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enero 13, 2019

Crónicas Ausentes… Dormido en sus Creencias


Lenin Torres Antonio | 14  enero de 2018
Tribuna Libre.- Pedro:
¡Despierta Román! ¿Acaso tu corazón no está destrozado por mi muerte?

¡Sí! Mi muerte, la de tu hermano del alma.

¡Ah! Que poca memoria, ¿Qué no me reconoces?... ¡Soy yo!..Pedro, el mismo  que viste y calza, el consuetudinario alcahuete que te acompañaba en tus frecuentes jolgorios.

Poca madre al no reconocerme en este momento de trascendencia mística, de abandono espiritual. ¿No que significaba algo fundamental de tu mundo, de tu levedad, de tu voluntad, de tu historia?

Me indigna tu indiferencia, pensé que nunca te olvidarías que juntos hicimos este mundo más habitable, que logramos experimentar pensamientos que tocaban las puertas de lo universal, que nuestras almas se escapaban de los vericuetos de la contingencia, de la temporalidad.

¡Ah! Ya sé, lo que pasa es que te encuentras celoso porque estás vivo y yo muerto, ¿Verdad?, o quizá molesto porque no te avisé cuando iba a partir.

¡So tonto! Si hubiera sabido cuándo iba a llegar “la hora”, si hubiera podido determinar mi destino, de seguro hubiera preferido continuar entre ustedes y ser algo así como un Dios, y de los meros buenos, o cuando menos un Profeta-Mesías,  como el del pueblo, el mentado Don Nabor el Grande, el que todo lo sabía, y si no lo sabía, argumentaba que era la voluntad del supremo que no lo supiera, ya que si tenía  acceso a los secretos del conocimiento era porque Dios lo enaltecía con su gracia. Ante su ignorancia no le quedaba más que decir: ¡Sea tu voluntad la que determine nuestro destino!, ¡Alabado sea tu nombre!

¡Despierta flojo! No tengas miedo, no vengo a jalarte las patas, vengo a contarte como es el más allá.  Espero que recuerdes la promesa que hicimos cuando éramos unos “mocosos” , que el que muriera primero iba a regresar a contar cómo es el paraíso. Por eso es que aquí me tienes, “vivito y coleando”, 

¡Perdón!
Tú me conoces bastante bien, sabes que para mí es cuestión de honor cumplir lo que prometo, no por nada tuve que verter un poco de mi apreciable sangre, en ese cochino rito en que me indujiste para que garantizare el cumplimiento de lo prometido. Insuficiente lenguaje humano para hablar de la verdad del hombre, para ponernos en contacto con lo real.  Algunos libres pensadores lo habían advertido, que nos cuidáramos del hechizo del lenguaje, de la ilusión metafórica en que convierte la verdad.

¡Necios! Tuvimos que ir más allá de la palabra, más allá de la fe. 

Al fin te puedo hablar del paraíso sobre la base de experiencias inmediatas, recerca tengo las nubes sagradas del elíseo celestial, al éter de la eternidad, al cáliz absoluto del universo.

Ni te imaginas hermano quién me recibió, pensarás que soy chismoso o que peco de vanidad, me recibió Dios, ¡Sí!  El de los milagros, el mismo que ordenó a Abraham entregar a su primogénito en sacrificio como prueba de su fe.

Estando frente a Él, pensé que primero iba a darme un afectuoso abrazo de bienvenida, pero no, y al igual que en una aduana me pidió una identificación, y “por si las moscas” , mandó a que me revisarán todito para ver si no intentaba contrabandear algún objeto prohibido por la “Constitución de los Cielos Unidos”.

Nuestro venerado Señor de los cielos, iba escoltado por un grueso contingente de ángeles, los cuales me hicieron sentirme en casa, pues me recordaron a los cuerpos de seguridad de algunos de los representantes políticos que gobiernan a los pueblos de la tierra.

Para tu información, los mentados angelitos están “bien dados” , sumamente fuertes los desgraciados, se nota que comen puntualmente sus sagrados alimentos, no dudes que a parte se han de ayudar, para estar así de corpulentos, de alguno que otro anabólico, ¡Qué soberbios se portaron! Con decirte que llegaron al extremo de utilizar unos tapabocas para revisarme. Posteriormente, me dieron un baño con agua a presión que casi me ahoga. No creas que me quedé callado, tú sabes que no me dejo, ya que siempre cuando me asiste la razón, reclamo. Les pregunté, por qué me trataban así, si siempre había sido un buen ciudadano, un buen cristiano; los muy sinvergüenzas argumentaron que era una medida sanitaria para evitar la introducción de enfermedades contagiosas al cielo.

