* Veracruz, ahogado en una deuda de 55 mil
millones * Y los Centroamericanos nos costaron 3 mil 176 millones *
Férez Kuri y Sandra Moreno * De Cinépolis a la tragedia * Lo que se
calló el procurador * Las redes y otras historias * Transportistas
repudian maniobra de Renato * El político y la coca
Mussio Cárdenas Arellano | 24 noviembre de 2014
Tribuna Libre.- Torvo y violento,
Guillermo Ibarra Macías asume pose pandilleril. Reta con la mirada. Empuña el
bastón retráctil. Encara. Lo guarda y se refugia entre la Fuerza Civil, oídos
sordos a los manifestantes que lo increpan, que gritan que anda armado.
Corre esa estampa
en las redes sociales. Dos, tres, cuatro videos evidencian que el director de
Obras Públicas tiene afanes enfermizos por la agresión y devoción por la
violencia. Lo desnudan las escenas y generan una reacción viral, descomunal el
repudio, los gritos de condena, los insultos, las mentadas, la exigencia de que
un funcionario así, con espíritu de porro, se debe ir.
Aquel sábado 15,
hará una semana, había presagios de conflicto. Iniciaba los Juegos Centroamericanos
y del Caribe en la sede de Coatzacoalcos. Se advertían manifestaciones por los
43 normalistas de Ayotzinapa. Protestarían por la inseguridad, asesinado cuatro
días antes José Antonio Férez Kuri, en el estacionamiento de Plaza Patio,
indignada la sociedad.
Llegan los
manifestantes, maestros, telefonistas, petroleros, sociedad civil. Rondan las 9
de la mañana. Se hallan en la confluencia de Lázaro Cárdenas y Bravo. Pintan
sobre el pavimento varias siluetas y el número 43.
Son observados
desde las vallas metálicas. Un nutrido grupo de empleados del ayuntamiento los
tiene a distancia. Su misión es mantenerlos ahí. Nadie pasa. Ese es el acuerdo
previo. Hasta las vallas y nada más. Escuchan los discursos, los reclamos, las
condenas al gobierno por la desaparición de los jóvenes normalistas de
Ayotzinapa.
Se prende la
mecha. El video no muestra el instante en que se incendiaron los ánimos. Se ve
el jaloneo. Se escuchan los gritos. Un empleado municipal se tambalea, golpeado
por un bote de aerosol. Se lleva las manos a la cara, a los ojos.
Entre los
manifestantes también hay agredidos. Maritza Mijares, una joven maestra, es
tomada de su brazo derecho. Su padre, quien tiene capacidades diferentes,
intenta auxiliarla. Es maltratado, jaloneado. Maritza lo defiende. Vuelve a ser
jaloneada y horas después muestra en las redes sociales los moretones que le
provocaron.
Hay un momento
revelador en los videos. Uno de ellos, captado a corta distancia, permite ver
el andar de Guillermo Ibarra Macías. Pasa a primer plano. En su mano izquierda
empuña un bastón retráctil. Lo muestra son rostro soberbio. Permanece un
instante frente a los manifestantes. Reta con la mirada. Luego golpea la punta
del arma con fuerza. Lo vuelve a hacer. Así hasta que el bastón se cierra.
Comienza a
alejarse. Pasa junto a dos elementos de la Fuerza Civil. Uno lo observa, el
otro mantiene su mirada puesta en los manifestantes.
Se escucha una voz
de varón que grita “Hombre armado, hombre armado, oficial”. Pero el oficial ni
se inmuta. Una mujer de blusa blanca sigue al director de Obras Publicas y le
hace ver a los policías que el funcionario exhibió un arma. Otra voz grita que
los policías están del lado del agresor, evidente la complicidad de los
uniformados. ¿Fuerza Civil? No, Fuerza Encubridora.
Facebook fue el
acabose para el funcionario prepotente. Lo balconearon. Lo destazaron. Le
llamaron “arbitrario”, “animal”, “cobarde”, “lambiscón”, “criminal”, “abusivo”,
“asesino”, “efebo, protegido de Marcelo”.
Virulenta, la
reacción popular conmina a alcalde Joaquín Caballero Rosiñol a actuar. Si no lo
hace, le dicen, es cómplice. Y si se niega a actuar, que renuncie.
