La
primera versión del discurso de AMLO tras la Toma de Protesta, fue difundido
previamente a que se dijo ante el público.
*El
presidente Andrés Manuel López Obrador compartió la versión escrita de su
discurso previo a la ceremonia de Toma de Protesta.
*En la
versión que dijo, incluyó una de las frases más importantes, la que le dijo un
ciclista que lo alcanzó durante su recorrido: “No tengo derecho a fallarles”.
Tribuna Libre.- Diputadas y diputados. Senadoras, senadores,
autoridades locales y federales. Invitadas e invitados del extranjero.
Licenciado Enrique Peña Nieto, le agradezco sus atenciones. Pero, sobre todo,
le reconozco el hecho de no haber intervenido, como lo hicieron otros
presidentes, en las pasadas elecciones presidenciales.
Hemos padecido ya ese atropello
antidemocrático y valoramos el que el presidente en funciones respete la
voluntad del pueblo. Por eso, muchas gracias, licenciado Peña Nieto.
Amigas y amigos, por mandato del pueblo
iniciamos hoy la cuarta transformación política de México, puede parecer
pretencioso o exagerado, pero hoy no solo inicia un nuevo gobierno, hoy
comienza un cambio de régimen político.
A partir de ahora se llevará a cabo una
transformación pacífica y ordenada, pero al mismo tiempo profunda y radical,
porque se acabará con la corrupción y con la impunidad que impiden el
renacimiento de México.
Si definimos en pocas palabras las tres
grandes transformaciones de nuestra historia, podríamos resumir que en la
Independencia se luchó por abolir la esclavitud y alcanzar la soberanía
nacional, en la reforma por el predominio del poder civil y por la restauración
de la República. Y en la Revolución nuestro pueblo y sus extraordinarios
dirigentes lucharon por la justicia y por la democracia.
Ahora, nosotros queremos convertir la
honestidad y la fraternidad en forma de vida y de gobierno. No se trata de un
asunto retórico o propagandístico, estos postulados se sustentan en la
convicción de que la crisis de México se originó, no solo por el fracaso del
modelo económico neoliberal aplicado en los últimos 36 años, sino también por
el predominio en este periodo de la más inmunda corrupción pública y privada.
En otras palabras, como lo hemos repetido
durante muchos años, nada ha dañado más a México que la deshonestidad de los
gobernantes y de la pequeña minoría que ha lucrado con el influyentismo.
Esa es la causa principal de la desigualdad
económica y social, y también de la inseguridad y de la violencia que
padecemos.
En cuanto a la ineficiencia del modelo
económico neoliberal, baste decir que ni siquiera en términos cuantitativos ha
dado buenos resultados. Recuérdese que luego de la etapa violenta de la
Revolución, desde los años treinta, hasta los setenta del siglo pasado, es
decir, durante 40 años, la economía de México creció a una tasa promedio anual
del 5 por ciento.
Y durante ese mismo periodo, en dos sexenios
consecutivos, de 1958 a 1970, cuando fue ministro de Hacienda Antonio Ortíz
Mena, la economía del país no solo creció al 6 por ciento anual sino que este
avance se obtuvo sin inflación y sin incremento de la deuda pública. Por
cierto, Ortíz Mena no era economista sino abogado.
Posteriormente hubo 2 gobiernos, de 1970 a
1982, en que la economía también creció a una tasa del 6 por ciento anual pero
con graves desequilibrios macroeconómicos, es decir, con inflación y
endeudamiento.
En cuanto a la política económica aplicada
durante el periodo neoliberal, de 1983 a la fecha, ha sido la más ineficiente
en la historia moderna de México. En este tiempo la economía ha crecido en 2
por ciento anual, y tanto por ello como por la tremenda concentración del
ingreso en pocas manos, se ha empobrecido a la mayoría de la población hasta
llevarla a buscarse la vida en la informalidad, a emigrar masivamente del
territorio nacional o a tomar el camino de las conductas antisociales.
Lo digo con realismo y sin prejuicios
ideológicos: la política económica neoliberal ha sido un desastre, una
calamidad para la vida pública del país. Por ejemplo, la reforma energética,
que nos dijeron que vendría a salvarnos solo ha significado la caída en la
producción de petróleo y el aumento desmedido en los precios de las gasolinas,
el gas y la electricidad.
Cuando se aprobó la reforma energética hace 4
años se afirmó que se iba a conseguir inversión extranjera a raudales, como
nunca. El resultado es que apenas llegaron 760 millones de dólares de capital
foráneo, lo que únicamente representa el 1.9 por ciento de la incipiente
inversión pública realizada por Pemex en el mismo periodo, y apenas en 0.7 por
ciento de la inversión prometida.
