“No
llores por un mundo que lucha, lucha por un mundo que llora“: Ernesto
“Che” Guevara.
Lilia Baizabal | 24 febrero de 2014
Tribuna Libre.- Con un profundo dolor en el alma, una infinita tristeza y una
enorme indignación, nos sumamos a la condena unánime de los comunicadores en
Veracruz, México y el mundo, que se solidarizaron con la prensa del sur del
estado, en protesta por el secuestro y cobarde asesinato del periodista
Gregorio Jiménez de la Cruz.
Resultó escalofriante conocer que Gregorio Jiménez había
aparecido, pero ejecutado. El número 10 en la lista de comunicadores que han
caído victimados donde ser periodista es ya de auténticos héroes.
Un gesto de impotencia, rabia y hondo sentimiento al saber
que todos los esfuerzos realizados por los periodistas y la sociedad civil para recuperar con vida a Goyo, fueron
inútiles.
¡No se mata la verdad, matando periodistas!.
¡No se mata la verdad, matando periodistas!.
Cala profundo este nuevo asesinato de un periodista. Gregorio
duele, sí. Veracruz duele. Vivir en Veracruz duele. Ser periodista en Veracruz
duele. Y que México y el mundo conozcan lo que realmente sucede en el estado
duele y deprime.
Indigna el asesinato de Gregorio, pero también todas las
desapariciones de hombres y mujeres jóvenes, los secuestros, las ejecuciones,
los asaltos, los robos a casa habitación,
las violaciones, los raptos de niños, de niñas y tantos otros muchos
hechos de inseguridad que vienen azotando a la entidad, en estos últimos años,
aunque para las autoridades ¡no pase nada!
Nos duele de una manera tan honda saber y ver lo que está
pasando en Veracruz que el dolor está vuelto coraje y el coraje en impotencia.
¿Hasta cuándo?.
No solo perdió la familia de Goyo a su ser amado. Los
periodistas al décimo asesinado del gremio. Pierde otra vez Veracruz. Pierde
México. Pierde la Sociedad. Sí, continúa el pueblo perdiendo su derecho a
recibir la información que solo refleja una pequeña parte de la terrible crisis
de inseguridad, violencia, muerte e impunidad.
Porque si no es el silencio de los comunicadores lo que
buscan los chacales, entonces no tendrían razón los mil y un inventos de la
Procuraduría de Justicia para justificar los horrendos crímenes.
Queda claro que los periodistas que son secuestrados,
torturados, asesinados, son los que deciden echar luz sobre los negocios de las
bandas delincuenciales, negocios del narcotráfico y sus vínculos con el poder y
los funcionarios públicos.
Son muertes que sin lugar a dudas, no son causales, menos
pasionales o “pleitos de vecinos”, como insisten en presentar peritos de
dudosísima reputación. Hoy, en Veracruz han muerto, los que revelan cómo ha
sido posible que el narcotráfico se transforme en una medusa de mil cabezas
imposible de exterminar que crece a medida que el Estado, la Justicia y la
economía nacional, retroceden.
Lo bueno es que ya nadie les cree. Son tan malos para
inventar historias que no faltará alguna pesquisa que diga que Gregorio “se
suicidó”. Sí, es lo único que les falta por concluir a los famosos
investigadores de la Procuraduría de Justicia de Veracruz respecto a las
indagatorias que continúan en los archivos.
Cala en el alma este nuevo asesinato porque los periodistas
también somos de carne y hueso. Tenemos familias, amigos, sueños, anhelos por
cumplir y además, presuntosderechos garantizados en los artículos 6 y 7 de la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, así como en el artículo
19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos relativos a la Libertad
de Expresión.
Todavía están libres los asesinos de los comunicadores Noel
López Olguín, Miguel Ángel López Velasco, Misael López Solana, Yolanda Ordaz,
Regina Martínez, Guillermo Luna Varela, Gabriel Huge Córdoba, Esteban Rodríguez
y Víctor Manuel Báez Chino, y nos seguimos preguntando hasta cuándo tendrá fin
esta barbarie.
