José Miguel Cobián | 30 septiembre de 2019
Tribuna Libre.- La relación con Estados Unidos, tanto la
comercial, la política y la migratoria sería el primer tema. La reforma del sistema de justicia. La educación y el Sistema de Salud.
En cuanto a la relación con Estados Unidos,
en cuanto al trato comercial tenemos pendiente la aprobación del Tratado MEC
(en broma le digo Tratado Marcelo Ebrard Casaubón, aunque su segundo nombre es
Luis). Las amenazas que el presidente
Trump puede implementar en cualquier momento como los aranceles, bajo cualquier
pretexto, incluso la falta de combate al narcotráfico que comenzaba a ser tema
en la pre campaña de reelección del presidente Trump, (aquí entra la parte
política) y que quedó a un lado, gracias al ataque a las instalaciones de ARAMCO
en Arabia Saudita, pero que puede regresar en cualquier momento, sin importar
que Irán es un peligro real para la economía norteamericana vía la enemistad
con sus aliados del golfo pérsico, mientras que México no es un peligro real,
más allá de producir lo que los propios americanos requieren y que en la
retórica gubernamental, esporádicamente se combate, que es la distribución y
consumo de drogas.
Adicionalmente la política de los demócratas
que insisten en que México puede a largo plazo ser un buen cliente para los
productos americanos y consolidar el mercado más grande del mundo entre los
integrantes del T-MEC, pero que obliga al gobierno mexicano a elevar los
niveles de ingreso de la población vía incrementos sustanciales al salario mínimo. Hoy más que nunca, a raíz de las acusaciones
contra el presidente Trump, el gobierno mexicano estará dispuesto a complacer a
Pelosi, con lo cual ya hemos escuchado al presidente López comentar sobre lo
injusto de la política salarial que se llevó a cabo durante el neoliberalismo
mexicano, dónde cada año se empequeñecía el salario mínimo hasta llevarlo al
30% de su capacidad de compra equivalente a la de 1980. Estos aumentos al salario mínimo y con ello
la implicación en los aumentos que sufrirá el resto de los salarios, va a
llevar a una crisis que habrá de resolver el gobierno mexicano en una situación
de desventaja, cuando su relación con la iniciativa privada es de absoluta
desconfianza, cuando la economía mexicana va a crecer a niveles cercanos al 0%
y cuando la inversión no fluye por problemas ideológicos.
En
cuanto a la política migratoria, todo parece indicar que México está cumpliendo
bien las órdenes del presidente Trump, tan como él mismo lo mencionó en un
video que ha circulado profusamente en México, sin embargo, se sostiene con
alfileres. No quiero pensar que hubiera
un ataque terrorista en Estados Unidos y que los implicados hubieran llegado
desde México. Lo cual es muy factible
dada la falta de control y nula eficiencia del instituto de migración para
vigilar y controlar el paso de migrantes de todas las nacionalidades en nuestra
frontera sur y a lo largo de todo el país.
Todos los mexicanos sabemos que el sistema de
procuración e impartición de justicia no funciona. Las denuncias son mínimas debido a la falta
de confianza (justificada) de la población, tanto en fiscalías como en jueces.
Y en todos lados circulan historias de corrupción y nepotismo tanto en las
propias fiscalías como en el poder judicial.
A todos nos queda claro que el sistema simplemente no funciona. Pero, el problema para este gobierno es
reformarlo sin controlarlo, de tal manera que siga siendo un poder
independiente, que funcione como un factor de equilibrio ante el poder del ejecutivo
y ante un legislativo sometido a la voluntad del presidente, y por otro lado,
lograr una reforma que le otorgue a los mexicanos la certeza de que los delitos
denunciados, serán investigados, perseguidos y castigados por la justicia del
estado. Mientras esto no suceda, seguirá
siendo uno de los grandes pendientes para que el gobierno cumpla su parte
dentro del contrato social.
La educación es otro gran reto. México es un
país dónde la mayoría de los alumnos en secundaria no son capaces de leer un
párrafo de cinco renglones y entenderlo. Un país en el cual el mexicano
promedio no es capaz de hacer una operación aritmética simple. Así no es posible salir del subdesarrollo y
competir a nivel mundial. Con una educación de ese nivel, México está condenado
a la mediocridad. La reforma educativa
realizada por el gobierno, propone educar mejor a los maestros, para elevar el
nivel de educación a nivel nacional.
Propuesta que dará resultados a largo plazo si es que algún día se lleva
a cabo adecuadamente y se logra romper con los ciclos de politización y
victimización de las normales públicas, en especial de las rurales. Mientras
tanto, la generación actual de educandos, está condenada a la mediocridad, sin
resultados al corto plazo.
El sistema de salud, parece el Titánic. Se
está hundiendo por todos lados. No hay
suficientes hospitales, no hay suficientes médicos, no hay suficiente material
quirúrgico, no hay suficientes camas, no hay equipo médico suficiente, no hay
quirófanos suficientes, no hay medicinas suficientes. La población mexicana, en especial la de
menos ingresos es absolutamente vulnerable a cualquier problema de salud, ante
la imposibilidad del estado de otorgar sus servicios de manera eficiente.
Gobernar un país donde la justicia no existe,
donde la relación con su principal socio comercial depende totalmente de
factores externos sin armas para negociar y enfrentar cualquier emergencia que
se presente, con un nivel educativo supuestamente de tercero de secundaria pero
real de tercero de primaria y con un sistema de salud totalmente
disfuncional. Esos son los retos del
nuevo gobierno, los cuales por cierto no
vemos que se estén enfrentando de fondo, sino de forma, hasta la fecha.