En los considerandos de las leyes aprobadas
en ese entonces se aseguraba que en ese año íbamos a estar produciendo 3
millones de barriles diarios, y la realidad es que estamos extrayendo solo 1
millón 763 mil, 1 millón 763 mil barriles diarios. Es decir, 41 por ciento menos
de lo estimado y con tendencia a la baja.
Es tan grave el daño causado al sector
energético nacional durante el neoliberalismo, que no solo somos el país
petrolero que más gasolinas importa en el mundo, sino que ahora ya estamos
comprando petróleo crudo para abastecer a las únicas seis refinerías que apenas
sobreviven, téngase en cuenta que precisamente desde hace 40 años no se
construye una nueva refinería en el país.
Aquí agrego otros saldos de la política
económica neoliberal o neoporfirista. De México es originario el maíz, esa
planta bendita y somos la nación que más importa maíz en el mundo. Antes del
neoliberalismo producíamos y éramos autosuficientes en gasolinas, diesel, gas,
energía eléctrica. Ahora compramos más de la mitad de lo que consumimos de
estos insumos.
En este periodo el poder adquisitivo del
salario mínimo se ha deteriorado en 60 por ciento y el salario de los mexicanos
es de los más bajos del planeta. Tenemos el doble de enfermos de diabetes en
comparación con países de América Latina. Durante el periodo neoliberal nos
convertimos en el segundo país del mundo con mayor migración. Viven y trabajan
en Estados Unidos, 24 millones de mexicanos. Y por lo que hace a la violencia,
estamos en los primeros lugares del mundo.
Según la última medición de Transparencia
Internacional ocupamos el lugar 135 en comparación con 176 países evaluados.
Ocupamos el lugar 135 en corrupción, entre 176 países evaluados y pasamos a ese
sitio luego de estar en el lugar 59 en el 2000, subir al 70 en el 2006, escalar
al 106 en el 2012 y llegar en 2017 a la vergonzosa posición en que nos
encontramos.
Por eso insisto. El distintivo del
neoliberalismo es la corrupción. Suena fuerte, pero privatización ha sido en
México sinónimo de corrupción. Desgraciadamente casi siempre ha existido este
mal en nuestro país, pero lo sucedido durante el periodo neoliberal no tiene
precedente en estos tiempos que el sistema en su conjunto ha operado para la
corrupción. El poder político y el poder económico se han alimentado y nutrido
mutuamente y se ha implantado como modus operandi el robo de los bienes del
pueblo y de las riquezas de la nación.
En la época de la llamada, o del llamado
desarrollo estabilizador, o compartido, que va de los años 30 a los 70 del
siglo pasado, los gobernantes no se atrevieron a privatizar las tierras
ejidales, los bosques, las playas, los ferrocarriles, las telecomunicaciones,
las minas, la industria eléctrica ni mucho menos a enajenar el petróleo, pero
en estas últimas tres décadas las máximas autoridades se han dedicado, como en
el Porfiriato, a concesionar el territorio y a transferir empresas y bienes
públicos, e incluso funciones del Estado a particulares nacionales y
extranjeros.
No se trata, como antes, de actos delictivos
individuales, o de una red de complicidades para hacer negocios al amparo del
gobierno. En el periodo neoliberal la corrupción se convirtió en la principal
función del poder político, por eso si me piden que exprese en una frase el
plan del nuevo gobierno, respondo: acabar con la corrupción y con la impunidad.
Pero al contrario de lo que pudiera
suponerse, esta nueva etapa la vamos a iniciar sin perseguir a nadie porque no
apostamos al circo ni a la simulación.
Queremos regenerar, de verdad, la vida
pública de México. Además, siendo honestos, como lo somos, si abrimos
expedientes dejaríamos de limitarnos a buscar chivos expiatorios, como se ha
hecho siempre, y tendríamos que empezar con los de mero arriba, tanto del
sector público como del sector privado.
No habría juzgados ni cárceles suficientes, y
lo más delicado, lo más serio, meteríamos al país en una dinámica de fractura,
conflicto y confrontación, y ello nos llevaría a consumir tiempo, energía y
recursos que necesitamos para emprender la regeneración verdadera y radical de
la vida pública de México, la construcción de una nueva patria, la reactivación
económica y la pacificación del país.
Estamos ante un asunto político de Estado, y
como tal debemos enfrentarlo. Mi postura al respecto la definí con toda
claridad desde la campaña. Dije que no es mi fuerte la venganza, y que si bien
no olvido, sí soy partidario del perdón y la indulgencia.
Además, y esto es muy importante, creo
precisamente que en el terreno de la justicia se pueden castigar los errores
del pasado, pero lo fundamental es evitar los delitos del porvenir.
