* A los medios “les gusta vender sangre” *
Policía y porros agreden a maestros y prensa * Mónica Robles o
LadyCruditas * “Se nota que estoy un poco cruda hoy” * Víctor
Rodríguez y la torta de queso de puerco * “Aviadores” fidelistas y
duartistas en la SEV de Coatza * El político y la bailarina asesinada.
Mussio Cárdenas Arellano | 24 noviembre de 2015
Tribuna Libre.- Vende sangre la
prensa, dice el falso general Arturo Bermúdez. Quizá. Pero la producen Javier
Duarte y el secretario de Seguridad Pública, por la complicidad policíaca con
el crimen organizado, por la narcoprosperidad, por el asedio a la disidencia,
por la agresión y muerte de periodistas.
Puntilloso
responde al neodiputado Francisco Garduza Mazariego, quien ese día —noviembre
20— en el Congreso estatal confirmaba que sí anda con línea crítica, y le
exhibía tres periódicos que registran hechos de violencia en el sur de
Veracruz. “Los periódicos ocasionan el sensacionalismo, pues tienden al
amarillismo y les gusta vender sangre. No lo digo yo, lo dicen los directores
de los medios de comunicación que son mis amigos”, respondió el generalito.
Garduza Mazariego,
suplente del desaforado Renato Tronco, mostraba tres casos de violencia ultra:
los siete cuerpos hallados en San Juan Evangelista y Rodríguez Clara, dos
ajusticiados y un policía municipal acribillado en Las Choapas.
Y ahí llegó la
respuesta. Sus amigos, los editores, le han referido que los medios tienden al
amarillismo, “y les gusta vender sangre”.
Sí y no. Un sector
de la prensa explota esa línea, estimula el morbo, a riesgo de tocar las fibras
sensibles de las bandas delincuenciales, de provocar que se les encasille en
las filas de un cártel y, por consiguiente, enemigo del cártel rival.
Pero la sangre ahí
está y no la producen los medios de comunicación sino la delincuencia común y
el crimen organizado. También la complicidad de los altos mandos y las
infanterías policíacas. También el aparato judicial que trabaja para los
malosos, les filtra información, los encubre y por lo general, les concede la
libertad. También el sistema carcelario que les entregó el autogobierno en las
prisiones donde ni el gobernador manda.
Ahí está sangre
pero no la produce la prensa. Sólo la difunde. Proviene de la incapacidad del
aparato duartista para enfrentar la delincuencia o porque la complicidad se
cobra con altísimas tarifas.
Hay sangre porque
por el sexenio de Fidel Herrera Beltrán pasaron el Cártel del Golfo y luego Los
Zetas. Se convirtió Veracruz en arena de guerra, abierta la disputa por los
territorios, por la geografía del único estado del país que conecta al sur con
el norte, a Guatemala y Chiapas con Tamaulipas y Estados Unidos, que es paso
ideal para el trasiego de droga, sea por su zona montañosa o por el área
costera.
Con Fidel Herrera
se inauguró el Veracruz sangriento. Y un personaje, gris, taimado, atesoraba el
flujo de información, siempre enterado, siempre callado: Arturo Bermúdez
Zurita, entonces titular del C-4, el área que concentra cuanto ocurre en el
ámbito público, en las sombras de la delincuencia y en los sótanos del poder.
Si alguien sabe de
sangre es Arturo Bermúdez. De 2008 a 20010 monitoreó a la delincuencia mayor,
sus golpes y sus enclaves, pues por el C-4 pasaba el historial de los capos y
sus secuaces, su guerra a muerte y la sangre que comenzaba a inundar Veracruz.
Cercano a Javier
Duarte —supuesto “ejecutivo de proyectos” en la Sefiplan— era en los hechos su
escolta, cuidador, amigo y confidente. Y así llega a la Secretaría de Seguridad
Pública, sorprendido, dice en un video, que la policía le servía de tapadera al
crimen organizado.
