Sobre
una cuerda tirante
Jorge
Arturo Rodríguez | 12 julio de 2018
Tribuna Libre.- En “Confesiones”, San
Agustín de Hipona escribió: “¿Qué es, pues, el tiempo? Si nadie me lo pregunta,
lo sé; pero si quiero explicárselo al que me lo pregunta, no lo sé.” Desde
luego, no me meteré donde no me llaman y mucho menos en lo que no me incumbe ,
por ahora. Pero eso de la cultura, ¿qué es? Parafraseo: si no me lo preguntan,
lo sé; si me lo preguntan, no lo sé. Quizás sea una manera de desviar el asunto
por desconocimiento mío, somos muchos los ignorantes y pocos los elegidos. La
verdad es que mucho se ha abordado sobre la dichosa cultura. En todo caso, la
cultura ¿nace o se hace? No hay remedio, seguiremos insistiendo, testarudos que
somos.
Cierto estamos en que un pueblo sin cultura no es nada. Ya lo dijo Milan
Kundera, “la cultura es la memoria del pueblo, la conciencia colectiva de la
continuidad histórica, el modo de pensar y de vivir.” ¿Qué es México, entonces?
Un país riquísimo, pero hasta allá nos empeñamos en destruir. En clausurar
espacios y oportunidades para la conservación, el resguardo de nuestra cultura;
en cerrar caminos para crear y soltar la imaginación, la fantasía, el amor a
nuestro pasado y presente, con miras al futuro en un mundo de expresiones
diversas e identidad genuina que sean la
base de la sociedad y, desde luego, de la vida. Oscar Wilde decía que todos
estamos en la cloaca, pero algunos estamos mirando a las estrellas.
Viene al caso lo anterior porque hace unos días leí la entrevista “Matan
al teatro “La Libertad”: entre violencia y pleitos políticos, Yunes castiga a
la cultura” que le hicieran al dramaturgo Abraham Oceransky, pues por causa de
una demanda quieren desalojarlo del inmueble que ocupó por 10 años, donde hemos
visto excelentes obras de teatro. No se vale que por cuestiones políticas y de
intereses ajenos, se anulen las expresiones artísticas. Y, lo peor, las
autoridades responsables de impulsar la cultura, ni sus luces.
Oceransky declaró que “perder este proyecto, le duele en lo más profundo
(…) “si hoy se cierra un teatro mañana se cerrará un museo, luego se irán
contra los ríos y la vida”. (alcalorpolitico.com, 10-07-18).
Gran verdad: estamos acabando con todo;
dejamos libre la enajenación y el consumismo. Así les conviene, ¿a quienes?
Arthur Koestler escribió: “Dos medias verdades no hacen una verdad, y
dos medias culturas no hacen una cultura.” O sea, somos o no somos.
¿Cómo nos irá en los próximos gobiernos federal y estatal? Porque en
cuanto al municipal, ya sabemos, mucho ruido y pocas nueces.
Los días y los temas
Dicen que la esperanza muere al último.
Claro, la esperanza nos sostiene, pero como sobre una cuerda tirante, ¿o no
Paul Valéry?
Juan Villoro, en el artículo “El caudillo mexicano ante su gente”,
comentó que “en las elecciones ganadas por Andrés Manuel López Obrador no se ha
votado por un programa de gobierno, sino que se ha definido el tamaño de una esperanza.
Los comicios marcaron el fin de las ideologías y creado mezclas
contradictorias”. Y precisó: “Los malos presagios que se cernían sobre las
elecciones desembocaron en un día pacífico, marcado por la ilusión. ¡De los
ogros al mundo de las hadas! ¿Una nueva irrealidad? Lo cierto es que más de un
millón de ciudadanos tuvieron a su cargo la jornada en la que el 53% votó por
un cambio cuya profundidad se ignora. No se definía un programa de gobierno; se
definía el tamaño de la esperanza.” (elpais.com, 09-07-18).
He ahí un pequeño problema. Demos tiempo al tiempo… ¿Más? En lo
personal, estoy preparado para lo peor, pero espero lo mejor, dijera Benjamin
Disraeli.
Aunque, viéndolo bien, pienso con Epicteto de Frigia que un barco no
debería navegar con una sola ancla, ni la vida con una sola esperanza.”
De cinismo y anexas
Y si de cultura hablamos, hay una cita en
Naolinco, donde tendrá lugar el “Tercer Festival Internacional de Música
Naolinco”, del 21 al 29 de julio del presente año. Entrada libre a todas las
actividades.
Ahí se ven.