Lenin Torres Antonio | 14 enero de 2018
¡Despierta Román! ¿Acaso tu corazón no está
destrozado por mi muerte?
¡Sí! Mi muerte, la de tu hermano del alma.
¡Ah! Que poca memoria, ¿Qué no me
reconoces?... ¡Soy yo!..Pedro, el mismo
que viste y calza, el consuetudinario alcahuete que te acompañaba en tus
frecuentes jolgorios.
Poca madre al no reconocerme en este momento
de trascendencia mística, de abandono espiritual. ¿No que significaba algo
fundamental de tu mundo, de tu levedad, de tu voluntad, de tu historia?
Me indigna tu indiferencia, pensé que nunca
te olvidarías que juntos hicimos este mundo más habitable, que logramos
experimentar pensamientos que tocaban las puertas de lo universal, que nuestras
almas se escapaban de los vericuetos de la contingencia, de la temporalidad.
¡Ah! Ya sé, lo que pasa es que te encuentras
celoso porque estás vivo y yo muerto, ¿Verdad?, o quizá molesto porque no te
avisé cuando iba a partir.
¡So tonto! Si hubiera sabido cuándo iba a
llegar “la hora”, si hubiera podido determinar mi destino, de seguro hubiera
preferido continuar entre ustedes y ser algo así como un Dios, y de los meros
buenos, o cuando menos un Profeta-Mesías,
como el del pueblo, el mentado Don Nabor el Grande, el que todo lo
sabía, y si no lo sabía, argumentaba que era la voluntad del supremo que no lo
supiera, ya que si tenía acceso a los
secretos del conocimiento era porque Dios lo enaltecía con su gracia. Ante su
ignorancia no le quedaba más que decir: ¡Sea tu voluntad la que determine
nuestro destino!, ¡Alabado sea tu nombre!
¡Despierta flojo! No tengas miedo, no vengo a
jalarte las patas, vengo a contarte como es el más allá. Espero que recuerdes la promesa que hicimos
cuando éramos unos “mocosos” , que el que muriera primero iba a regresar a
contar cómo es el paraíso. Por eso es que aquí me tienes, “vivito y
coleando”,
¡Perdón!
Tú me conoces bastante bien, sabes que para
mí es cuestión de honor cumplir lo que prometo, no por nada tuve que verter un
poco de mi apreciable sangre, en ese cochino rito en que me indujiste para que
garantizare el cumplimiento de lo prometido. Insuficiente lenguaje humano para
hablar de la verdad del hombre, para ponernos en contacto con lo real. Algunos libres pensadores lo habían advertido,
que nos cuidáramos del hechizo del lenguaje, de la ilusión metafórica en que
convierte la verdad.
¡Necios! Tuvimos que ir más allá de la
palabra, más allá de la fe.
Al fin te puedo hablar del paraíso sobre la
base de experiencias inmediatas, recerca tengo las nubes sagradas del elíseo
celestial, al éter de la eternidad, al cáliz absoluto del universo.
Ni te imaginas hermano quién me recibió,
pensarás que soy chismoso o que peco de vanidad, me recibió Dios, ¡Sí! El de los milagros, el mismo que ordenó a
Abraham entregar a su primogénito en sacrificio como prueba de su fe.
Estando frente a Él, pensé que primero iba a
darme un afectuoso abrazo de bienvenida, pero no, y al igual que en una aduana
me pidió una identificación, y “por si las moscas” , mandó a que me revisarán
todito para ver si no intentaba contrabandear algún objeto prohibido por la
“Constitución de los Cielos Unidos”.
Nuestro venerado Señor de los cielos, iba
escoltado por un grueso contingente de ángeles, los cuales me hicieron sentirme
en casa, pues me recordaron a los cuerpos de seguridad de algunos de los
representantes políticos que gobiernan a los pueblos de la tierra.
Para tu información, los mentados angelitos
están “bien dados” , sumamente fuertes los desgraciados, se nota que comen
puntualmente sus sagrados alimentos, no dudes que a parte se han de ayudar,
para estar así de corpulentos, de alguno que otro anabólico, ¡Qué soberbios se
portaron! Con decirte que llegaron al extremo de utilizar unos tapabocas para
revisarme. Posteriormente, me dieron un baño con agua a presión que casi me
ahoga. No creas que me quedé callado, tú sabes que no me dejo, ya que siempre
cuando me asiste la razón, reclamo. Les pregunté, por qué me trataban así, si
siempre había sido un buen ciudadano, un buen cristiano; los muy sinvergüenzas
argumentaron que era una medida sanitaria para evitar la introducción de
enfermedades contagiosas al cielo.
