Ciudad, de México. | 25 marzo de 2020
Tribuna
Libre.- Los
precios del principal crudo de exportación de México se desplomaron la semana
pasada a mínimos de 18 años, colocando al presidente Andrés Manuel López
Obrador en la disyuntiva de elegir entre mantener su agenda energética
nacionalista o tomar medidas impopulares para evitar que la deuda de la estatal
Pemex caiga a la categoría “basura”.
Pemex enfrenta vencimientos de bonos por unos
30,000 millones de dólares al final de la administración de López Obrador en
2024, por lo que expertos sugieren una reestructura que incluya cierres de
campos no rentables y despidos para evitar una rebaja en la calificación.
Pemex y el gobierno ahora están
"presionados por todas partes", dijo Víctor Gómez, economista de
Finamex. Fitch dijo la semana pasada que Pemex es la más vulnerable entre las
compañías petroleras estatales de América Latina a la baja en los precios del
crudo.
Solo este año, Pemex tiene vencimientos de
bonos por 6,000 millones de dólares.
El barril del crudo Maya cayó la semana
pasada a 12.92 dólares, su nivel más bajo desde 2002, según cifras de S&P
Global Platts. Dos meses atrás, antes de que el coronavirus afectara al sector
energético, se ubicaba en 55.15 dólares.
"El contexto cambió. El desplome del
petróleo no se había contemplado", dijo Jorge Sánchez, director del grupo
de investigación Fundef, quien también dijo que Pemex está financieramente
"en quiebra" y "caminando hacia una rebaja".
La percepción de que Pemex no sea capaz de
cumplir con los pagos aumenta la probabilidad de que una segunda agencia le
quite su calificación de grado de inversión este año, lo que podría repercutir
en el costo de los préstamos para el gobierno.
El director general de Pemex, Octavio Romero,
prometió el pasado miércoles reducir gastos administrativos y de contrataciones
para afrontar el derrumbe de los precios internacionales del crudo, así como
dar prioridad a proyectos rentables.
Pocos en la industria piensan que las medidas
de Romero serán suficientes. Sin embargo, las opciones con las que cuenta la
firma son limitadas, ante un bajo apetito por inversión y una economía global
dirigiéndose a una recesión.
En el pasado, el gobierno apoyó a Pemex con
inyecciones de efectivo, pero ahora las finanzas del gobierno están más
ajustadas y será más difícil que nunca para la Secretaría de Hacienda reducir
la alta carga impositiva de la compañía.
Pemex refinanció más de 29,000 millones de
dólares en bonos el año pasado, una estrategia que le dio un respiro
financiero, y que buscaba dotarla con un mayor flujo de efectivo para
inversiones en producción.
Pero aumentar el capital nuevamente será
desalentador durante el caos económico del coronavirus, ya que los inversores
prefieren por ahora activos de refugio en lugar de bonos más riesgosos.
López Obrador también lanzó algunos
salvavidas a Pemex en forma de inyecciones de efectivo y exenciones de
impuestos en 2019.
Sin embargo, al cierre del año tenía todavía
más de 105,200 millones de dólares en deuda financiera y 77,300 millones
adicionales en obligaciones de pensiones.
La mayoría de los rendimientos de los bonos
de Pemex superaron los dos dígitos el viernes, según datos de Market Axess. Su
bono 2030, altamente negociado, cerró la semana pasada en 71.5 centavos por
dólar, con un rendimiento de 11.808%.
Ese
instrumento se negoció sobre par apenas el 9 de marzo.
El único punto positivo para Pemex es una
cobertura para mantener los ingresos por encima de los costos de producción y
una cobertura más grande contratada por Hacienda que garantiza este año los
ingresos del gobierno provenientes del petróleo.
Armando Armenta, economista senior de la
gestora de activos Alliance Bernstein, dijo que el monto del apoyo que podrá
brindar el gobierno dependerá de cuán profunda sea la recesión, de cuánto
tiempo se mantengan bajos los precios, y de cómo evolucione la producción y el
índice de rentabilidad de Pemex.
Cayendo
más profundo en números rojos
Es posible que el gobierno, que se ha opuesto
a la inversión privada incluso en la exploración petrolera, no respalde
opciones más radicales para cambiar el rumbo Pemex, tales como la venta de
activos, detener la producción en campos con pérdidas o evitar una nueva y
costosa refinería.
“Dudo mucho que bajo esta circunstancia el
gobierno y los que están al frente de Pemex tengan siquiera la mínima intención
de hacer una reestructura financiera importante, de relevancia, de hacer
recortes”, dijo Sánchez, quien recomienda hacer a Pemex más pequeño.
Los números de Pemex ya mostraban un fuerte
deterioro incluso antes de que los precios del petróleo cayeran: registró una
pérdida neta de 18,300 millones de dólares el año pasado, casi duplicando la
pérdida de 2018.
Armenta dijo que una rebaja Moody's es ahora
"el resultado más probable".
Fitch ya recortó la calificación de los bonos
a basura en junio. Las tres agencias de calificación tienen bonos de Pemex con
perspectiva negativa.