La
delincuencia gobierna Veracruz
Héctor
Yunes Landa | 15 enero de 2018
Tribuna Libre.- El mes de enero será el más violento de los
últimos años en Veracruz. No se trata sólo del número de homicidios sino
también de la forma en que estos se cometen. Además, los delitos del fuero
común siguen a la alza y el número de crímenes que se castigan es cada vez
menor.
Nuevamente Veracruz fue la nota roja en los
diarios nacionales. Los homicidios del ex diputado local y ex presidente municipal
Víctor Molina, de Luis Eduardo –el joven que fue asesinado por defender a su
hermana menor del ataque de hombres armados en Tuxpan-, de nueve personas cuyas
cabezas fueron colocadas en toldos de vehículos en los municipios de
Tlacotalpan y Sayula, sin contar las decenas de víctimas en otras tantas
ciudades del estado, son muestra del estado de descomposición que sufren los
veracruzanos. Es un territorio sin ley.
El sábado pasado, la capital Xalapa vivió
otra jornada de terror, resultado de la incapacidad y complacencia de las
autoridades. Por la tarde, un hombre fue ejecutado a plena luz del día en la
avenida más transitada de la ciudad; unas horas después, a escasos cinco
minutos del Palacio de Gobierno, fue abandonada una camioneta con los cuerpos desmembrados
de nueve personas. Inaudito.
De todos estos eventos, el gobierno no ha
detenido a una sola persona. La presunción de que se trata de ajustes de
cuentas entre delincuentes –a pesar de que como se ha dicho las víctimas son
autoridades, estudiantes, comerciantes, transportistas o personajes públicos-,
intenta justificar la incapacidad de realizar una investigación eficaz que
permita dar con los responsables.
Hoy la delincuencia gobierna Veracruz. Los
hechos de este sábado en Xalapa no son más que una manifestación de fuerza, que
confirma que pueden actuar en total impunidad a cualquier hora y en cualquier
lugar. Es evidente que si el gobierno no puede detener esta ola aberrante de
homicidios, tampoco puede prevenir y castigar la actuación de estos grupos de
delincuencia organizada en contra de la ciudadanía en casos de secuestros,
extorsión, cobro de piso, robo de combustible y asaltos a transportistas,
comerciantes o ganaderos.
Estos delitos corresponden al fuero común, y
por tanto, la autoridad no puede excusar que se trata de delincuencia
organizada. Veracruz sigue siendo la entidad más violenta del país, toda vez
que ocupa los primeros lugares en seis de los ocho delitos de alto impacto que
evalúa el semáforo delictivo.
El estado de Veracruz también es Xalapa,
Coatzacoalcos, Tlacotalpan, Tuxpan y Sayula, y no sólo el bulevar de Boca del
Río, que hoy nos quieren vender como nuestra única joya.
Vivir en un estado sin ley no es un asunto
sólo de política, como lo quiere justificar el gobierno de Miguel Ángel Yunes.
La seguridad no es un tema de elecciones; es un tema de gobernabilidad que
tiene que ver con el desarrollo de nuestras actividades productivas, del
ejercicio de nuestro derecho a la seguridad y de la posibilidad de que
realicemos nuestra vida cotidiana. Cada que sucede un evento como los que
vivimos a diario, se lastima a la economía y a la sociedad en su conjunto.
Cuando un comerciante tiene que cerrar su
negocio porque ha sido extorsionado, un joven es asesinado camino a la escuela,
una persona sufre un secuestro, un ciudadano común corre el riesgo de quedar
atrapado en el fuego cruzado en medio del tráfico o un residente debe observar
el terrible espectáculo de cuerpos amontonados en un vehículo afuera de su
casa, entonces no es la autoridad quien ejerce el gobierno, sino la
delincuencia organizada.
Veracruz está en una situación de emergencia
nunca antes vista. Nada lo justifica. La ciudadanía ha entendido que es hora de
tomar cartas en el asunto.
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