Ixtaczoquitlán, Ver. | 29 octubre de 2012
Jacinto Romero Flores
Tribuna Libre.- ¡No merecía acabar así!, es la opinión
generalizada de la gente que conoció al ingeniero Rafael Campos Oropeza, y es
que en realidad, atrás del empresario, del patrón, del padre de familia, del
conciliador de conflictos, estaba un ser humano, un ser humano con letras
mayúsculas.
Prueba de lo manifestado y testigo de lo
anterior, fue Roberto Huerta Abad, luchador social a favor de las clases pobres
de la zona centro, justamente el día que sucedieron los hechos lamentables,
tuvimos la fortuna de conversar con él de muchos temas, - ¿Ingeniero, se ha
comentado que tanto usted o su hijo, o uno de los dos, podrían ser aspirantes a
la alcaldía de Ixtaczoquitlán?, -“no, como crees ni Charly no yo estamos
interesados en la política, aunque quiero decirte que Charly tiene muchos
amigos en ese ambiente, por eso lo han visto en actos donde han estado
funcionarios del gobierno, pero de ninguna manera, no hay interés alguno”.
-Ingeniero que opina del desempeño de Juan
Manuel Diez Francos ahora como diputado, y sobre la posibilidad de ser
gobernador del estado al tener muchos negocios con su apellido Diez, ¿eso le
favorecería?- “mira yo creo que él es un empresario exitoso, y no tiene necesidad
de vivir de la política, tiene mucha visión, y la verdad serviría de mucho para
la ciudad, que ocupará otra vez este cargo, y en cuanto a lo que me dices de
sus casas de campaña, pues si, mucha gente conoce los negocios de automóviles
que tiene en todo el estado, pero de eso a que pueda ser gobernador, mhh le
falta mucho”.
¿Entonces si es necesario que un empresario
gobierne Ixtac?,- “para Ixtaczoquitlán eso falta, falta que verdaderamente
llegue una persona con una visión empresarial, por ejemplo, hay un proyecto de
varios millones de pesos, para ampliar la calle de Ojo de Agua rumbo a Fermex,
se contempla ampliar a dos carriles la subida, esto para evitar los
congestionamientos, cada que ocurre un accidente ahí se vuelve un problema, el
proyecto ya está, solo falta que se apruebe”.
¿Oiga y de Tacho Mendizábal que opina
usted?,- “lo he tratado muy poco, y sé que él es único que anda trabajando para
su proyecto, a estas alturas no hay quien lo supere, lo vemos en los diarios,
anda para arriba y para abajo, yo creo que está bien”.
¿Entonces no se anima para ser candidato?,
“no, la verdad no, siempre me han planteado esa propuesta cada que llegan los
tiempos de elecciones, pero yo se los agradezco muchísimo, quisiera tener
tiempo para los negocios, no para nada, la política no se me da”.
Durante la charla que tuvimos en esos breves minutos
antes de que llegara Roberto Huerta Abad, como siempre, su comportamiento fue
muy amable, de entrada comentó, “pide lo que quieras, un café, un refresco, yo
tengo sed, me conformo con mi agua”, dijo.
Al tiempo que platicaba con el ingeniero
Campos, todavía tuve la oportunidad de saludar a mi otro amigo Jaime García,
quien se encargó de ir a dejarlo a ese lugar en un coche blanco, para que
minutos después lo fuera a traer su hijo Charly, mismo que en tono de broma a
su llegada lo salude, “buenas tardes mi candidato”.
Ya durante la plática salió a colación los
tiempos que convivimos en la empresa Cementos Veracruz hoy Apasco; le dijo a
Roberto Huerta: A Jacinto lo conozco de hace mucho, conocí a su jefecita,
trabajamos en Apasco y por esa confianza, le pedí que me conectara con
usted, yo represento a la empresa
Petrorac, y con todo respeto le digo, básicamente como empresarios creo que estamos
ajenos al conflicto de la gasolinera, porque mire usted, a Nogales le falta
mucho empleo, de hecho se cayó la negociación de la compra de las instalaciones
de la fábrica San Lorenzo, ya casi estaba, pero no se pusieron de acuerdo, lo que siempre hemos cuidado, es que los
empleos se queden en la periferia donde se construye el negocio, es lo mismo
que hicimos en la otra gasolinera; ahora bien, don Roberto, yo le pregunto con
todo respeto, porque no hicieron lo mismo con la otra central de despacho, la
que se encuentra frente a La Choza, allí nadie hizo nada, cuestionó.
En respuesta Huerta Abad, dijo: “Mire mi
hermano, disculpe usted a todos les llamo, así, mire mi hermano, lo que usted
me comenta yo le creo, y déjeme decirle que con su empresa no tenemos nada en
contra, que vienen más empleos, muy bien, pero le comento, lo que no nos gusto
es que el alcalde Joel Cebada, trató de minimizar el movimiento, lo que le pedimos, en esa ocasión fue que nos
mostrara cada uno de los permisos para la construcción de la gasolinera, si él
lo hace, entonces tendremos que apuntar las baterías para las instancias
estatales o federales, pero le reitero ingeniero, váyase con la idea de que no
tenemos nada en contra de los empresarios; ahora mire usted, si en un momento
dado, mi gente dice que ya no habrá problema, siempre y cuando apoye a la
colonia, entonces todos quedamos contentos, pero le repito, si no es así,
entonces las movilizaciones van a continuar”.
-“Me parece muy bien don Roberto yo me llevo
esa impresión me parece valida, las peticiones son legítimas, y en serio lo
felicito, así quedamos, para la semana que viene, si usted gusta nos sentamos
nuevamente”.
Terminando de decir esto, tomó la botella de
agua, le dio el último sorbo, al tiempo que saludaba a Roberto Huerta Abad, se
despidió de un servidor, pago la cuenta, al tiempo que me indicaba, mañana
pasas a ver a Jaime él ya tiene instrucciones, “Claro Inge. Yo paso”, eso fue
el 22 de octubre, para el día 23 me comentó su secretaria, que no había dado
instrucciones que había salido de la ciudad con urgencia, “no se preocupe
señorita mañana lo busco”; para eso de las 19:00 horas, un amigo me pidió que
investigara los rumores sobre su muerte, mismos que fueron confirmados por el
amigo Chucho Vásquez, ya no había nada que decir, al día siguiente, acudí a la
funeraria a visitar al amigo, al mismo con el que horas antes había platicado
en medio de bromas y chascarrillos, al entrar a la sala de velación una
persignada y observar sobre su ataúd; al frente un casco blanco con el logotipo
de Cementos Apasco, en su cabecera, la
gorra azul marino de los Yanquis de New York.