Célebre aquel
video ante alcaldes, permite observar cómo una patrulla cuida la retaguardia de
los narcos en un enfrentamiento. Y hay sangre. Y esa sangre, de malosos o de
quien sea, no la producen los medios de comunicación. Es provocada por la
incapacidad del fidelismo y ahora del duartismo por actos de complicidad.
Produce sangre la
debilidad del gobierno de Veracruz, rebasado en toda la línea por el fenómeno
de la delincuencia. Mueren malosos de lado y lado porque no hay un estado
fuerte, porque la policía se colude, porque la red de información les permite
operar a sus anchas, porque mientras hay una mafia solapada por el gobierno,
hay otra que intenta desplazarla.
Atrapado en una
espiral de violencia, Veracruz muestra contrastes siniestros: la estadística
dice que puntea en delitos e impunidad y Javier Duarte va del “aquí no pasa
nada” al “ya cambió”.
Mueren los malosos
a manos de malosos y ahí hay sangre. Mueren los inocentes a manos de los
criminales y ahí sangre. Mueren policías, agentes de tránsito y fuerzas
federales y ahí hay sangre.
No la producen los
medios de comunicación. La provoca el estado débil. La genera Javier Duarte con
su visión dopada de la realidad. Donde hasta el general de cero estrellas ve
sangre, el gobernador ve un arco iris.
Decía Bermúdez
Zurita, el falso general, que los medios gustan de vender sangre. Dos días
después de acudir al Congreso, la sangre la facturó el duartismo al reprimir
brutalmente a maestros disidentes y a periodistas.
Se programó la
evaluación magisterial en Xalapa y Veracruz, el 21 y 22. Acudían 2 mil 928
maestros. Protestaba el Movimiento Magisterial Popular Veracruzano, ligado a la
Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, que acusaba una
mascarada, la reforma educativa usada para atropellar derechos laborales y
deshacerse de los enemigos políticos.
Dos jornadas y dos
enfrentamientos. También dos visiones del tema de la evaluación: los que la
aceptan y los que no la aceptan y la quieren reventar; el magisterio que se
ciñe a las nuevas reglas o acude por temor a perder su empleo, y la disidencia
que no acepta evaluarse y pretende impedir que se evalúe a los demás, includo a
los que sí quieren evaluarse.
Domingo 22. En el
complejo Omega, en Xalapa, se observan porros que salen de las instalaciones, vestidos
de civil, policías y si no lo son, entonces sicarios del duartismo o halcones.
Se colocan cerca
de los elementos policíacos, infanterías y policía montada. Avanzan hacia las
filas de los maestros disidentes. Van rompiendo las filas de la CNTE. A quienes
los enfrentan, los agreden con violencia brutal. Rocían gas en el rostro.
Golpean a mansalva, con el puño y a patadas. Toman del cabello a una maestra y
la hacen volar, girando en el aire, cayendo al piso, el miedo reflejado en el
rostro.
De los hoteles en
que se hospedan, son sacados con fuerza desproporcionada. Hasta los maestros
que acudían a presentar el examen de evaluación, sufren la represión del
general de cero estrellas.
En dos tiempos, el
“general” Bermúdez hace de las suyas: en el Congreso con el desdén a todos y en
las calles, disfrazado de policía antimotines, repartiendo leña, reprimiendo al
Movimiento Magisterial Popular Veracruzano, al frente de un operativo que tenía
como misión colateral apalear periodistas, claro el mensaje de lo que está por
venir.
Hay videos que a
lo largo del día corren en Facebook. Decenas de medios de comunicación reflejan
la represión a maestros y la agresión a periodistas que cubren el conflicto.
Entre la
infantería policíaca caminan tipos vestidos de civil, con casquete corto. Son
ellos quienes dan las órdenes. En la retaguardia se observa a la policía
montada. A una voz, los “civiles” pasan al frente y comienzan a corretear a los
maestros. Detrás de ellos corren los uniformados. Es un "halconazo" como
el de Echeverría en 1971.