No se me ha hecho difícil adaptarme a la
“vida” de aquí, pues ya sabes lo abusado que soy, acuérdate que ni cuando me
fui a trabajar de ilegal a los Estados Unidos se me hizo complicado adaptarme a
otra forma de vida.
He de confesarte, que por un momento me quedé
absorto ante la impresionante personalidad que tiene Dios, ¡El sí que demuestra
poder! Después que salí del embelesamiento y del trance, tuve la estúpida
ocurrencia de preguntarme en voz alta, si estaba despierto o soñando. El muy
Señor se encanijó y me reprendió con un fuerte pellizco, claro que acompañó su
barbarie con un magistral sermón, y me preguntó si no había tenido alguna
instrucción religiosa, sin darme tiempo de responderle, terminó magistralmente
el sermón, la arenga despótica: “¡Insolente! Cómo te atreves a poner en duda mi
existencia, ¡Aquí! la verdad es lo que es, y lo único que es lo que es, ¡Soy
yo! Mi existencia envuelve todo lo existente, soy el abarcador de lo finito e
infinito, de lo mortal e inmortal, ¡Soy el espíritu absoluto! A ver si después
te pones en contacto con Hegel, él te dará algunas lecciones filosóficas sobre
mi persona para que aprendas a dirigirte con respeto y absoluta precisión ante
mi investidura”.
No vayas a pensar que me amedrentó ese brutal
recibimiento, lo que sucedió es que tuve que aguantarme las ganas que tenía de
“refrescársela” , y fui prudente, no quise comenzar mi estancia teniendo
problemas con la autoridad suprema, es más, hipócritamente, al despedirme de Dios,
me persigné con devoción. Creo que logré engañarlo, porque antes de marcharse
me miró de una forma especial, como cuando un padre mira a su prole, o quizá,
me miró como miran los amos a sus esclavos, o como lo hacen los patrones con
sus trabajadores, en fin, que importa si me miró con amor, lujuria u odio.
Aquí entre nos, la verdad es que el tal Dios
no es como lo “pintan” , la verdad es
que aparte de su impresionante personalidad, no tiene nada de especial.
Llegue a pensar que en Dios se superaba lo
bello, lo bueno y lo verdadero. Pero no, el susodicho es feo, su nariz tiene la
forma de un pico de águila imperial, su boca la tiene bastante grande, ha de
ser por hablar demasiado consigo mismo. Todavía me pregunto cómo pudo engendrar
un hijo tan bello como Jesús Cristo.
De lo contrario de lo que supondríamos, con
eso del obligatorio celibato que protege del pecado de la carne a todos los que
predican su existencia; Dios sí está casado. Su mujer es un espléndido ser,
sumamente bello e incitante; tiene unos ojos de color rojo carmesí, y una piel
terriblemente tersa y sonrosada.
¡Hey! Despierta. Espero que me creas, te digo
la pura verdad, no vayas a pensar que soy un genio maligno que se empeña en
engañarte, y te agarra como conejillo epistémico para comprobar una verdad
indubitable.
¡Criatura mundana levántate! Perdona que
hable así, es que ya se me pegó la forma de hablar de acá, tu bien sabes que
todo lo malo se aprende, ¡Dios mío! ¿Por qué no se me pega tu omnipotencia?
Estimado Román, la vida en el paraíso no es
hermosa, no cambia mucho de estar vivo a estar muerto, salvo que acá somos
puras espiritualidad, morir es como volver a nacer en otra dimensión. Naces
como te mueres, si muere viejo, viejo llegas. Yo tuve la fortuna de no venir
tan acabado. El más allá es casi igual a la tierra: hay fronteras, los del
cielo por un lado y los del averno por el otro. Lo malo es que no te permiten
visitar a los compañeros del infierno, pero, como en todos lados, siempre hay
la excepción que rompe la norma, si tienes buenas relaciones, como, por
ejemplo, ser amigo de alguna autoridad celestial, o sobornando a través de la
universal “mordida” puedes conseguir ese
privilegio.
Hay mucha parentela que está separada, el
esposo en el infierno y la esposa en el cielo, un hermano quemándose
eternamente en la morada del Aqueronte y otro “campechaneándosela” en el paraíso junto a nuestro señor.
