* Ser oficialista para presidir la CEAPP *
Repudio en el gremio periodístico * Mónica Robles y el PVEM *
Quiere vender un invento verde * A García Bringas no le cumple el
gobernador * Ríos Montiel y los enjuagues en el RPP
Xalapa, Ver. | 27 Diciembre de 2014
Mussio Cárdenas Arellano
Tribuna Libre.- No es que Benita
González Morales sea mala. Es que es convenenciera, oportunista, vivilla,
ventajosa, maniobrera y tendenciosa. Y fidelista y duartista. Por eso es la
nueva presidenta de la Comisión Estatal para la Atención y Protección de los
Periodistas.
Su carrera puede
marcarse en dos tiempos: cuando escribía para la opinión pública y cuando se
entregó en brazos del poder.
Benita González,
la joven preparatoriana que llegó de San Juan Volador, municipio de Pajapan, en
la sierra de Soteapan, enfrentó un medio hostil, difícil, irremediablemente
corrupto, diseñado para servir a la clase política y sólo en caso extremo, para
informar a la sociedad. Aún así quiso ser periodista.
Coatzacoalcos le
dio espacio. Fue corresponsal de la televisión tabasqueña, reportera de El
Liberal, de Contacto, corresponsal de Milenio El Portal, columnista, conductora
de noticias en radio y televisión.
Curtida en el
trabajo, empeñosa, inteligente, aprendió de sus mentores y acumuló experiencia
para los días que habrían de venir. Fueron sus años de brillantez.
Tenía la pregunta
hiriente, cuestionaba sin reparo, indagaba sin otro fin que saber la verdad y
publicarla. Concitaba la atención de quien fuera, de sus fans y sus
detractores, de quienes la encumbraban y quienes la detestaban. Para todos
tenía Benita González, su voz traspasando fronteras, desde una cabina de radio,
desde sus espacios de papel.
Y así forjó su
fama, la de una estrella hueca.
2004 marcó su
transformación. Coqueteó a placer con el poder. Daba voz al marcelismo,
justificaba el ritmo de una política dispuesta a entrampar a Coatzacoalcos, la
imagen del alcalde Marcelo Montiel por encima de lo que fuera, acalladas las
voces críticas que llamaban a su espacio radial pues las carretadas de
publicidad y el surgimiento del mito no podían esperar. Radio Hit, su
plataforma de noticias, era todo marcelismo.
En ese 2004 la
apuesta de Benita González fue Marco César Theurel Cotero —“Te rompo tu puta
madre”—, inventado políticamente por Marcelo Montiel para sucederlo en la
alcaldía de Coatzacoalcos, qué más daba que en el PRI estatal se tramara otra
opción, qué importaba si el candidato de Miguel Alemán era Iván Hillman Chapoy
y que tuviera el respaldo del futuro gobernador, Fidel Herrera Beltrán.
Benita González
incurrió en un acto de amor desenfrenado al proyecto theurelista. Lo respaldó a
ciegas. Fue obsesiva, intransigente, fanática del director de Obras Públicas
Municipales. Y despertó cuando el PRI sometió al marcelismo, cuando Marcelo Montiel
negoció a su pupilo a cambio de una diputación local y cuando el mismo Theurel
cayó en la cuenta del engaño.
Entonces se montó
en el proyecto ivanista. Alabado Iván Hillman aunque representara la cara del
despotismo, la superchería política, la promesa incumplida, el desprecio a la
sociedad, repelente a los pobres, irrefrenable su ambición, negocios al amparo
del poder y 2 mil millones de pesos ejercidos sin una sola obra pública que se
pudiera decir decente.
Ya para entonces,
Benita González era fidelista pura. Tenía en receso al marcelismo, que ya no
producía, se rendía ante el ivanismo y le cuidaba la imagen a Fidel Herrera
Beltrán.
Por sus labios no
pasaba la crítica, voz estelar de Radio Hit. Tampoco la del auditorio que
advertía que el sexenio de Fidel era sinónimo de saqueo y robo, corrupción e
impunidad. Su misión era cuidar al gobernador.
2009 marcó a
Benita González con un suceso trágico. Eran los primeros días de mayo. Sufrió
un accidente en su casa de San Juan Volador, atropellada por un familiar. Su
vida pendía de un hilo. Llegó a Coatzacoalcos. Fue intervenida, salvada y
sometida a una prolongada rehabilitación. Ahí estuvo la mano de Fidel, vía
Javier Duarte, para enfrentar lo que fuera, lo-que-fuera, según la versión del
alto mando marcelista.
Ocho meses
después, en enero de 2010, volvió a la conducción del Sistema Informativo
Notisur, en Radio Hit. Volvió para respaldar a Javier Duarte, el proyecto
títere, la treta del fidelato.
Negada para la
crítica, fue un peón más del theurelismo que en 2011 asumió la alcaldía de
Coatzacoalcos, funestos sus resultados, a todo vapor la bipolaridad de Marcos
Theurel, los agravios a los ediles, a la población, a proveedores y
constructores, la corrupción en todo su esplendor pues la mafia del alcalde era
la encargada de hacer obra, cobrada a precio millonario, que hoy se cae a
pedazos.
Su oficialismo se
dio en el marcelismo, en el ivanismo, en el theurelismo, en el joaquinismo, en
el fidelismo y en el duartismo. Sus lealtades son invariables; sus intereses, claros.
Su línea es
maquillar la debacle duartista, pues en sus dominios radiales rechaza
información que hable de ejecutados. Suele decir que al periodista no le tocar
calificar, así sea evidente la ejecución. Pueden acompañar al muerto un mensaje
del crimen organizado, tiro de gracia, el cuerpo mutilado, pero en sus espacios
no se puede pasa esa información.