Esa policía
vestida de civil es el grupo parapolicíaco que agrede ciudadanos incómodos,
universitarios, ambientalistas, activistas sociales, lo que documentó el
fotoperiodista Rubén Espinosa Becerril, de Proceso, Claroscuro y AVC, asesinado
luego en el DF, donde se encontraba exiliado por las amenazas y el asedio del
gobierno de Javier Duarte.
Policías vestidos
de civil fueron los que agredieron y le destruyeron su equipo fotográfico a
Karlo Reyes, de la agencia AVC, la noche del Grito de Independencia, 15 de
septiembre, cuando captaba imágenes de los acarreados al evento cívico.
Por lo menos seis
periodistas sufren agresiones de parte de porros, que no son otra cosa más que
policías vestidos de civil. Iván García, de MVS Radio Veracruz y Veracruzanos.info;
Hugo Gallardo San Gabriel, de Grupo FM; Melissa Díaz, de Crónica de Xalapa y
Diario de Xalapa; Raziel Roldán del colectivo Voz Alterna, Plumas Libres,
Reporte MX y El Demócrata; Roger Díaz, de Imagen del Golfo, y Carol Suárez, de
Al Calor Político y Crónica de Xalapa, son acosados, golpeados, les rompen sus
equipos de trabajo, cámaras fotográficas, teléfonos celulares. Algunas
versiones refieren que a algunos de ellos se les aplicaron toques con bastones
eléctricos, las armas tácticas del cobarde gorilato duartista.
“Me golpearon
policías, de la SSP, elementos de la fuerza civil y personas vestidas de civil
[...]. Me identifiqué como prensa, empezaron a replegar a los maestros, y me
agredieron”, dijo Iván Sánchez.
A Carol Suárez le
dan macanazos porque documentaba la presencia del general de cero estrellas,
Arturo Bermúdez, en el operativo represor.
Horas más tarde,
periodistas de Xalapa se concentraron en Plaza Lerdo para repudiar la represión
policíaca. Increpaban a la secretaria técnica de la Comisión Estatal para la
Atención y Protección de los Periodistas, Namiko Matsumoto, y denunciaban que
la Alerta Temprana que suscribió el gobierno de Veracruz con la Secretaría de
Gobernación federal fue una simulación.
Algunos de los
periodistas agredidos, suscritos al mecanismo de protección federal, activaron
sus alarmas, pero no hubo respuesta.
En respuesta, el
gobernador Javier Duarte acudió a las redes sociales. En Twitter presumió que
la evaluación educativa la había realizado 2 mil 564 maestros de 2 mil 928 que
habían sido convocados. Supone el gordobés que así le cumple al secretario de
Educación Pública, Aurelio Nuño, cuya cercanía con el presidente Enrique Peña
Nieto pretende ser usada para imponer a su sucesor en Veracruz.
Javier Duarte, sin
embargo, comete un desliz. En boletín oficial de la SSP “expresa de manera
categórica que en ningún momento fue voluntad de esta institución afectar el
desempeño profesional de los comunicadores que cubrían la nota y ofrece una
sentida disculpa a quienes se hayan visto afectados durante el desarrollo del
operativo de seguridad.
“El secretario de
Seguridad Pública, Arturo Bermúdez Zurita, se comunicó con los titulares de la
Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH) y de la Comisión Estatal para la
Atención y Protección de los Periodistas (CEAPP) para ofrecer todas las
garantías y pruebas que estos organismos requieran, con la finalidad de
resarcir los daños ocasionados y, en su caso, sancionar a los elementos que
pudiesen haber cometido alguna falta en el desempeño de sus funciones”.
O sea, los tipos
vestidos de civil son policías. Es la aceptación de la represión. Admite el
gobierno duartista que los golpeadores eran parte del operativo para enfrentar
a los maestros disidentes. Acepta el gobierno de Javier Duarte que los
"halcones" son suyos.
