Héctor Yunes Landa | 31 marzo de 2014
Tribuna Libre.- Nuestro planeta está cubierto por agua en un 70 por
ciento, pero sólo el 2.5 por ciento es considerada agua dulce y de ésta apenas
el 0.007 por ciento se encuentra disponible para el hombre en acuíferos, lagos
y ríos principalmente, mientras que el resto está en forma de hielo en los
casquetes y glaciales polares, o bien, a grandes profundidades que dificultan
su extracción.
Sabemos de la importancia del agua para que podamos
existir. Sin embargo, paradójicamente en muchas regiones de México con vastas
reservas de agua dulce, la población carece del acceso a este vital elemento.
Mientras que en las zonas centro y norte de nuestro
país, en su mayor parte, áridas o semiáridas reciben apenas 25% de agua de lluvia, en entidades del
sureste comoChiapas, Oaxaca, Campeche, Quintana Roo, Yucatán,
Veracruz y Tabasco, se reciben
casi la mitad del agua de lluvia (49.6%), sin embargo, sus habitantes tienen menor
acceso al vital líquido, pues no cuentan con los servicios básicos, como es
agua entubada dentro de la vivienda.
De acuerdo a datos del INEGI, en el año 2010 apenas
un 62 por ciento de la población del estado
de Guerrero contaba con servicio
de agua potable, mientras que en Chihuahua el 94.9 por ciento tenía
acceso. Siendo evidente el avance en cobertura en zonas urbanas al contar
95 de cada 100 mexicanos agua dentro de nuestras viviendas.
No obstante, a pesar de los esfuerzos
gubernamentales por garantizar su suministro, aún hay segmentos que atender,
sobre todo en las zonas rurales, principalmente del sureste de México donde el
potencial hídrico está fuera de duda, pero donde lamentablemente es palpable la
falta de agua para beber y para mantener condiciones mínimas de higiene.
Un aspecto que, por diversas cuestiones,
generalmente queda de lado es la renovación de la red de agua potable, que en
muchos lares data desde hace 100 años, perdiéndose en fugas hasta 40 por ciento
del agua potable suministrada y que sumado a la carencia de controles en su
sectorización, por medio de válvulas que ayuden a reducir la presión, propician
la lapidación de este preciado recurso natural precursor de desarrollo.
Las mediciones del Instituto Mexicano de Tecnología
del Agua destacan que aproximadamente cada año se pierden 20 millones de litros
de agua por fugas. A pesar de ello, la inversión para la rehabilitación de
tuberías se redujo, entre 2002 y 2009, de 5.2 a 3.7 por ciento.
De ahí nuestro reconocimiento al anuncio del
presidente Enrique Peña Nieto sobre el Plan Nacional de Agua, el cual contempla
el aseguramiento de agua a la población, para la producción agrícola, a la
demandada por la industria, mejorar el uso de las aguas tratadas y cómo lograr
tratar cada día mayor volumen de agua.
Preocupa y deberemos ocuparnos todos, lo referido
por la Comisión Nacional del Agua de que la mitad del agua suministrada no se
factura, ya sea por fugas, tomas clandestinas o deficiencias en los padrones de
usuarios, y lo más grave, es que no se obtiene el pago de la ciudadanía, aunque
esto es producto, en gran parte, del círculo nocivo de la desconfianza
ciudadana en el manejo transparente, eficiente y eficaz de los recursos.
En su reporte “Situación del Subsector Agua
Potable, Alcantarillado y Saneamiento 2010” indica que la proporción del agua
no facturada llegó a 78 por ciento en Valle de Bravo, Estado de México;
contrario a ciudades como Mexicali que destacan por su eficiencia -agua
producida y facturada- con el 83 por ciento; Puerto Vallarta, con 77; Saltillo,
con 72, y Monterrey, con 72.
Concluyo, resaltando algo alarmante, solamente 40
por ciento de las aguas residuales son tratadas, desafortunadamente 47.8 por
ciento de nuestras aguas superficiales están contaminadas y que hemos
triplicado la sobreexplotación de nuestros acuíferos en las últimas tres
décadas.
Afortunadamente cada vez somos más lo que tomamos
conciencia en que esta situación no puede continuar. Sin duda los organismos
que manejan el abasto, distribución y tratamiento del agua deben aumentar su
eficiencia y productividad, pero también los ciudadanos debemos hacer un uso
adecuado del vital líquido y contribuir a su cuidado, asumiendo el compromiso
de usarla adecuadamente, no desperdiciarla, reparando o reportando las fugas y
evitar, lo más posible, su contaminación.
El compromiso es de todos. Cuidemos el agua.
Hagámoslo para que todos, en especial nuestros hijos, tengamos un mejor
porvenir.
Instagram:
hectoryuneslanda
Tw: @HectorYunes