*La
Teoría Social del Hombre ha Fracasado, a por una nueva gramática del Hombre.
Lenin
Torres| 11 octubre de 2018
Tribuna Libre.- El principal problema de la actual Teoría
Social del hombre, que tiene su máxima expresión en el Estado Democrático, ha
sido que no ha podido resolver el problema de la pobreza y la marginación, su
vigencia como expresión máxima de la civilidad ha sido cuestionada por estas
realidades, así que no podemos quedarnos con el intento llano de teorizar para
hallar la fórmula correcta que permita continuar con esta teoría de lo público,
sin que se examine desde la pobreza y la exclusión como las pruebas que tienen
que pasar todas las prácticas políticas para sostener su legitimidad,
legalidad, funcionalidad y eticidad, sin ellos, continuaremos dialogando entre
sordos, y viendo cómo fracasa el dialogo sobre lo público.
La realidad de la pobreza y la exclusión cada
rato nos escupen a la cara, no podemos continuar evadiendo el camino, y las
limitaciones de todo prolegómeno y teorización sobre la teoría social, ni
balbuceando sobre lo público, porque lo público es cuestionado desde la pobreza
y la marginación del otro, siendo estos síntomas que cuestiona desde adentro su
vigencia y actualidad.
El dilema de la tragedia de Antígona cobra
vida, Creonte (el bien común, el Estado) ha sucumbido a las demandas egoísta
del derecho de Antígona de dar sepultura a su hermano muerto, el Estado Democrático
ha sucumbido a la vorágine egoísta individualista del propio hombre y se ha
visto imposibilitado de contenerlo, por lo que los cuerpos de los Estados
Democráticos Enfermos de Pobreza y exclusión pululan por doquier. No se salva
ni el poderoso imperio norteamericano, el fracaso del sueño americano se ha
tornado en la pesadilla del mundo, por lo que la teoría del hombre social
necesita una urgente revisión, que tiene que pasar por sus coordenadas
conceptuales y reales, y las reales son la dimensión de la pobreza y la
marginación. Este país había sostenido la viabilidad de la naturaleza humana
egoísta administrada estupendamente por el Estado.
La crisis de la economía virtual ha sido el
inicio de ese resquebrajamiento conceptual y real del concepto del hombre
público, y el cuestionamiento de la teoría pública democrática, por ende, la
pobreza y la exclusión son sus síntomas en lo real de ese fracaso. Se había
estupendamente protegido esa desigualdad de bienestar y esa desproporcionalidad
de la repartición de las riquezas con una economía ficticia virtual que ha
venido construyendo la perversidad racionalidad de los hombres de la clase
dominante (el 1%). Con sus nuevas
tecnologías de la información, ha venido estructurando un entramado ficticio y
virtual de placebos de metadonas virtuales esquizofrénicas y paranoicas
infinitas, y por lo tanto, inalcanzables para sostener el egoísmo y la
prevalencia del individualismo como la característica primera de la condición
de la naturaleza humana. Por lo que no ha habido nunca la condición de pensar
en el bienestar del otro más que como retórica. Es el bienestar personal de ese
1% el que realmente ha importado, los otros 99% son los engranes del nuevo
sistema sofisticado de dominación donde recae el trabajo y representan el plus
de ganancia, la nueva esclavitud virtual funciona con individuos Zombis puestos
a reproducir el sistema económico neoliberal.
Habían pensado estúpidamente, como bien lo
señala el filósofo esloveno Slavoj Zizek, que el maridaje entre capitalismo y
democracia era eterno, el fracaso de ese hogar polimorfo perverso social con el
que se ha eclipsado el hombre ha agotado toda posible gramática sobre lo
humano, porque lo significados capitalismo (expresión de lo individual) y
democracia (expresión de lo público, de lo comunitario) siempre han estado
divorciado.
Friedrich Nietzsche y Ernst Cassirer se
habían adelantado al señalamiento que el hombre ha vivido de mitos y de
ficciones, además que es la condición de la naturaleza humana, Nietzsche
refiriéndose a que el hombre prefiere incluso querer la nada a no querer, su
ficción constitutiva de una voluntad que somete la racionalidad, y Cassirer,
haciendo referencia al mito del Estado.