No se me ha hecho difícil adaptarme a la “vida” de aquí, pues ya sabes lo abusado que soy, acuérdate que ni cuando me fui a trabajar de ilegal a los Estados Unidos se me hizo complicado adaptarme a otra forma de vida.

He de confesarte, que por un momento me quedé absorto ante la impresionante personalidad que tiene Dios, ¡El sí que demuestra poder! Después que salí del embelesamiento y del trance, tuve la estúpida ocurrencia de preguntarme en voz alta, si estaba despierto o soñando. El muy Señor se encanijó y me reprendió con un fuerte pellizco, claro que acompañó su barbarie con un magistral sermón, y me preguntó si no había tenido alguna instrucción religiosa, sin darme tiempo de responderle, terminó magistralmente el sermón, la arenga despótica: “¡Insolente! Cómo te atreves a poner en duda mi existencia, ¡Aquí! la verdad es lo que es, y lo único que es lo que es, ¡Soy yo! Mi existencia envuelve todo lo existente, soy el abarcador de lo finito e infinito, de lo mortal e inmortal, ¡Soy el espíritu absoluto! A ver si después te pones en contacto con Hegel, él te dará algunas lecciones filosóficas sobre mi persona para que aprendas a dirigirte con respeto y absoluta precisión ante mi investidura”.

No vayas a pensar que me amedrentó ese brutal recibimiento, lo que sucedió es que tuve que aguantarme las ganas que tenía de “refrescársela” , y fui prudente, no quise comenzar mi estancia teniendo problemas con la autoridad suprema, es más, hipócritamente, al despedirme de Dios, me persigné con devoción. Creo que logré engañarlo, porque antes de marcharse me miró de una forma especial, como cuando un padre mira a su prole, o quizá, me miró como miran los amos a sus esclavos, o como lo hacen los patrones con sus trabajadores, en fin, que importa si me miró con amor, lujuria u odio.

Aquí entre nos, la verdad es que el tal Dios no es como lo “pintan” ,  la verdad es que aparte de su impresionante personalidad, no tiene nada de especial.

Llegue a pensar que en Dios se superaba lo bello, lo bueno y lo verdadero. Pero no, el susodicho es feo, su nariz tiene la forma de un pico de águila imperial, su boca la tiene bastante grande, ha de ser por hablar demasiado consigo mismo. Todavía me pregunto cómo pudo engendrar un hijo tan bello como Jesús Cristo.

De lo contrario de lo que supondríamos, con eso del obligatorio celibato que protege del pecado de la carne a todos los que predican su existencia; Dios sí está casado. Su mujer es un espléndido ser, sumamente bello e incitante; tiene unos ojos de color rojo carmesí, y una piel terriblemente tersa y sonrosada.

¡Hey! Despierta. Espero que me creas, te digo la pura verdad, no vayas a pensar que soy un genio maligno que se empeña en engañarte, y te agarra como conejillo epistémico para comprobar una verdad indubitable.

¡Criatura mundana levántate! Perdona que hable así, es que ya se me pegó la forma de hablar de acá, tu bien sabes que todo lo malo se aprende, ¡Dios mío! ¿Por qué no se me pega tu omnipotencia?

Estimado Román, la vida en el paraíso no es hermosa, no cambia mucho de estar vivo a estar muerto, salvo que acá somos puras espiritualidad, morir es como volver a nacer en otra dimensión. Naces como te mueres, si muere viejo, viejo llegas. Yo tuve la fortuna de no venir tan acabado. El más allá es casi igual a la tierra: hay fronteras, los del cielo por un lado y los del averno por el otro. Lo malo es que no te permiten visitar a los compañeros del infierno, pero, como en todos lados, siempre hay la excepción que rompe la norma, si tienes buenas relaciones, como, por ejemplo, ser amigo de alguna autoridad celestial, o sobornando a través de la universal “mordida”  puedes conseguir ese privilegio.

Hay mucha parentela que está separada, el esposo en el infierno y la esposa en el cielo, un hermano quemándose eternamente en la morada del Aqueronte y otro “campechaneándosela”  en el paraíso junto a nuestro señor.

