José Miguel Cobián | 31
marzo de 2016
Tribuna Libre.- Leo todo el escándalo que se ha generado por las contingencias
ambientales en la ciudad de México. Leo también las soluciones propuestas por
parte de las autoridades de todos los estados que están involucrados, es decir,
un grupo de autoridades y expertos que representan al gobierno de la Cd. De
México, al de Puebla, al de Tlaxcala, al estado de México, al gobierno federal
y no se cuantos más. Mientras más leo,
mientras más veo, más me enoja lo que proponen, pues después de la vergüenza
que han pasado por el enorme descuido de la calidad del aire de la zona más
poblada del país se nota que a nadie le importa resolver el problema de fondo
sino sólo generar medidas paliativas.
Me dirás que esto que nos importa en provincia. Te contestaré que nos
importa porque demuestra muy claramente la estupidez de las autoridades.
Soluciones de sentido común, son las únicas que no se proponen y no se
aplican.
La solución ofrecida fue eliminar la pre-contingencia ambiental, y
también se elimina el beneficio de las calcomanías cero y doble cero de
circular todos los días de la semana…. Y ya.
Nada más de fondo, salvo las consecuencias de entrar directamente a la
fase uno al llegar a 150 puntos de contaminación. Pues ahora a partir de ese punto algunas
industrias dejarán de trabajar, e incluso hasta algunas gasolineras.
No deja de inquietar que se estima que más de veintidós mil mexicanos
mueren cada año por problemas en la calidad del aire. Esos miles de mexicanos no merecen programas
más agresivo y de corto y largo plazo como establecer lineamientos para que una
buena parte del presupuesto de la cdmex se asigne para mejorar y ampliar los
servicios de transporte público para llevarlos al nivel de las urbes del primer
mundo. Darle al capitalino la
posibilidad de moverse con rapidez y eficiencia superiores a los que tendría
usando un automóvil, y sobre todo con seguridad. Eso, que sería la solución a largo plazo no
entra en la visión de las autoridades.
Ya hay en México autos eléctricos tanto de Chevrolet como de Nissan y
autos híbridos de diversas marcas. Eso significa que se podría estimular el uso
de autos eléctricos en la zona de riesgo, dando algunos pasos que no son tan
difíciles, como el hecho de ofrecer zonas de recarga en toda la ciudad y
municipios conurbados, y por otra parte, el gobierno federal aportar su granito
de arena con subsidios a los precios de este tipo de automóviles que a la fecha
resultan todavía muy caros (alrededor de seiscientos mil pesos), establecer
estímulos fiscales con deducción inmediata para personas físicas y morales, sin
límite de costo, y tasas de interés cercanas a cero con plazos de cinco años
cuando menos. Al mismo tiempo, hacer
más caro el uso y posesión de automóviles a gasolina, con un programa de
incentivos inversos, que implique mayores impuestos año con año. Esto resolvería a mediano plazo el
problema, pues conforme los autos eléctricos se vuelvan viejos, tendrían un
mercado de reventa en los estratos inferiores de ingresos.
Promover el uso de renta de automóviles eléctricos por hora, y el uso
compartido de los mismos es otra opción que se puede aplicar. Quizá no resuelvan todo el problema, pero
al conocer que los autos son la causa principal de la contaminación, lo reducirían
significativamente, con un programa de sustitución de autobuses urbanos de
gasolina, por los que usan electricidad, es decir, regresar al esquema de
trolebuses que no son contaminantes.
Enfrentar el problema con soluciones ya probadas en otras latitudes es
lo más económico y adecuado. Esos miles
de mexicanos que mueren y esos cientos de miles que ven reducido su nivel de
vida y su salud por la contaminación bien lo merecen.
Lo mismo aplica para la cuestión del agua. Se estima que disminuirá el
caudal disponible en todo el país, y no se hace nada por remediarlo. El reforestar y vigilar que no se deforeste
es parte de la solución, tanto como aplicar las leyes ambientales e impedir que
se sigan contaminando los ríos y arroyos de todo el país. Apoyar a los municipios a instalar plantas
de tratamiento de aguas residuales y vigilar que no sólo las tengan en
funcionamiento 24/7, sino que siempre trabajen en óptimas condiciones. Impedir
que las industrias contaminantes tiren sus desechos a las aguas de México, sin
su previo filtrado y tratamiento. En
fin, soluciones tan sencillas que da pena comentarlas, como por ejemplo renovar
toda la red de drenaje de las ciudades que tienen problemas mayores al 10% de
pérdida de agua potable. Y no exagero,
hay ciudades en el país que pierden más del 50% de su agua potable disponible
debido a fugas en la propia red de distribución. Una pérdida del 35% se considera muy buena, y
una del 40% buena a secas. Y lo peor, el
agua sucia que se tira en una ciudad a un río, es el agua potable que bebe y
utiliza la siguiente ciudad en el cauce del mismo río, hasta que se vuelve un
problema de salud o se resuelve buscando traer agua de lugares cada vez más
lejanos.
La realidad es que nadie resuelve nada, nadie hace nada, nadie aplica
la ley y nadie cumple la ley. Así es
México y así somos los mexicanos. Hasta que nos urja tapar el pozo y no se
pueda hacer de manera adecuada, porque quizá sea demasiado tarde. O por falta de ideas y ganas de aplicarlas,
como es el caso de la ciudad de México.
¿Algún candidato a gobernador traerá en su plataforma el cuidado del
medio ambiente de Veracruz? ¿Alguno de los futuros candidatos a diputado local?
¿Te interesa a ti amable lector la protección del medio ambiente? ¿Haces algo
al respecto?