En consecuencia, propongo al pueblo de México
que pongamos un punto final a esta horrible historia y mejor empecemos de
nuevo, en otras palabras, que no haya persecución a los funcionarios del
pasado, y que las autoridades encargadas desahoguen en absoluta libertad…
Que las autoridades encargadas desahoguen en
absoluta libertad los asuntos pendientes, por cierto, hoy se constituye una
comisión de la verdad para castigar los abusos de autoridad, para atender el
caso de los jóvenes desaparecidos de Ayotzinapa.
Que se castigue a los que resulten
responsables, pero que la Presidencia se abstenga de solicitar investigaciones
en contra de los que han ocupado cargos públicos o se hayan dedicado a hacer
negocios al amparo del poder durante el período neoliberal.
Desde mi punto de vista, en las actuales
circunstancias es más severa y eficaz la condena al régimen neoliberal, dejar
en claro su manifiesto fracaso y su evidente corrupción, y hacer todo lo que
podamos para abolir el régimen neoliberal y someter a procesos judiciales o a
juicios sumarios a sus personeros, quienes a fin de cuentas no dejan de ser
menores ante la esperanza de todo un pueblo y la fortaleza de una nación como
la nuestra.
Pero de cualquier manera, como en todos los
asuntos de trascendencia para la vida pública del país, yo defenderé con
libertad y argumentos mi postura del punto final y de pensar y trabajar hacia
el porvenir, pero la ciudadanía tendrá la última palabra, porque todos estos
asuntos se van a consultar a los ciudadanos.
También aclaro que si se acepta mi propuesta
de mantener al margen de este asunto al Poder Ejecutivo, tal determinación se
aplicará para los de antes y para los que se van, no para nosotros, quienes
mantendremos en alto el ideal y la práctica de la honestidad. Empiezo por
informar que hemos promovido una ley para convertir la corrupción en delito
grave, que aunque parezca increíble no lo era.
Con apego a mis convicciones y en uso de mis
facultades, me comprometo a no robar y a no permitir que nadie se aproveche de
su cargo o posición para sustraer bienes del erario o hacer negocios al amparo
del poder público.
Esto aplica para amigos, aplica para
compañeros de lucha y familiares.
Dejo en claro que si mis seres queridos, mi
esposa o mis hijos, cometen un delito, deberán ser juzgados como cualquier otro
ciudadano. Solo respondo por mi hijo Jesús, por ser menor de edad.
En cuanto a mi persona, he promovido desde
hace años la reforma al artículo 108 de la Constitución para eliminar la
impunidad y los fueros de los altos funcionarios públicos, empezando por el
presidente de la República, quien ahora, según la iniciativa de ley que hoy,
este día, estoy enviando al Senado, podrá ser el presidente de la República
juzgado como cualquier ciudadano por el delito que sea, aun estando en
funciones.
Un buen juez por la casa empieza. Pondremos
orden en la cúpula del poder, porque la corrupción se promueve y se practica
fundamentalmente desde lo alto hacia los niveles inferiores. Es decir, vamos a
limpiar al gobierno de corrupción de arriba para abajo, como se limpian las
escaleras.
El otro distintivo del nuevo gobierno será la
separación del poder económico del poder político. El gobierno ya no será un
simple facilitador para el saqueo, como ha venido sucediendo. Ya el gobierno no
va a ser un comité al servicio de una minoría rapaz. Representará a ricos y
pobres, creyentes y libres pensadores, y a todas las mexicanas y mexicanos, al
margen de ideologías, orientación sexual, cultura, idioma, lugar de origen,
nivel educativo, o posición socioeconómica. Habrá un auténtico Estado de
derecho, tal como lo resume la frase de nuestros liberales del siglo XIX, al
margen de la ley nada y por encima de la ley nadie.
También transitaremos hacia una verdadera
democracia, se acabará la vergonzosa tradición de fraudes electorales. Las
elecciones serán limpias y libres y quien utilice recursos públicos o privados
para comprar votos y traficar con la pobreza de la gente o el que utilice el
presupuesto para favorecer a candidatos o partidos, irá a la cárcel sin derecho
a fianza.
El combate a la corrupción y la austeridad
nos permitirá liberar suficientes fondos, más de lo que imaginamos, mucho más,
para impulsar el desarrollo de México. Con esta fórmula sencilla de acabar con
la corrupción y de llevar a la práctica la austeridad republicana, no habrá
necesidad de incrementar impuestos en términos reales, y ese es un compromiso
que estoy haciendo, ni aumentarán los precios de los combustibles más allá de
la inflación.
Ahora resulta que los que aumentaron el
precio a las gasolinas están pidiendo que baje. Hago el compromiso responsable,
que pronto, muy pronto, cuando terminemos la refinería que vamos a construir en
México y se rehabiliten seis refinerías, va a bajar el precio de la gasolina y
de todos los combustibles.
Tampoco, que se oiga bien y que se oiga
lejos, tampoco vamos a endeudar al país.
