* Opera
en el sur * Al “amigo” fiel, una
diputación * Sirvió a Roberto Madrazo y
a Duarte * PAN-Veracruz: hecho trizas * Alcalde de Agua Dulce, como en la Ley de
Herodes * Regidor le responde * Eric, el nuevo mecate del que se cuelga la
síndica * La Catrina y La Pandita en Día
de Muertos
Mussio Cárdenas Arellano | 11 noviembre de 2019
Tribuna
Libre.- A
Sedesol, hoy Bienestar, lo usó Marcelo Montiel con saña y con filo: un botín
millonario y una maquinaria política que canjea dádivas por votos, sirviendo a
Rosario, encumbrando a Duarte, perpetuando al PRI, hoy entregándole las
estructuras a Dante Delgado.
Servía a Rosario Robles, hoy presa, en lo
suyo, la operación política, el contacto con los olvidados, los que anhelan una
despensa, una playera, una gorra, la beca, la pensión, el cemento y la varilla,
y como contraprestación enquistaban a la mafia en el poder, con su voto a
ciegas, su voto castrado, su voto de hambre, su voto cómplice.
Le sirvió Sedesol, y antes otros programas
sociales, para la formación de una estructura política, el marcelismo, que
apuntalara al PRI, su partido, en Coatzacoalcos, siendo alcalde o desde la
penumbra, sufragada con el erario, un símil de los gangs, piramidal y
autoritaria, financiada con el dinero del pueblo y operada por células de
burócratas o “aviadores” que sangran a las instituciones del Estado mientras
van de colonia en colonia, de congregación en congregación, de ejido en ejido
ofreciendo un espejismo, el alivio a la miseria que el mismo sistema creó
perpetuando a los artífices de su desgracia en la cúspide del poder.
Sirvió Marcelo a Rosario y a Javier Duarte, a
Fidel y a Alemán, a Dante Delgado y a Patricio Chirinos, a Yunes Linares y a
Yunes Landa, a todos con tal de tener su tajada de pastel.
Su don no es servir. El fin de Marcelo
Montiel es el uso de las masas, la compra de votos, el control de los IFES y de
los INES, los OPLES y todo órgano electoral, la dádiva en la prensa servil, el
engaño de los tontos a partir de un ardid tan arrogante como embustero: su
imagen de ganador.
Marcelo Montiel no es un arquitecto
electoral; es un albañil del fraude. No se granjea los votos; los hurta. No es
un político de altura; es un mapache silvestre.
Hoy, despeñado el PRI, es el operador de
Dante Delgado, el senador y ex gobernador de Veracruz, dueño de Movimiento
Ciudadano que un día navega con López Obrador y otro lo desdeña, un día se suma
al PRD y otro al PAN, les aporta votos o se los resta también.
Un hecho de sangre les da afinidad a Marcelo
Montiel y a Dante Delgado: el suicidio o asesinato de Juan Osorio López.
A media madrugada, el domingo 8 de marzo de
1989, sobre un charco de sangre dejaba la vida el ex alcalde de Coatzacoalcos,
en el remanso del hogar, con una nota póstuma, con palabras extrañas, el deseo
de descansar, caligrafía dudosa, su cuerpo ajeno a la mayoría, la sospecha de
una ejecución. Nadie, ni su esposa, ni su hijo mayor, ni los guardias,
escucharon el disparo. Los suicidios políticos así son.
Tras ese hecho de sangre, no aplicó al cargo
su suplente, Manuel González Salvador. Convocado por Dante Delgado, entonces
gobernador sustituto de Veracruz, viajó a Xalapa, suscribió su renuncia y se
abrió. Quedó la vacante. Y la vacante se llenó con una imposición.
Con Carlos Brito Gómez en la alcaldía arribó
una pandilla sui generis: Edel Álvarez Peña, Marcelo Montiel, Pablo de la Cruz,
Fernando Charleston Salinas. Y nació el cacicazgo que gobernó Coatzacoalcos por
casi 30 años, salvó por el trienio del PRD y el de Iván Hillman Chapoy.
Proviene Marcelo Montiel del priismo rapaz.
