* Cuatro horas antes comenzó el asedio * De
la agresión a la violación * Y de la disculpa a los alardes de
inocencia * Felpa de Yunes azul al OPLE * Bonilla y Roa, bajo el
efecto corruptor de Duarte.
Mussio Cárdenas Arellano| 29
marzo de 2016
Tribuna Libre.- Pasen por la ley o
no, nada salva a Los Porkys. Condenados por todos, por los que razonan con
mesura y por la jauría humana, de poco les vale retrasar la justicia, ocultarse
en las faldas del fiscal, dilatar un juicio inminente. Los condena la sociedad.
Libres aún, Los
Porkys lidian con una denuncia por privación de la libertad, agresión, ataque
sexual y violación tumultuaria, que enfrentan con las armas de la impunidad y
la influencia política, con la perversa relación dinero-poder y la burla a la
ley.
Dícense ahora
inocentes. Dícense difamados. Dícense linchados por una multitud que los
agravia y los juzga sin saber que a su dolor y pena, al escarnio social, se
agrega la extorsión del padre de la víctima. Lo que es pretender causar
lástima.
Sería creíble su
versión si no se conociera quiénes son Jorge Cotaita Cabrales, Enrique
Capitaine Marín, Diego Cruz Alonso y Gerardo Rodríguez Acosta, mejor conocidos
como Los Porkys de Costa de Oro, cuyo andar en Veracruz-Boca del Río ni es
secreto ni su historial de nota roja es ajeno a los veracruzanos. Sería creíble
si no se supiera que la Fiscalía del duartismo los encubre.
Enfrentan una
denuncia penal por ataque sexual a una joven, el 2 de enero de 2015, entonces
ella de 17 años, lo que vuelve explosivo su caso, por haberla sustraído contra
su voluntad, subida a un auto, despojada de sus ropas, tocada en sus partes,
violada con saña.
Refiere la
denuncia los hechos a detalle. Se omiten los nombres de testigos para efectos
legales. Con sus amigas y el novio de una de ellas salió la joven Daphne, pasó
dos horas y media en el antro denominado PH, ubicado en la calle Ernesto
Domínguez casi esquina Martí, en Veracruz, y minutos después comenzó el
infierno.
A eso de las 10 de
la noche, Diego Cruz, uno de Los Porkys, llamaba insistentemente a una de las
amigas de la víctima. Sugería un “pre” (un pre copeo) en el fraccionamiento
Costa de Oro. La amiga le respondió que no, que irían al PH. Diego Cruz
insistió en verse en otro sitio llamado “La Barra”.
Dice la denuncia,
interpuesta el 16 de mayo de 2015 por el padre de la víctima, y que diera
motivo a la investigación ministerial 592/15/1ESP/VER/05, que Diego Cruz
insistió en saber donde se hallaban Daphne y sus amigos. La amiga le respondió
que habían decidido cenar en otro lugar, sin precisar ubicación.
Cuatro horas los
asediaron Los Porkys. A las 10 de la noche comenzaron a llamar. A las 2 de la
madrugada del 3 de enero los vieron salir del PH, donde los esperaban.
“Saliendo del
lugar notó que estaba estacionado en la puerta de la entrada de la discoteca,
un automóvil marca Mercedes Benz negro sin placas, el cual era conducido por
Enrique Capitaine, el cual venía acompañado por Jorge Cotaita Cabrales, Gerardo
Rodríguez Acosta y Diego Cruz Alonso", refiere el padre de la joven en la
denuncia.
Esperaban que el
novio de una de las amigas de Daphne se acercara con su auto para irse.
Abordaron el vehículo. Sin embargo, antes de arrancar, los Porkys irrumpieron y
se mostraron violentos, “sobre todo Diego Cruz”. Se metió en el asiento trasero
de la camioneta y besó por la fuerza a una de las amigas de Daphne. Les
gritaban que descendieran del auto.
Agrega la
denuncia: “Ella (Daphne) fue jalada por la fuerza por el joven Jorge Cotaita y
subida a la parte trasera del automóvil Mercedes Benz negro conducido por
Enrique Capitaine, el cual estaba estacionado en la entrada de PH”. La chica
insistía en que la dejaran ir mientras el vehículo aceleraba el paso.
Fue despojada de
su teléfono celular. Iba sentada en la parte media del asiento trasero,
“custodiada por Jorge Cotaita por un lado (atrás del conductor) y Diego Cruz
por el otro (atrás del copiloto), que estos dos sujetos le jalaban la ropa y la
manoseaban por debajo de la falda, tocándole sus pechos y partes íntimas, que
ella les insistió que no lo hicieran, que no quería eso, pero que ellos entre
burlas y agresiones seguían haciéndolo mientras Enrique Capitaine manejaba a
toda velocidad y Gerardo Rodríguez era copiloto, que todo ese tiempo ella
trataba de calmarlos y hacerlos entrar en razón pero que no lo logró”.
Daphne, agrega la
denuncia, comenzó a sentir miedo “a pesar de que les rogaba les suplicó que no
lo hicieran, que Jorge Cotaita y Diego Cruz en la parte de atrás del auto le
desabotonaron la blusa y le bajaron el brasiere, que ella les insistía en qué
no lo hicieran y que se cubría los pechos, pero que ellos no se detuvieron, que
continuaron a pesar de sus ruegos de que se detuvieran”.
Pese a que en el
otro vehículo los seguían, hubo un punto en que Los Porkys se perdieron. Sus
amigas le llamaban a su teléfono. En un momento, Jorge Cotaita les respondió.
Dijo que los verían en Industrial, antro ubicado en el bulevar Ávila Camacho.
Se dirigieron hacia allá para recoger a Daphne pero nunca se vieron. Era un
despiste.
En el punto 7 de
la denuncia, se describe la violación. Llegaron a una casa ubicada en Bulevar
del Mar esquina Cazón, fraccionamiento Costa de Oro. Luego sabrían que era el
domicilio de Enrique Capitaine. Metió el auto en la cochera. Bajaron a Daphne.
Capitaine la jalaba de la muñeca. Daphne estaba aterrorizada.
Ahí se hallaba el
hermano gemelo de Enrique Capitaine, de nombre Felipe. Con violencia la
introdujeron al baño de una de las habitaciones.
“A pesar de sus
súplicas e insistirle que no lo hiciera porque era virgen, este individuo abusó
sexualmente de mi menor hija—agrega el padre—, que la aventó al suelo y la
penetró horriblemente en múltiples ocasiones, que ella le decía que le dolía
mucho, que vio que la violó sin preservativo, que tenía terror y mucho dolor,
que estaba llorando y solo podía ver la taza del baño, que no sabe si
eyaculó dentro o fuera”.
Cita en el punto
8: “Me dice mi hija que alrededor de las 3:00 am Diego Cruz le mandó a su amiga
Marisol la ubicación del sitio en donde estaba, que era la casa de Enrique
Capitaine, que a ella la subieron aún llorando de nueva cuenta al auto Mercedes
Benz negro que estaba en la cochera y sacaron el auto, cuando llegaron sus
amigas Diego Cruz no tenía la camisa puesta y tenía el cierre del pantalón
abajo, que sus amigas vieron cuando se lo subió”.
La víctima calló
por unas semanas hasta que le contó lo sucedido a su hermana mayor, pidiéndole
que no dijera nada. Luego lo supo el padre. Daphne le rogó que “no fuese a
lastimar a estos sujetos que la habían violado a la fuerza y sin su
consentimiento siendo ella menor de edad, me hizo jurarle que no les haría
nada, le dije que esto no podría quedarse sin hacer nada, que eran unos
criminales, que al menos tenía que hablar con sus padres”.
Daphne acudía al
Colegio Rougier, donde también estudiaron Los Porkys. Comenzó a faltar a
clases. En la denuncia se mencionan por lo menos cinco nombres relacionados con
los agresores: la hermana de Jorge Cotaita y una prima; su ex novia, quien era
compañera de banca de la víctima; la novia de Enrique Capitaine, y la novia de
Gerardo Rodríguez Acosta.
Llegó el caso a su
maestra, Gloria Luz Castañeda San Román, y a la directora de Bachillerato,
Adriana Rodal, quien es psicóloga. Ellas comunicaron el caso a la madre Gloria
Sida Vargas, directora del Colegio Rougier. Ellas hablaron con el padre de la
joven agredida y violada. El 4 de febrero comenzó su proceso terapéutico con la
psicóloga Graciela Santillán Vidal.
Todo Veracruz
conoció el caso en 2015. Fluía en Facebook, relatándose las andanzas de Los
Porkys del Colegio Rougier, el ataque a una de sus compañeras, las fotografías
de los mozalbetes, recogido los pormenores por la periodista Sandra Segura, en
el diario Notiver. Ese fue el antecedente del torbellino que hoy sacude al
jet-set de Veracruz, que cimbra la estructura judicial por el encubrimiento de
“Culín”, alias el fiscal Luis Ángel Bravo.
Atrapados en su
fechorías —sumadas a la muerte del ciclista Jonathan Peña Yáñez, el 24 de abril
de 2013, arrollado por Jorge Cotaita, y a la sospecha en el levantón y muerte
de otra joven, Columba Campillo, en 2015— hoy Los Porkys dicen ser inocentes.
Hablan al portal
periodístico Al Calor Político y tiran rollo. Los representa un abogado, Edgar
Cinta Pagola, que según la columna Pa’l Café, en Notiver, es coordinador de
Alianza Generacional, la plataforma política de Héctor Yunes, candidato del PRI
al microgobierno de Veracruz. Cinta Pagola es además consuegro de uno de los
hermanos del Yunes rojo.
Quien representa
oficialmente a Los Porkys, según la columna de Notiver, es el abogado Arturo
Herrera Cantillo, ex subprocurador de Justicia del gobierno de Veracruz en el
puerto. Dejó ese cargo en el duartismo cuando confirmó la existencia de fosas
clandestinas con más de 30 cuerpos, en Tres Valles, en 2014, lo que reventó el
encubrimiento de “Fisculín” a ese hallazgo.
Si algo evidencia
a Los Porkys fueron los videos captados por el padre de víctima, autorizados
por sus padres, en que los cuatro jóvenes ofrecían una disculpa por la
fechoría. Fingían arrepentimiento los cuatro malandros. Uno de ellos precisó
que no sabían lo que hacían. ¿Pues qué se metieron?
Autoincriminados,
su voz los delata, su rostro los acusa. Dice su abogado en la entrevista con Al
Calor Político que ellos, en realidad, son ajenos a lo que se les imputa. Ella,
la chica, se fue con ellos por voluntad propia y quería seguir la fiesta.
Refuta Notiver.
Categóricas, las periciales hablan de violación, desgarre vaginal. Certifican
con videos que fue llevada por la fuerza. Hay trauma. Hay daño psicológico. No
hubo aclaración a lo declarado inicialmente, dice el rotativo, como afirma el
abogado Cinta. Imputa violación. Se acreditó modo, tiempo y lugar en que
ocurrió el ataque.
Exhibe el último
affaire de Los Porkys la podredumbre que es la justicia duartista, hecho bolas
el fiscal Luis Ángel Bravo, sentenciado por una opinión pública que de antemano
lo concibe culpable de encubrimiento a cuatro juniors con patente de impunidad,
con fama de malvivientes, las ovejas negras del Colegio Rougier, por el agravio
a Daphne, por el agravio a Columba, por el agravio a Jonathan.
Hoy son acusados
de privación ilegal de la libertad, ataque sexual y violación. Si esa es su
conducta en la adolescencia, lo que se incuba es un engendro social de
proporciones impensables, con crímenes mayores cuando sean dueños de su
destino. Encubrimiento conduce a complicidad, y complicidad a impunidad.
Pueden burlar la
ley. Lo que no podrán ya es librar el juicio moral de la sociedad.
Ahí, Los Porkys
están condenados.
Archivo muerto
Limpio no está,
pero Miguel Ángel Yunes pega de frente. A un par de metros tenía a los dos
jerarcas del OPLE y les soltó sus verdades. De Alejandro Bonilla, presidente
del órgano electoral, dijo que trabajó para el gobierno de Javier Duarte; a
Héctor Roa, secretario ejecutivo del OPLE, lo ubicó al servicio de Héctor
Yunes, su primo y candidato del PRI al microgobierno de Veracruz. Son empleados
del gobernador, les reiteró. Sucumbe el OPLE al poder corruptor de Javier
Duarte, el que se prestó a intentar colocar a Víctor Hugo Moctezuma Lobato en
la secretaría ejecutiva, como ya lo había hecho el Congreso duartista, y luego
parados en seco y exhibidos por los tribunales electorales porque el tipo era
inelegible y tiene un pasado que apesta a corrupción. Les da con todo el
candidato de la alianza PAN-PRD, este domingo 27, en el registro de su
candidatura al microgobierno veracruzano. Describe a Bonilla y a Roa como
piezas de un pillo ejemplar, Gabriel Deantes, hoy secretario de Trabajo de
Javier Duarte, comprador de votos y conciencias con dinero del erario. “Todo
nuestro respeto —precisa Yunes Linares— y consideración a los consejeros y
funcionarios del OPLE que se atengan a la Ley. Quienes no lo hagan tendrán no
solo nuestro rechazo, sino que con base en la propia ley exigiremos que sean
sancionados de manera ejemplar”. De todo acusan a Yunes azul, de pederasta, de
cómplice del Chapo Guzmán en su primera fuga, de su paso por el ISSSTE, pero no
lo paran y hasta lo hacen crecer. Golpe que no mata fortalece, pregonan siempre
los priistas. Ha logrado polarizar un 30 por ciento de la intención de voto a
su favor, según la encuesta de Berumen, y un 40 por ciento, según Votia. Pero
ese es punto aparte. Lo que está operando es el repudio a Javier Duarte y al
partido del que emana, el PRI. Lidia con un lastre Héctor Yunes, llamado Javier
Duarte, con la violencia, la corrupción, el despilfarro, el saqueo, el adeudo a
la UV, al Tribunal Superior de Justicia, a los pensionados, a los becarios, a
los maestros, con la represión a los que protestan y con la muerte de
periodistas. Lidia Héctor Yunes con sus propios errores y no halla cómo
enmendar el rumbo…