* Marcha de repudio en Xalapa * Tildan al
gobernador de “asesino” * De Plaza Lerdo a Casa Veracruz * Javier
Duarte tendrá de declarar * La humillación * Firma falsificada en
documento del caso Karime * El obispo y la autodefensa * Acarreo
para Víctor Rodríguez * ¿Lideresa de la APEC o de FONACOT?
Mussio Cárdenas Arellano | 12 agosto de 2015
Tribuna Libre.- “Fuiste tú”, le
gritan a Javier Duarte. No lo bajan de “asesino”. Lo asedian cientos. Lo
increpan con furia a las puertas de Casa Veracruz. “Javier Duarte, fuiste tú”,
reprochan, en la mayor protesta, acusado de provocar la ejecución del
fotoperiodista Rubén Espinosa y la activista social Nadia Vera.
Marchan por la
paz. Marchan contra el aprendiz de tirano. Marchan en respuesta al deslinde
cínico del gobernador de Veracruz que así, sin más, como quien tiene el alma
limpia, se dice ajeno al crimen de la Narvarte.
Recogen las
crónicas periodísticas el repudio y la protesta. “Gobierno fascista que mata
periodistas: gobierno tirano que matas a mi hermano”, le sueltan en el trayecto
a la residencia oficial. Y luego: “Fuera Duarte”, “Fue el Estado”.
Dice el portal
Plumas Libres que la Plaza Lerdo o Plaza Regina, como la rebautizó un sector de
la prensa crítica en honor a la corresponsal de Proceso, asesinada el 28 de
abril de 2012, en Xalapa, se llenó de flores. Era un “altar con flores, velas,
fotos, nombres” y que “una vez más fue testigo de la tristeza e indignación”.
Noé Zavaleta,
reportero, corresponsal de Proceso, amigo, hermano de Rubén Espinosa, describe
la escena en la residencia oficial del gobernador: “Sobre la placa que da la
bienvenida a la ‘Casa Veracruz’, periodistas depositaron flores blancas y
colocaron retratos tanto de Rubén Espinosa como de Nadia Vera”.
“Sabemos quién
fue”, dice la lona negra en que se insertan los rostros de Nadia y Rubén. Con
ella avanzan desde Plaza Regina hasta Casa Veracruz. Se va nutriendo el
contingente, cargado de ira, de repudio al peor gobernador que Veracruz haya
parido.
Hay más
consignas: “¿Y si la siguiente fueran tus
hijos, tu esposa, tu hermano… seguirías diciendo que en Veracruz no pasa
nada?”, “Mancera, no protejas a Javier Duarte”, “Montano, guarura de Duarte” y
“La libertad de expresión es un pase a la muerte”.
Era Rubén Espinosa
un fotorreportero incómodo, refieren sus compañeros. Alzaba la voz por los
periodistas asesinados. Captaba la protesta, el rechazo a la arbitrariedad, al
silencio oficial, a la indolencia, a la represión.
Y cuando se
exilió, dejó claro que no quería ser el siguiente periodista al que le
arrancaran la vida. Lo expresó en una entrevista con Rompeviento TV, asediado
por los esbirros de Javier Duarte y del secretario de Seguridad pública, Arturo
Bermúdez Zurita.
Fue ejecutado en
el Distrito Federal. Sufrió tortura y el tiro de gracia. Su cuerpo y el de
Nadia Vera, así como los de tres mujeres más, fueron hallados la noche del
viernes 31 de julio, en el departamento 401 del edificio ubicado en Luz Saviñón
1909, colonia Narvarte, cerca de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes,
cerca del multifamiliar SCOP, cerca de la Torre de Telecomunicaciones, cerca del
Eje Central.
Huyó de Veracruz.
Huyó de Javier Duarte. Huyó del asedio y el espionaje, de los matarifes que el
desgobierno duartista envía a las conferencias de prensa vestidos de civil, no
orejear sino a captar rostros, a infiltrarse, a mezclarse entre la prensa
crítica.
Luego los vio al
salir de su hogar. Después los sintió caminar a su lado. Más tarde se los topó
de frente, hacerle señas, hablarle, decirle que se hiciera a un lado. “Sigue
tomando fotos y te va a pasar lo que a Regina”, le expresó en tono de amenaza
uno de los matarifes del duartismo.
Y ahora dice
Javier Duarte que nada lo implica en el crimen de Rubén Espinosa.
Nadia Vera
marchaba contra la imposición de Enrique Peña Nieto. El 20 de noviembre de
2012, días antes que asumiera el poder, salió a las calles y expresó su
repudio. Fue reprimida, disuelto el contingente a punta de tolete y macana, el
único idioma de la policía duartista, el puño y mazo, la voz de la
intolerancia.
Nadia Vera habló a
Rompeviento TV. Tildó a Javier Duarte de ignorante. Dijo que no gobierna, que
entregó el gobierno a los narcos.
