* Cae
en operativo policíaco * El crimen de
Bumas y las mantas * ¿Le sembraron las
armas? * Muñoz Ledo y Noroña, una
vergüenza * Caso Aarón-Kristell: la
foto, la droga * ¿Conocía Nahle lo que
había en torno al hijo de su operadora?
* Esteban jala tronquistas para Morena en Las Choapas * Funcionario noviando en el Italian Coffee
en horas de oficina.
Xalapa, Ver. | 14 septiembre de 2018
Tribuna Libre.- Un pomo, una rola, bacanales de tres días y
El Poffet fue haciendo suyo al jet-set, convocando a la casta de los juniors,
picando aquí y allá, presumiendo empresas y negocios y millones, sus varias
nacionalidades, siendo su destino manifiesto triunfar —¡qué mitómano tan
genial!—. Hoy está preso.
Ya fuera en un yate, o sobre la arena blanca
de Playa del Carmen, en los antros de Coatzacoalcos, a pie de malecón, Juan
Ricardo Lerma Arana se vendía —y se vende— como un ganador, un simpático truhán
que a fuerza de ocurrencias o sueños, o fantasías, o embustes, o auténtica
generosidad, le dispensaban amistad.
Armaba cada fiestón. Lo orbitaban los hijos
de adinerados, gozosos de ser llamados al evento en que se despedía al verano
en las playas de Coatzacoalcos —las sucias y pestilentes aguas atascadas de
descargas de drenaje—, el Beach Club que así decía adiós a la temporada
vacacional.
Hoy está preso.
Al Poffet no se le veía en cualquier antro.
Era dueño de antros. O frecuentaba a amigos con poder. O cercanos al poder.
Con Lerma Arana posaban la foto los Ruiz y
los Carrasco, o los Basurto, o los Guerrero, o los Herrera, o los Peraza, o los
Mendoza, o los Malpica, o los Palafox, o los García. Y tantos juniors más a los
que se les vio en aquella beach party con sus atuendos de blanco y mucha
alegría qué compartir.
Gente bien. Gente bonita. Y todos circundando
al Poffet. Buenas estampas entre lo más granado del jet-set. Jóvenes, la
mayoría, con un padre de empresa o una sólida posición social.
Sobrevivir era la premisa esencial de Juan
Ricardo Lerma, luchón, según sus amigos y quienes lo veían organizar reuniones
y festejos para pasarla bien —o hiperbien—, reservadas para un círculo muy
especial.
Lenguaraz, a muchos se les presentaba como un
empresario de la diversión y hasta llegó a decir que había nacido fuera de
México.
Hoy está preso.
Empresario de antro, El Poffet un día paró.
Asediado, dijo a muchos, no pudo con las cuotas que imponía el crimen
organizado. Librando gastos, la utilidad de sus negocios se le iba en la paga
por protección. Eso solía contar y eso sabían quienes se hallaban cerca de él.
Y decidió partir. Y se acoderó en Playa del
Carmen.
Un tiempo, en esa faena por sobrevivir, ofreció plazas en Pemex. Que por sus ligas
con hijos de dirigentes petroleros. Que porque un día pudo ser el puente entre
un aspirante a petrolero y el operador del líder sindical.
Pasó por la empresa petrolera y terminó con
un interminable conflicto legal por el que justamente retornó a Coatzacoalcos y
de ahí derivó su aprehensión.
Lo que desarrolló en Veracruz, lo aplicó en
el Caribe. Allá se dedicó al antro, al evento de playa, al paseo en yate, al
—diría el clásico— solaz y esparcimiento sirviendo al turista, cumpliéndole su
afán por la diversión.
Eso allá. En Coatzacoalcos se tejía una
historia policíaca, la suya, tocada por un hecho de sangre, su nombre en
mantas, su fama en redes sociales, tácitamente imputándole ser el nuevo jefe de
plaza, operando para Los Zetas, el grupo delincuencial.
A la altura del restaurant McCarthys, el 4 de
febrero de 2018, fue ultimado Edgar Bumas, hijo del líder de la CTM en
Nanchital, operador de contratos sindicales en el complejo petroquímico
Cangrejera, Jorge Bumas.
Lo asediaron desde otro vehículo. Lo
cercaron. Paró la marcha y pretendió refugiarse en el restaurant, pero apenas
salió del automóvil, las descargas lanzadas por los sicarios le arrancaron la
vida.
Edgar Bumas tripulaba un Jeep color blanco.
No era suyo. Era del Poffet Lerma Arana y supuestamente lo tomó sin permiso y
se movía en él.
Horas después del crimen, circularon en las
redes las fotografías de Edgar Bumas posando con un par de amigos. En su mano
se hallaba un arma. En su rostro, una sonrisa.
