José Miguel Cobián | 13 marzo de 2013
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Tribuna Libre.- En Facebook, me encontré esta historia, que
creo que vale la pena traducir al español y compartir contigo amable amig@ que me haces el honor de leerme.
La abuelita criada en el Sur: En el supermercado, la joven cajera le
sugirió a la viejecita traer sus propias bolsas para el mandado, pues las
bolsas de plástico no son buenas para el ambiente. La ancianita se disculpó
comentando ¨nosotros no teníamos este asunto de la ecología en mis tiempos¨ La
joven empleada le contestó ¨ese es nuestro problema ahora. Su generación no se
preocupó suficiente para salvar el ambiente¨.
La viejita comenta: ¨ella tiene razón,
nosotros no teníamos este asunto de la ecología en nuestros días¨. ¨En aquéllos
tiempos, nosotros regresábamos las botellas de leche, las de refresco, las de
cerveza. La tienda las enviaba a la fábrica, y allí eran lavadas y
esterilizadas para ser llenadas de nuevo, así, usábamos las mismas botellas,
una y otra vez. Así, eran verdaderamente recicladas.
Pero ella tiene razón, nosotros no teníamos
este asunto de la ecología en nuestros días. Las tiendas embolsaban las compras
en bolsas de papel café, que eran reusadas para muchas cosas, incluso para
bolsas de basura, y hasta para forrar los libros de primaria que nos prestaban
las escuelas, para que no se dañaran por nuestros hijos. Entonces podíamos
personalizar nuestros libros con ese papel café.
Nosotros subíamos las escaleras, no teníamos
de las eléctricas en cada tienda o elevadores en cada oficina. Caminábamos
hacia las tiendas, y no nos subíamos en una máquina de 300 caballos de fuerza
cada vez que teníamos que caminar dos cuadras.
En aquéllos tiempos, nosotros lavábamos los
pañales porque no teníamos de los desechables. Nosotros secábamos la ropa en
tendederos, no en máquinas de 220 voltios. Aire y sol realmente secaban nuestra
ropa en nuestros tiempos. Los niños tenían sus ropas reparadas en casa, y
heredadas de sus hermanos mayores, no se compraba ropa nueva a cada rato.
Teníamos una televisión, un radio en la casa,
no uno en cada cuarto y la tele tenía una pantalla del tamaño de un pañuelo no
de una pared. En la cocina molíamos,
mezclábamos y licuábamos a mano, no teníamos una máquina eléctrica para cada
cosa. Cuando teníamos que enviar algo frágil por correo, lo envolvíamos en
papel periódico para protegerlo, no había styrofoam o burbujas de
plástico. Nosotros no gastábamos
gasolina sólo para cortar el pasto, usábamos energía humana. Nosotros hacíamos ejercicio trabajando, no teníamos
que ir a un club para correr en caminadoras eléctricas.
Tomábamos agua en un bebedero, sin usar vasos
o botellas de plástico. Las plumas las rellenábamos en lugar de tirar el
bolígrafo y comprar uno nuevo. Las
navajas de rasurar, las cambiábamos, en lugar de tirar el rastrillo completo y
comprar otro.
En aquéllos tiempos, tomábamos el autobús, y
los niños iban a la escuela caminando o en bicicleta, en lugar de convertir a
sus madres en servicios de taxi de 24 horas. Teníamos un solo contacto por
habitación, en lugar todo un banco de conexiones para una docena de aparatos
eléctricos. Incluso, no necesitamos un artilugio computarizado para recibir una
señal enviada desde satélites a 35,000 kilómetros en el espacio, utilizado
solamente para encontrar la próxima tienda de hamburguesas o papelería.
Nosotros sabíamos dónde encontrar lo que necesitábamos.
Es muy triste, pensar que la generación
actual lamente cuan desperdiciados éramos solamente porque no teníamos ese
asunto de la ecología. ¨
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