Nadia Vera dijo
que si algo le ocurría hacía responsable a Javier Duarte, que si algo le
sucedía la culpabilidad sería del gobernador de Veracruz. Y le sucedió.
Ambos quedaron en
una recámara del departamento 401. A ella la ultrajaron, la golpearon y le
asestaron un balazo. A él lo tundieron a golpes y finalmente lo balearon.
Fue robo, planteó
el procurador del DF, Rodolfo Ríos Garza, en las horas siguientes a la
ejecución. Luego diría que una de las muertas, Mile Virginia Martín, de
nacionalidad colombiana, pudo ser el objetivo de los atacantes. Varió el móvil
a una vendetta entre bandas colombianas dedicadas al narcotráfico. Se tardó una
semana en revelar la identidad de la chica. Primero le llamó “Nicole”, después
“Simone”, en un esfuerzo por ocultar su nombre.
Decía el
procurador del DF que seguía todas las líneas de investigación. No descartaba
el móvil de la actividad profesional de Rubén Espinosa. Lo decía pero no hubo
una sola evidencia de que indagara por ahí, que siguiera las amenazas vertidas
por el gobierno de Javier Duarte contra el “fotógrafo incómodo”.
Filtraba, en
cambio, cuanta información servía para mantener a salvo al gobernador de
Veracruz. Vendía su verdad colocándola en el buzón de la prensa afín, sus
difusores, los que potenciaron la hipótesis del robo y la vertiente del
narcotráfico.
Así fue hasta el
lunes 10. De regreso a Veracruz, Javier Duarte abordó el tema. Contó —y
cuenteó— que su gobierno ama a los periodistas, que no hay hostigamiento, que
ofrece garantías para realizar su trabajo, que se respeta la libertad de
expresión.
Contó —y cuenteó—
Javier Duarte que los crímenes de periodistas no quedan impunes en Veracruz.
Del cajón de las mentiras extrajo el expediente del embuste. Aseguró que el de
Gabriel Huge, Guillermo Luna y Esteban Rodríguez fue provocado porque los tres
habían pedido a una célula criminal que ultimara a Milo Vela, Yolanda Ordaz y
Misael López Solana. Llegó otra banda y los ultimó. Ajá.
Contó —y cuenteó—
que los asesinos de Marco Antonio Báez Chino fueron identificados. Eran zetas.
Convenientemente murieron en un enfrentamiento con efectivos militares. O sea,
si fueron o no, se llevaron el secreto a la tumba.
Contó —y cuenteó—
que el crimen de Regina Martínez fue resuelto; que a Jorge Antonio Hernández
Silva le echaron 38 años de cárcel por el robo y homicidio, y que el cómplice
está prófugo. Falso. “El Silva” fue recapturado luego que lo liberaran por
haberle violado sus derechos, ser torturado y carecer de un abogado que o
asesorara. Volvió a prisión, pero no puede ser juzgado por homicidio sino sólo
por robo.
Dice que están
resueltos los crímenes de Gregorio Jiménez de la Cruz y Moisés Sánchez Cerezo,
pero no aclara que aún se encuentran en juicio, sin sentencia.
Y así los embustes
de Javier Duarte.
Algo pasó en el
fin de semana. Miguel Mancera, jefe de gobierno del Distrito Federal, da un
vuelco al caso. Presionado por un sector de la prensa, nacional e
internacional, por intelectuales y organismos independientes de derechos
humanos, ordena que la Procuraduría capitalina tome la declaración del
gordobés.
Javier Duarte lo
admite. Dice que lamenta la muerte de Rubén Espinosa. Advierte que colaborará
con la Procuraduría del DF en el esclarecimiento del crimen.
Tongo o no, teatro
o no, Javier Duarte está sentado en el banquillo de los acusados. Lo citan en
calidad de testigo, no indiciado, en un ardid carente de lógica.
¿Testigo de qué?
¿De las golpizas que recibió el corresponsal gráfico de Proceso y Cuartoscuro,
así como fotógrafo de la agencia AVC, a manos de policías duartistas? ¿Del
asedio de los agentes de gobierno que lo espiaban, que lo seguían, que lo
intimidaban, que lo amenazaban?
La farsa es total.
Javier Duarte comparece en su feudo. No se traslada al DF. Le envían personal
de la Procuraduría del DF, pero la diligencia la realizará la Fiscalía General
de Veracruz, o sea Luis Ángel Bravo Contreras, alias “Culín”, o sea su empleado
y su brazo ejecutor un sinnúmero de injusticias.
Es evidente la
marrullería. Simulan justicia cuando a Javier Duarte se le da calidad de
testigo en un hecho, la persecución a Rubén Espinosa, que tiene tintes de
represión de Estado.
Es una farsa y a
la vez una humillación. Nunca antes un gobernador veracruzano había sido
llevado al terreno judicial. Quizá sea para atenuar el escándalo y luego salir
con certificado de impunidad, pero la humillación queda ahí.
