José Miguel Cobián | 05
abril de 2016
Tribuna Libre.- Los arranques
tuvieron características muy diferentes. Lamentablemente no me enteré cómo fue
el Cuitláhuac García de Morena, ni de
Alba Leonila del PT, ni del sr. Vázquez.
Así que sólo puedo opinar sobre los arranques de Juan Bueno Torio,
Héctor Yunes Landa y Miguel Ángel Yunes Linares. Y que conste mi estimado Al
Shebel, sólo desde mi perspectiva de absoluto desconocedor de las artes de la
política.
El arranque de
Juan Bueno Torio fue muy discreto, en Tehuipango, uno de los municipios más pobres
del país, y por ello, muy significativo, pues supongo que el mensaje que envió
fue el de preocuparse por los que menos tienen y en particular si son
indígenas, con más razón. Te cuento que
el equipo de comunicación de Juan Bueno está atento a enviar informes vía las
redes sociales, usar periscope, pero los veo con las mismas tácticas de comunicación que usaban cuando Juan era
senador y cuando era diputado, por ello pienso que tiene áreas de oportunidad
para encontrar nuevas vías de comunicación con sus electores. Tienen la ventaja de que hoy no es el
puntero, así que los ataques buenos y malos, por arriba y por debajo de la mesa
casi no lo tocan, mientras que los equipos de los primos se están dando con
todo.
El arranque de
Héctor Yunes Landa me pareció muy al estilo del PRI de siempre, con camiones de
simpatizantes llegados de muchos lugares, con el fin de arropar el inicio de
campaña de Héctor. Haciendo lo que en el
PRI se considera una demostración de fuerza, pero cubriendo los riesgos de un
espacio abierto y por ello se realizó en un espacio cerrado. Los mensajes de inicio de campaña no han
llegado a la población. Pues mientras sus simpatizantes de vez en cuando leen o
escuchan los mensajes de Héctor, el resto de la población simplemente los
ignora. Esto le genera un área de
oportunidad a su equipo de comunicación para mejorar y encontrar mejores vías
para poder hacer llegar el mensaje de Héctor a los votantes indecisos, que es a
los que debe enfocarse, para atraer más simpatizantes, pues queda claro que el
voto duro no es suficiente ni para él ni para Miguel Ángel para llevarse el
triunfo.
Una oportunidad
desaprovechada fue la reunión con los ex rectores de la UV, pues desde el punto
político fue genial, pero una vez más el equipo de comunicación tuvo fallas
garrafales, y en lugar de expresar la opinión de los ex rectores sobre la
candidatura de Héctor, se dedicaron a promover lo que Héctor dijo, que como ya
dijimos no llega ni le interesa un enorme sector de la población, a la que hasta
hoy no han sabido atraer.
Héctor también se
desmarcó de todos sus rivales, expresando en los medios de comunicación escrita
más importantes del estado, sus propuestas más importantes, y generales
(gracias a Dios), es decir, se etiqueta como un hombre de propuestas en
contraste con la confrontación que presenta Miguel Ángel. Lamentablemente la mayoría de los ciudadanos
vieron las dos páginas en los periódicos y les dieron la vuelta, sin leer ni
una de ellas. Es decir, la comunicación
una vez más está fallando, como si el equipo no conociera la forma de ser y
pensar de los veracruzanos, regresando a prácticas que no han funcionado en el
estado.
En el caso de
Miguel Ángel, creo que se llevó el primer día de campaña sin lugar a dudas, y
esto fue por varias razones. La primera
es que hizo lo que tenía que hacer, lo que le ha funcionado con la opinión
pública y además lo comunicó muy bien.
En esta lucha de lograr una buena percepción por parte del electorado,
dieron clase de cómo hacer las cosas.
Recordemos que las elecciones no las gana ni el mejor ni el peor
candidato, ni el más preparado, ni el menos preparado, ni el más honrado o el
menos honrado. Las elecciones las gana
aquél candidato que logra posicionarse en la percepción del electorado, como el
mejor, independientemente de que lo sea o no.
Es decir, el día de hoy gana las elecciones aquél candidato que mejor
organizado esté, que tenga menor tiempo de respuesta y el mejor equipo de
comunicación, además de conocer el estado a fondo.
Mi tocayo (así me
dice Miguel Ángel cuando esta de malas conmigo), inició su campaña en un lugar
abierto, congregando a una buena cantidad de gente, se arriesgó y le dio
resultado. Pero llegó con aire de
triunfador, porque su primer acto de campaña fue denunciar al gobernador Duarte
ante las instancias legales correspondientes, estrategia que le ha dado muchos
frutos desde mucho antes de iniciar esta, su segunda campaña por la
gubernatura. Hoy todavía no sabemos si
tiene o no tiene sustento su denuncia, y si será aceptada o rechazada, pero el
efecto mediático es impresionante. Él y
su equipo, más el equipo del gobernador, se han encargado (cada quien por su
lado) de exacerbar el disgusto de un amplio sector de veracruzanos en contra de
la actual administración. Con lo cual la
denuncia hace sentir a ese elector enojado, que Miguel Ángel va en serio y que
lo que ha dicho y ofrecido lo pretende cumplir.
Responde además a aquéllos como yo, que le reclamábamos que si tenía
pruebas las presentara, y si no las tenía mejor dejara esa estrategia.
Adicionalmente, en
las cabeceras distritales y en algunas otras cabeceras municipales el PAN
realizó actos de inicio de campaña, sin el candidato a gobernador, algunos con
mayor éxito y otros muy modestos, pero hicieron sentir que su candidato cuenta
con el apoyo de la mayoría de los miembros de su partido en el estado. Lo acuerparon, y poca o mucha que haya sido
la participación azul, fue significativa porque del otro lado (con Héctor) la
percepción es de un candidato solitario, sin el apoyo de su partido.
Por último quedó
claro que el equipo azul está en todo, una vez realizada la reunión con los ex
rectores por parte de Héctor, de inmediato hubo reacciones en los medios
electrónicos, descalificando las opiniones de algunos de ellos, como Arias
Lovillo, por ejemplo. Lo cual significa
que el propio equipo de Miguel Ángel entendió la importancia de esa reunión de
su contrincante, y la comenzaron a nulificar, sin que el equipo del
contrincante se hubiera enterado de la importancia de la misma. Eso mide la calidad y capacidad de cada uno
de los equipos de comunicación estratégica.
Uno, el azul, nota que algo puede afectar a su candidato y de inmediato
busca neutralizar o minimizar el daño, mientras que el otro, el rojo, ni
siquiera se entera de los beneficios que puede tener ese mismo algo. Y esa diferencia, puede marcar también el
destino de la elección. Un candidato
metido en todo en su campaña, y el otro dejando que terceros tomen
decisiones. ¿Será que eso también
demuestra el interés que cada uno tiene en ser gobernador?
Así, mi querido Al Shebel es como te puedo
resumir mi opinión sobre el primer día de campañas. El segundo estuvo más sabroso, pero eso, eso
es otra historia.