* En Tierra Blanca, la última vez que los
vieron * Desaparición forzada, reconoce el fiscal * Escándalo para
Javier Duarte * Héctor Yunes, el ungido del PRI * Sirvió al duartismo
y a la fidelidad * El fantasma de la derrota * Namiko, impuesta en
la CEDH * Le llueve en el Congreso * El mayoriteo de los lacayos
Mussio Cárdenas Arellano | 16 enero de 2016
Tribuna Libre.- Si no es Gibrán,
el cantante, son los pensionados o los maestros, los periodistas o los
universitarios. A uno lo matan. A otros los reprimen. A todos los patean. Es el
sello policíaco, el de la violencia y el miedo que no suelta a Veracruz.
Hoy son cinco jóvenes,
levantados por la Policía Estatal a su paso por Tierra Blanca, a 100 kilómetros
del puerto de Veracruz, donde habían pasado sus vacaciones.
José Benítez de la
O, Mario Arturo Orozco, Alfredo González Díaz, Bernardo Benítez Arróniz y
Susana Tapia Garibo, emprendieron el regreso, el lunes 11, suponiendo que horas
después llegarían con bien a Playa Vicente, donde residen.
Se hallaban en una
gasolinera, ubicada a un costado de la tienda Chedraui, cuando una patrulla de
policía los intervino. Hablaron con ellos. Los subieron a la unidad y no se
volvió a saber más.
Empleados de la
estación de servicio confirmaron a familiares que la policía se los llevó. Un
testigo, residente en Playa Vicente, que los conoce, vio la escena y vía
telefónica preguntó a uno de los jóvenes si existía algún problema. Le
respondió que no, que era una revisión de rutina.
Pero no fue así.
De los cinco jóvenes —la chica es menor de edad— no se volvió a saber. Nunca
llegaron a Playa Vicente y en el trayecto se perdió su rastro.
Sus familias,
alertadas por su ausencia, emprendieron la búsqueda. Alzaron la voz y
agigantaron la denuncia. Transformaron su dolor, la angustia, el llanto,. en el
escándalo que envuelve de nuevo a Javier Duarte.
Hablan a los
medios. Llevan su voz a la televisión nacional. Refieren cómo fue la
desaparición, armando la historia con las piezas que aportan los testimonios de
quienes los vieron por última vez, la conversación telefónica en que aseguraban
que todo iba bien, que se hallaban en Tierra Blanca.
Horas después, la
noche del lunes 11, fue localizado el vehículo en que viajaban en Paso del
Toro, municipio de Medellín, conurbada a Veracruz. Nadie explica cómo pudo
llegar ahí, a 100 kilómetros de distancia.
De los jóvenes
nada se sabe. Se trata de un caso de desaparición forzada, a la vista de todos,
con el ingrediente de que fue la Policía Estatal, plenamente identificada, la
que se los llevó.
Ninguno de los
jóvenes rebasa los 27 años. Susana Tapia cuenta apenas con 16 años de
edad.
Sacude el caso a
Veracruz y confronta a Javier Duarte, el gobernador, con su terrible realidad,
la del Veracruz violento, la de la corrupción policíaca, la del desprecio a la
vida de los demás.
No son jóvenes de
conflicto. No se meten con nadie. No acumulan problemas ni se les sabe en líos
con la ley. Así los describe Bernardo Benítez Herrera, padre de Bernardo
Benítez Arróniz, cuando los medios lo abordaron.
Habló en el
Mañanero, el programa del payaso Brozo. Y arrancó una reacción del conductor y
comediante, severa, conminando Víctor Trujillo a Javier a Duarte a dar la cara,
a actuar a la mayor brevedad, mostrar los videos en que se registra el momento
de la detención, los policías actuando como los que son: criminales.
Se dimensiona el
caso y hay furor en las redes, noticia en los medios de comunicación, condenas
al gobierno de Veracruz, atrapado en la constante los ilícitos perpetrados por
la autoridad.
Puede más la
presión que la tozudez. La noche del miércoles 13 más de 40 policías son
concentrados a Xalapa. Entre ellos están los sospechosos del levantón a los
jóvenes.
Horas después, ya
el jueves 14, el fiscal Luis Ángel Bravo Contreras aporta información: cuatro
policías son los presuntos responsables de la desaparición de los cinco jóvenes
y otros cuatro están siendo investigados por omisión del deber legal, pues
sabían del levantón y la acción fuera de la ley y lo permitieron y callaron.
“Se acreditó —dice
el fiscal— que sí participan y que sí detienen a las personas, que sí ocultan
ante la dependencia el reporte de esta detención porque la misma Secretaría (de
Seguridad Pública) nos informa que no se dio parte absolutamente de alguna
eventualidad, que por protocolo deberían de haber hechos”.
Hay flagrancia,
dice, porque la flagrancia subsiste cuando no aparecen las víctimas. Eso
permitió detener a los policías.
Lo que no dice
“Culín”, alias Luis Ángel Bravo, alias el fiscal, es el móvil del levantón. Y
como los policías están en su derecho de no hablar, de no confesar, no hay cómo
hacer hacerlos cantar. Ajá.
¿A quién
entregaron los policías a los cinco jóvenes? ¿A qué banda criminal los
remitieron?
Esa policía anda
fuera de norma. Admite la diputada local del PRI, Marcela Aguilera Lanceta, que
carece de certificación, que los alcaldes aducen falta de recursos para enviar
a su policía a la Academia El Lencero a acreditarse, cumplir con los requisitos
del Sistema Nacional de Seguridad Pública.
Con certificación
o no, la policía duartista es el azote del pueblo. Usados así, descargan su
fuerza para reprimir, aplicar toques eléctricos, disolver manifestaciones,
acallar a la crítica, amedrentar, hostigar, perseguir.
Bajo el mando de
Arturo Bermúdez Zurita, secretario de Seguridad Pública estatal, salvaguardan a
la sociedad. Son su reflejo. Al general de cero estrellas se le atribuyen todos
los actos de represión contra la población.
Veracruz cuenta
con la segunda mejor equipada policía del país. Es la Fuerza Civil, acusada
también de levantones, actos de represión y violencia contra la sociedad.
Hoy son los cinco
jóvenes, levantados en Tierra Blanca por fuerzas del orden, por elementos de
Seguridad Pública, en ciernes el escándalo si los no son hallados con vida o si
hubiera un desenlace fatal.
En el Veracruz
violento, donde Javier Duarte pregona que no pasa nada, vuelve la violencia
contra jóvenes, a manos de la policía estatal, la que pasa o debe pasar por la
academia, la que es certificada y logra rango de acreditable.
Atrapado y sin
salida, el gordobés enfrenta un caso más de violencia contra la sociedad, en
medio de las ejecuciones y los cadáveres embolsados y algunos mutilados, por la
borda el optimismo del gobernador que a diario presume que aquí el crimen
comienza a ser derrotado.
Hay fotografías de
ellos en las redes sociales. Se cuenta su historia. Se exhorta a los “amigos” a
difundir las imágenes, a aportar datos, porque cómo confiar en la autoridad que
desaparece veracruzanos, que debiendo protegerlos se los lleva, que oculta y
encubre.
En las calles
también hay quienes volantean. En Xalapa distribuyen las fotos y en los
volantes va la historia.
“Lo que queremos
es que nos digan dónde están, qué les hicieron. Susana era estudiante del
COBAEV, los demás tienen 24, 25 y 27 años, dos son egresados de la universidad,
uno estudió aquí en la Universidad de Xalapa. Todos son buenos chamacos, muy
trabajadores, uno era egresado de Puebla, uno trabajaba en el campo, el otro
chico ya no estudiaba, pero se dedicaba a trabajar aquí y allá y la jovencita
es estudiante. Nosotros todos somos de Playa, pero estudiamos aquí”,
refiere el portal Al Calor Político.