Cuando terminó el sexenio del presidente Fox
la deuda pública –esto no se sabe, pero no está de más recordarlo– era de 1.7
billones. Cuando dejó el gobierno Calderón, la deuda aumentó a 5.2 billones,
más de 200 por ciento. Y en esos dos sexenios fue cuando se recibió más dinero
por la venta de petróleo al extranjero y todo se derrochó o se fue por el caño
de la corrupción.
Ahora la deuda es de 10 billones. Nada más
para pagar el servicio de esa enorme deuda tenemos que destinar del presupuesto
del año próximo alrededor de 800 mil millones de pesos. Por eso, ya no va a
aumentar la deuda pública. Ese es nuestro compromiso.
No gastaremos más de lo que ingrese a la
hacienda pública. Se respetarán los contratos suscritos por los gobiernos
anteriores, pero ya no habrá más corrupción ni influyentismo en negociaciones
con empresas particulares.
Me comprometo, y soy hombre de palabra, a que
las inversiones de accionistas nacionales y extranjeros estarán seguras y se
crearán condiciones hasta para obtener buenos rendimientos, porque en México
habrá honestidad, Estado de derecho, reglas claras, crecimiento económico y
habrá confianza.
Reitero también que se respetará la autonomía
del Banco de México. Estamos elaborando el presupuesto del año próximo y
gracias a los ahorros que obtendremos con el combate a la corrupción y con la
aplicación de las medidas de austeridad, se incrementará la inversión pública
para rescatar la industria petrolera y la industria eléctrica.
Vamos a impulsar proyectos productivos con
inversión pública y privada, nacional y extranjera. Estos proyectos se crearán
como cortinas de desarrollo de sur a norte del país, para retener a los
mexicanos en sus lugares de origen. Queremos que la migración sea optativa, no
obligatoria. Vamos a lograr que los mexicanos tengan trabajo, prosperen y sean
felices donde nacieron, donde están sus familiares, sus costumbres y sus
culturas.
Por ello, se construirá el tren maya, se
sembrarán un millón de hectáreas de árboles frutales y maderables en el
Sur-Sureste. Se rehabilitarán, como ya lo expresé, las refinerías existentes y
haremos una nueva refinería en Dos Bocas, Paraíso, Tabasco, para dejar de
comprar la gasolina en el extranjero.
En el Istmo de Tehuantepec se promoverá la
creación de una vía férrea para un tren de contenedores de carga y se ampliarán
los puertos de Salina Cruz y Coatzacoalcos, para comunicar en menos tiempo a
los países de Asia con la costa este de Estados Unidos.
En este corredor habrá energía eléctrica y
gas a precios bajos, así como subsidios fiscales para la instalación de
fábricas y la creación de empleos.
En tres años estará funcionando –me canso,
ganso–, además del actual, el nuevo aeropuerto de la Ciudad de México, con dos
pistas adicionales en la Base Aérea de Santa Lucía.
Asimismo, desde el primero de enero próximo
entrará en vigor la zona libre a lo largo de los 3 mil 180 kilómetros de
frontera con Estados Unidos. Esta franja de 25 kilómetros de ancho se
convertirá en la zona libre más grande del mundo. Allí se cobrará lo mismo de
impuestos y costarán igual los energéticos que en California, en Arizona, Nuevo
México y Texas, de la Unión Americana.
En otras palabras, en esta franja…. El día
primero de enero. En otras palabras, en esta franja se reducirá el IVA del 16
al 8 por ciento. El impuesto sobre la renta bajará al 20 por ciento. La
gasolina, el gas y la electricidad costarán menos que en el resto del país y se
aumentará al doble el salario mínimo.
Esta será la última cortina de desarrollo
para retener con trabajo y bienestar a nuestros compatriotas en el territorio
nacional. En cuanto al bienestar de nuestro pueblo el plan es combatir la
pobreza y la marginación como nunca se ha hecho en la historia.
Hoy presento formalmente a este Congreso
reformas constitucionales, proyectos de reforma a la Constitución, para
establecer el estado de bienestar y garantizar el derecho del pueblo a la
salud, la educación y a la seguridad social.
Haremos a un lado la hipocresía neoliberal.
El Estado se ocupará de disminuir las desigualdades sociales, no se seguirá
desplazando a la justicia social de la agenda del gobierno. No se condenará a
quienes nacen pobres a morir pobres. Todos los seres humanos tienen derecho a
vivir y ser felices, es inhumano utilizar al gobierno para defender intereses particulares
y desvanecerlo cuando se trata de proteger el beneficio de las mayorías. No es
lícito, no es jugar limpio defender la facultad del Estado para rescatar
instituciones financieras en quiebra y considerarlo una carga cuando se busca
promover el bienestar de los más necesitados.