Veracruz está
teñido de sangre. La sangre viene de la disputa de los territorios, de la
debilidad del duartismo, de la complicidad policíaca, del encubrimiento del
aparato judicial. También de la represión.
No viene la sangre
de los medios de comunicación. Sólo la difunden. Sólo difunden la política de
represión de Javier Duarte y Arturo Bermúdez.
La sangre, pues,
la producen ustedes, general.
Archivo muerto
De sus aficiones,
vicios o adicciones nadie hablaba. Comenzaron a hacerlo cuando la diputada
local Mónica Robles de Hillman pronunció la frase de la semana: “Se nota que
estoy un poco cruda hoy”. Terminó su intervención en la ronda de preguntas al
secretario de Seguridad Pública de Veracruz, Arturo Bermúdez Zurita, que ese
día compareció ante el Congreso a explicar la política de Seguridad del
duartismo. Concluyó su pregunta y habló sin medir que el micrófono captaba su
confesión. “Se nota que estoy un poco cruda”, dijo dejando en ascuas a medio
salón. ¿Pues qué se bebió? De lo demás se encargaron las redes sociales, los
portales de medios de comunicación en internet, la opinión pública, con saña y
con filo, definida con un hashtag en Twitter: #LadyCruditas, denostada en
Facebook. Ahí corrían los videos. Algunos subían y eran bajados. La destrozó el
vulgo: que si bebe, y que si bebe para qué acude a una sesión del Congreso, que
si es sincera, que si eso le pasa a cualquiera. Pero otros fueron hirientes:
que si es rata. Se llevó la tarde, como los buenos toreros que cortan oreja y
rabo. Y paseada en hombros dejó atrás la atención a lo dicho por Bermúdez, que
un año atrás soltó aquello de “pinches medios” a lo que todos respondieron
“pinche secretario”, “pinche generalito”, “pinche patán”. Qué show el de Mónica
Robles, la embajadora del Clan de la Succión. Seguro, seguro, cuando quiera
alzar la cabeza para disputar la candidatura a la alcaldía de Coatzacoalcos, en
2017, media población recordará que le gusta asistir a sus funciones como
servidora pública “un poco cruda”… Sabe que en el PRI es una máxima: a los
acarreados se les da una torta y un refresco. Y eso les dio. Iban los “fans” de
Víctor Rodríguez Gallegos —y otros que ni lo son— en camiones rentados a la
asunción del Chochol como líder estatal del Movimiento Territorial del PRI, en
Xalapa, y al llegar les tocó su torta, que no era de pierna ni de jamón, sino
de queso de puerco, y aquello llegó a ser la peor burla que los priístas
pudieran imaginar. Si el futuro diputado local no tuvo para invitar una torta
decente, qué será cuando gobierne Coatzacoalcos? Por eso dicen que cada vez los
hacen peores… ¿Quieren pescar “aviadores” Javier Duarte y el PRI de Alberto
Silva, alias El Pato de Tuxpan? Ok. Hay por lo menos tres en la SEV del sur de
Veracruz. Una se llama Wendy, otro se llama Roberto y la otra dama se llama
Yara. A Wendy la hacen marcar su entrada y salida, si bien no da golpe, ni se
le ve en las oficinas de la delegación; Roberto y Yara ni se paran por ahí. Hay
registro de sus quincenas cobradas sin realizar trabajo alguno. Los tres
reciben con toda puntualidad su salario quincenal. No son yunistas azules y por
eso son impunes. Son fidelistas y duartistas y por eso seguirán siendo
“aviadores”… ¿Quién es ese político de aldea, que aún sufre el vértigo del
efímero poder que detentó en la alcaldía theurelista y lo hizo incurrir en
excesos, peligrosos excesos, mortales excesos? Un video lo involucra con una
bailarina de table dance, de vida difícil y de muerte por demás trágica.
Escenas fuertes en un reservado, que hoy forman parte de un expediente judicial
porque la chica finalmente fue asesinada. Una pista: ese mismo político intentó
violar a una empleada municipal al salir de una fiesta…