Sirvió a Roberto Madrazo Pintado —ojo Andrés Manuel— en la Delegación Magdalena
Contreras en la Ciudad de México, entre 1983 y 1984, con el cargo de
subdirector de Desarrollo Social. Y con él, Edel Álvarez, hoy presidente del
Poder Judicial, dueño de un consorcio periodístico sin saber un gramo de
periodismo, yunista azul para salir del sarcófago en el que lo confinó Javier
Duarte, morenista en cuanto afloró su máxima virtud: la traición.
Brito ubicó a Marcelo Montiel en el DIF
municipal (1989-1991), y desde ahí a permear a ras de piso, formando
estructuras, dispensando favores, las migajas a los pobres y el botín a los
corsarios.
Luego sería efímero tesorero municipal con
Edel Álvarez Peña, tiempos de Sedesol y del Pronasol salinista, Dante Delgado
en el gobierno y fluyendo los millones y millones para construir aulas y
pavimentar calles, la danza de los materiales, Cementos Veracruz —con ligas
hacia el mandatario estatal— proveyendo y proveyendo y hasta a la Iglesia
católica le tocó.
De la tesorería municipal, Marcelo Montiel
saltó la presidencia del PRI local cuando uno de sus “amigos” fieles, David
Porras Pacheco, llegó ebrio a la zona de tolerancia, armó una balacera y le
clavó una bala entre los ojos a un homosexual que laboraba como mesero. Y
Marcelo lo encubrió.
Soñó ser alcalde y del sueño lo despertó
Miguel Ángel Yunes, entonces secretario de Gobierno con Patricio Chirinos, que
ungió a Rogelio Lemarroy y lo llevó a la presidencia municipal.
Tres años fue Marcelo Montiel el secretario
del ayuntamiento de Lemarroy y en 1997 fue por el botín: la Oficialía Mayor del
Congreso de Veracruz, que lideraba Carlos Brito, su mentor.
Volvió a Coatzacoalcos en 2001 y ya como
alcalde se volvió fidelista. Haría suyos los aceleres de Fidel Herrera, luego
daría el viraje hacia Tomás Ruiz y volvería con Fidel hasta amarrar la
candidatura a diputado local por la Alianza Fidelidad por Veracruz.
Su segunda alcaldía, en 2008-2010, fue gris,
plegado al fidelismo, operando la llegada de Javier Duarte al poder. Marcelo
cargaba el peso de haber malversado recursos —el Libro Negro que le
confeccionaron Iván Hillman Chapoy, su sucesor, y Mariano Moreno Canepa, que de
la pobreza pasó al negocio gasolinero—. Asumió la Secretaría de Desarrollo
Social duartista, lidiando con los pagos a empresas fantasma que servían al
gobernador para saquear Veracruz.
Su remanso fue la delegación de la Sedesol
Federal en Veracruz, convocado por una aliada sin par: Rosario Robles Berlanga,
hoy en prisión. Por sus manos pasaron decenas de millones, programas sociales
de alto impacto, la mayor operación política del peñanietismo, la mayor
generación de votos. Y el albañil electoral jugando su rol.
Ahí enfrentó el escándalo, el robo de apoyos
a adultos mayores, dos empleados extrayendo el dinero con tarjetas bancarias
que mantenían retenidas, en cajeros de San Andrés Tuxtla, al sur de la entidad.
Se les consignó y juzgó. Y el de las tres M, impune, cobijado por Rosario.
Hoy Marcelo Montiel tiene ese expediente
abierto. Se nutre de las denuncias del subsecretario de Derechos Humanos,
Alejandro Encinas; la de un empleado ligado al ex senador panista, Juan Bueno
Torio, y la del ex vocero del PRD en Coatzacoalcos, Alejandro Gutiérrez
Cabrera.
Morena lo tiene en la mira; Dante Delgado, en
sus planes.
Al dueño de Movimiento Ciudadano le opera en
el sur de Veracruz usando estructuras de Sedesol, con enclaves infiltrados, las
coordinadoras y asesoras, quienes mueven a la gente, los listados de grupos
sociales identificados, nombre por nombre, domicilio por domicilio.