“Fuiste tú”, le
dicen cientos o miles en Xalapa. Van a la residencia oficial y le plantan flores.
De “asesino” no lo bajan. Le imputan la autoría de un crimen que está cimbrando
a Veracruz y a México entero.
Terminan sus
vacaciones. Bienvenido a la realidad, don Javier.
Archivo muerto
Otra mala para el
fiscal Luis Ángel Bravo, alias “Culín”: reitera el médico Mario Poblete
Hipólito que el certificado con el que lo inculpan, es apócrifo. No es su
firma. No lo elaboró. Lo dice en el careo que este lunes se realizó para
establecer si es presunto responsable de abuso de autoridad y falsificación de
documento. Mario Poblete sostiene en su declaración, ya ratificada ante el juez
federal, y en el careo con el director de la Cruz Roja de Las Choapas,
Dagoberto Ortiz Camacho, y la administradora, Yadira Calderón de los Santos,
que ese certificado no lo elaboró pues en la fecha que se señala se hallaba
incapacitado. Suscribió otros, el 3 y 4 de septiembre, en el que consta la
atención a un sujeto que luego sabría que se trataba de José Armando Salinas
Linares, acusado de coparticipación en el secuestro y asesinato de la niña
Karime Alejandra Cruz Reyes y su tía Mónica Reyes Baruch, entre julio y
septiembre de 2014. Salinas Linares presentaba una herida en el cuello. Lo
atendió en dos ocasiones a petición del comandante de la Policía Ministerial,
Cándido Aguilar Vázquez, quien no permitió que en los registros apareciera el
nombre del detenido. En su ratificación, el médico Mario Poblete sostiene que
no conocía al abogado Enrique Rentería Zavaleta y que supo de él cuando llegó
una notificación judicial. Su testimonio es una carga letal para el fiscal Luis
Ángel Bravo. Determina que el detenido, Salinas Linares, fue sometido a tortura
y que lo tuvieron incomunicado, en manos de la ministerial en Las Choapas, en
actuaciones judiciales fuera de la ley. Explosivo, el caso es un clavo ardiente
para el fiscal. Pretende doblegar al abogado Enrique Rentería, quien le echo
abajo la acusación contra cuatro trabajadores electricistas acusados del
asesinato del pastor evangélico Claudio Martínez Morales, y ahora estaría demostrando
que el acusado por el caso Karime Alejandra fue torturado, lo que le haría
ganar el juicio de amparo. Eso le pasa a “Culín” por querer torcer la ley...
Categórico, el obispo de Coatzacoalcos, Rutilo Muñoz Zamora: la sociedad debe
exigir al gobierno que esclarezca cada crimen que se comete, que no haya
impunidad. Vivimos una ola de inseguridad “y violencia ha rebasado a los
cuerpos policíacos, por lo que es necesario que las colonias, los barrios y las
familias se organicen para protegerse unos a otros”. Es el principio de las
autodefensas, el fracaso de las instituciones, el derecho de los pueblos a
garantizar su seguridad... Acarreo masivo, mínimo 150 promotoras de colonias,
mínimo otros 200 empleados municipales, mínimo unos 200 priístas más. Todos
conminados a aplaudirle al nuevo líder del Movimiento Territorial del PRI en
Veracruz, Víctor Rodríguez Gallegos. Toma posesión este miércoles 12, a las 6
de la tarde, en el Teatro del Estado, en Xalapa. Circulan ya las invitaciones
en tono verde, al estilo Héctor Yunes Landa, suscritas por la dirigente
nacional del MT, senadora Ana Lilia Herrera Anzaldo. Se cuelga de las
estructuras ya establecidas, de los enclaves del PRI, del presupuesto de los
ayuntamientos para sufragar el acarreo, pues “El Chochol” no mueve ni los pies
en un danzón. Recibe, pues, las migajas del poder, luego que el gobernador
Javier Duarte lo vetara para ser candidato del PRI a la diputación federal
“porque no garantiza el triunfo”. A cambio le dieron uno de los organismos más
vilipendiados del PRI... Qué activa Victoria Rasgado, presidenta de la
Asociación de Periodistas de Coatzacoalcos. Obtiene descuentos en una papelería
y en tiendas de uniformes escolares. Y dice que habrá más. Preside la APEC,
pero pareciera que lidera FONACOT. Es para ayudar a la economía de los
periodistas. Buen dardo pero mal tino. Debiera la señorita Rasgado organizar al
gremio, dictar líneas de acción, reclamarle a los medios que les paguen
salarios de hambre, que les estén conculcando la seguridad social, que los
echen con liquidaciones ínfimas, que tengan que vivir del chayote. Tiene un
ejemplo a la mano: Diario del Istmo, el medio para el que labora Victoria
Rasgado, la presidenta de FONACOT, perdón, de la APEC...
twitter:
@mussiocardenas