En fin, todo parece repetirse, la vuelta a lo mismo, el eterno retorno de una historia que ya conocía. Todo esto me ha defraudado, pues había albergado la esperanza, que el haber soportado estoicamente nuestra inconfesable eticidad;  tendría su merced: que no trabajaría, que no volvería a preocuparme de mis problemas económicos, porque eso era cosa del mundo de la necesidad; que tendría asegurado la autosuficiencia absoluta, y lo más esperado, que en ésta “vida” iba a disfrutar con total sentido ético y estético al Bien Absoluto y ésa experiencia me absolvería de todo mal, de toda pena, de toda pulsión.

Esa bienaventuranza que predican los teólogos, que en el reino de los cielos se “vive” como rey, es verdad, pero sólo para unos cuantos, o, mejor dicho, para unos pocos, porque la mayoría, por no decir todos, “vivimos” en condiciones precarias de “vida”, pues falta de todo, ¿Será que habrá algún bloqueo económico?, o, ¿Simplemente planearon mal el presupuesto destinado al paraíso y no contemplaron su alta tasa de crecimiento poblacional?

Aquí se “vive” un régimen de derecho, igual que en la tierra, nada más cambia de nombre, mientras que en la tierra son los derechos y obligaciones señalados por las Constituciones de las naciones; en el paraíso son las leyes y axiomas divinos que promulga nuestro Dios y alguno que otro trasgresor: dioses menores, santos, vírgenes, ángeles, etc.

Fíjate que hasta tuve que buscar “chamba”  para ganar algún dinero que me permitiera satisfacer mis necesidades elementales para poder “sobrevivir”. Lo peor no fue trabajar, sino que tuve que pagar para que me consiguieran un empleo en una fábrica de mísiles tierra-aire y armas bacteriológicas.

A veces he deseado mejor estar en el infierno, pues aquí, falta muy poco para ser un infierno; pues hay de todo: explotación a los ingenuos bienaventurados, corrupción por doquier; genocidio, intolerancia, lucha por el poder, etc. Que enojado estoy, pues no hay alguien decente a quien recurrir para inconformarte, sólo hay fríos buzones con leyendas: “deposite su queja aquí”, o, por favor llamar al número telefónico: “900011”.  Para empezar, se ve que nunca abren los susodichos buzones, pues se encuentran bien oxidados, y si llamas al famoso número telefónico, te puedes “secar”  esperando la respuesta, pues siempre marca ocupado o simplemente no contestan. Lo que más “rabia”  me da, es que tengo que disimular mi inconformidad, porque si no lo hago y ando de “valiente” puedo ser deportado a los asilos de persuasión voluntaria (cárceles)

Pero no te espantes, tú sabes lo “cabrón”  que soy, no me voy a quedar cruzado de brazos esperando ver que me depara el destino, como si fuera tan difícil presagiar el destino. “Aquí entre nos”, lo que te voy a contar, quiero que no se lo vayas a platicar a nadie, porque si andas de “boca suelta” , o ingenuamente vayas a confesarte, y llega a los perspicaces oídos de los representantes de Dios en la tierra, sacerdotes, místicos o elegidos, me puedes poner en serios “aprietos”, ¡Me puede costar la “vida”!  Estoy planeando una fuga, sé que es peligroso, pero estoy convencido que vale la pena, no pierdo nada, y en cambio, puedo obtener la libertad absoluta y la inmortalidad.

¿Recuerdas a Panú Rodríguez? El negro Chom. El que rentaba un cuarto a doña Meche. Murió hace cuatro años, unos años antes que yo. Él fue uno de los primeros difuntos conocidos que me recibió al llegar al paraíso. Chom me reconoció de inmediato, con decirte que me preguntó por “la flota” . Me “sacó de onda”  su sospechosa familiaridad, porque no era nuestro amigo, y el trato que tuvo con nosotros se limitó a los usuales saludos al toparse con personas conocidas del barrio: ¡Buen día!, ¡Buena noche! A lo mejor simplemente le hice recordar (revivir) su vida terrenal.

No me explico cómo Chom le hizo para ganarse un lugar en el paraíso, si era bien “cabrón”  el desgraciado, hasta dicen que fue él quien mató a Gustavo a puñaladas.

Chom me dijo que era el primer paisano que veía en el cielo. Fue tanta su alegría que me invitó a quedarme en su casa.  Chom está bien “parado”  con las autoridades del paraíso, de eso me percaté cuando supe que fue él quien intercedió para que me sacaran a tiempo del cuarto de sanidad donde casi me ahogo.

