José Miguel Cobián | 17
noviembre de 2014
Tribuna Libre.- Sí, esta colaboración es una
autodefensa. Quien esto escribe ha
recibido críticas y reclamos desde dos trincheras disímbolas. Las alturas del
poder y las redes sociales, que hoy representan la voz del pueblo (clase media
y alta). Los reclamos van en función de que el autor está en contra del
vandalismo y la violencia que se refleja en las protestas por el asunto de
Ayotzinapa. Pero también por la exigencia de mejores instituciones en el país,
en particular las relacionadas con protección ciudadana y justicia.
De un lado se me acusa de pro gobierno, por
insistir que no es mediante la renuncia de un presidente, que las cosas van a
cambiar en México, mientras los mexicanos, nuestra sociedad y las instituciones
no cambien. Además de insistir en que hay grupos interesados en que le vaya mal
a México a nivel interno e internacional, pues así mejoran sus posibilidades de
lograr sus metas, y son esos grupos los que queman la puerta del palacio
nacional o las sedes de gobierno o partidos políticos. Esos mismos grupos que
se oponen a que los particulares acudan a realizar sus compras en libertad en
el buen fin, y deciden cuando sí y cuando no, se puede circular por las
carreteras del país.
Y quien esto escribe se desespera de que a
pesar de las 20,000 cancelaciones de reservaciones para Acapulco, y el daño que
con ello se le ocasiona a toda la economía regional, y en particular a los más
pobres y débiles de Acapulco. Ahora se pretenda hacer lo mismo con la economía
nacional, para que gracias al sufrimiento de muchos mexicanos, algunos obtengan
lo que buscan. Y la desesperación va en
el sentido de que en México hay muchos ciegos que se niegan a ver, aunque la
realidad esté allí para insistir en ello.
Por otra parte, se acusa al autor de anti gobierno, por insistir en que
las instituciones son lo único que nos puede salvar de una debacle social como
país.
Pero para ello debemos tener instituciones
fuertes, libres de corrupción, inmunes a la impunidad, y sobre todo, que
apliquen la ley a amigos y enemigos del poderoso en turno. Por eso se insiste tanto en esta columna en
que los policías sean personas capacitadas y entrenadas, que tengan además un nivel
de ingreso decoroso, que sus condiciones de trabajo y de vida sean las
adecuadas acorde a la dignidad humana. Y por ello se insiste también en que la
procuraduría estatal (y también la federal), tengan acceso a recursos
suficientes para atender con la debida prontitud todos los casos y denuncias
que a ella lleguen, con la capacidad técnica y humana suficiente para
resolverlas acorde a lo que cualquier ciudadano del mundo, y por ende cualquier
mexicano tiene derecho.
Porque sabemos que la procuraduría de
justicia de Veracruz es una caricatura, y la tragedia de Ayotzinapa ha
demostrado que la procuraduría de justicia del país también. Y por ello mismo se requiere que los máximos
tribunales estatales y federales estén formados por los mejores juristas no por
recomendados del virrey en turno, que no conocen el mínimo de impartición de
justicia ni de administración de un sistema judicial estatal o federal. En tratándose de temas de seguridad y
justicia lo menos que podemos aspirar y exigir los mexicanos es instituciones
fuertes, que resuelvan prontamente los asuntos que la sociedad les encomiende,
con personal capacitado, con tecnologías modernas, sobre todo en cuanto
investigación se refiere, y con salarios decorosos y niveles de vida dignos,
incluso en cuanto a los volúmenes de trabajo que enfrenta cada uno en su
calidad de ser humano.
Es increíble que estando en fechas de
evaluación de presupuestos, los gobernantes se ofendan ante una verdad como la
que planteamos. Los procuradores se molesten porque se pide mayor presupuesto
para elevar la capacidad y calidad de sus procuradurías. Los Magistrados se molesten porque se escribe
en papel y tinta (o pantalla y pixeles) lo que todos sabemos pero que pocos
exigimos. Que los diputados locales y
federales simulen no estar enterados de este grave problema y en lugar de mover
los presupuestos y las leyes para reforzar estas instituciones, sigan
obedeciendo al firmante del cheque que les llega con discreción si son de
oposición, o la voz que les ofrece un próximo puesto si son del partido en el
poder.
Olvidando su principal obligación que es
atender al pueblo de México. Así pasan
los días, y estas páginas se convierten en una voz en el desierto. Cuando sólo
tenemos dos opciones realmente viables, la primera es fortalecer las
instituciones y la segunda es desaparecerlas. Esta última implica un movimiento
armado, una revolución o un golpe de estado, pero nos enfrentaríamos a lo
desconocido, y normalmente lo desconocido en este país siempre se ha reflejado
con muertes, abusos, violencia, sacrificios, sufrimientos de las mayorías, y al
final, se regresa al camino de crear primero y luego fortalecer las
instituciones creadas. Impunidad,
gobierno sin interés por la patria y pueblo apático son los males que están matando
a nuestro país. Seguro alguien dirá que
hoy con las marchas no hay apatía. La
respuesta es muy clara, se marcha y se permite que la marcha se use para
desprestigiar a México y dañar a las instituciones, porque la cobardía y la
apatía de los que marchan les impide sacar de sus filas a los vándalos
anárquicos y a los vándalos que reciben órdenes superiores de quien se
beneficia del caos. www.josecobian.blogspot.com miguelcobian@gmail.com @jmcmex