Constituye la pobreza y la exclusión los
exámenes no aprobados por la teoría pública- social del hombre, y que evadiendo
ese realidad, nos hemos enfrascado en un vorágine intelectual de análisis de
actualización de esa teoría, resumiendo que toda modernización de la política y
la administración pública se ha reducido a enseñar las estrategias
maquiavélicas para sostener el poder, perdiendo valioso tiempo en el
diagnóstico, que el examen de la pobreza y la marginación evidentes nos
arrojan, la teoría social del hombre ha fracasado, por lo que se necesita
urgentemente volver a problematizar sobre el concepto de naturaleza humana,
volver a discutir antes- desde-después de los griegos, sobre el dilema entre lo
público y lo privado, entre voluntad y razón, entre individuo y sociedad, entre
inconsciente y consciente, entre ontogénesis y filogénesis.
Nos hemos resistido a aceptar que la teoría
social democrática es una ficción, y que su viabilidad estaba puesta en duda, e
insistimos en los mitos constitutivos y por lo tanto, en la perversa gramática
de la esclavitud ahora virtual y esquizofrénica que nos interioriza ese
malévolo amo voraz del 1%. La resistencia a aceptar esa realidad ha constituido
una larga y penosa historia de lucha, de troquelamiento de lo público, reconocimiento de la ley a sangre y
fuego.
Todavía algunas partes del mundo moderno se
han resistido y han ensayados otras fórmulas, o mejor dicho, han hecho otras
aplicaciones de la misma teoría desde el humanismo inocente y ramplón, buscando
sostener su vigencia, ese lugar ha sido Europa, la última esperanza que la
actual teoría social conciliara egoísmo con el bien compun, ese intento de
realización de la igualdad también ha terminado en un rotundo fracaso: las
fuerzas comunitarias han fracasado, y la esencia voraz individualista del
capitalismo ha triunfado, no ha sido posible que el Estado mínimo pudiera
arbitrar las corrientes individualistas con la socializantes, esto último,
entendido como la concreción del bien común y la justicia social, no se pudo
sostener el concepto mínimo de comunidad, no se pudo sostener la creación de
las condiciones mínimas económicas y sociales para dotar a todos de bienestar
social, incluyendo a los visitantes que se quedaron para siempre, las olas de
emigración del África del Norte, no se pudo reducir la pobreza a una elección
libre nihilista. Europa fiel a su historia de pensamiento humanista e
idealista, intentó aplicar el modelo norteamericano con un sesgo socializante,
creemos que el espíritu de Marx ha permanecido deambulando por Europa, no
obstante, aún hay focos de resistencias, los países nórdicos, con sus únicas
barreras protectoras, sus bajos índices demográficos y su geografía, no sabemos
cuánto tiempo se mantendrán aisladas y protegidas de las olas de destrucción de
las crisis económicas y mentales, sino primordialmente, la crisis del concepto
de lo humano que vive el mundo moderno.
Este escenario de descrédito de la teoría de
lo público, nos sitúa o bien en el reconocimiento que la condición pulsional
egoísta del hombre es imposible domeñarlas totalmente, o bien, en la frustrante
realidad que todavía no existe la inteligencia para crear un nueva teoría
social que resuelva el problema de la pobreza y la marginación (esto últimos
incluye el arcaico concepto de clases sociales) que indicaría su vigencia y actualidad,
y un Estado de Derecho Democrático que sea efectivo y viable.
Creemos que el error es que olvidamos que hay
un trasfondo ineludible, la naturaleza pulsional del hombre y la orientación
teórica que excluyó lo biológico y genético , que sólo atrapando en el signo
sus mociones pulsionales puede emerger como humano y civilizado, por lo que
prevalece en él sus exclusivas visiones de la realidad, del mundo que quiere
vivir, “nuestro caso particular es bastante interesante: nosotros hemos creado
una concepción que nos permite vivir en un mundo, que nos permite percibir
muchas cosas para poder soportar el vivir en este mundo” , de sus deseos que se
jactan de utilizar, incluso el saber y por ende a la misma racionalidad para
hacerse escuchar, para ser. Sus acostumbradas maneras de dejar su impronta de
confusiones y de miedos. La inmensidad de impresiones que avasallan a sus
tenues y limitados sentidos que hacen que se agarren hasta de la mentira o de
la verdad privada de una escucha de sordos. Así parece que el valor y el
desprecio al cuerpo es la única manera de salir del embrollo de su existencia.
Aunque al final de cuenta, no haya más destino que la transformación del cuerpo
en polvo, en basura, en tierra pisada, hecha huella donde renacerán algún día posterior,
las nuevas instituciones ideales que harán que nos veamos otra vez diferentes y
exclusivos, siempre con la ilusión de que pueda ser más que animales. A fin de
cuentas, uno más de los tantos rostros de la pulsión, que reduce al animal
hombre a: