*El Voluntariado de la LXIII Legislatura del Estado llevará mayores
beneficios a las comunidades de Tepetlampa y Cimarrontla.
*Recaudará fondos para obras sociales con una cena-baile, este viernes 3
de octubre.
Tehuipango, Ver. | 29 septiembre de 2014
Tribuna Libre.- En la Sierra de Zongolica, los habitantes de las
comunidades de Tepetlampa y Cimarrontla, en el municipio de Tehuipango,
sobreviven gracias al cultivo de maíz y frijol, cuya cosecha debe alcanzarles
para comer todo el año. Por eso la migración, temporal o permanente, aumenta.
Un paisaje de ensueño, con pinos que cortan un cielo azul, contrasta con sus
carencias en educación, salud, servicios y desarrollo social.
Los programas sociales “retienen” temporalmente a
los niños en la escuela, pero no a todos. Hay quienes todos los días caminan
kilómetros pastoreando borregos en las montañas; otros, trabajan en la milpa o
recogen leña.
Tehuipango ocupa el segundo lugar estatal y el
doceavo nacional por su índice de marginación. Por ello, el Sistema Estatal
para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) puso en marcha aquí el programa
“Adiós a la pobreza”. Como parte de su estrategia, distintos voluntariados trabajan
para llevar beneficios –además de los gubernamentales– a alguna de las 56
comunidades del municipio.
Al Voluntariado de la LXIII Legislatura del Estado
corresponde apoyar a las comunidades de Tepetlampa y Cimarrontla. Para reunir
fondos que permitan realizar alguna obra –consensuada con los propios
habitantes– celebrará una cena-show este viernes 3 de octubre, en el Museo
Interactivo de Xalapa (MIX), con la original Sonora Santanera.
NO HAY INSEGURIDAD
Para llegar a Tepetlampa, a partir de la cabecera
municipal de Tehuipango, hay que superar durante media hora algunos cerros y
valles donde sobresalen plantaciones de maíz y frijol salpicadas de árboles
frutales silvestres. Un camino pavimentado, angosto y curveado, escala la
montaña hasta llegar a la entrada del pueblo: un caserío disperso donde los
techos de lámina brillan con el sol matutino, entre la bruma.
Menos de cien familias pueblan la zona y sus
pequeñas chozas de madera se pierden entre los pinos. Dos maestros “multigrado”
–bilingües– atienden la primaria y uno más el jardín de niños. Ellos cuentan
que aquí no hay violencia ni alcoholismo: “la gente es buena” y las mujeres
cuidan mucho a sus hijos.
CUALQUIER AYUDA CUENTA
En el lado opuesto se encuentra Cimarrontla, con
350 habitantes y un camino de terracería que dificulta la comunicación con la
cabecera municipal, sobre todo en época de lluvias. Para recorrer la comunidad
hay que estar dispuesto a “batir lodo” en las veredas que conducen hacia las
casas, también dispersas.
A simple vista no se percibe movimiento. Ni
vehículos, ni tiendas, ni Iglesia. Sobresale una escuelita, con su cancha que
bordean tres salones, en los que 53 niños estudian la primaria y otros 20, preescolar.
Su destino, en pocos años, será cortar caña y recolectar café o emigrar. Por
eso –dice el profesor Manuel Orea–, cualquier ayuda que pueda llegar, es buena.
PROGRAMAS SOCIALES
Con la aplicación de “Adiós a la Pobreza”, las
familias de las comunidades de Tehuipango reciben beneficios. Obtuvieron ya
receptores de agua para uso doméstico y estufas ecológicas, como las 55
entregadas en Tepetlampa en días pasados. Se contempla también dotarlas de
materiales para los techos y pisos de sus casas.
Una promotora reúne a un grupo de mujeres, que
conversan en su lengua. De acuerdo con la traducción, hablan de la necesidad de
encontrar una mejor forma de vida que permita arraigar a sus familias, porque
duele ver partir al esposo o a los hijos, sobre todo cuando ya no regresan. Quieren
trabajo, una vida digna… y más palabras en español.