José Miguel Cobián | 19 octubre de 2019
Tribuna Libre.- Lo Sucedido el jueves más negro de la
historia moderna de México nos permite visualizar grandes riesgos para el
país. Cuando el presidente toma la
decisión de liberar al señor Guzmán, hace lo correcto dada la encrucijada en la
cual el propio gobierno se ubicó. Por
ello debe el presidente de aceptar las renuncias del Secretario de Seguridad,
del almirante y del general secretario, así como del director del CISEN (sea
cual sea su nombre actual) y de la secretaria de gobernación. Incluso considerar la de Marcelo Ebrard y la
de el fiscal general.
En un país en el cual la seguridad está en
manos de personas con experiencia los pasos para decidir una detención de esa
magnitud van en en el siguiente orden:
1.- Se toma la decisión de detener a un
personaje importante.
2. Se
analiza la fuerza y poder de fuego de su organización.
3.- Se ubica geográficamente el lugar donde
se encuentra cada uno de sus lugartenientes.
4.- Se mide el número de personas que
iniciarán disturbios en el momento en que sea detenido.
Todo lo anterior no requiere mucho
conocimiento. Ya se ha visto la reacción de los diversos grupos cuando les
detienen a algún líder. Nuevo León y
Tamaulipas ya han sufrido reacciones diversas, y ninguno de los detenidos tenía
el nivel del señor Guzmán.
Una vez analizado lo anterior, se analiza la
segunda parte, que es la contención:
1.- ¿Detendremos a sus segundos al mando
también?
2.- ¿Tenemos la capacidad de contención
suficiente para enfrentar la reacción que vendrá?
3.- ¿Podemos ubicar suficientes efectivos
capacitados y pertrechados para cumplir la misión?
4.- ¿Están protegidos todos los posibles
blancos, como funcionarios de gobierno estatal, municipal, militar, marina y
sus familias? ¿Podemos protegerlos?
5.- ¿Qué grado de certeza tenemos de proteger
a la población civil en la zona de conflicto?
6.- ¿Estamos seguros de la información que proporciona inteligencia?
¿Es la correcta? ¿Es Veraz? ¿Es oportuna?
Hasta entonces se aprueba el operativo. Los expertos y por expertos me refiero a
gente no solo con el grado sino también con la experiencia, deben de decidir si
la respuesta será sí o no, a cada una de estas preguntas, para poder tomar la
decisión de aprehender a alguien.
A partir de ese momento, entra en juego la
logística, sólo cuando todos los puntos están cubiertos y se ha cumplido todos
y cada uno de los requisitos para dar seguridad y lograr la captura, es cuando
se da la orden. Los que saben de esto,
han vivido la experiencia de tener a su alcance al objetivo y sin embargo
recibir la orden de retirarse porque algo falló.
En Culiacán todo falló. Inexpertos jugando a ser pares de la marina
americana, se sintieron con la estatura suficiente para llevar a cabo un
operativo de esta magnitud, y al final tuvieron que doblar las manos, debido a
que no previeron la reacción, ni esperaron que tomaran a familiares de los
militares como rehenes bajo amenaza de muerte si no liberaban al detenido.
Las fuerzas de seguridad no tuvieron en
ningún momento la capacidad de contención a lo que se venía. Y el resultado es desastroso, porque hoy,
cualquiera que pueda pagar un ejército de mil o más hombres, (y el de los
señores Guzmán es muy superior en número), sabe que puede violar la ley en
México, que jamás será sancionado y que si lo atrapan, podrá ser liberado
tomando como rehén a la población civil, o amenazando con actos terroristas.
La seguridad no es un juego. El gobernar no se logra tan solo con sentido
común. Se requiere información, se
requiere de experiencia. Se requiere de un sistema de inteligencia como el que
se desmanteló a inicios del sexenio. Se
requiere un cuerpo militar motivado y seguro de que será cuidado y protegido
desde el poder político. Se requiere que el almirante secretario y el general
secretario sean un referente para las fuerzas armadas, motivo de orgullo y no
de rechazo. Durazo no ha tenido
experiencia de campo en el tema. Se comprende que el presidente tampoco, pero
un presidente no está obligado a conocer de todo, a lo que sí está obligado es
a rodearse de gente experta, no de amigos.
La ruta de los errores, está muy clara, falta la voluntad política para
corregirlos.
Mientras tanto falta la reacción de Mr.
Trump, ya que se sabe el operativo de ubicación y detención fue coordinado con
fuerzas de Estados Unidos. Salvo que
ellos mismos hayan aprobado la claudicación del estado mexicano, la reacción
puede ser terrible.