* Renato Consuegra | 31 enero de 2018
Tribuna Libre.- El presidente Andrés Manuel López Obrador ha
acudido a la falta de memoria de una parte de los mexicanos y al
desconocimiento casi total de los más jóvenes, es decir, de los milennials,
sobre lo ocurrido hace 36 años, cuando comenzaron a gobernar los llamados
tecnócratas o neoliberales, que han sido su trapito para intentar hacer brillar
su forma de hacer política a través del discurso de lo que la gente quiere
escuchar, por más que sus decisiones de gobierno no sean, quizá, las más
acertadas.
Formado políticamente en su juventud, el
presidente fue de los jóvenes reclutados por Luis Echeverría a lo largo del
país durante su gira presidencial de 1969. Como él se unieron al PRI, liderado
entre otros por Jesús Reyes Heroles y Porfirio Muñoz Ledo, personajes como
Beatriz Paredes, Manlio Fabio Beltrones, Fidel Herrera, Dante Delgado y varios
más, líderes estudiantiles en aquel momento decisivo de la historia del México
reciente.
Pues bien, fue precisamente Luis Echeverría
el artífice de la debacle que hoy vivimos, profundizada por su sucesor José
López Portillo, sufrida por el gobierno de Miguel de la Madrid y aprovechada
por los grupos económicos de los posteriores presidentes, quienes han golpeado
al sector privado nacional en beneficio de los grupos económicos
internacionales y de ellos mismos.
El país vivió una etapa brillante llamada
“desarrollo estabilizador” entre la devaluación de 1954 y hasta 1970, cuando el
entonces secretario de Hacienda, Antonio Ortiz Mena, elaboró el plan que
permitió a México resolver problemas de alta inflación y detener la caída de la
demanda de los productos mexicanos tras la segunda Guerra Mundial. Durante ese
lapso, que tuvo al campo como el principal activo, el crecimiento promedio fue
de 6.8%, mientras que la producción industrial se incrementó 8% y la inflación
solamente fue 2.5 por ciento. La estabilidad de la moneda propició, incluso,
que el presidente Adolfo López Mateos pusiera en ceros la deuda externa.
Pero Echeverría rompió con el esquema, para
imponer su modelo llamado desarrollo compartido (1970-1976), mediante el cual
su equipo económico buscaba aliviar la descompensación entre los ingresos por
exportaciones y los egresos por importaciones. Este esquema profundizó el
proceso de sustitución de importaciones, la industrialización desordenada, la
estatización de los sectores clave de la economía y la aceleración del
crecimiento económico mexicano aun a costa de la inflación, factores que
produjeron uno de los mayores desastres económicos de México.
El ineficaz manejo de la economía, más la
corrupción de los nuevos políticos-funcionarios-empresarios del régimen
echeverrista provocaron el inicio de la debacle. Félix Barra García, Alfredo
Ríos Camarena, Eugenio Méndez Docurro, Miguel Lerma Candelaria y Fausto Cantú
Peña, fueron algunos de los funcionarios de Echeverría encarcelados el sexenio
posterior, por fraude. Sólo unos cuantos porque hubo muchos, muchos malos
manejos de los recursos.
Pero López Portillo no terminó la limpia.
Sólo levantó el polvo porque luego de su campaña moralizadora, dijo: “No
levantemos el dedo flamígero de la condena para adquirir prestigio apostólico y
neguemos la mano para el esfuerzo solidario. Diagnósticos críticos, sí; pero,
también, remedios y trapitos. No le ladremos a la caravana, incorporémonos a
ella”. ¿Esto no les recuerda lo que dijo recientemente el presidente sobre la
mafia del poder, los narcotraficantes y/o los huachioleros o Carlos Romero
Deschamps?
En las últimas decisiones presidenciales
existen retroceso, opacidad y señales de que algo anda mal respecto al combate
a la corrupción, que fue precisamente lo que llevó a la quiebra al país hace 36
años.
En plena crisis de desabasto de combustibles,
el presidente ordenó la compra sin licitación de 671 pipas a un precio de 92
millones 189,597 dólares, por la urgencia en los primeros días del año, una
compra que hoy parece superflua porque, si bien el abasto no se ha resuelto
totalmente, existen condiciones y proveedores que pueden ayudar a paliar la
situación, siempre que haya método y estrategia para hacerlo.
Pero, sobre todo, hoy existe un gran riesgo
para el país: volver a la estatización y con ello hacer de los políticos y
funcionarios que apenas están aprendiendo, noveles empresarios que, al tener
los recursos a la mano, les metan cuchara, total que no habrá combate a la
corrupción –y si lo hay, no será para este régimen--, porque la palabra divina
lo cura todo, como en el caso de las pipas, donde quienes hicieron la
negociación, son honestas porque así lo dice el Presidente, nada más.
Y aún más, si las cosas siguen como ya se dio
una primera señal, se volverá a tener un Estado obeso, con grandes presiones
para el gasto gubernamental, cada vez menos contribuyentes e impuestos más
caros. Están quitando la oportunidad de generar riqueza al sector privado,
quienes durante la crisis entraron al quite para el traslado del combustible.
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E-mail: renatoconsuegra@yahoo.com.mx
Twitter: @renatoconsuegra
(*) Renato Consuegra es periodista, ganador
del X Premio Latinoamericano de Periodismo José Martí que entrega la agencia
cubana Prensa Latina y director de www.difunet.mx
, www.e.legislativo.mx y www.yoemprendedor.mx