Al día siguiente, los mensajes corrían en las
redes sociales. A nombre del Cártel Jalisco Nueva Generación se reivindicaba la
ejecución de Edgar Bumas y aludían al Poffet como el que habría de seguir.
Una investigación privada demostró que el
asesinato no fue obra de “los de las cuatro letras”.
Dirían los portales y los medios en sus
reseñas que El Poffet tenía relación con Edgar Bumas. Dirían que Bumas era
“responsable de ejecuciones y secuestros”, vinculado a Ricardo Lerma, “socio y
dueño del bar Acuyo”. Y al Poffet le atribuían el robo de trailers en las
autopistas de la región.
Sabíase que El Acuyo es o fue en realidad
propiedad del ex director jurídico de la Comisión Municipal de Agua y
Saneamiento —o CAEV Coatzacoalcos—, Pedro Tiburcio Zaamario, protegido de Tony
Macías, padre de Karime Macías, esposa del ex gobernador Javier Duarte de
Ochoa, ella actualmente refugiada en Londres, Inglaterra, burlándose de la ley,
sin que la Procuraduría General de la República haya concretado la solicitud de
extradición, derivada de una denuncia de la Fiscalía de Veracruz por desvío de
recursos en el DIF estatal.
Por El Acuyo han pasado —y pasan— los juniors
y los no tan juniors, empresarios adinerados y funcionarios públicos,
petroleros y profesionistas, priistas y panistas, uno que otro del PRD y de
Morena, todos carne de cañón para los que levantan y extorsionan.
Un tiempo cerró El Acuyo tras un incendio,
atribuido a un aviso del crimen organizado que exigía su cuota. Reinició y
volvió a cerrar por remodelación. Hoy funciona de nuevo. A menudo se realizaban
operativos policíacos, apoyados por fuerzas navales o militares. Y lo más
granado de la sociedad lo vuelve a frecuentar.
A la par de su faceta de empresario del
jolgorio y el trago, otro historial se integra en el récord policial, no por lo
que pudo hacer por su cuenta sino por lo que del Poffet soltaron aquellos
malosos pesados.
Un tal José Giraldo, de apellido García
Carmenate, nacido en Cuba que respondía justamente al apelativo El Cubano, lo
habría señalado como el vínculo con el jet-set. El Poffet dice que no. Sus
amigos juran que nunca lo conoció, que no cantó en Las Tortugas, un teiboldans
donde operaba el segundo líder de Los Zetas en Coatzacoalcos, el tal Carmenate,
según una ficha de Seguridad Pública de Veracruz.
Cuenta un insider del jet-set que a Ricardo
Lerma lo cazaron por una diligencia legal. Llegó a Coatzacoalcos a fin de
recoger un cheque por un litigio ganado a Pemex luego de ocho años de disputa
en los tribunales, que incluía salarios caídos, una jugosa indemnización.
No se hospedó en casa alguna, temeroso de ser
detenido. Acudió al hotel Xtended Suits, ubicado frente a Plaza Forum y ahí
permaneció. No le fue entregado el cheque el día pactado. Decidió pues,
permanecer en el lugar y quedó de verse con dos personas el sábado 8, con las
que desayunaría.
A eso de las 11 horas, un operativo
espectacular, incluidas fuerzas de seguridad estatal, motivaron su aprehensión.
Habría ahí —cuenta el relato público— un cónclave de capos, líderes de células
zetas. Lo extraño es que sólo El Poffet cayó.
Hallaron —según la versión oficial, esparcida
primero en redes, luego en medios de comunicación— una subametralladora marca
Mendoza, con dos cargadores y 35 cartuchos útiles, y una Bush Master con dos
cargadores y 50 cartuchos útiles, al igual que yerba verde con las
características a la marihuana. También le fue decomisado el automóvil BMW,
color negro, vidrios polarizados, en que se desplazaba.
Oficialmente es el Poffet el sucesor del
Comandante H, alias Hernán Martínez Zavaleta, o El Padrino, detenido el 29 de
junio de 2017 y sujeto a juicio en el penal federal de Villa Aldama, Veracruz,
luego que ordenara ejecutar a una familia —cuatro niños, su mamá y su papá— en
venganza por el crimen de su lugarteniente, Bernardo Cruz Mota. Oficialmente
pero él dice que no.
Extraoficialmente, al Pofett lo vinculan con
José Giraldo García Carmenate, alias El Cubano, detenido en Cancún, el 1 de
marzo de 2018. Extraoficialmente, pero Ricardo Lerma lo vuelve a negar.
Sus allegados dicen que nada es real. Y que
las armas le fueron sembradas.
Mientras, el jet-set ruega que no vaya a
hablar.
Archivo muerto
Porfirio Muñoz Ledo le dijo a Noroña
“golpeador”; Noroña tildó al presidente de la Cámara de Diputados de abusivo y
transgresor del procedimiento legislativo. Se increparon. Se descalificaron. Y
en cuanto Andrés Manuel López Obrador llamó a sus huestes en el Congreso
federal a dejar las estridencias y las payasadas, la guerra cesó. Un senil
político, cansada su voz, lenta su respuesta, evidencia a Porfirio Muñoz Ledo
en su declive final. Un día protagoniza un vergonzoso episodio en un
restaurant, ayudado a colocarse el saco, tomado de los brazos para no caer,
perdido en el alcohol, que es su afición number uan. Y en la Cámara, conduciendo
las sesiones del Congreso morenista, Gerardo Fernández Noroña lo trapea, le
grita. Noroña nació para eso, para la estridencia, ambos para ser payasos del
sistema, uno radical, el otro profundamente maniqueo. Su conato de guerra
comenzó el lunes 3, a las puertas de Palacio Nacional. Noroña pretendía
ingresar y sabotear el mensaje de Enrique Peña Nieto, la descripción del Sexto
Año de Gobierno; o sea el México irreal, último repaso de su gestión
presidencial. Retenido por elementos del Estado Mayor Presidencial, Noroña vio
llegar a Porfirio Muñoz Ledo y a Martí Batres Guadarrama, presidentes de las
Cámaras de Diputados y Senadores, y observó cómo les franqueaban el paso. Y se
encendió. Y encendió a los suyos, soltando la lengua y desfogando la ira,
gritando “ojete” a Martí y “traidor” a Porfirio. Cuando AMLO los alineó, diría
Noroña que el pleito hizo que muchos los golpearan y golpearan al movimiento, o
sea a Morena. Vergüenza que no ha de tener… Foto 1: un monedero con franjas de
colores, del rosa al azul, del rojo al naranja. Monedero de dama. Y en su
interior, siete bolsas de plástico. En una de las bolsas se ven las piedras,
con “característica a crack”, diríase en lenguaje legal. Dos de las bolsas
contienen sólo dos piedras; otras, hasta siete. Es la evidencia más
comprometedora de lo hallado en el domicilio marcado con el número 102 de la
calle Aurelio Martínez Rincón, colonia 24 de Octubre, al poniente de
Coatzacoalcos. Ahí quedó el cuerpo de Kristell Marín Domínguez, pareja o esposa
de Aarón Ayuso Collins, hijo de María Sandra Collins Coronel, operadora de la
senadora Rocío Nahle García, futura secretaria de Energía en el gobierno de
Andrés Manuel López Obrador. Esa fotografía es clave. Y hay más. ¿Qué sabía
Rocío Nahle de Aarón Ayuso Collins? Porque —faltaba más— de que sabía, sabía.
Insiders de Morena cuentan que se le alertó. Dicen que otros operadores
advirtieron lo que veían venir. Y Rocío no escuchó. O escuchó y le valió. Hay
evidencia gráfica a granel sobre la escena del crimen. Hay también un video de
la profesora Kristell a las puertas de un hogar, donde capta a un grupo de
amigos bailando, fumando, bebiendo la famosa cerveza Caguama. Y qué cosas se
dicen ahí. Sigue la Foto 2… Súmele, le dijeron a Esteban, y sólo supo restar.
Así, el secretario particular de Cuitláhuac García Jiménez y futuro jefe de la
Oficina de Gobierno, llama bajo el agua al tronquismo a integrarse a Morena y a
reeditar su protagonismo político, a reverdecer viejos logros, sus días de
gloria, los tiempos en que Fidel Herrera Beltrán y Javier Duarte llevaron a
Renato Tronco a alcaldías y diputaciones, a ser el señor de horca y cuchillo
que puso a Las Choapas a sus pies. Atropella así Esteban Ramírez Cepeda a las
bases de Morena, las que iban de casa en casas, de ejido en ejido, de
congregación en congregación buscando el voto, mientras los Tronco eran parte
del proyecto yunista azul, operando para que Cuitláhuac García perdiera el
gobierno de Veracruz. Y ahora el flamante Esteban les da a los Tronco lo que a
los morenistas les quita. Si así despachará como jefe de la Oficina de
Gobierno, dejará a Morena en la orfandad… ¿Quién es ese funcionario municipal
que resuelve los temas de su encargo desde el conocido Italian Coffee del
centro de Coatzacoalcos, a eso de la 1:46, este martes 11, acompañado de una
divertida dama que no cesa de sonreír, noviando con ella, pues? Una pista:
búsquense las iniciales AMM…