En fin, todo parece repetirse, la vuelta a lo
mismo, el eterno retorno de una historia que ya conocía. Todo esto me ha
defraudado, pues había albergado la esperanza, que el haber soportado
estoicamente nuestra inconfesable eticidad;
tendría su merced: que no trabajaría, que no volvería a preocuparme de
mis problemas económicos, porque eso era cosa del mundo de la necesidad; que
tendría asegurado la autosuficiencia absoluta, y lo más esperado, que en ésta
“vida” iba a disfrutar con total sentido ético y estético al Bien Absoluto y
ésa experiencia me absolvería de todo mal, de toda pena, de toda pulsión.
Esa bienaventuranza que predican los
teólogos, que en el reino de los cielos se “vive” como rey, es verdad, pero
sólo para unos cuantos, o, mejor dicho, para unos pocos, porque la mayoría, por
no decir todos, “vivimos” en condiciones precarias de “vida”, pues falta de
todo, ¿Será que habrá algún bloqueo económico?, o, ¿Simplemente planearon mal
el presupuesto destinado al paraíso y no contemplaron su alta tasa de
crecimiento poblacional?
Aquí se “vive” un régimen de derecho, igual
que en la tierra, nada más cambia de nombre, mientras que en la tierra son los
derechos y obligaciones señalados por las Constituciones de las naciones; en el
paraíso son las leyes y axiomas divinos que promulga nuestro Dios y alguno que
otro trasgresor: dioses menores, santos, vírgenes, ángeles, etc.
Fíjate que hasta tuve que buscar
“chamba” para ganar algún dinero que me
permitiera satisfacer mis necesidades elementales para poder “sobrevivir”. Lo
peor no fue trabajar, sino que tuve que pagar para que me consiguieran un
empleo en una fábrica de mísiles tierra-aire y armas bacteriológicas.
A veces he deseado mejor estar en el
infierno, pues aquí, falta muy poco para ser un infierno; pues hay de todo:
explotación a los ingenuos bienaventurados, corrupción por doquier; genocidio,
intolerancia, lucha por el poder, etc. Que enojado estoy, pues no hay alguien
decente a quien recurrir para inconformarte, sólo hay fríos buzones con leyendas:
“deposite su queja aquí”, o, por favor llamar al número telefónico:
“900011”. Para empezar, se ve que nunca
abren los susodichos buzones, pues se encuentran bien oxidados, y si llamas al
famoso número telefónico, te puedes “secar”
esperando la respuesta, pues siempre marca ocupado o simplemente no
contestan. Lo que más “rabia” me da, es
que tengo que disimular mi inconformidad, porque si no lo hago y ando de
“valiente” puedo ser deportado a los asilos de persuasión voluntaria (cárceles)
Pero no te espantes, tú sabes lo
“cabrón” que soy, no me voy a quedar
cruzado de brazos esperando ver que me depara el destino, como si fuera tan
difícil presagiar el destino. “Aquí entre nos”, lo que te voy a contar, quiero
que no se lo vayas a platicar a nadie, porque si andas de “boca suelta” , o
ingenuamente vayas a confesarte, y llega a los perspicaces oídos de los
representantes de Dios en la tierra, sacerdotes, místicos o elegidos, me puedes
poner en serios “aprietos”, ¡Me puede costar la “vida”! Estoy planeando una fuga, sé que es
peligroso, pero estoy convencido que vale la pena, no pierdo nada, y en cambio,
puedo obtener la libertad absoluta y la inmortalidad.
¿Recuerdas a Panú Rodríguez? El negro Chom.
El que rentaba un cuarto a doña Meche. Murió hace cuatro años, unos años antes
que yo. Él fue uno de los primeros difuntos conocidos que me recibió al llegar
al paraíso. Chom me reconoció de inmediato, con decirte que me preguntó por “la
flota” . Me “sacó de onda” su sospechosa
familiaridad, porque no era nuestro amigo, y el trato que tuvo con nosotros se
limitó a los usuales saludos al toparse con personas conocidas del barrio:
¡Buen día!, ¡Buena noche! A lo mejor simplemente le hice recordar (revivir) su
vida terrenal.
No me explico cómo Chom le hizo para ganarse
un lugar en el paraíso, si era bien “cabrón”
el desgraciado, hasta dicen que fue él quien mató a Gustavo a puñaladas.
Chom me dijo que era el primer paisano que
veía en el cielo. Fue tanta su alegría que me invitó a quedarme en su
casa. Chom está bien “parado” con las autoridades del paraíso, de eso me
percaté cuando supe que fue él quien intercedió para que me sacaran a tiempo
del cuarto de sanidad donde casi me ahogo.
