* La prensa y los videos * El Balance
Electoral y los “desestabilizadores” * Show en el Congreso * La
vendetta Fidel-Duarte-Yunes * COFISUR: el pecado del gobierno * Los
priístas y el fraude * ¿Lavado de dinero? * Cada 48 horas hay
un homicidio en el sur * Delitos violentos y sanguinarios
Mussio Cárdenas Arellano | 08 septiembre de 2015
Tribuna Libre.- Sin una guerra en
su haber, Arturo Bermúdez es un general de pacotilla proclive a reprimir, a
hostigar sin mesura, a hablar sin prudencia, a joder periodistas y por qué no,
a espiar.
Así va trazando el
“general” su historia propia en el Veracruz de la violencia infinita y la
sangre de inocentes y malosos, en la zozobra que provoca la delincuencia
incontenible y en la disputa por el territorio único para el trasiego de droga,
para la industria del levantón, para el secuestro de migrantes, para la trata
de mujeres y el entre y la extorsión.
Un día se le
escuchó decir que tenían al crimen organizado dentro. Revelador, el video lo
mostraba en la descripción de un episodio de narcos, y ahí una patrulla de
policía en función de escolta, resguardando a los delincuentes, cubriendo la
salida, bloqueando la comunicación. Y Arturo Bermúdez Zurita admitía que se
dormía con el enemigo.
Sí, eran los días
del fidelismo y era esa la realidad que comenzaba a tomar vida, a transformar a
Veracruz en el santuario zeta, en el escenario de violencia que mantiene a las
instituciones a raya y que ha permeado en las estructuras policíacas y
judiciales.
Ya en la
Secretaría de Seguridad Pública, el “general” Arturo Bermúdez ha sido, por
decir lo menos, imprudente, obcecado, desdeñoso, profundamente agrio e
insolente.
“Pinches medios”,
le dijo a los periodistas que lo increpaban por la represión en Plaza Lerdo, el
13 de septiembre de 2013, desalojo que barrió lo mismo con maestros disidentes
y periodistas que cubrían la información. Uno de ellos era Rubén Espinosa
Becerril, colaborador de Proceso, Cuartoscuro y AVC, quien se exiliara en el
Distrito Federal por el asedio de agentes de gobierno y allá, luego de ser
ubicado, fuera ejecutado en la colonia Narvarte el 31 de julio.
“Pinches medios”,
les dijo en la sede del Congreso de Veracruz, el día que comparecía, creído el
“general” que el micrófono estaba cerrado, provocando el asombro de
legisladores, sobre todo los priístas y sus aliados, los vergonzosos satélites,
que en un instante quedaron desarmados, inutilizados, para hacer la defensa del
titular de la SSP.
Es la fobia de
Bermúdez a un gremio que no dispensa, ni consiente, ni solapa el maltrato de
una policía agresiva, arbitraria y prepotente, que usa el tolete y el bastón
eléctrico, que arremete con el escudo y que usa la fuerza contra la protesta
social.
Sus mandos medios
hostigan con saña. Amagan y amenazan, detienen e interrogan hasta por captar
una imagen, por requerir un dato, por cumplir con una función informativa que
en cualquier lugar, menos en Veracruz, es garantía constitucional.
Un camarógrafo de
Telever, en Coatzacoalcos, enfrentó la amenaza de un jefe policíaco cuando
captaba la protesta de policías intermunicipales que reclamaban su derecho a
una liquidación por los años laborados.
Un reportero del
periódico Liberal fue reprimido por accionar su equipo fotográfico y registrar
las placas de un auto asegurado, presuntamente usado por delincuentes en una
acción fuera de la ley.
Sean policías,
navales, militares, las acciones represivas recaen en el Mando Único o en los
operativos policíacos que se realizan en Veracruz. Y su principal protagonista
es el “general” de cero estrellas Arturo Bermúdez.
Reporteros de
Imagen de Golfo, de Grupo FM, de Acayucan y Minatitlán, enfrentan la
intolerancia, hostigamiento, asedio y agresión de policías estatales o de
integrantes del Mando Único Policial.
Creada a un
altísimo costo, equipada como pocas, la Fuerza Civil es el cuerpo de élite del
sistema de seguridad de Veracruz. Le sirve al desgobernador Javier Duarte y al
secretario “general” Arturo Bermúdez para evitar que la Guardia Nacional entre
a Veracruz, que invada su territorio, que identifique los puntos en que el
crimen organizado opera con toda impunidad.
Lleva la
imprudencia a flor de labio. En Coatzacoalcos, por ejemplo, dijo que aquellos
que reclaman seguridad pueden instalar un sistema de alarma en su casa,
contratar vigilancia privada y comprarse un perro.
