Articulista invitado… Necesario gestionar la deuda de Veracruz, pero es prioritario evitar que se repita
Héctor Yunes Landa | 31 agosto de 2015
Tribuna Libre.- En la última semana mucho se ha dicho y debatido
sobre el endeudamiento de los gobiernos estatales, en particular el de
Veracruz. Las cifras difieren de acuerdo a la procedencia de la versión y la
óptica e intereses con que se valora, todo esto a pesar de que existe una
declaración oficial, por parte de cada uno de los Poderes del Estado de
Veracruz, así como el monto oficial que consigna la Secretaría de Hacienda del
Gobierno Federal.
Asimismo, se ha estado hablando de las
gestiones que ya se emprenden para renegociar el plazo de la deuda y sus
intereses, así como la adquisición de nuevos empréstitos para paliar la
delicada situación financiera que enfrenta nuestra entidad, pero sin abordar y
resolver el fondo del problema.
Pienso que este es
un tema de la más alta prioridad, porque Veracruz no puede estar al borde de la
parálisis, máxime que hay un gran número de dependencias que no deben detener
su operación.
La economía
veracruzana se encuentra detenida, desde hace dos años. Solo en este año, al
segundo trimestre, se habían perdido 18 mil empleos.
Se tiene la
percepción de que la administración atraviesa por una crisis seria.
Es un rumor
generalizado surgido de las propias áreas administrativas, por ejemplo, el
esfuerzo con que se paga la nómina gubernamental cada quincena, sin dejar de
mencionar las graves carencias del sector Salud, cuyos trabajadores han ya
expresado su molestia mediante paros y los pacientes resentido la precariedad
del sector. Esto es de suma gravedad para la vida social de Veracruz.
Al respecto traigo
a colación la sentencia de Napoleón: “Vísteme despacio que llevo prisa”. Es
necesario renegociar la deuda y gestionar nuevos recursos, es casi una
emergencia; pero antes, es imprescindible atender las causas estructurales que
permitieron que Veracruz, al igual que muchas otras entidades federativas,
incurriera en los altos niveles de endeudamiento que hoy se tienen.
Ahí están los
ejemplos de Coahuila y Nuevo León, entre otros, que hoy enfrentan un problema
muy similar al de Veracruz.
Las
reestructuraciones de Coahuila y Chihuahua no son ejemplo de seriedad ni de
responsabilidad. Son ejemplo del desorden acumulado.
La situación
internacional, particularmente la baja del petróleo y el colapso del mercado de
valores chino, no es un pretexto. Hay muchas entidades, la mayoría, por cierto,
que no están reestructurando porque sus deudas son sanas.
¿Qué ocurre en
Veracruz?
Lo que vivimos ha
sido propiciado por diversos factores en la planeación y administración de los
recursos públicos, pero también, por la falta de un sistema adecuado de frenos
y contrapesos que permitan la correcta aplicación y fiscalización del dinero
público, a través de la Rendición de Cuentas y la Transparencia.
Esta deuda no se
generó de la noche a la mañana, sino a través de varios años y en por lo menos
tres administraciones estatales. La deuda pasó de poco menos de casi 3 mil
millones en 2004 a 44 mil millones, al menos, hoy. La pregunta obligada es
¿Dónde estaban quienes hoy se rasgan las vestiduras y fustigan a diario al
Gobierno del Estado, cuando esta deuda se estaba generando?
Fuimos pocos los
que nos opusimos a tiempo y en público al arranque de este proceso.
Diversas personas
que interactúan de manera profesional en el quehacer público hoy cuestionan el
endeudamiento, pero reitero ¿Dónde estaban? También la omisión implica
complicidad. Entonces no criticaban por desconocimiento –muy grave si tenían
responsabilidades-, conveniencia o complicidad.
De pronto, cuando
hay afectación de intereses, o sea, cuando las decisiones y los vientos no son
favorables, entonces son los más severos críticos. Creo que no se vale, porque
la acción política debe sustentarse siempre en Principios y Valores, no solo en
intereses.
