Evitar
dolores innecesarios
“Los
mosquitos me asustan más que casi cualquier otra cosa.”
Bill
Gates.
Jorge Arturo Rodríguez |
09 octubre de
2019
Tribuna Libre.- A veces es mucho más el miedo al dolor que a
la muerte. Y dicen que no es lo mismo el dolor al sufrimiento, de cuyos campos
de acción me alejo para no entrar en donde no me llaman y donde no sé ni pizca,
teóricamente hablando. Eso sí, ambos dos me son conocidos y familiares, ya sea
porque los padezco en carne y alma propias –no confundir, no es lo mismo que lo
mesmo-, o porque la cercanía de mis seres queridos –y otros no tan queridos,
pero sé que son “humanos”-, me contagian de enfermedad en enfermedad, de dolor
y sufrimiento y… Parece que el mundo anda enfermo de todo, hasta de no estar
enfermo. Somos infelices si no padecemos algo. ¿Así es en realidad por el
cambio climático? ¿O por qué carajos? ¿Hay alguien moviendo la cuna de la
Humanidad pa’ que nos vayamos a la chingada poco a poco? ¿Es castigo de Dios?
¿Es ya el Apocalipsis? ¡Jesús, María y José! ¡Que el gobierno nos agarre
confesados y nos asista! Ajá.
El poeta Luis Rosales escribió que nadie regresa del dolor y permanece
siendo el mismo. Lo cual es muy cierto, sean las causas que sean, que son un
chingo. Por lo pronto me refiero, en esta ocasión, a ese padecimiento llamado
cáncer que con tan sólo mencionarlo provoca pánico: ¡se apareció el diablo! Y
no es para menos. Mucho más ahora que el desabasto de medicamentos, la negligencia
y el valemadrismo humano van en aumento, en vuelo supremo hacia “Nada”. Ustedes
me entienden. Ya no mencionemos otras enfermedades, como el dichoso dengue
(“¿Dengué me hablas?, dicen las autoridades gangosas”, me contaron el chiste
–con respeto a los que realmente lo padecen). La cuestión es que la muerte va y
viene, a sus anchas, y se sienta a vernos cómo nos hacemos todos pénjamos.
Total, algún día moriremos… “Sabía virtud de conocer el tiempo”, cantara José
José, que en paz descanse, o lo dejen descansar. Y nos dejen en paz a los que
gustamos de otros intérpretes y canciones, aunque bien sé que vivimos en una
sociedad infestada de imitaciones, falto de crítica y autocrítica, tan así es
que por eso nuestras autoridades y anexas hacen lo que se les dé la gana o más
bien lo que se les ocurra. ¿Mandarán por mí un avión de la fuerza aérea cuando
sufra una enfermedad o cuando me muera vaya usted a saber donde carajos?
El poeta Antonio Gala expresó que “el dolor es más fuerte entre los más
fuertes. Como el cáncer”. ¿Quién lo duda? Tanto barullo, para referirme que
este mes, y más precisamente este 19 de octubre es Día Internacional de la
Lucha contra el Cáncer de Mama. Ta güeno. Pero ese maldito mal nos da en todo
el cuerpo, y hasta en la sociedad, en nuestro espíritu. Las estadísticas de
enfermos y muertes por tal causa las encuentran donde quieran. Sí, claro, el
asunto, serio, es cuidarse y prevenir. Y es buenísimo que lo hagamos. Pero esta
vez les refiero lo siguiente.
En el artículo “Sobrevivientes de cáncer batallan contra la ignorancia y
los estereotipos para ser contratados”, de Manu Ureste, leo:
“Que haya cambios a la ley del trabajo para
tener una mayor protección frente a despidos injustificados o la discriminación
laboral, piden personas que han sobrevivido al cáncer.
“Tan solo seis meses después de que en marzo
de 2017 terminara la carrera de psicología, una bolita en un seno le recordó a
Yahel Leguel que la vida a veces te golpea con terribles ironías.