Impune, Arturo
Bermúdez se había mofado de todo y de todos hasta que ocurrió la agresión a
ocho alumnos de la Universidad Veracruzana, la madrugada del 5 de junio de
2015, acusado de indolencia y complicidad.
Festejaban el
cumpleaños de uno de sus compañeros. De pronto, un comando armado irrumpió en la
pequeña habitación. Los apaleó con bates de beisbol, con palos con clavos, con
machetes y armas punzocortantes. Iban encapuchados y sólo uno de ellos tenía el
rostro descubierto.
Fluían las
versiones mientras los jóvenes exhibían sus rostros descompuestos, fracturas en
brazos, rostro y cabeza. Fue identificado el grupo agresor como un ente
parapolicíaco de comportamiento criminal, entrenado en la Academia de Policía
El Lencero, los porros del “general” Bermúdez.
Días antes el
Partido del Trabajo había exhibido un documento, el reporte Balance Electoral
2015, que en realidad era la identificación de personajes incómodos para el
gobierno duartista. Surgía la hipótesis de que el gobierno duartista espiaba a
los grupos disidentes, a los activistas sociales, a los reporteros incómodos. Y
que además los reprimía.
Acorralado, el
“general” Arturo Bermúdez terminó por enredarse. No espiamos, dijo. Pero...:
“Lo que existe son
fotografías, vídeos y C4 de diferentes gentes que hacen manifestaciones y dañan
al orden público. Lo que existe son vídeos, existen fotografías de ustedes
mismos (prensa), de las gentes que están incendiando, que están dañando, es lo
único que tiene la Secretaria de Seguridad”.
¿Videos de
periodistas que cubrían las movilizaciones sociales? Así era. Y lo admitía el
“general” de cero estrellas.
Dice no espiar,
pero la tentación lo rebasa. En junio, tras el ataque a los jóvenes
universitarios, negaba que esos videos fueran una forma de espionaje, pero tres
meses después, el espionaje rueda como parte del sistema de seguridad, así
viole las garantías individuales.
Muy pronto 700
policías tendrán una cámara para grabar todo lo que están haciendo —sentenció
el Secretario de Seguridad—, grabar toda intervención y los protocolos,
especificar si las detenciones son correctas o no, porque así lo pide el nuevo
sistema porque así lo pide el nuevo sistema de justicia penal, no yo”.
Y el “general” de
plácemes. Su semántica es de risa. Dice que los periodistas no son espiados
pero sí grabados.
Espía con anterioridad
al nuevo sistema de justicia penal, en movilizaciones sociales, en reclamos al
gobierno, en las protestas de aquellos a los que el informe Balance Electoral
2015 denominó “desestabilizadores”.
Lo que Bermúdez
reconoció es contundente:
“Lo que existe son
fotografías, vídeos y C4 de diferentes gentes que hacen manifestaciones y dañan
al orden público. Lo que existe son vídeos, existen fotografías de ustedes
mismos (prensa), de las gentes que están incendiando, que están dañando, es lo
único que tiene la Secretaria de Seguridad”.
Lo niega, pero que
espía, espía.
Archivo muerto
Y pensar que ganan
una millonada. Y pensar que para hacerlos llegar al Congreso hubo que comprar
el voto, comprar a los partidos de oposición, billetear a los órganos
electorales, a la prensa aplaudidora. Y ya ahí, antes de sentarse en la curul,
de proponer una iniciativa de ley digna, hablar de cómo enfrentar la caída del
peso frente al dólar, la devaluación, el estancamiento económico, la irritación
social o la desigualdad, muestran la piel, lo que son y para lo que sirven. Y
ahí, en pleno Congreso, todos de pie, Alberto Silva Ramos, alias El Cisne, al
frente, en super conferencia de prensa, resaltan los diputados priístas el tema
crucial, lo único que les importa de Veracruz, el expediente X, lo hiper
relevante y extra medular: Miguel Ángel Yunes Linares es un corrupto sin par.
Hay que enjuiciarlo y enjaularlo. O sea la Caja China de Javier Duarte para
distraer del crimen del fotoperiodista Rubén Espinosa, quien huyera de Veracruz
asediado por la Gestapo duartista y exiliado en el DF, donde fue ubicado y
asesinado el 31 de julio. Y con la representación de todo Veracruz, la corte de
los chaneques lanza el exhorto: que la PGR reactive las denuncias, que
determine cuánto le bailó Yunes Linares al ISSSTE cuando era director, cuánto
depositó en cuentas bancarias, si hubo enriquecimiento inexplicable, peculado y
daño patrimonial, porque hace cinco años que no lo ven trabajar y detenta una
mansión en Boca del Río o en Alvarado y otras propiedades, gasolineras,
restaurantes. Y han de suponer los bufones del duartismo y los payasos del
fidelismo que todos se creen que aquello es buscar justicia cuando la
instrucción es parar, como sea, al cuasi candidato del PAN al gobierno de
Veracruz, quien de tiempo atrás le tiene prometida una megaembestida al
desgobernador Javier Duarte, una vez que se trepe a la tribuna del Congreso
federal, por la quiebra financiera, por el baño de sangre, por la corrupción.