Su casa es pequeña, pero su pequeñez no le
impide ser bella y ostentosa. Tiene tres recámaras, y la recamara principal
tiene todos los muebles hechos con oro puro, fue decorada al estilo faraónico,
incluso las camas parecen sarcófagos.
Aparte, la casa cuenta con una sala sumamente
delicada, parece que todo pende de un hilo, que los materiales con que están
construidos los muebles son frágiles y en cualquier momento podrían
desaparecer; cuenta con una imprescindible cantina, que tiene toda clase de
substancias alcohólicas, la variedad más amplía que me pudiera haber imaginado,
y eso que soy un “ducho” en eso del
“chupe” , el Chom se ve que es “rebriago” . Además, la casa cuenta con una
sospechosa bodega que siempre se encuentra cerrada y custodiada por unos tipos
bien armados. Lo que más me llamó la atención, aparte de la misteriosa bodega,
es su jardín, parece una selva en miniatura, tiene de toda clase de plantas y
bichos raros.
Chom me explicó cómo se divide el paraíso,
pues de lo contrario de lo que cuentan los teólogos que el paraíso es infinito,
la verdad es que tiene sus límites espaciales. He conocido todo el más allá
gracias a Chom. El muy chulo es a todo dar, se la sabe de todas, todas.
He sido respetuoso con el negro, pues no le
he preguntado en qué y en dónde trabaja, pero aquí entre nos, me huele que Chom
anda en malos pasos, frecuentemente viaja, y tarda reharto en regresar, cuando
regresa a casa anda muy secreteado. La casa la llena de una bola de
“cuates” que causan miedo nada más de
verlos, parece que son bien “gruesos” . Mi intuición y una que otra bolsita con
polvos blancos que he visto, me dicen que Chom anda enredado en el contrabando
(producción, distribución y venta) de drogas en el paraíso. Tengo
“reharto” miedo que un día de estos le
caigan y me “lleve entre las patas” . No lo siento por él, pues como te dije se
ve que tiene mucha influencia; más bien es por mí, pues creo que nadie tendría
compasión por este fiel cristiano. He pensado que, si soy detenido por culpa de
Chom, y no hace nada por salvarme, soy capaz de contar todo lo que he visto. No
creas que no he tomado mis precauciones, he sacado copias de un montón de
documentos, y he grabado conversaciones telefónicas comprometedoras de Chom con
personajes importantes del cielo.
Te confieso que si no me he ido a “vivir” a
otra parte, es porque Chom me prometió conseguirme un salvo conducto, pues
debes saber que poseer un salvoconducto
es privilegio de los que tiene una residencia mínima en el cielo de treinta
años, y no puedo esperar tanto tiempo, necesito el mentado documento para poder
transitar “libremente” por todo el territorio del paraíso, y así poder
conseguir compinches para el plan, que en un principio era para fugarme y ahora
se ha convertido en un Movimiento de Liberación Universal. ¡Alguien tiene que
hacer historia en el paraíso!
La revuelta la tengo planeada para diciembre,
pues según estudios sociológicos, en esas fechas la gente se enajena con el
alboroto de las fiestas navideñas y se olvida con facilidad de sus
responsabilidades, e impera un ambiente de fraternidad, todos se vuelven “buenos”
y comulgan con la omnibenevolencia de Dios.
El negro me dijo que a más tardar en dos años
luz me tendría el encargo.
Veo que estás un poco cansado, pero no te
desesperes, ya voy a terminar de contarte como es acá, no olvides que tengo
poco tiempo de muerto.
Quiero decirte que logré convencer a Chom
para que participara en el proyecto revolucionario. Ahora él constituye una
pieza clave del proyecto, lo nombré comandante de aprovisionamiento y
logística. No pienses que me la paso tan obsesionado con la Revolución. Así es
que mientras Chom me consigue el anhelado salvoconducto, para distraerme y
despejar mi mente, Chom me lleva a las moradas hedonistas-epicureistas,
sádicas-masoquistas, en otras palabras, moradas del goce celestial. ¡Esos
lugares tú los conoces bastante bien! No te hagas el de la boca chiquita.
