Luis
Ignacio Lujano Rivera*| 17 septiembre de 2018
Tribuna Libre.- La rutina va generando en el ser humano
muchas costumbres con el transcurso del tiempo, que incluso nos hacen ver las
cosas con una normalidad incuestionable, pues hemos heredado costumbres por
generaciones y a veces nosotros mismos no pertenecemos o no nos merecemos aquello
a lo que nos hemos acostumbrado.
Qué costumbres recuerda Usted? Acaso recuerda la costumbre de que los niños
desde que nacen deben vestir de color azul y las niñas de rosa; que los niños
deben jugar con carritos y las niñas con muñequitas y que los niños deben
acompañar a su Papá para que le enseñe cosas de hombre y las niñas estar en
casa con la Mamá para que aprendan a cocinar y hacer las cosas del hogar para
cuando se casen.
Quizá se ha enterado de las costumbres en las
comunidades alejadas donde las niñas son entregadas a hombres desconocidos que
otorgan al padre de la niña una dote; o quizá haya leído en la historia de que
sólo los hombres podían heredar cargos gubernamentales o herencias; y que las
mujeres no tenían derecho a nada e incluso en México tuvieron derecho a
votar 1950 años después de Cristo y que
aún en el año 2018 todavía no tienen derecho a ser Presbíteras o Sacerdotizas
en la Iglesia Católica; y aún a la fecha la hija menor es la que por costumbre
no debe casarse para cuidar a su madre en su vejez.
Así como esas costumbres tan arraigadas a las
que todo el mundo se acostumbró, como en los años sesentas en los que las
mujeres no podían usar pantalones ni entrar a la iglesia sin cubrirse la
cabeza, al día de hoy, siguen existiendo infinidad de costumbres que le restan
libertades a los seres humanos, como aquella águila que se crío entre gallinas,
a la que le dijeron que ella nunca volaría por ser gallina, cuando en la
naturaleza de águila tenía la posibilidad sobrada de volar hasta la altura de
las montañas.
De igual forma, esas “convenientes
costumbres” que favorecen a grupos acreditados de poder, han hecho creer a
todas “las gallinas”, que algunos designios son “divinos” o son parte de
nuestro ser.
¿Quién recuerda el hecho de que el impuesto
de la Tenencia vehicular sólo fue un gravamen que nos dijeron que sólo duraría
UN AÑO, para soportar los gastos que se ocuparían para realizar en México la
Olimpiadas, pero que convenientemente lo dejaron 50 años más y para siempre, en
los Estados donde la gente no ha protestado.
Así como eso, nos hemos acostumbrado a no
cuestionarnos qué es lo que pasa cuando dicen que el fondo de pensiones del
ISSEMYM se quedó sin fondos: y con tal complacencia sólo pensamos “por algo
será”; y si acudimos a un hospital público y nos dicen que no hay medicinas,
gazas ni sábanas, sólo vemos cómo hacerle para comprar todo sin chistar; y si
la gente sufre asaltos, extorsiones o el robo de sus vehículos o si nos
aumentan los precios de la gasolina, gas, luz, transporte, la mayoría de gente
se contenta con enojarse con el Presidente de la República, tenga o no la culpa
de lo que pasa a nivel local, pero al final el conformismo es mayor, pues nos
ganan las costumbres. ¿Acaso habrá la posibilidad de que dejemos de
acostumbrarnos a lo que no nos gusta? ¿Usted qué opina?
*Consultor Político y Empresarial