De la mano de un
sector del gremio, encabezó la Asociación de Periodistas de Coatzacoalcos, una
agrupación que vive en la ilegalidad, que viola sus estatutos; que elige a sus
líderes por planillas cuando sus normas internas lo prohíben; que toma acuerdos
sin quórum, que tiene en sus filas hasta a quienes no son periodistas.
Benita González
fue un cero a la izquierda al frente de la APEC y se escabullía cuando sus
compañeros de gremio eran reprimidos, golpeados, hostigados.
Ser oficialista
fue su mérito para llegar a la Comisión Estatal para la Atención y Protección
de los periodistas. Impuesta por Javier Duarte, llegó a ser consejera, no para
defender a sus compañeros de profesión sino para encubrir al gobernador de
Veracruz en su eterno conflicto con la prensa crítica.
Tuvo un deprimente
papel en el plagio y muerte del reportero Gregorio Jiménez de la Cruz,
intrigando junto con la ex vocera María Georgina Domínguez Colío y la
secretaria ejecutiva de la CEAPP, Namiko Matzumoto Benítez, para romper la
relación entre la viuda, Carmela Hernández, y la mejor amiga de Goyo de la
Cruz, Romana Ortega Cruz.
Acumula repudio.
Es fustigada por el gremio de Coatzacoalcos y el sur de Veracruz, cuestionada
por su servilismo al gobernador en turno.
Portales como
Notimina le dieron una repasada, la despedazaron: “no significa otra cosa más
que la llegada a la titularidad de la CEAPP de una empleada más del gobernador
Javier Duarte de Ochoa. Es claro que la conductora de noticias de Radio HIT ‘La
Explosiva’ no representa los intereses de la mayoría y ni siquiera de la
minoría de los periodistas veracruzanos. Más bien es cuidadora de lo que lo
conviene a su ‘jefe’ el gobernador Javier Duarte de Ochoa.
“Tampoco Benita
González se ha caracterizado por ser defensora de los derechos de los
periodistas veracruzanos. Todo lo contrario, al igual que su ‘jefe’ es
represora y va en contra de los periodistas que se atreven a hablar mal del
gobernador ‘prospero’ o de su gobierno. Nunca se ha puesto de lado de las
causas, de las necesidades o de lo que le duele a su compañeros periodistas.
Todo lo contrario,
se ha convertido en enemiga de quienes pretenden alzar la voz por las
agresiones sufridas o por las muertes injustas de compañeros periodistas”.
Benita González no
es líder de opinión. Sólo lo creen así Fidel Herrera, Javier Duarte y Benita
González. Es empleada del poder.
Y no es que sea
mala. Es que es oportunista, servil, ventajosa y tendenciosa. Y fidelista y
duartista.
Por eso es la
nueva presidenta de la CEAPP.
Archivo muerto
Vende sueños
Mónica Robles de Hillman. Vende al Partido Verde Ecologista de México como una
alternativa electoral, sabida su condición de palero del PRI, partido pantalla
cuyos líderes nacionales, jefaturados por José Emilio González Martínez, “El
Niño Verde”, han lucrado con el poder, traficado con permisos de construcción
en áreas protegidas, atesorado millones en el Senado y la Cámara de Diputados,
y hasta están implicados en crímenes. La sumisión del PVEM es insultante, con
líderes estatales que son una vergüenza, lacayos del gobernador en Veracruz,
empleados de Javier Duarte. Y ahora llega la diputada desteñida, Mónica Robles
de Hillman, y quiere vender un molino de viento que no sopla. Ecuación simple:
Mónica es al PVEM lo que el PVEM es a Mónica: anodinos, sin argumento,
solapadores de bribones de la política, burladores de la sociedad. Allá los
ingenuos que le quieran comprar su invento verde... Sigue y seguirá esperando
Rafael García Bringas que le cumpla sus promesas el gobernador Javier Duarte de
Ochoa. Diputado del PRI, diputado del PAN, de nuevo diputado del PRI,
saltimbanqui García Bringas fue de los que creyó que el regreso a tricolor lo
haría en plan estelar. Útil para desmembrar al yunismo, fue reclutado por el
gobernador en 2013 y mareado con que estaba a las puertas del paraíso. Pero de
ahí no pasó. Lo convirtió Duarte en levantadedos, cómplice de leyes aberrantes
que no han pasado el filtro de la inconstitucionalidad, del capricho fiel para
crear un gobierno estatal de dos años, no porque se requiera la homologación
electoral con los procesos federales sino para cerrarle la puerta a los Yunes
rojos —José Francisco y Héctor— en sus aspiraciones de ser candidatos al
gobierno de Veracruz en 2016. García Bringas y otros 44 diputados lo avalaron,
creídos muchos de ellos que así el gobernador les cumplirá las promesas que les
hizo y que no ven llegar. Y mientras, los recomendados del legislador plurinominal
mueren de desesperación... Félix Ríos Montiel no está de adorno en el Registro
Público de la Propiedad de Coatzacoalcos. Pasan por sus manos escrituras,
inscripciones, gravámenes, avisos preventivos. Ahí se filtra quién compra,
quién vende, quién trasfiere o dona. Ahí están las argucias del gobierno de
Veracruz que desaparece títulos de propiedad o que impide movimiento alguno,
aún por encima de la ley. Ahí están las sustituciones ilegales de escrituras o
parte de ellas. Félix Ríos Montiel es el oficial mayor del RPP, sobrino del
delegado de la Sedesol federal en Veracruz, Marcelo Montiel Montiel, y también
sobrino del notario público de Minatitlán, Flavino Ríos Alvarado...
twitter:
@mussiocardenas