Es pertinente, pues, exponer con toda
claridad que vamos a atender y a respetar a todos. Que vamos a gobernar para
todos, pero que le vamos a dar preferencia a los vulnerables y a los
desposeídos. Por el bien de todos, primero los pobres.
Nuestra consigna de siempre es, a partir de
hoy, principio de gobierno. Enumero algunas acciones.
Se cancelará la mal llamada reforma
educativa. Se creará el Instituto Nacional para la Atención de los Pueblos
Indígenas. Iniciará de inmediato el programa de atención médica y medicamentos
gratuitos en las zonas marginadas del país y se volverá universal en todo el
país este programa de atención médica y medicamentos gratuitos, a la mitad del
sexenio. Es mi compromiso.
Los aumentos al salario mínimo no volverán a
fijarse por debajo de la inflación como llegó a suceder en el periodo
neoliberal. En 2 millones 300 mil jóvenes serán contratados para trabajar como
aprendices en talleres, empresas, comercios y diversas labores productivas o
sociales, y se les pagará un salario mientras se van capacitando de 3 mil 600
pesos mensuales. Ya no va a haber ni-nis. No se va a dar la espalda a los
jóvenes ni se les va a ofender llamándoles de esa manera, porque no es culpa de
ellos que no tengan oportunidad de trabajo y de estudio.
Se otorgarán 10 millones de becas a
estudiantes en todos los niveles de escolaridad, se crearán 100 universidades
públicas, se fomentará el deporte y las actividades artísticas, la ciencia y la
tecnología.
La pensión a los adultos mayores, que fue una
creación de nuestro movimiento, el programa de la pensión a los adultos mayores
aumentará, esa pensión, al doble, y tendrá carácter universal. Es decir,
también van a recibir este apoyo los jubilados, pensionados del ISSSTE y del
Seguro.
Un millón de personas con discapacidad o con
capacidades diferentes tendrán una pensión igual que la de los adultos mayores.
Se atenderá de inmediato a los damnificados
por los sismos, se otorgarán créditos a la palabra a agricultores, ganaderos,
pescadores, a dueños de talleres, a los artesanos, a pequeños comerciantes, a
empresarios.
Se ayudará a productores del campo con
subsidios y precios de garantía, y se venderá a precio justo una canasta de
alimentos básicos para combatir la desnutrición y el hambre.
Es importante precisar que los destinatarios
de estos programas recibirán lo que les corresponde de manera directa,
personalizada, sin intermediarios, con el propósito de que no haya manipulación
de los apoyos con fines electorales, y que lleguen a sus beneficiarios completos
estos apoyos, sin moches ni comisiones indebidas.
También vamos a evitar afectaciones al medio
ambiente. Aprovecho para reiterar que no se permitirá el fracking ni
transgénicos.
Como se comprenderá la necesidad de emprender
estas y otras acciones explica y justifica el plan de austeridad republicana al
que nos hemos comprometido, y que, dicho sea de paso, no significa, como se
piensa en otros países, un mero conjunto de ajustes en el gasto productivo y
social del presupuesto. Aquí lo entendemos no solo como un asunto
administrativo, sino como una política de principios, toda vez que implica
terminar con los privilegios de la alta burocracia. Juárez decía que los
funcionarios debían aprender a vivir en la justa medianía, y nosotros
sostenemos que no puede haber gobierno rico, con pueblo pobre.
Por eso, bajarán los sueldos de los altos
funcionarios públicos. Ya se aprobó esa ley en este Congreso, en esta
legislatura. Van a bajar los sueldos de los de arriba, porque van a aumentar
los sueldos de los de abajo.
Ya no habrá servicio médico privado para los
altos funcionarios públicos. Se destinaban 5 mil millones de pesos nada más
para el pago de la atención de servicios médicos a los altos funcionarios
públicos.
Ya no habrá cajas de ahorro especial para los
altos funcionarios públicos. Ya no hay, ya se aprobó esa ley.
Nadie podrá viajar en aviones o helicópteros
privados a expensas del dinero público. Desde el lunes próximo se pondrá en
venta el avión presidencial y toda la flotilla de aviones y helicópteros para
uso de altos funcionarios.
El presidente de la República ganará el 40
por ciento de lo que recibía el presidente saliente.
No habrá compras de vehículos para
funcionarios, ser reducirá en 50 por ciento el gasto de publicidad del
gobierno.
Se van a disminuir las unidades
administrativas en el país y no habrá oficinas del gobierno en el extranjero,
salvo por supuesto, las embajadas y los consulados.
Los 8 mil elementos del Estado Mayor que se
destinaban a cuidar al presidente y los 3 mil 200 agentes de Gobernación, hasta
ayer dedicados al espionaje, pasarán a formar parte de la Guardia Nacional.