Equiparan a
Guillermo Ibarra Macías con David Porras Pacheco, aquel director de Ingresos de
la Tesorería municipal que un día, ebrio, fue a la zona de tolerancia y porque
le habían cobrado la cuenta de una parranda a su hermano, sacó el arma y
comenzó a disparar. Se sació cuando vio muerto a un mesero, Miguel López
García, alias “La Mayra”.
Tuvo que huir. Fue
ayudado por Marcelo Montiel Montiel, su protector y padrino, la impunidad a
todo su nivel.
Pero David Porras
estaba ebrio. El director de Obras Públicas no. O cuando menos no se le pudo
apreciar.
Ibarra Macías
viene de otro hecho de sangre. Su chofer, José María Cervantes, golpeó
arteramente al ingeniero Guillermo Drago González en las oficinas de Obras
Públicas, el 29 de octubre. Drago pedía, exigía, que atendieran una petición
para desazolvar un canal pluvial en la colonia Puerto México. Cuatro veces
había acudido a la dependencia. La última fue determinante. Ironizó sobre el
“servicio” que daban ahí, propio para idiotas que creen que ahí están para
servirle a la sociedad.
Salió el chofer de
la oficina de Guillermo Ibarra. Se le fue encima. Lo tundió a golpes. Lo pateó.
Le hizo perder dientes; le fracturó la nariz y el brazo; le provocó un derrame
en el ojo izquierdo, y le generó moretones en todo el cuerpo.
Guillermo Drago
denunció el caso penalmente. Señala al chofer como el auto material, pero a
Guillermo Ibarra como el autor intelectual de la agresión.
Condenado por la
opinión pública, sigue en el cargo como si no hubiera ocurrido nada. Permanece
feliz, gozoso y jocoso. Se pavonea en eventos públicos. Disfruta ser el Señor
de las Obras y el protegido del alcalde Caballero Rosiñol. Es el cinismo
político. Es la corrupción en Veracruz.
Ibarra no es
director de Obras Públicas por accidente. Está ahí por su relación con Joaquín
Caballero, amigos de años, socios en negocios, el más célebre en Perconsa,
cuando en 2003 estuvieron a punto de reventar a la constructora Gonzal, cuyo
dueño real, Luis Martín González, logró capitalizar el conflicto, cosechar
obras que le entregó Marcelo Montiel y terminar siendo líder de la Cámara
Mexicana de la Industria de la Construcción en Coatzacoalcos. Tapaos los unos a
los otros.
Complicado, el
sentido de su amistad es aberrante. Un amigo no daña al otro. Un amigo no lo
enloda. Un amigo no agravia a la sociedad y se sirve de la complicidad.
Guillermo Ibarra
Macías sí. Concibe al alcalde Caballero como el encubridor de sus fechorías, el
solapador de sus desmanes, el aplaudidor de sus arbitrariedades.
Verlo ahí,
empuñando un arma, un bastón retráctil, que equivale a unos chacos o a un arma
blanca, da la medida de sus instintos violentos, la prepotencia como norma de
conducta.
Sostenerlo ahí,
como director de Obras Públicas, funcionario prepotente, sirve para catalizar
los riesgos del alcalde de Coatzacoalcos. Quizá quiera pasar a la historia como
un alcalde represor, o como un alcalde golpeador, o como un alcalde agresor de
la sociedad.
Seguro un día no
lejano Guillermo Ibarra Macías sea como David Porras Pacheco. Quizá le quite la
vida a alguien y vea entonces cómo por sus excesos se pulveriza la alcaldía de
su amigo Joaquín Caballero Rosiñol.
Así ocurre cuando
a la amistad se le concibe como complicidad.
Archivo muerto
Ah, bueno. Nos
salieron caros los Juegos Centroamericanos y del Caribe. Nos costaron 3 mil 176
millones de pesos. Lo revela el secretario de Finanzas, Mauricio Audirac Murillo.
