el mundo, de cara a las elecciones 2018”, el reto es cualitativo: está en
juego la estabilidad del país por “los signos regresivos que estamos teniendo
en materia de calidad electoral”, ante una posible elección de Estado, mencionó
Bernardo Barranco, integrante de Dictamen Ciudadano AC y ex consejero ciudadano
del Instituto Electoral del Estado de México.
Para Barranco, las elecciones del año pasado
en el Estado de México “pueden ser trágicamente paradigmáticas para 2018”.
“Cuando hablamos de una elección de Estado,
estamos hablando no de la intervención indebida del gobierno para favorecer a
un candidato, sino de la conversión del aparato de gobierno en una aceitadísima
maquinaria electoral”, con recursos económicos y políticos casi ilimitados
–dinero del erario público y de los programas sociales, complicidad de los
órganos electorales y del Congreso, guerra sucia y tácticas del crimen
organizado para inhibir y reprimir los votos, etcétera–, expuso el
especialista.
Para el ex consejero electoral, el hecho de
que un candidato como José Antonio Meade Kuribreña saliera a decir, en pleno
Estado de México y durante el último día de precampañas, que “hace un año
enfrentamos una batalla complicada en el Edomex; decían que era difícil y
ganamos gracias al priismo”, es representativo de un priismo que está dispuesto
a seguir utilizando todas las “artimañas posibles” para ganar las elecciones.
En su opinión, el discurso de Meade revela
dos posibilidades: o le estaba pidiendo apoyo al grupo priista fuerte de la
entidad mexiquense –el Grupo Atlacomulco–; o estaba sugiriendo que los priistas
tomaran el modelo de los comicios del Edomex “para desarrollar su proyecto de
conquista del poder”.
Por su parte, Antonio Payán, académico de la
Universidad de Rice, Texas, Estados Unidos, coincidió en que “México no podrá
transitar a la normalidad democrática mientras exista el PRI”, porque además de
ser “un partido fundamentalmente elitista y conservador” que “creó y ensayó los
elementos más represivos” en nuestro país, inclusive “matando el espíritu de la
Revolución [mexicana] institucionalizándola”, es un partido “que detesta la
materia prima con la que trabaja: los mexicanos” –pues opera sólo en beneficio
propio y no a favor del pueblo, mientras pretende buscar el desarrollo del
país–, expuso.
Ambos especialistas urgieron la necesidad de
pensar la política desde la ética y acabar con el excesivo pragmatismo que mina
la cultura democrática -o el hacer lo que sea por alcanzar y mantener el
poder-.
Y eso requiere, entre muchas otras cosas, de
la puja ciudadana, de las organizaciones civiles y de la academia. Aunque
también resaltaron el potencial del voto joven, sector poblacional que tendrá
un importante peso a través de redes sociales.
Según las cifras oficiales reproducidas por
los analistas, en México el 52 por ciento de los votantes son jóvenes, quienes
por desgracia, votan poco.
Sin embargo es una generación más crítica. Y
la esperanza radica en cómo atraerlos.
ALERTA
POR EL AUTORITARISMO
Antes, en el mismo foro, Lorenzo Meyer
Cossío, profesor emérito del Colegio de México (Colmex), dijo que el
autoritarismo es una tradición y una herencia en México, y la corrupción ha
servido para mantener un control impositivo sobre la estructura política y
social que desdibuja y limita la vida democrática, coincidieron este día
académicos e investigadores.
En nuestro país, añadió, cargamos con “una
enorme carga histórica autoritaria que nos estamos quitando. Con presión desde
arriba para que no se quite; con luchas desde abajo que aún no son
suficientes”.
En su visión histórica, Meyer refirió que el
Estado y la Nación mexicanos nacieron antidemocráticos y autoritarios. Y, en
ese sentido, en nuestro país “no hay posibilidad de que las elecciones tengan
sentido”.
El colonialismo; una Constitución
“democrática que no funciona” –la de 1917–; la creación de un partido de Estado
–lo que ahora es el Revolucionario Institucional (PRI)–; el rompimiento con el
Estado benefactor en la década de los ochenta, entre otros factores, son parte
del proceso histórico que “ha estado en contra de nosotros en materia de democracia
y mucho en favor del autoritarismo”, explicó el historiador.
La consecuencia, a su juicio, es el sistema
que hoy tenemos y que “no es autoritario ni democrático, pero que está en un
momento de flujo”.
Para el historiador, aunque sí hay prácticas
de corte plural y alternativa, en el marco de las elecciones de 2018 “no hemos
tenido elecciones genuinas”, y el problema es que a lo largo de los últimos
años estos procesos democráticos sólo se han diferenciado por ser “más o menos
fraudulentas”.