"Culpa a alguien más y continúa con tu vida”.
Alan Woods
Sergio Sarmiento | 06 agosto de 2015
Tribuna Libre.- Apenas se acababan
de dar a conocer los nombres y las identidades de las víctimas del homicidio
múltiple de la colonia Narvarte -Yesenia Quiroz, Nadia Vera, Nicole, Alejandra
y el fotógrafo Rubén Espinosa– cuando ya se levantaban dedos para señalar culpables.
El responsable es
Javier Duarte, Gobernador de Veracruz, dijeron algunos sin dudar. ¿La prueba?
Espinosa huyó de Veracruz por amenazas un mes antes y además es el autor de una
fotografía de portada de la revista Proceso en la que no sólo aparece el
Gobernador Duartesino que además se ve gordo. Por otra parte Nadia Vera era una
activista social chiapaneca que trabajó también en Veracruz.
Para otros es más
sencillo y dicen: Fue el Estado. Supongo que esto significa que hubo una gran
conspiración de funcionarios capitalinos, veracruzanos y federales para
asesinar a Espinosa e impedir que las investigaciones descubrieran al
responsable. Es la misma acusación que escuchamos en el caso de Iguala. El
Estado mexicano se está convirtiendo en un mortífero criminal.
Cuando escucho
estas afirmaciones, sin embargo, no puedo evitar recordar la reflexión de la
filósofa Hannah Arendt: "Donde todos son culpables, nadie es; las
confesiones de una culpa colectiva son la mejor posible salvaguarda contra el
descubrimiento de culpables, y la misma magnitud del crimen es la mejor excusa
para no hacer nada”.
Quizá soy
demasiado idiota. Cuando veo la información disponible sobre la matanza de la
colonia Narvarte me horrorizo, pero no encuentro indicios que permitieran
apuntar a algún presunto culpable.
¿Qué sabemos? Que
las víctimas estaban en una fiesta de larga duración, la cual empezó el jueves
30 de julio por la noche y se prolongó al parecer hasta la noche siguiente. No
era una reunión ruidosa. Rubén Espinosa, me dice Darío Ramírez de Artículo 19,
la organización que apoyó al reportero gráfico para dejar Veracruz, no era una
persona fiestera o de vida desordenada; por el contrario, "era bastante
metódico”. Sabemos también que Espinosa dejó la fiesta en un momento, pero regreso
a ella más tarde. Se encontraba, sin embargo, en el apartamento de Luz Saviñón
cuando los asesinos llegaron sin forzar la puerta y ejecutaron a todos en el
interior.
La Procuraduría de
Justicia del Distrito Federal está realizando una investigación no sólo por
homicidio sino también por robo, porque señala que el apartamento se encontraba
revuelto y faltaban billeteras y celulares de las víctimas. Pero la saña
extrema con la que actuaron los criminales no es usual en un robo. Las
víctimas, por otra parte, muestran escoriaciones que sugieren tortura o
resistencia. Por lo menos una de las mujeres muestra indicios de violación.
Todas las víctimas tenían el tiro de gracia.
Espinosa salió de
Veracruz, donde vivía y trabajaba, porque recibió amenazas. Por eso se ha
señalado a Duarte. No hay hasta el momento, sin embargo, ninguna indicación de
que el gobernador o algún allegado hayan ordenado el crimen. Un asesinato
múltiple, con tortura y violación de las víctimas, no parece corresponder a un
homicidio político. El propio Espinosa, me dice Darío Ramírez, nunca
responsabilizó al gobernador directamente de las amenazas que recibió.
El que no pueda
unirme a los linchamientos no significa que descarte la responsabilidad del
gobernador o del Estado mexicano. Pero tengo la mala costumbre de buscar
pruebas antes de lanzar acusaciones. Hasta por respeto a las víctimas, es
importante saber primero lo que pasó y después lanzar acusaciones. Aprovechar
la muerte de una o más personas para lanzar ataques a políticos que no nos
gustan me parece inmoral.