*Entre
todos los sismos que se han documentado en México, los de 1985 y 2017 son los
que permanecerán siempre en nuestra memoria colectiva.
Tribuna Libre.- El terremoto del pasado 19 de septiembre de
2017 -que dejó 360 muertos- es el segundo desastre más mortífero de lo que va
del siglo en México, mientras que el ocurrido dos semanas antes, el 7 de
septiembre, es el cuarto más letal en este periodo. Para darnos una idea del
avance que hemos tenido en materia de prevención, debemos decir que la cantidad
de personas que murieron a causa del sismo de 1985 superó las 10 mil.
En todos los casos, la Ciudad de México ha
sido la zona más afectada. Sin embargo, el año pasado decenas de poblaciones de
varios estados se vieron seriamente afectadas. La vida de millones de mexicanos
cambió en un minuto.
Los sismos son también un fenómeno social que
han mostrado lo mejor de los mexicanos, y a veces lo peor -afortunadamente en
una proporcionan muy menor- de nuestros paisanos. Hace un año vimos cómo tras
el terremoto que sacudió al país, una ola de solidaridad espontánea conmovió al
mundo entero. Algo similar se vivió en el terremoto de 1985, hace exactamente
33 años; quienes vivimos esa tragedia recordamos la tristeza, pero también la
forma excepcional en la que la ciudadanía dio un ejemplo de ayuda.
Al mismo tiempo, hemos visto como detrás de
la desgracia se esconden un sinnúmero de actos de corrupción, como la explosión
inmobiliaria sin control, sin certificación, con planificación deficiente,
incumplimiento de normas y falta de verificación por parte de las autoridades.
Según especialistas, ningún edificio construido después de 1990 en la ciudad de
México, bajo normas de reconstrucción reforzadas tras el sismo de 1985, debió
sufrir daños más allá de sus acabados.
Es necesario asegurar en el futuro que lo que
une a la sociedad no lo divida el afán de lucro político.
Nuestro país cuenta hoy con un Sistema
Nacional de Protección Civil maduro y eficiente, surgido de la experiencia de
los sismos de 1985. Este sistema ha sentado las bases para la atención de
desastres e institucionalizó la protección civil dentro de los esquemas de
actuación de la administración pública. Hoy todas las instituciones del Estado
–públicas y privadas- tienen una responsabilidad en esta materia.
Desde el Senado de la República tuve la
oportunidad de contribuir a este gran esfuerzo de todos los mexicanos. Como
Presidente de la Comisión de Protección Civil asumimos el compromiso para
fortalecer una planificación territorial y de desarrollo urbano más
sustentable, además de una educación sobre riesgos y el desarrollo de sistemas
de alerta temprana. Sin embargo, los sismos del año pasado nos demostraron que
falta aún mucho por hacer, tanto por el gobierno como por la población civil.
México es un país que está expuesto a los
riesgos de la naturaleza. Los sismos, como cualquier otro fenómeno natural que
afecta la vida y la convivencia de las personas, deben ser una oportunidad para
expresar nuestra solidaridad y una responsabilidad compartida, y no solo como
una excusa para poner en evidencia la corrupción de las autoridades y el uso de
prácticas que lastiman aún más a la población afectada.
Cada catástrofe nos ha hecho un país
diferente y en muchos sentidos, aun mejor. Debo destacar el valor y compromiso
de nuestras fuerzas armadas, de esos mexicanos ejemplares que han estado
siempre en los momentos más difíciles para la sociedad. Hace un año, como hace
tres décadas, soldados y marinos se hicieron presentes para salvar vidas,
organizar brigadas o remover escombros; todos fuimos testigos de cómo la
llegada de personal militar generaba efusivas muestras de admiración.
El gobierno federal respondió con prontitud y
eficacia a las necesidades inmediatas, presentando un plan de reconstrucción
que se pudo consultar en la página de transparencia de la oficina de la
Presidencia. El Presidente Enrique Peña Nieto asumió un verdadero liderazgo en
esta lamentable jornada.
Por último, deseo expresar mi solidaridad a
nuestros paisanos de los estados de Sinaloa y Sonora que se han visto afectados
por las históricas lluvias en los últimos días. De ambas entidades guardo
recuerdos y amigos, por ello, su tragedia la siento propia. Es hora de mostrar
nuestra solidaridad como ellos mismos lo han hecho cuando la naturaleza también
ha lastimado a Veracruz.
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