Su casa es pequeña, pero su pequeñez no le impide ser bella y ostentosa. Tiene tres recámaras, y la recamara principal tiene todos los muebles hechos con oro puro, fue decorada al estilo faraónico, incluso las camas parecen sarcófagos.

Aparte, la casa cuenta con una sala sumamente delicada, parece que todo pende de un hilo, que los materiales con que están construidos los muebles son frágiles y en cualquier momento podrían desaparecer; cuenta con una imprescindible cantina, que tiene toda clase de substancias alcohólicas, la variedad más amplía que me pudiera haber imaginado, y eso que soy un “ducho”  en eso del “chupe” , el Chom se ve que es “rebriago” . Además, la casa cuenta con una sospechosa bodega que siempre se encuentra cerrada y custodiada por unos tipos bien armados. Lo que más me llamó la atención, aparte de la misteriosa bodega, es su jardín, parece una selva en miniatura, tiene de toda clase de plantas y bichos raros.

Chom me explicó cómo se divide el paraíso, pues de lo contrario de lo que cuentan los teólogos que el paraíso es infinito, la verdad es que tiene sus límites espaciales. He conocido todo el más allá gracias a Chom. El muy chulo es a todo dar, se la sabe de todas, todas.

He sido respetuoso con el negro, pues no le he preguntado en qué y en dónde trabaja, pero aquí entre nos, me huele que Chom anda en malos pasos, frecuentemente viaja, y tarda reharto en regresar, cuando regresa a casa anda muy secreteado. La casa la llena de una bola de “cuates”  que causan miedo nada más de verlos, parece que son bien “gruesos” . Mi intuición y una que otra bolsita con polvos blancos que he visto, me dicen que Chom anda enredado en el contrabando (producción, distribución y venta) de drogas en el paraíso. Tengo “reharto”  miedo que un día de estos le caigan y me “lleve entre las patas” . No lo siento por él, pues como te dije se ve que tiene mucha influencia; más bien es por mí, pues creo que nadie tendría compasión por este fiel cristiano. He pensado que, si soy detenido por culpa de Chom, y no hace nada por salvarme, soy capaz de contar todo lo que he visto. No creas que no he tomado mis precauciones, he sacado copias de un montón de documentos, y he grabado conversaciones telefónicas comprometedoras de Chom con personajes importantes del cielo.

Te confieso que si no me he ido a “vivir” a otra parte, es porque Chom me prometió conseguirme un salvo conducto, pues debes saber que  poseer un salvoconducto es privilegio de los que tiene una residencia mínima en el cielo de treinta años, y no puedo esperar tanto tiempo, necesito el mentado documento para poder transitar “libremente” por todo el territorio del paraíso, y así poder conseguir compinches para el plan, que en un principio era para fugarme y ahora se ha convertido en un Movimiento de Liberación Universal. ¡Alguien tiene que hacer historia en el paraíso!

La revuelta la tengo planeada para diciembre, pues según estudios sociológicos, en esas fechas la gente se enajena con el alboroto de las fiestas navideñas y se olvida con facilidad de sus responsabilidades, e impera un ambiente de fraternidad, todos se vuelven “buenos” y comulgan con la omnibenevolencia de Dios.

El negro me dijo que a más tardar en dos años luz me tendría el encargo.

Veo que estás un poco cansado, pero no te desesperes, ya voy a terminar de contarte como es acá, no olvides que tengo poco tiempo de muerto.

Quiero decirte que logré convencer a Chom para que participara en el proyecto revolucionario. Ahora él constituye una pieza clave del proyecto, lo nombré comandante de aprovisionamiento y logística. No pienses que me la paso tan obsesionado con la Revolución. Así es que mientras Chom me consigue el anhelado salvoconducto, para distraerme y despejar mi mente, Chom me lleva a las moradas hedonistas-epicureistas, sádicas-masoquistas, en otras palabras, moradas del goce celestial. ¡Esos lugares tú los conoces bastante bien! No te hagas el de la boca chiquita. Fíjate que en uno de esos lugares conocí a una de mis preferidas discípulas. Es una joven bella e inteligente, se llama Carla, parece que murió cuando tenía quince años, en plena “edad de oro”. Me contó los atropellos que ha tenido que soportar. Recién llegada al paraíso fue violada por un guardia celestial, posteriormente fue sentenciada a pasar tres años de cárcel por haber golpeado a un arcángel cuando intentaba secuestrarla, sentencia, sin derecho a fianza y ninguna otra prerrogativa, que le dictó un “santo” y “justo” juez divino. Al salir de la cárcel se dedicó a vender chicles en plenas nubes, más tarde fue contratada como “burrera”  por un comerciante de relajadores mentales, hasta que terminó donde la encontré, vendiendo su alma y demás cosas al mejor postor. Creo que su gran debilidad es no saber hacer algo intelectualmente práctico (honesto), y lo único que sabe es amar y servir a los fuertes, en otros términos, no tuvo ninguna ideología por la cual luchar y hasta morir, y cuando menos hubiera deseado la nada a no desear.