Ha sido imposible que las autoridades de Seguridad Pública,
Procuración y Administración de Justicia en el estado de Veracruz, cumplan con
su deber de ofrecer justicia. ¿Justicia?, impunidad, es la que conocen muy
bien, con su práctica, han avalado que los criminales, continúen cegando la
vida de quienes solo cumplen con su deber de informar.
Hasta cuándo veremos el fin de esta era de terror, sangre,
luto y muerte que manos criminales continúan sembrando en el estado de
Veracruz.
Hasta cuándo los comunicadores podremos continuar realizando
nuestra tarea de informar, sin el temor de que hacerlo pone en serio riesgo
nuestras vidas y la de nuestros seres amados.
Hasta cuándo los funcionarios públicos pondrán fin a sus
actuaciones mediocres, convenencieras, corruptas, cobardes y garantizarán la
impartición de la justicia y la irrestricta aplicación de la ley.
Si supiera que estas son las últimas líneas para hablar del
asesinato de un comunicador, tal vez lo
haría con entusiasmo. Si supiera que mañana habrá algún funcionario sancionado
por su incapacidad en la responsabilidad de garantizar seguridad a los
ciudadanos en Veracruz, tal vez sería
menor la preocupación.
Si supiera que el gobernador Javier Duarte de Ochoa anunciará
de inmediato el replanteamiento de los programas de Seguridad para frenar la
ola de violencia que nuevamente azota al estado y que ya afecta a mucha gente,
tal vez, podríamos expresar algunas líneas de tranquilidad.
Si supiera que existe voluntad política para que las cosas
cambien en Veracruz y México, sería un poco más optimista al escribir estas
líneas…pero no, la poca esperanza que alguna vez se anidó en la justicia se ha
ido desvaneciendo lentamente.
Cada vez son más los que dicen que en la actuación de los
políticos para que las cosas cambien, no hay esperanzas. La jauría tricolor,
azul, amarilla, naranja solo vela por sus intereses y ambiciones. Nada ni nadie
parece importarles. Pero ellos no son los dueños de México, ni de Veracruz.
Cada vez son más los que opinan que no todo está perdido. Aún
queda la esperanza en las acciones de la
sociedad.
Sí, Veracruz es un pueblo conformado de gente noble, buena,
leal y trabajadora hasta el cansancio. También como la historia lo ha
evidenciado muchas veces, es un pueblo que soporta casi todo, pero llega el
momento que sabe poner los límites.
Cada vez son más los que dicen que existen miles de
ciudadanos dispuestos a salir a gritar un ¡ya basta!, a esta barbarie de
violencia, muerte e impunidad, que los funcionarios públicos no pueden, o no
quieren detener.
Nos debe quedar también una enorme esperanza en los
comunicadores honestos, que como ya lo evidenciaron en Coatzacoalcos, aún a
costa de sus propias vidas, estarán dispuestos a llegar hasta donde sea
necesario para seguir llamando la atención de México y el mundo en un grito
desesperado de ayuda.
10 vidas de comunicadores no han sido, ni serán suficientes
para callar la verdad de lo que sucede en Veracruz.
Nos queda claro que esta generación de periodistas que ha
aportado los muertos, es la generación que continuará pugnando por los
verdaderos cambios hasta lograr que la sociedad salga de su letargo y vaya a la
calle a defender sus derechos.
Nos queda claro que esta valiente generación de periodistas
en Veracruz y México, continuará
aportando su granito de arena para continuar construyendo un estado y un país
más justo, consciente, próspero y equitativo.
Sí, que lo urgente no nos distraiga de lo importante. La
sociedad debe organizarse y exigir a la clase política pronta respuesta y
demanda de justicia no solo por los crímenes contra periodistas, si no por
todos los casos de miles de desaparecidos, asesinados, levantados, ejecutados,
y demás.
¡La barbarie debe terminar ya!.
Reitero toda mi solidaridad a la familia de Gregorio, como
también mi agradecimiento sincero a todos los colegas de México, España y otros
lugares en el mundo, que voltearon su mirada hacia la preocupante situación que
protagonizan los comunicadores en Veracruz. Es una pena. Es una tristeza. Pero
esta es la realidad por ahora.
¡En paz descanse Gregorio!. Amén.