Y dice también que la deuda de Veracruz es de 55 mil millones de pesos, cuando
que al asumir la Sefiplan afirmaba que era de 41 mil millones. Pero la
incongruencia es fenomenal, agraviante: Veracruz en la quiebra y todavía nos da
para financiar los Juegos Centroamericanos, pagados por el pueblo, confinados a
cuatro municipios, que son sede, lo que exime a la mayoría de la población de
sentirlos y gozarlos. Ah bueno, esto sí es saber despilfarrar... Incompleta,
mañosamente incompleta, la investigación del procurador Luis Ángel Bravo
Contreras, no consigna la identidad de esa misteriosa acompañante de José
Antonio Férez Kuri el día que fue asesinado. Sandra Moreno, refiere una fuente,
iba con el ex subdirector de Operación y Mantenimiento de la Comisión Municipal
de Agua y Saneamiento de Coatzacoalcos. Dice el insider que
acudieron a Cinépolis, en Plaza Patio, la tarde del martes 11. Al salir, en el
estacionamiento, varios individuos se acercaron. Supuestamente le pidieron las
llaves de su camioneta, una Toyota RAV4. Se negó a entregarlas y lo mataron.
Una segunda versión asegura que fueron directo a arrancarle la vida. Otra
fuente confirma que José Antonio Férez no iba solo. Lo acompañaba una mujer
delgada, cabello claro, lacio. Concuerda con la fisonomía de Sandra Moreno.
Refiere esa fuente que la mujer no se movía del lugar. Le preocupaba que su
teléfono celular había quedado junto o debajo del cuerpo inerte de Férez Kuri,
según dice la fuente, casi testigo presencial del homicidio, pues se acercó
minutos después que se escucharon las dos detonaciones. Se retiró Sandra Moreno
instantes más tarde, a la vista ya los funcionarios municipales y amigos de
Férez Kuri que acudían ante la infausta noticia. Calló todos los detalles el
procurador de Veracruz, alias “Culín”. ¿Es la mujer que gritaba: “ayuda, ayuda
que me quieren secuestrar”?, de acuerdo con la crónica del periodista Ignacio
Carvajal. Otra fuente sostiene que Sandra Moreno vive con el miedo en la piel,
que ha variado su lugar de residencia. ¿Por qué si, según el procurador, los
asesinos ya están en prisión y el caso está aclarado? ¿A quién más investigó el
Ministerio Público y a quiénes dejó de investigar? Mientras, un mundo de
historias corren en las redes sociales. Hablan de José Antonio Férez. Hablan de
Sandra Moreno. Hablan de más. Hablan de lo que no quiere hablar
“Proculín”... Se para de frente la Unión de Permisionarios Transporte
Uxpanapa al diputado Renato Tronco Gómez, el agitador del sur. Cursa oficio al
gobernador Javier Duarte de Ochoa, con atención a Erick Lagos Hernández, el
fidelista secretario de Gobierno que no resuelve nada y donde no hay conflicto,
él lo crea. Le piden que no autorice nuevas concesiones de transporte mixto
rural en Las Choapas, máxime que detrás de ellas está el tormentoso Renato,
quien así quiere vengarse de los transportistas que se negaron a acarrear
campesinos al bloqueo de las autopistas que van a Tabasco y Chiapas. El oficio,
signado el 5 de noviembre, es explosivo. Lo suscribe el líder de Transporte
Uxpanapa, Mateo Gálvez Alvarado, y en varios párrafos advierten la “represalia”
del diputado Tronco por no secundarlo en su chantaje al gobernador de Veracruz.
Si Duarte le concede a Renato el transporte rural, pronto irá por todo el
pastel, desplazará a sus competidores, monopolizará el negocio. Autorizar
nuevas concesiones de transporte rural sólo para complacer al frustrado cacique
chantajista, equivale a que el remedio resulte peor que la enfermedad. Si
Renato doblega a Javier Duarte bloqueando el paso carretero, cualquiera lo
puede hacer. Y cuando el ejemplo cunda, será el cuento de nunca acabar...
¿Quién es ese connotado priísta, experto en finanzas, ambicioso sin llenadera,
asiduo al juego de casino, que en sus ratos libres, que son muchos, consume
harta coca para equilibrar su atribulada mente, en compañía del pintoresco
abogado del desodorante perdido? Una pista: forma parte del TUCOM...
twitter:
@mussiocardenas