Me dijo que ya no aguantaba esta “vida”, y que en más de una ocasión ha intentado quitarse la “existencia”, pero no lo ha logrado, que no sabe que divinidad la condena a este sufrimiento prometeico. La consolé y le dije que no fuera tonta, que tal vez era su destino, y que, en contra de la palabra del Oráculo, nada se podía hacer y lo más aconsejable era asumir estoicamente su Hado.

No creas que fui tan pesimista con Carla, le di esperanzas de que, si se unía a mi proyecto y dejaba conducir su espíritu por mi intuición revolucionaria, pudiera lograr darle sentido a su “vida”, y al final sería inmensamente feliz. Como no tenía otra cosa más interesante que hacer, aceptó inmediatamente unirse al Comité Clandestino de los Difuntos Resucitados. Le expliqué los preparativos y detalles del plan, y después de esa íntima reunión de trabajo se fue a vivir conmigo. Carla es la responsable del área de información y espionaje del COCLADIRE. La chiquilla me salió re-abusada.

El plan se ha convertido en una lucha popular de transformación social, pues los habitantes del paraíso están inconformes por las deplorables condiciones en que “viven”. Como sociólogo tu bien sabes que cuando una sociedad llega a situaciones límites de pervivencia, su gobierno, por regla general comienza a tener problemas de inestabilidad social. Cada día que pasa se adhieren más difuntos a la revolución. Debo andar con mucho cuidado, pues soy el líder del movimiento, ya sabes, que, si llegan a cortar la cabeza, el cuerpo cae sólito, o sea, que se fregará el movimiento porque no hay otro líder, por eso te vine a buscar, perdón, no te asustes, es un decir.

Querido hermano del alma, como me gustaría que estuvieras conmigo en este momento histórico. Con tu astucia y cinismo me ayudarías a concretizar con éxito los ideales de democracia y justicia social que promueve nuestro movimiento revolucionario.

Juntos modernizaríamos al universo y con el triunfo del movimiento de sedición, instauraríamos un verdadero Estado democrático, seríamos electos gobernantes Dioses, monarcas absolutos de todo lo existente, oráculos del futuro y de la verdad, amos de todos los seres, y como todo aquí es divino, los cargos no serían temporales, sino eternos democráticamente.

Dios
¡Hey que pasa ahí!

Pedro
Perdona hermano que te deje, pero parece que ya me cayeron hablando contigo, al rato regreso.

Narrador
Repentinamente un fuerte sonido se dejó escuchar y majestuosamente el venerado señor hace su aparición, la alegría y la melancolía se unen para dar la bienvenida a la divinidad.

 Dios
¡Has pecado! ¿Por qué no respetaste las leyes del paraíso? ¿Qué acaso no sabes leer? El artículo primero de los reglamentos universales de nuestro reino, textualmente reza: ¡Prohibido hablar con los mortales so pena de “muerte”!

Pedro
¡OH! Gran señor, yo no sabía eso, últimamente la vista me ha venido fallando. No seas malo, no me vayas a castigar, te juro que no lo vuelvo hacer.

Narrador
Román se levanta malhumorado: ¡Que pesadilla tan espantosa!, de seguro fueron esos desgraciados “Tamales”  que cené, me han de haber “caído pesados” .

Se dirigió al baño, se lavó la cara e inicio su acostumbrada rutina: ¡Leiden!, ¡Leiden!,  ¡Kreuz!, ¡Kreuz!   ¡Sufrir!, ¡Sufrir!, ¡La cruz!, ¡La cruz!).

¡Humanos! Acuérdense del adagio de Jenófanes de Colofón: “Si los burros pensaran harían dioses a su imagen y semejanza” 

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