Aquiles Córdova Morán | 27
febrero de 2015
Tribuna Libre.- Hace ya rato que en México, especialmente
durante las campañas electorales, no se escuchan discursos dirigidos a la
inteligencia y a la razón de los futuros electores, sino puras generalidades
que nada dicen y a nada comprometen, lugares comunes y “lemas breves e
impactantes” para que la gente los recuerde con facilidad e induzcan, de ese
modo, el voto a favor del candidato respectivo. Esto a nivel abierto. Pero, por
debajo de la superficie, se desatan torvos rumores sobre hechos escandalosos de
la vida privada del rival, acusaciones sin sustento sobre sus desempeños
anteriores, sobre sus “graves violaciones a la ley”, sobre sus relaciones
delictuosas, sobre su “enriquecimiento escandaloso”, sobre sus negocios turbios, pasados y presentes, que lo hacen
mejor candidato a la prisión que a un cargo público. Una guerra sucia, pues, a
base de pura escatología y expresada en un lenguaje igualmente escatológico,
que habla más mal de quien la lanza que de quien la sufre. Y hay todavía los
“periodicazos” con “revelaciones sensacionales” sobre el personaje, los
“descubrimientos” de propiedades, negocios y mansiones y hasta acusaciones
formales sin mayor fundamento pero que excitan el morbo de la gente y las hacen
creíbles para el público desprevenido. En resumen: bajeza política y moral y
canibalismo despiadado que han convertido a los periodos electorales en algo
más temible que el propio crimen
organizado.
El Movimiento Antorchista Nacional, que ha
incursionado en el terreno electoral en los últimos tiempos, se ha convertido
por eso en el blanco preferido de algunos partidos y grupos de poder que ven en
él un peligroso rival para sus propias ambiciones. Doy algunos ejemplos
actuales y relevantes.
1.- El domicilio y vehículo particular de
Óscar Salvador Ocampo Medina, activista de Antorcha en Ixtapaluca, Estado de
México, fueron atacados a balazos en la madrugada del miércoles 11 de febrero
causando pánico a su despreocupada familia y severos daños materiales, sobre
todo al vehículo. La policía encontró en el lugar 12 casquillos percutidos de
arma corta calibre 9mm. Es de subrayar que el ataque siguió de cerca a varias
amenazas telefónicas en tal sentido, dirigidas contra Óscar y varios
antorchistas más, cuya redacción y origen apuntan con toda claridad hacia el
diputado local priista Armando Corona Rivera.
2.- El día dos de febrero, padres de familia,
alumnos y profesores de la escuela primaria “Juan Ortiz Murillo”, de Morelia,
Mich., que se hallaban acompañados de un corto número de activistas de Antorcha
resguardando el inmueble por amenazas de violencia previamente anunciadas en su
contra, fueron atacados por unas 300 personas armadas de palos, bates y
varillas de hierro, con un saldo de 24 personas heridas, dos de ellas de
gravedad. El grupo atacante se identificó como “profesores de la CNTE de
Michoacán” y explicaron la agresión alegando que ellos “no están de acuerdo con
la reforma educativa del gobierno federal”, mientras que los maestros y padres
de familia habían implantado el sistema de “escuela de tiempo completo”, que es
parte de esa reforma.
3.- En Texcoco, Estado de México, la
presidenta municipal, Delfina Gómez Álvarez, hace rato que trae una cerrada
campaña de acusaciones, “denuncias” y amenazas contra los antorchistas. Su
blanco principal es el diputado federal Brasil Acosta (al que identifica con
Antorcha) negándole el derecho de gestionar y llevar a cabo obras en beneficio
de las comunidades marginadas “por ser antorchistas”. El último acto de esta
comedia ocurrió en San Miguel Tocuila con motivo de la pavimentación de una
calle gestionada por el diputado Acosta, misma que la alcaldesa mandó parar con
la fuerza pública y que ahora justifica con pintas en bardas que rezan: “AVISO:
A TODA LA COMUNIDAD SE LE COMUNICA QUE ACUERDO DE ASAMBLEA NO SE PERMITIRA NINGUN
TIPO DE ACTO A OBRAS O ACCIONES QUE REALIZA LA ORGANIZACIÓN ANTORCHISTA EN
NUESTRA COMUNIDAD ATTE: COPACI, DELEGACION, COMISARIADO EJIDAL, COMITÉ DE AGUA
POTABLE Y MAYORDOMIA, etc”. La transcripción es literal.