“Tenía 33 años y acababa de terminar su
servicio social como psicóloga oncológica en el Hospital General de la Ciudad
de México, cuando le confirmaron que el tumor en su seno era maligno y que esa
palabra, cáncer, que tanto había estudiado en la universidad, estaba ahora creciendo
en su propio cuerpo.
“La vida me puso la maestría de lo que es el
cáncer en carne y hueso”, dice Yahel con una sonrisa de resignación, sentada a
la mesa en el comedor de su departamento rodeada de libros, figuras esotéricas
y de su pareja, Vladimir.
“A partir de esa bolita, todo se desencadenó:
a Yahel le extirparon el tumor y con él también desaparecieron los dos senos y
buena parte de su autoestima.
“Luego, durante todo 2018, llegaron las
quimioterapias y las radioterapias. El pelo se le cayó a mechones. El cansancio
físico sustituyó a su habitual energía. Y con la remoción de los ganglios de la
axila también tuvo que decir adiós al ballet, su otra profesión y gran pasión.
“Pero Yahel resistió: el tratamiento
oncológico dio los resultados esperados y el cáncer de mama, aun hoy bajo
vigilancia de su oncólogo, se batió en retirada dejando que volviera a
recuperar su cabello, y las ganas por reinsertarse en su propia vida.
“Sin embargo, la reinserción no está siendo
total. Todavía hay algo que Yahel no ha podido recuperar: el trabajo.
“Cuando buscas empleo y ven en tu currículum
que en los dos últimos años de tu vida te dedicaste a un tratamiento de
cáncer…”
“La también fotógrafa deja una pausa y sonríe
nerviosa, para completar la frase. “Pues aunque no te lo digan a la cara, no te
contratan porque lo que piensan es: bueno, y para qué voy a contratar a esta
mujer si ya se va a morir pronto”
De alguien me acordé. Ahí les hablan,
legisladores.
En la revista Nexos del mes de octubre de
2019, en la sección “Cabos sueltos”, leí el texto “De un sueño a otro sueño”:
“Marta Casares, madre del escritor Adolfo
Bioy Casares, enferma de cáncer, muerta el 25 de agosto de 1952, conservó hasta
el último minuto de su vida la valentía y el amor propio, y en nombre de lo
bien que la atendían tanto las enfermeras como su familia, le rogó a su hijo
que no la compadeciera. Pero acaso el recuerdo más conmovedor de aquellos días
tuvo lugar cuando ella le preguntó al doctor Lucio García si le evitarían
dolores innecesarios. Él respondió afirmativamente y entonces ella dijo: “¿De
un sueño a otro sueño, Lucio?”. “De un sueño a otro sueño, Marta”, fue la
respuesta. Fuente: Silvia Renée Arias, Bioygrafía. Vida y obra de Adolfo Bioy
Casares, Tusquets Editores, Buenos Aires, 2016.”
Para evitar dolores innecesarios –a veces es
imposible- mejor me voy a revisar mis bolas y la próstata, no vaya a ser la de
malas… De paso me prometo revisar mi alma y el buen sentido del humor, que
mucha falta nos hace. Bueno, me hace falta. Creo que ustedes están sanos y
salvos. ¡Bendito Dios!
De cinismo y anexas
En recuerdo del gran escritor Edgar Allan
Poe, a 170 años de su siniestra muerte (7 de octubre de 1849), les comparto las
siguientes palabras:
*“A la muerte se le toma de frente con valor
y después se le invita a una copa.”
*“¿No tenemos en nosotros una perpetua
inclinación, pese a la excelencia de nuestro juicio, a violar lo que es la Ley,
simplemente porque comprendemos que es la Ley?”
*“No tengo fe en la perfección humana. El hombre
es ahora más activo, no más feliz, ni más inteligente, de lo que lo fuera hace
6000 años.”
*“Me volví loco, con largos intervalos de
horrible cordura.”
*“Cuando un loco parece completamente
sensato, es ya el momento de ponerle la camisa de fuerza.”
Ahí se ven.