El
dinero o la vida
Jorge Arturo Rodríguez |
11 enero de
2018
Tribuna Libre.- La anécdota.- Comía deliciosos tacos, por ahí
de las 4 de la tarde, del día 9 de enero, de este año político electoral,
terrorífico para muchos, adulador para los cómodos, “hiénicos” (de hienas) para
los que el suelo se les mueve puesto que temen perder el poder; año nada
prometedor, pero las promesas y alaridos ensordecedores nos enferman; año de
mentiras con tal de mantenerse en la cima de a ver quién la tiene más grande;
año de decisiones para los ciudadanos conscientes –porque los hay que ni fu ni
fa, qué desgracia- porque la clave está en la ciudadanía, en el pueblo, pues,
sin ambages ni populismo ni chingaderas. Digo, degustaba unos tacos cuando
escuché un encontronazo y al salir a chismear, dejando un último taquito a medio
morder, me entero que se trataba de un taxista que embistió a un motociclista.
No fue mucho el golpe, el motociclista aunque lesionado, estaba bien, según los
paramédicos de la Comisión Nacional de Emergencia. Pero el detalle fue que el
chavo estuvo en el suelo, con quedos lamentos, por casi media hora. Eso sí, los
del seguro del auto taxi no tardaron en llegar ni cinco minutos. En México,
¿qué importa más, el dinero o la vida? ¿El bolso o la degollo? ¿Coopelas o
cuello?
Lo político.- Cuando me reencuentro con un
compañero o amigo por mucho tiempo no visto, la pregunta usual es, entre otras:
“Y dime, ¿por dónde andas?, ¿Dónde o con quien trabajas?” Si estamos
desempleados, ni hablar, o decimos la verdad o expresamos: “Pos por ahí,
buscándole, chambeando con tal o cual, ahí la llevo”. Si tenemos algo concreto,
simplemente le decimos: “Estoy dándole duro a…, no es mucho pero…” Sabía virtud
de conocer las caras y gestos.
Pero que tal si te encuentras a un político. Ni pal caso preguntar,
quizás sólo saludarlo y arrimarse al árbol que da más sombra, digo no todos lo
hacen. Pero la pregunta sería: “Qué tal chapulín, ¿pa’ dónde brincas ahora?”
Porque éstos ni preocupación tienen, salvo en qué pinche sueldo y poder se
asentarán –poner sus asentaderas, muchos sin hacer nada.
La ciudadanía.- Dicen que el poder está en el
pueblo, ¿será? La duda no es gratuita; es pa’ acicalar a los mediocres y
miedosos. Yo me pregunto cuántos estamos dispuestos a cambiar, si no a nosotros
mismos –ese es otro problema nada fácil- sí al mundo, a México, a lo que nos
rodea. Sí, entiendo que si nosotros mismos no cambiamos, pos valemos, como
dicen los jóvenes, pura verga y algo más.
En la entrega anterior que intitulé –¿así se dice?- “Seamos mexicanos,
pero no pendejos”, una de mis 1 mil 500 fans, Socorro Martínez me escribió en
mi Facebook: “Tal vez no tengo una visión tan amplia como la tuya compañero,
pero lo que sí tengo es absoluta fe y confianza, que los veracruzanos podamos
ir despertando poco a poco, y nuestro futuro político no sea tan
desesperanzador... y si… triste realidad, no hay pa’ donde inclinarse, pero
tampoco estamos condenados ya por el "Dios político" que refieres…
aún seguimos siendo ciudadanos, y si todos los supiéramos, estaríamos por
encima de ese Dios... Tengas un excelente y ajetreado año amigo de Tierra De
Babel”. Abrazote virtual, luego lo concretamos.
Muy de acuerdo, amiguita. El aguijón dio resultado. Ojalá así
reaccionáramos más ciudadanos.
Los días y los temas
Recibí la siguiente invitación que les
comparto: “La Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, a través de la
Facultad de Ciencias de la Comunicación, tiene el honor de invitarle a ser
parte de la 12ª Edición de la Cumbre Mundial de Comunicación Política de la
cual orgullosamente somos Co-organizadores y el Aval Académico de dicha cumbre.
“Como enlace estratégico en el Estado de
Puebla y dentro de la República Mexicana, nos es un placer extender hasta sus
manos la presente convocatoria donde se le invita a participar dentro del marco
del evento, a realizarse los días 6, 7 y 8 de febrero del presente año, en el
Hotel Hillton City Reforma de la Ciudad de México, CDMX.” Más información en www.cumbrecp.com
De cinismo y anexas
Ya parezco hasta cura –¿de ahí viene la
palabra “curita”, esa madrecita que sirve para proteger las heridas, pero no
del alma?-, o sea, sacerdote, porque se me han acercado pa’ decirme que por qué
no digo algo chingón, esperanzador, suavemente angelical –como si fuera papel
higiénico- para este año 2018. Lo he pensado mucho, no sé, unas cinco horas, o
más, quizás dos horas, y llegué a la conclusión que este mundo, y México más,
merece esas palabras –como si sólo estuviéramos hechos de palabras, aunque el
lenguaje cuenta y cuenta mucho, sobre todo si nos mientan la madre, o leemos a
profundidad a los poetas y filósofos y locos-, por eso les pregunto: “¿Por qué
no hay un Dios bueno, bonito y barato?”, como escribió Williams Deer.
Ahí se ven.