4.- En la Universidad de Chapingo, casualmente
ubicada en jurisdicción de Texcoco, se ha desatado una agresiva campaña de
calumnias, acusaciones y desprestigio en contra de todo universitario
sospechoso de antorchismo, en particular contra su figura más visible que es el
Dr. Abel Pérez Zamorano. Dos hechos breves para ilustrar el clima de
intolerancia fascista (muy parecido al de la alcaldesa de Texcoco) que allí se
está gestando. a) Desde el 21 de enero, la fachada del edificio de rectoría
está adornado con una manta gigantesca que dice: “El STUACH (sindicato de
trabajadores) demanda la salida inmediata del grupo Antorcha Campesina de la
UACH encabezados por el Dr. Abel Pérez Zamorano; b) el lunes 16 de febrero, los
líderes del STUACH y del movimiento que promueve la desestabilización de
Chapingo, escenificaron una “quema de judas, traidores a los intereses de los
trabajadores”. El principal “judas” quemado fue el Dr. Pérez Zamorano.
No hay modo de esconder que estos hechos
están directamente ligados con los procesos electorales de junio próximo. En
Ixtapaluca, Armando Corona y Cia. quieren impedir a toda costa que otro
antorchista gane la presidencia municipal; en Michoacán, la “izquierda” de la
CNTE ve claramente que su oposición a la reforma educativa la está
contraponiendo a los intereses de alumnos, padres de familia y a la comunidad
entera, y creen que si el ejemplo de la “Juan Ortíz Murillo” cunde, se
debilitarán y no podrán seguir imponiendo funcionarios y gobernadores en
Michoacán; y en Texcoco y Chapingo, la “izquierda” se considera la dueña, por
derecho divino, de ambos bastiones de la política local, cuya dependencia
recíproca es tal que, si cae uno, el otro corre serio peligro. Por eso atacan
de modo similar en ambos frentes al mismo tiempo. No está demás aclarar que ni
Antorcha ni el Dr. Abel Pérez Zamorano tienen absolutamente nada que ver con el
conflicto laboral del STUACH, ni hay motivo alguno para acusarlos de “enemigos
de los trabajadores”; todo es una maniobra prefabricada para desencadenar la
violencia y, al calor de la misma, expulsar por la fuerza a los antorchistas.
Que Armando Corona, el PRI, el PAN o el PRD
quieran el poder y luchen por conservarlo no es motivo de discusión alguna; es
su derecho primario y fundamental (como también lo es de los antorchistas) y no
hay por qué ponerlo en tela de juicio. Otra cosa ocurre, sin embargo, con los
métodos y maniobras de que están echando mano para lograr sus propósitos:
ataques verbales soeces y calumniosos, acusaciones infundadas, pisoteo de la
ley y de las garantías constitucionales y violencia a secas, violencia bruta
contra sus opositores. ¿Por qué? ¿Por qué rehuir el debate de ideas, de
proyectos, de argumentos y de hechos para ganarse la mente y el corazón de las
masas? ¿Por qué callar a sus opositores a lo fascista, a palos y quemando su
propaganda “por mano de verdugo”, como hacía la Inquisición en tiempos de la
Colonia? ¿Es eso lo que aguarda al país en caso de que MORENA llegue a la
presidencia de la república? La respuesta no es difícil: porque no pueden;
porque no tienen brújula ideológica ni proyecto alguno que defender con las
armas de la razón y de la inteligencia; porque se saben impotentes en este
terreno; en una palabra: porque son una opción política históricamente rebasada
y agotada, sin ningún verdadero atractivo que ofrecer a la gente. Y si es así,
nada los salvará de la ruina aunque empleen contra sus opositores todos los
recursos represivos de que siempre han echado mano las clases decadentes a lo
largo de la historia.