Pero el albañil no da palada gratis. A
cambio, Marcelo Montiel reclama su retorno al poder, la alcaldía de
Coatzacoalcos, diputaciones, regidurías, según revelaciones de ex marcelistas.
Uno de sus afectos, su “amigo” fiel, Yair
Andrade o Yair Fong, profesor de primaria, físicoculturista —el Paco Bravo de
Coatzacoalcos— es observado para una diputación.
Yair Andrade sigue a Marcelo Montiel desde la
primera campaña a la alcaldía de Coatzacoalcos. Era integrante de su avanzada
en colonias. Participó en las campañas a la diputación local en 2004, siendo
fidelistas, en el regreso de Montiel a la presidencia municipal en 2007, en la
de Marco César Theurel —“Te rompo tu puta madre”—, en 2010, y en la de Joaquín
Caballero Rosiñol, en 2013.
A sus operadores los reagrupa. A su lado
siguen Miguel Antonio Wong Ramos y Alfonso Morales Bustamante. Lejos de él
Víctor Rodríguez Gallegos y Jesús Moreno Delgado. A Rodríguez le reserva una
diputación para su hermano Felipe, actual regidor en el ayuntamiento de
Coatzacoalcos, el que más aplaude y secunda todo lo que instruya el alcalde de
Morena, Víctor Carranza Rosaldo.
A Dante sólo le basta que Marcelo Montiel le
opere. Los votos caerán, como refiere el versículo, por añadidura. El objetivo
no es ganar; es garantizar su registro como partido.
Y Marcelo, el operador de Rosario, le allega
las estructuras de Sedesol.
Archivo muerto
Hecho trizas, el PAN se diluye, se fracciona,
se mimetiza con el gobierno de la 4T. Asume Joaquín Guzmán Avilés la
presidencia del comité estatal en Veracruz bajo la sombra de Morena, allanado
el camino por un tribunal electoral que le lustra los huaraches al gobernador
Cuitláhuac García y le lame la mano al presidente del Poder Judicial, Edel
Álvarez Peña, y por una elección pasada por el fraude y la simulación. Convoca
El Chapito Guzmán a sus adversarios a la unidad luego de polarizar, de sumar
priistas a su causa, de operar con bejaranistas, morenistas y perredistas, y de
tener un discurso complaciente, de peón o mancebo, con el gobernador de Morena,
Cuitláhuac García. Y en la otra esquina, el yunismo azul pasmado y abriendo la
puerta a la conciliación —migajas si acaso les van a dar— con quien los echó
del poder. A la coordinación del PAN en el Congreso va Omar Miranda, un
negociante sin escrúpulos que saca raja de las campañas, de ese filón llamado
propaganda electoral. Huele a Morena el nuevo PAN en Veracruz, y a Fidel y a
Duarte, a los que de palabra dicen combatir y a los que en los hechos les
construyen el regreso al poder. Así, pronto el PAN le disputará al PRD su
condición de partido piltrafa, no buscando ganar elecciones sino cachando votos
para no perder el registro. Y el PRI igual, desvencijado, sin figuras, con un
éxodo permanente, su líder nacional desaparecido y su dirigente estatal sin
brújula… Alcalde de historieta, Sergio Guzmán es el clásico ejemplo del que
gobierna… con las tripas. Un “Varguitas”, personaje de La Ley de Herodes, que
adapta la ley a conveniencia y el poder a sus locuras. Quiso darle espacio a
Telecom, dependencia del gobierno federal, en el palacio municipal de Agua
Dulce y cumplirle la exigencia de contar con baño propio para damas y
caballeros y hasta regadera, como si fueran fifí, y por mayoría perdió la
votación en el cabildo. Tres votos fueron de la síndica, Sandra Amador, y de
los regidores Constantino Morales Montiel y Mario Espinoza Ríos, y el resto de
sus presuntos aliados. Tras una serie de ataques mediáticos y en redes
sociales, Constantino rompe el silencio y le recuerda que la escuela primaria
Venustiano Carranza presenta más carencias, techos que se llueven y un