Son los estertores
del duartismo y la violencia no cesa. Y como al inicio de su gestión, Javier
Duarte es rebasado por la criminalidad, por las mafias que cogobiernan
Veracruz, que cooptan a la policía y la hacen cómplice.
Esta vez es
peor. Es el Veracruz donde cinco jóvenes desaparecen a manos de la
Policía Estatal.
Archivo muerto
No es Pepe, ni el
Pato de Tuxpan Silva Ramos, ni Erick Lagos, ni Tomás Ruiz, ni Jorge Carvallo,
ni Motita. Es Héctor Yunes el candidato de unidad del PRI, consumado el engaño
a Javier Duarte, el fallido “dedo elector” como le había ofrecido Peña Nieto al
gobernador, ahora ex único amigo del presidente en Veracruz. Cierra esa parte
del show Manlio Fabio Beltrones, líder nacional priista, en la encerrona del
PRI nacional, este jueves 14, día que marca el inicio del fin para el
duartismo, a menos que Héctor Yunes en vez de aplicarles medicina carcelaria
les entregue medio Congreso y las carteras clave de su gabinete, si es que con
un milagro le gana la elección a Miguel Ángel Yunes Linares, su primo, el
panista. Son únicos los priistas en eso de la teatralidad. Se rasguñan y se
escupen, se golpean y se insultan, y luego van a la cita de la unidad,
fortalecidos por el cinismo, en sus manos el pacto de la complicidad. Cierran
una etapa y este viernes 15 se emitirá la convocatoria, luego vendrá la
convención de delegados, y de ahí la precampañas. Todo bien. Sólo que cómo
borrar del chip de los veracruzanos que Héctor Yunes es oportunista, que mamó
del duartismo y de la fidelidad, que fue su lacayo y brazo ejecutor, que
acordó, se sumó, se sumió, se planchó, mientras los suyos se trepaban en el
barco pirata para saquear la riqueza de Veracruz. Es Héctor, un duartista y
fidelista, beltronista y peñista. Es Héctor, alfil de los dos peores gobiernos
que ha tenido Veracruz, tendido a los pies del gobernador en turno, impasible
ante la quiebra financiera y el baño de sangre. Es Héctor y eso no salva al
PRI… Impuesta, no electa, Namiko Matzumoto Benítez es la nueva presidenta de la
Comisión Estatal de Derechos Humanos. Maltrecha, sintiendo el repudio en la
piel, acres los comentarios, la hicieron trizas los diputados de oposición y
uno que otro oficialista trasnochado, Mónica Robles, por ejemplo, que
tardíamente pretende endurecer la línea, cuando el sueño de ser alcaldesa de
Coatzacoalcos se diluye. De Namiko dijo Cuauhtémoc Pola Estrada, de Movimiento
Ciudadano, que en su paso por la Comisión Estatal para la Atención y Protección
de los Periodistas, siendo secretaria ejecutiva y dueña, nunca veló por los
derechos de los comunicadores, fue indiferente al asesinato y a las peticiones
de ayuda. “Queremos dejar en claro —agregó— que no criticamos las credenciales
académicas y estudios obtenidos de Namiko Matzumoto. Al contrario, consideramos
que son muy buenas, pero su desempeño como servidora pública en una instancia
encargada de velar por los derechos de los periodistas fue malo”. Tuvo el voto
de 35 legisladores, los priistas y sus satélites. Y con eso bastó. A la CEDH
irá a lo mismo, a decir que no hay crisis de derechos humanos en Veracruz, a
emitir recomendaciones a la tropa policíaca, a empleados menores del área
judicial, a los que niegan servicios e salud, pero a los que provocan el mal,
los Duartes, los Flavinos, los Bermúdez, los “Culines”, a esos los va a solapar
porque para eso fue impuesta doña Namiko…