Fíjate que en uno de esos lugares conocí a una de mis preferidas discípulas. Es
una joven bella e inteligente, se llama Carla, parece que murió cuando tenía
quince años, en plena “edad de oro”. Me contó los atropellos que ha tenido que
soportar. Recién llegada al paraíso fue violada por un guardia celestial,
posteriormente fue sentenciada a pasar tres años de cárcel por haber golpeado a
un arcángel cuando intentaba secuestrarla, sentencia, sin derecho a fianza y
ninguna otra prerrogativa, que le dictó un “santo” y “justo” juez divino. Al
salir de la cárcel se dedicó a vender chicles en plenas nubes, más tarde fue
contratada como “burrera” por un
comerciante de relajadores mentales, hasta que terminó donde la encontré,
vendiendo su alma y demás cosas al mejor postor. Creo que su gran debilidad es
no saber hacer algo intelectualmente práctico (honesto), y lo único que sabe es
amar y servir a los fuertes, en otros términos, no tuvo ninguna ideología por
la cual luchar y hasta morir, y cuando menos hubiera deseado la nada a no
desear.
Me dijo que ya no aguantaba esta “vida”, y
que en más de una ocasión ha intentado quitarse la “existencia”, pero no lo ha
logrado, que no sabe que divinidad la condena a este sufrimiento prometeico. La
consolé y le dije que no fuera tonta, que tal vez era su destino, y que, en
contra de la palabra del Oráculo, nada se podía hacer y lo más aconsejable era
asumir estoicamente su Hado.
No creas que fui tan pesimista con Carla, le
di esperanzas de que, si se unía a mi proyecto y dejaba conducir su espíritu
por mi intuición revolucionaria, pudiera lograr darle sentido a su “vida”, y al
final sería inmensamente feliz. Como no tenía otra cosa más interesante que
hacer, aceptó inmediatamente unirse al Comité Clandestino de los Difuntos
Resucitados. Le expliqué los preparativos y detalles del plan, y después de esa
íntima reunión de trabajo se fue a vivir conmigo. Carla es la responsable del
área de información y espionaje del COCLADIRE. La chiquilla me salió
re-abusada.
El plan se ha convertido en una lucha popular
de transformación social, pues los habitantes del paraíso están inconformes por
las deplorables condiciones en que “viven”. Como sociólogo tu bien sabes que
cuando una sociedad llega a situaciones límites de pervivencia, su gobierno,
por regla general comienza a tener problemas de inestabilidad social. Cada día
que pasa se adhieren más difuntos a la revolución. Debo andar con mucho
cuidado, pues soy el líder del movimiento, ya sabes, que, si llegan a cortar la
cabeza, el cuerpo cae sólito, o sea, que se fregará el movimiento porque no hay
otro líder, por eso te vine a buscar, perdón, no te asustes, es un decir.
Querido hermano del alma, como me gustaría
que estuvieras conmigo en este momento histórico. Con tu astucia y cinismo me
ayudarías a concretizar con éxito los ideales de democracia y justicia social
que promueve nuestro movimiento revolucionario.
Juntos modernizaríamos al universo y con el
triunfo del movimiento de sedición, instauraríamos un verdadero Estado
democrático, seríamos electos gobernantes Dioses, monarcas absolutos de todo lo
existente, oráculos del futuro y de la verdad, amos de todos los seres, y como
todo aquí es divino, los cargos no serían temporales, sino eternos
democráticamente.
Dios
¡Hey que pasa ahí!
Pedro
Perdona hermano que te deje, pero parece que
ya me cayeron hablando contigo, al rato regreso.
Narrador
Repentinamente un fuerte sonido se dejó
escuchar y majestuosamente el venerado señor hace su aparición, la alegría y la
melancolía se unen para dar la bienvenida a la divinidad.
Dios
¡Has pecado! ¿Por qué no respetaste las leyes
del paraíso? ¿Qué acaso no sabes leer? El artículo primero de los reglamentos
universales de nuestro reino, textualmente reza: ¡Prohibido hablar con los
mortales so pena de “muerte”!
Pedro
¡OH! Gran señor, yo no sabía eso, últimamente
la vista me ha venido fallando. No seas malo, no me vayas a castigar, te juro
que no lo vuelvo hacer.
Narrador
Román se levanta malhumorado: ¡Que pesadilla
tan espantosa!, de seguro fueron esos desgraciados “Tamales” que cené, me han de haber “caído pesados” .
Se dirigió al baño, se lavó la cara e inicio
su acostumbrada rutina: ¡Leiden!, ¡Leiden!,
¡Kreuz!, ¡Kreuz! ¡Sufrir!,
¡Sufrir!, ¡La cruz!, ¡La cruz!).
¡Humanos! Acuérdense del adagio de Jenófanes
de Colofón: “Si los burros pensaran harían dioses a su imagen y semejanza”