Ahí está el quid. Lanzan el Cisne Silva y sus borreguitos en turno el exhorto a
la PGR como si alguien se tragara que es cosa de ellos, como si soplándoles la
nuca, susurrándoles al oído, no estuviera Javier Duarte, y atrás, Fidel Herrera
Beltrán. Yunes azul ha saturado a la opinión pública con el discurso de la
revancha, de la persecución y promete que desde la tribuna de San Lázaro
exhibirá al gobernador y a Fidel, instando al gobierno federal a apretar y
aplicar la ley, a que indague en qué cuenta bancaria fueron a parar los
recursos federales, el dinero para obras, los millones que debía devolver
Javier Duarte a la Federación; que se reactiven las pesquisas de la Auditoría
Superior de la Federación y que la PGR consigne el caso Fidel-Duarte a Poder
Judicial. Eso los tiene con el Jesús en la boca. Y en respuesta, los bufones
del duartismo piden lo mismo contra él, trenzados así en un pleito sin fin, en
una vendetta política. Si Yunes es culpable o Fidel y Duarte le robaron a
Veracruz, que se dirima en la PGR y en los tribunales, pero que sea esa la
primera acción formal de la bancada priísta veracruzana, es, por decir lo
menos, una aberración, la versión legislativa del show de Laura Bozo... Cimbra
el Caso Cofisur. Lo reactiva el ex senador Fauzi Hamdan, panista, quien tiene
claro que aquí hay responsabilidad de la autoridad y que debe pagar a los
defraudados, que son miles agraviados y también miles de millones de pesos.
Llegará a Coatzacoalcos de nueva cuenta, esta vez el 19 de septiembre, con un
bagaje de información judicial, la estrategia que implica no sólo acreditar el
daño patrimonial sino la perversa omisión del área judicial del gobierno de
Fidel Herrera Beltrán cuando tuvo en sus manos el caso y tendió una red de
encubrimiento para evitar se llegara a fondo, se embargaran los bienes que garantizarían
la reparación del daño. Doloso, el Ministerio Público fidelista incumplió su
función. Dejó correr un juicio que de antemano, por la forma en que planteó,
sabía perdido. ¿Por qué? Servían las financieras y las cajas de ahorro patito
para que los priístas multiplicaran sus fortunas. ¿O sea, lavaron ahí su
dinero? Explosivo, el Caso Cofisur va mostrando podredumbre en lo judicial, en
lo moral, en lo ético y en lo político. Fue estrategia fidelista y de ahí que
proliferaran las financieras por todo Veracruz. Encantaban a los clientes con
altas tasas de interés, mientras con los recursos de los ahorradores, otorgaban
préstamos a priístas que sabían no serían devueltos. Cuando llegó la
insolvencia, la hora de entregar dividendos y capital a los ahorradores, muchos
de ellos adultos mayores cuyo dinero servía para pagar tratamientos médicos y
medicinas, los recursos se habían esfumado. Se esfumaron también los
accionistas principales y no se hallaron bienes susceptibles de embargo.
Parecía el crimen perfecto, parecía. Fauzi Hamdan halló una nueva vertiente: la
autoridad fue omisa, incumplió su obligación de proteger a los ahorradores y
ahora tendrá que pagar... Coatzacoalcos y el sur de Veracruz no son seguros. Lo
dicen los datos del Observatorio Ciudadano, cuyos cifras evidencian el fracaso
para combatir la delincuencia: cada 48 horas hay un homicidio; cinco robos
diarios; 108 ejecuciones en lo que va de 2015, un 50 por ciento superior a lo
ocurrido en 2014; los delitos se cometen de manera violenta y sanguinaria; 123
privaciones ilegales de la libertad; 18 secuestros; mil 102 casos de robo. Son
cifras tomadas de las notas periodísticas en los medios de comunicación. Es lo
que se denuncia; lo que no, es infinitamente superior... Y por qué no vivir
cada día como si fuera el último, pleno, restañando heridas, la mano tendida,
la voz generosa, reparando errores...
twitter:
@mussiocardenas