Héctor Yunes Landa | 30
junio de 2014
Tribuna Libre.- El
flujo de migrantes de Centroamérica por nuestro país en su paso hacia Estados
Unidos de Norteamérica se ha dado desde hace décadas, sin embargo, el escenario
actual es totalmente diferente, preocupante y requiere de atención
especializada por tratarse de niños sin acompañantes adultos; lo cual nos
compromete como país en proteger sus derechos humanos, en cumplimiento de
nuestras obligaciones internacionales, pero sobre todo, por ser un asunto
humanitario hacer efectivo el reencuentro con sus familiares y retornarlos a su
país de origen.
Se
calcula que desde octubre del año pasado son más de 52 mil menores los que han
cruzado la frontera estadounidense. Hoy, los niños migrantes representan el 35
por ciento de las personas que son rescatadas o aseguradas por el Instituto
Nacional de Migración y repatriadas desde México a naciones centroamericanas.
El
gobierno mexicano tiene la disposición de hacer más confortable la estancia de
estos menores migrantes, brindándoles seguridad física, alimentaria y
agilizando los procesos de repatriación para lograr lo antes posible la reunión
de los menores con sus familiares.
La
estrecha cooperación entre los países involucrados como Honduras, Guatemala,
Salvador, Nicaragua, México y Estados Unidos son una condición indispensable
para encontrar los instrumentos que reduzcan la exposición de los menores a los
riesgos de este tipo de viajes.
La
comunidad internacional tiene puesto los ojos en nuestro país por varias
razones, como las reformas estructurales alcanzadas que prometen grandes
beneficios, pero también, por la situación de los menores migrantes. México
debe demostrar la capacidad que tiene para resolver situaciones como estas en
las que se encuentran en juego los derechos humanos que en gran medida son el
fundamento de nuestra democracia.
El
ser humano por el sólo hecho de existir tiene derechos fundamentales y
cualquier país debe respetar, promover y proteger esos derechos con
independencia de su calidad migratoria. México siempre ha sido una nación
cálida con los extranjeros que ingresan al territorio nacional, pero los niños
como este caso, son lo más preciado por representar, además, el futuro de
nuestras naciones.
Un
país con una democracia consolidada, tiene la virtud de proteger los derechos
fundamentales de cualquier ser humano que se encuentre en su territorio.
Desde
este espacio hago un reconocimiento a las autoridades migratorias mexicanas y a
la CNDH que realizan grandes esfuerzos por brindar una adecuada estancia a los
niños migrantes centroamericanos.
En
México, los niños vengan de donde vengan, merecen nuestro respeto y nuestra
ayuda.
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