Si los gobernantes
incurren en un error, como todo ser humano puede hacerlo, para eso está la
división de Poderes y para eso está la prensa libre, así como los académicos e
intelectuales y la propia oposición política. Esa es la interacción que hace
que una sociedad sea políticamente desarrollada: el ejercicio de los Frenos y
Contrapesos que sustenta la Democracia.
Pienso entonces,
que antes que empeñarnos en ampliar plazos para el pago de la deuda y gestionar
recursos frescos, es urgente hacer una reforma profunda del marco jurídico y
político en Veracruz; asimismo, reordenar las finanzas públicas. De lo
contrario, esta situación podría repetirse en los próximos años, incurriendo en
un círculo vicioso de graves consecuencias para nuestro estado y el bienestar
de los veracruzanos.
Hay un dato muy
claro. Ya se ha reestructurado la deuda de Veracruz. El monto no fue menor: fue
superior a los 9,500 millones de pesos.
Más
reestructuración dará flujo, pero no cura el problema.
¿Las anteriores
reestructuraciones impulsaron el crecimiento, la infraestructura, el empleo?
No. ¿Se cubrieron las obligaciones con proveedores? Tampoco.
¿Que será
diferente ahora?
Lo dije y lo
sostengo: hay que reestructurar. Esa no es la pregunta. La pregunta es ¿para
qué?
No se puede
generar más carga, por más tiempo, a los veracruzanos.
La
reestructuración es una condición necesaria, no suficiente, para solucionar el
grave problema económico de Veracruz. Hay que hacer más.
El Gobierno debe
compactarse y adoptar las mejores prácticas de administración. Sin ejemplo, no
habrá convocatoria posible a más sacrificios sociales inútiles.
El destino del
ahorro y el flujo que se libere de la restructuración debe supervisarse por el
Senado de la República o por una Comisión de la Sociedad Civil. Tenemos que
garantizar que aquello que se libere llegue a manos productivas que inviertan
en Veracruz en proyectos de alto impacto: competitivo y de generación de
empleo.
Hay, también,
recursos por recuperar, que debe conseguirse a través de la aplicación de la
ley. El castigo a malos funcionarios, contratistas, no basta: hay que restituir
el daño al erario.
Desde el Senado de
la República apoyaremos un esfuerzo, con el énfasis en que sea integral.
El objetivo debe
ser que la economía vuelva a crecer para que se distribuya el bienestar y, al
mismo tiempo, se reduzca el peso de la deuda con respecto al PIB.
En fin: hay un
paquete de medidas que hay que tomarse de inmediato: no hay balas de plata.
Hacer lo mismo,
recordaba Einstein, lleva a los mismos resultados.
Desde el Senado de
la República haremos los que corresponda.
Ahí está la Ley
que aprobamos para regular la Deuda de los Estados y Municipios; ahí está
también el Sistema Nacional Anticorrupción que ha impulsado el Presidente
Enrique Peña Nieto. Son dos elementos muy valiosos que deben ser tomados en
cuenta y ser la referencia para reformar la forma de ejercer el gasto público
en los estados, entre ellos Veracruz, de manera responsable.
La más alta
prioridad debe ser hoy garantizar a los veracruzanos que lo ocurrido con el
endeudamiento y con el posible uso indebido de los recursos no vuelva a
repetirse jamás. De lo contrario solo estaríamos atendiendo la urgencia, pero
sin visión de futuro.
Lo he dicho y lo
reitero: hay que castigar a los servidores públicos que resulten responsables
de los manejos indebidos de los recursos públicos, pero sobre todo, hay que
impedir que esto se repita.
Esta posición no
es nueva ni obedece a proyectos personales, siempre he sido congruente con la
postura de ser cuidosos con el endeudamiento público.
La contratación de
deuda debe ser bien pensada y con objetivos claros, como lo demuestra el Diario
de los Debates del H. Congreso del Estado Veracruz, ahí está mi postura
contundente sobre la bursatilización.