sanitario en peores condiciones. Y ahí se debiera destinar la inversión. Al
regidor Mario Espinoza le fragua un ataque implicándolo en un tema de ganado
robado, uso de documentos falsos, operaciones ilegales en el rastro municipal
que el edil respondió, aclaró, explicó que si hubo alguna irregularidad fue del
personal y prepara una embestida legal que pondrá al alcalde de Agua Dulce —su
pasado policíaco, el encierro del suegro, la nudista con cargo público— en la
palestra de la prensa nacional. O sea, Sergio “Varguitas” Guzmán Ricárdez sigue
en la dinámica de gobernar con el hígado. Hasta que se le termine de pudrir… De
cualquier mecate se cuelga la síndica de Coatzacoalcos intentando evitar el
juicio político. Ayer fue Elías Moreno Brizuela, hoy es Eric Cisneros. Ya en
trámite el proceso en el Congreso de Veracruz, Yazmín Martínez Irigoyen ha
visto que ni con dobleces ni sometiéndose de nuevo al alcalde Víctor Manuel
Carranza Rosaldo y su pandilla, a los que los que les venteó mil trapacerías,
tretas y simulación jurídica, el acta falsa de cabildo, desvío de recursos a
organismos sociales que son fachada de lucrativos negocios, entregas de dinero
al ayuntamiento de Tatahuicapan a espaldas del cabildo, y un sinfín de
corruptelas. Llevada hasta el juicio político, Yazmín cede, se arruga, se
repliega, se somete y se arrastra. Hubo acuerdo con el ex presidente del
Congreso estatal, José Manuel Pozos Castro, y de la foto no pasó. Carranza
arremetió de nuevo y el juicio de desafuero ya inició. El 31 de octubre fue
turnado a comisiones. Será analizado y dictaminado, pasará al pleno y habrá
procedencia. Sin fuero, Yazmín será destituida, inhabilitada, enfrentará un
proceso penal y la cárcel. Nunca antes un caso así en Coatzacoalcos. Y la
pandilla del alcalde a lo mismo, al desvío, a la simulación jurídica, al abuso
y al atropello. Supone Yazmín que su nuevo mecate, el secretario de Gobierno,
Eric Cisneros, le servirá para suavizar su tragedia. Antes se colgó de
Cuitláhuac García, el gobernador; de Mónica Robles, la diputada succión; de
Elías Moreno Brizuela, el ex senador, y ahora de Eric Cisneros. Y el juicio de
desafuero va. Tontos y torpes serían Rocío Nahle y el Iguano Carranza si no les
cuaja la destitución de la síndica. Evidenciaría que tiene más poder Eric
Cisneros que la secretaria de Energía, que tanto presume de su cercanía con
Andrés Manuel López Obrador. Mientras, cualquier mecate le va bien a Yazmín con
tal de no caer al abismo. Nunca entendió la dinámica del poder. Teniendo todas
las pruebas de la corrupción de Carranza, el destituido sería aquel… La Catrina y La Pandita salieron a pasear.
Embadurnados, con rostro de muerto, Cuitláhuac y Eric se unieron al jolgorio
fantasmal, el desfile de los difuntos y la alegoría de la Muerte, mientras
Veracruz bulle, se incendia, llora sus tragedias, ve a los cárteles llegar, asaltar,
diezmar familias y sembrar dolor. Y La Catrina dale que dale, unos pasitos para
acá, otros pasitos para allá, contoneando la osamenta que eso es lo único que
sabe hacer. Van por las calles de Xalapa con su vodevil. La Pandita ríe,
bromea, se ríen de él, suscita burla y escarnio, al tiempo que Veracruz es un
caos político, enconados los partidos, atropellada la ley, usando al Congreso
como ariete de pasiones, venganzas, imposición, y la Iglesia que increpa, que
cuestiona. Y ellos, La Catrina y La Pandita, en la fiesta de Día de Muertos, en
la risa y en el baile como si el infierno fuera el edén. Inmortaliza a La
Catrina la estampa con que se le va a recordar: la pose feminoide mientras le
retocan el maquillaje. Histórica…