*El
voto útil y el indeciso harán a Pepe Meade Presidente.
Héctor
Yunes Landa | 11 junio de 2018
Tribuna Libre.- A pesar de su fama cuestionable, las
encuestas siguen jugando un papel muy importante en los procesos electorales.
Paradójicamente, esa relevancia no radica en la precisión que logran alcanzar
entre el pronóstico y el resultado final de la contienda –la mayoría de ellas
queda muy alejada de la realidad-, sino que sus entregas sirven para modificar,
influir o inducir un resultado que en muchos casos suele volverse impredecible.
Hay dos factores muy importantes que las
encuestas aún no pueden explicar y mucho menos predecir. Se trata de la
voluntad final que tendrán los indecisos y el destino del voto útil, dos
segmentos de población cuyos porcentajes siguen estando muy cerca del candidato
puntero. Si bien es cierto que estos votos no irán de manera sistemática a un
mismo candidato –incluso, se podrían convertir en votos nulos o de abstención-,
también confirman que los mexicanos no hemos decidido quién será el próximo
presidente. Eso sucederá el primero de julio.
Hasta ahora, nadie puede definir con
exactitud quienes son y cómo se miden los votantes indecisos. No responder a la
pregunta sobre una preferencia electoral –“no sabe o no contestó”- no los
vuelve indecisos: tal vez en realidad no piensan votar porque simplemente no
les interesa, no quieren hacer pública su preferencia o efectivamente aún no
han decidido a quien otorgar su voto.
En una de tantas encuestas nacionales
publicada el mes pasado, este grupo que no responde sumó un inusual alto 38 por
ciento, el cual se compone de 27 por ciento de personas que no respondieron, 10
por ciento que explícitamente dijo que no votaría por ninguno y 1 por ciento
que dijo que anularía su voto. Con base en esa última categoría, los indecisos
representan 28 por ciento en ese estudio, cifra suficiente para ganar la
Presidencia.
En cambio el voto útil es el que cambia su
destino por una decisión estratégica. Cuando un votante entiende que su
candidato favorito se encuentra en tercer lugar y que no logrará el triunfo,
entonces apuesta el segundo lugar de las encuestas-, para evitar que el puntero
logre ganar la elección. Ese voto jamás aparecerá en una encuesta.
Una condición necesaria es que el voto útil
está convencido de dos cosas: que quien tiene la mayor probabilidad de ganar no
debe hacerlo, ya sea porque lo rechaza o es contrario a sus intereses, y que su
voto servirá al segundo lugar para revertir la tendencia del electorado. De
esta forma, no ganará el candidato de su simpatía, pero tampoco lo hará aquel
que rechaza.
Sin intentar fungir como encuestador,
prefiero referirme a lo que escucho y me dicen en la calle muchos indecisos y
aquéllos que han empezado a pensar en ejercer un voto útil.
Si Anaya llegara al primero de julio en
segundo lugar, la mayoría del voto duro del PRI podría votar por AMLO, lo que
garantizaría su triunfo; por el contrario, si Pepe Meade llega en segundo, de
calcula que un 80% de los votos que en este momento trae Anaya se inclinaría
por Meade, los que, sumados al voto duro del PRI, más el voto útil y el de los
indecisos hacen que sea el único que realmente puede ganarle a AMLO. El voto
útil para Anaya es igual a dejar que AMLO gane las elecciones y dejar la
mayoría del congreso en manos de la izquierda.
Como consecuencia de las pruebas de su
corrupción incontrolable, Ricardo Anaya se ha precipitado en las encuestas a un
incuestionable tercer lugar. Cuando el día de mañana se realice el tercer
debate presidencial, no habrá duda que el segundo lugar de la preferencia
electoral es de Pepe Meade.
Las encuestas confirman que las elecciones
están por vivir el momento de mayor competencia.
En el 28% del voto indeciso no sólo se
refugian los votos de la reflexión, sino también de aquéllos simpatizantes
priistas de clóset que tienen una justificada vergüenza por reconocer su
afinidad con el PRI así como su determinación de votar por Meade, dados los
escándalos de personajes como Javier Duarte –hoy fuera del PRI y sujeto a
proceso-.
Sobre los cimientos de estos dos segmentos
-el voto indeciso y el voto útil-, Pepe Meade construye su triunfo electoral.
En el primer caso porque se trata de un sufragio que está enojado y resentido,
pero entiende el riesgo de votar por el candidato que lleva la delantera; la
falta de honestidad del tercer candidato y la experiencia del ex canciller y
Secretario de Hacienda, lo vuelve en el candidato idóneo para estos electores.
Esto explica por qué Pepe Meade será el
próximo Presidente de México.
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