No viviré en Los Pinos y esa residencia
oficial ya se abrió, desde hoy, al público y se integrará al bosque de
Chapultepec para convertirse en uno de los espacios más grandes e interesantes
del mundo para el arte y la cultura.
Otro cambio importante será el de la creación
de la Guardia Nacional, si lo autoriza el pueblo y el Poder Legislativo, para
enfrentar el grave problema de la inseguridad y de la violencia que padecemos.
Esto significa replantear el papel de las Fuerzas Armadas ante la inoperancia
de las corporaciones policiales.
Es indispensable aceptar que la Policía
Federal creada hace 20 años para suplir la labor de las Fuerzas Armadas en el combate
a la delincuencia, es en la actualidad un agrupamiento de apenas 20 mil
efectivos, que carecen de disciplina, capacitación y profesionalismo.
En cuanto a los agentes ministeriales y los
cuerpos policiales estatales y municipales, se debe reconocer, sin generalizar,
que muchos están movidos por la corrupción y no por el deber del servicio
público, y que su descomposición los pone bajo el dominio de la delincuencia.
El ciudadano mexicano en la actualidad está en estado de indefensión. No
tenemos policías para cuidar a los ciudadanos.
Siempre he pensado que ante el problema de la
inseguridad lo pertinente es atender las causas que originan la violencia, y
así lo haremos, pero ante la ineficiencia de las corporaciones policiales y el
grave aumento de homicidios, robos, secuestros, feminicidios y otros crímenes,
estoy solicitando al Congreso, con carácter urgente, la aprobación de una
reforma constitucional que nos permita crear, con la integración de la Policía
Militar, la Policía Naval y la Policía Federal, una Guardia Nacional para
realizar funciones de seguridad pública, con pleno respeto a los derechos
humanos.
Sé que es un tema polémico, pero tengo la
obligación de expresar mi punto de vista con realismo y argumentos.
Las Fuerzas Armadas están entre las mejores
instituciones de México. El Ejército Mexicano se constituyó en 1913 para
enfrentar al gobierno usurpador de Victoriano Huerta. Se trata de un Ejército
revolucionario, surgido del pueblo y que desde entonces ha experimentado pocos
quiebres en su unidad y disciplina.
La última rebelión militar fue la del general
Saturnino Cedillo, en 1938-1939 y nunca el Ejército Mexicano ha dado un golpe
de Estado a una autoridad civil. Su lealtad al gobierno y su falta de ambición
por el poder económico y político tiene en buena medida su explicación, entre
otros factores, en que el Ejército Mexicano no es un agrupamiento elitista,
sino que siempre se ha nutrido del pueblo raso. El soldado es pueblo
uniformado.
Ciertamente no todos los militares han
ostentado comportamientos intachables y tampoco debe omitirse el hecho de que
el Ejército ha participado en actos de represión por órdenes de autoridades
civiles. Pero en nuestros institutos castrenses no se han formado minorías
corrompidas, como sucede en otros ámbitos del poder, y a diferencia de lo que
ocurre en otros países, en México no se sabe de militares que formen parte de
la oligarquía. Además, es un hecho que el Ejército cuenta con respaldo de la
opinión pública, es una institución que a lo largo de su historia ha mantenido
su profesionalismo y ha sido eficaz, sin duda, en tareas de auxilio a la
población en casos de desastre, en terremotos, inundaciones, huracanes, y ha
prestado otros servicios a la comunidad.
Las Fuerzas Armadas han hecho escuelas, tienen
universidades, centros de investigación, poseen disciplina y espíritu de
cuerpo, han mantenido su vocación nacionalista, y esto es muy importante, y
nunca han estado subordinadas a ninguna hegemonía o fuerza extranjera.
Lo mismo puede decirse de la Secretaría de
Marina, téngase en cuenta que esta dependencia se creó en 1940, cuando la
original Secretaría de Guerra y Marina se dividió en dos instituciones.
Así pues, el Ejército y la Marina pueden ser
previa preparación y capacitación para el respeto de los derechos humanos, y
mediante la aplicación de protocolos para el uso de la fuerza, las
instituciones fundamentales para garantizar la seguridad nacional, la seguridad
interior y la seguridad pública.
Agrego que el Plan de Paz y Seguridad incluye
la creación de 266 coordinaciones territoriales en el país. Todos los días
desde las seis de la mañana voy a presidir, en Palacio Nacional, la reunión del
Gabinete de Seguridad, en la cual recibiremos el parte o reporte de lo sucedido
en las últimas 24 horas y tomaremos las medidas necesarias.
Añado que según nuestras leyes el titular del
Poder Ejecutivo es el comandante supremo de las Fuerzas Armadas y reafirmo el
compromiso de que el presidente de México nunca dará la orden de reprimir al
pueblo ni será cómplice o encubridor de eventuales violaciones a los derechos
humanos.
En materia de política exterior nos
apegaremos a los principios constitucionales de no intervención,
autodeterminación de los pueblos, solución pacífica de las controversias y
cooperación para el desarrollo.
Mantendremos buenas relaciones con todos los
pueblos y gobiernos del mundo, por eso agradezco la presencia del señor Michael
Pence, vicepresidente de los Estados Unidos y a su señora esposa, Karen Pence.
Y quiero destacar que, desde el día primero
de julio, desde el día de mi elección, he recibido un trato respetuoso del
presidente Donald Trump, a quien agradezco que en plan de amistad haya enviado
a esta ceremonia a su hija Ivanka.
La misma atención he recibido del primer
ministro de Canadá, Justin Trudeau. Con ellos, con los dos mandatarios, con el
presidente de Estados Unidos y con el primer ministro de Canadá estoy hablando
para ir más allá del Tratado de Libre Comercio de América del Norte y lograr un
acuerdo de inversión entre empresas y gobiernos de las tres naciones, para
impulsar el desarrollo de los países centroamericanos y también del nuestro. Y
enfrentar de esta forma, y no con medidas coercitivas, el fenómeno migratorio.
Me da mucho gusto contar con la presencia de
presidentes de América latina y del Caribe. México no dejará de pensar en Simón
Bolívar y en José Martí, quienes junto con Benito Juárez siguen guiando con sus
ejemplos de patriotismo el camino a seguir de pueblos y de dirigentes
políticos.
Gracias por estar aquí, Jimmy Morales
Cabrera, presidente de la República vecina de Guatemala. Juan Orlando Hernández
Alvarado, presidente de la República de Honduras y su señora esposa, Ana
García. Óscar Samuel Ortiz Ascencio, vicepresidente de la República del
Salvador. Colville Young, gobernador general también de nuestra vecina
República de Belice. Miguel Díaz-Canel Bermúdez, presidente de los Consejos de
Estado y de Ministros de la hermana República de Cuba.
Danilo Medina Sánchez, presidente de la
República Dominicana. Jovenel Moïse, presidente de la República de Haití. Iván
Duque Márquez, presidente de la República de Colombia. Nicolás Maduro Moros,
presidente de la República bolivariana de Venezuela. Lenín Moreno Garcés, amigo
Lenín, presidente de la República de Ecuador y su señora esposa Rocío González.
Amigo Evo Morales, presidente del estado plurinacional de Bolivia. Martín
Vizcarra Cornejo, presidente de la República del Perú.
Agradezco la presencia de Julie Payette,
gobernadora general de Canadá. Brahim Ghali, presidente de la República Árabe
Democrática Saharaui. De Kim Yong-nam, presidente de la República de la
Asamblea Popular Suprema de la República Popular Democrática de Corea. Shen
Yueyue, vicepresidenta de la Asamblea Popular China.
También agradezco, por los lazos de historia,
de cultura, que nos unen, la presencia de Felipe VI, rey de España. Del primer
ministro António Costa, de la República portuguesa. De Eugene Philip
Rhuggenaath, primer ministro y ministro de asuntos generales de Curazao. Ana
Birchall, viceprimera ministra de Rumania. De Lucía Topolansky, vicepresidenta
de la República Oriental del Uruguay. De Gabriela Michetti, vicepresidenta de
la República de Argentina. De Hugo Velázquez, vicepresidente de la República
del Paraguay y su señora esposa, Lourdes Samaniego. De Claudia Dobles Camargo,
primera dama de la República de Costa Rica.
Agradezco a muchos representantes de los organismos
internacionales, de gobernadores, de autoridades, de varios países. Están aquí
amigos entrañables como Miguel Ángel Revilla, presidente del gobierno de
Cantabria y su señora esposa, Aurora Díaz. Está nuestro amigo, Jeremy Corbyn,
miembro del Parlamento del Reino Unido, dirigente del Partido Laborista.
Está también un embajador de la poesía y de
la congruencia, Silvio Rodríguez, y su esposa, Niurka González.
Amigas y amigos, llegué a la Presidencia de
la República después de muchos años de lucha personal y colectiva. Aquí
recuerdo a los que iniciaron este movimiento, a los que sembraron lo que ahora
nosotros estamos cosechando. Dirigentes sociales, políticos, muchos que se nos
adelantaron, pero fueron los precursores de esta lucha, de este movimiento.
Nunca los vamos a olvidar.
Llegamos después de muchos años, y en mi
caso, como en la mayoría de los que forman parte de este gran movimiento, sin
dejar la dignidad en el camino, manteniendo en alto nuestros ideales, nuestros
principios. En mi caso particularmente, también en el de muchos otros, mujeres
y hombres, mi honestidad, que es lo que estimo más importante en mi vida.
Estoy preparado para no fallarle a mi pueblo.
Ahora que venía para acá, se emparejó un joven en bicicleta y me dijo: Tú no
tienes derecho a fallarnos. Y ese es el compromiso que tengo con el pueblo: No
tengo derecho a fallar.
Nada material me interesa ni me importa la
parafernalia del poder. Siempre he pensado que el poder debe ejercerse con
sabiduría y humildad, y que sólo adquiere sentido y se convierte en virtud
cuando se pone al servicio de los demás.
Estoy consciente de la gran expectativa que
existe entre los mexicanos, y el desafío que significa enfrentar los grandes y
graves problemas nacionales, pero soy optimista y creo que vamos a salir bien,
vamos a enfrentar bien los grandes y graves problemas nacionales porque creo en
el pueblo y en su cultura, la cultura del pueblo, de nuestro pueblo, las
culturas de México que siempre han sido nuestras salvadoras.
Con nuestras culturas hemos enfrentado
epidemias, terremotos, inundaciones, hambrunas, invasiones, guerras civiles,
crisis económicas, epidemias, malos gobiernos y otras calamidades, y siempre
hemos resurgido con dignidad y con orgullo.
La herencia de civilizaciones nos ha forjado
como un pueblo tenaz, combativo, luchón, emprendedor, honesto, con una
excepcional idiosincrasia de fraternidad, de amor al prójimo, de verdadera
solidaridad.
Nuestro pueblo no es flojo, no es perezoso,
no es indolente, por el contrario, es de las sociedades más trabajadoras del
mundo, y ahí está el ejemplo de nuestros paisanos migrantes que por necesidad
han ido a ganarse la vida a Estados Unidos y ahora están enviando a sus
familiares 30 mil millones de dólares anuales.
Esas remesas son la principal fuente de
ingresos de nuestro país y el dinero de mayor beneficio social que recibimos
del extranjero.
México no es el cuerno de la abundancia que
su silueta en el mapa pareciera evocar, pero aun así tenemos muchos recursos
naturales: agua, petróleo, gas, yacimientos minerales, vientos, sol, playas,
contamos con bosques y selvas, con buenas tierras para la producción agropecuaria
y forestal, y somos de los países con mayor biodiversidad en el mundo.
Por eso estoy optimista, creo que ya estamos
logrando, se está iniciando y ya vamos en el camino de lograr el renacimiento
de México, que nos vamos a convertir en una potencia económica y, sobre todo,
en un país modelo que habrá de demostrar al mundo que acabar con la corrupción
es posible, y así lo haremos, porque de esa manera construiremos una sociedad
más justa, democrática, fraterna y siempre alegre.
Son tres cosas las que necesitamos para
enfrentar la crisis de México y dos de ellas están aseguradas de antemano. Lo
reitero, un pueblo trabajador y suficientes riquezas naturales. Pronto, muy
pronto, tendremos lo tercero, un buen gobierno, y en ese compromiso empeño mi
honor y mi palabra.
Gobernaré con entrega total a la causa
pública, dedicaré todo mi tiempo, mi imaginación, mi esfuerzo a recoger los
sentimientos y a cumplir con las demandas de la gente. Actuaré sin odios, no le
haré mal a nadie, respetaré las libertades, apostaré siempre a la
reconciliación y buscaré que entre todos y por el camino de la concordia,
logremos la cuarta transformación de la vida pública de México.
Por último, así como soy juarista y
cardenista, también soy maderista y partidario del sufragio efectivo y de la no
reelección.
Trabajaré 16 horas diarias para dejar en seis
años muy avanzada la obra de transformación, haré cuanto pueda para
obstaculizar las regresiones en las que conservadores y corruptos estarán
empeñados.
Por eso aplicaremos rápido, muy rápido, los
cambios políticos y sociales para que si en el futuro nuestros adversarios, que
no nuestros enemigos, nos vencen, les cueste mucho trabajo dar marcha atrás a
lo que ya habremos de conseguir. Como dirían los liberales del siglo XIX, los liberales
mexicanos, que no sea fácil retrogradar.
Pero también dejo en claro que bajo ninguna
circunstancia habré de reelegirme, por el contrario, me someteré a la
revocación del mandato porque deseo que el pueblo siempre tenga las riendas del
poder en sus manos. En dos años y medio habrá una consulta y se les preguntará
a los ciudadanos si quieren que el presidente de la República se mantenga en el
cargo o que pida licencia, porque el pueblo pone y el pueblo quita, y es el
único soberano al que debo sumisión y obediencia.
Acepto el reto y les invito a participar para
celebrar juntas y juntos, el esplendor y la grandeza futura de nuestro querido
México. Gracias de todo corazón. Que viva México. Viva México. Viva México.